Una nueva historia

10 de Mayo de 2003, a las 00:00 - Berelleth
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Capitulo III: El camino hacia el Bosque Negro

Se detuvieron y acamparon bajo el refugio de los árboles, el día siguiente lo dejaron libre para que cada uno hiciese lo que quisiera y así hacer más agradable el viaje y la carga más ligera. Faramir paseaba sin preocupaciones cuando vio a lo lejos una pequeña casa de madera entre los árboles, se preguntó quien podía vivir ahí tan solo y decidió ir a investigar. Al acercarse escuchó unas voces que provenían del interior y al seguir avanzando se dio cuenta de que lo que escuchaba era la voz de una mujer que cantaba alegre, se quedó escuchando unos minutos hasta que, por detrás, una mano le toma el hombro, asustado salta hacia delante cayendo al suelo, inmediatamente gira y ve a un enano viejo y corpulento con una larga barba llevaba un hacha al hombro y que bajo su brazo izquierdo traía mucha leña. - Tranquilo, muchacho, el hacha no es para usarla en ti - rió el enano. Faramir se puso de pie un poco avergonzado y con la cabeza gacha se disculpó. - No te preocupes, no es malo tener miedo, yo me hubiese asustado mucho si alguien me hubiese tomado desprevenido, soy yo el que debo disculparme - le dijo el enano.

- No, señor, en realidad soy yo el que no debió haberse alejado tanto del grupo, es normal que me haya asustado estando tan solo - respondió Faramir.
- Bueno, pero tranquilo, si estas solo puedes venir y entrar a mi casa, mi señora esposa está cocinando unas deliciosas galletas -.
- Lo siento, no puedo, mis amigos deben estar preocupados por mí -.
- En ese caso diles que vengan, están todos invitados -.
- ¿De veras? Muchas gracias amable señor -.
- No me digáis señor, mi nombre es Dorlin, ¿cuál es el tuyo?-.
- Faramir Tuk a vuestros servicios -.
- Muy amable, y ahora apresúrate en buscar a tus amigos si no quieres comer galletas duras -. Rió Dorlin.

Faramir volvió en seguida en compañía de sus amigos, cada uno se presento ante el Enano Dorlin quien quedó maravillado y a la vez confundido con la belleza de la dama Aerin - de seguro es de raza élfica - pensó, y recordó el recelo que se tenían los elfos y los enanos, pero decidió pasarlo por alto y no le tomó importancia.

- Vamos, pónganse cómodos, están en su casa - dijo Dorlin.
- Muchas gracias, Dorlin, no sabe usted cuanto extrañábamos la comodidad del hogar - agradeció Luv.
- No hay de que agradecer, siempre es agradable el recibir visitas si se vive tan apartado de la sociedad -.
- ¿Por qué decidió vivir aquí tan lejos de la Montaña Solitaria, la cual es el hogar de los enanos? - preguntó Aerin.
- No lo sé - respondió Dorlin - Me pareció una buena idea, este es un gran lugar y muy tranquilo además, aquí vivimos en paz sin que nadie nos moleste. Ahora cuéntenme: ¿Qué hace un grupo como ustedes en un lugar como este? -.
- Bueno, la verdad es que nuestra intención no era exactamente venir hasta aquí... - comenzó Luv.
- ¡Claro que sí! - interrumpió Frodo.
- Frodo, ambos sabemos que no es cierto - le dijo Aerin.
- Lo siento - se disculpó con la cabeza gacha.
- Salimos de nuestros hogares con la idea de poder vivir una aventura - continuó Luv - un día el Rey Elessar y sus caballeros...-
- ¿El Rey Elessar? - preguntó Dorlin - si no me equivoco es el Rey de Gondor ¿no es así?-.
- Correcto, es un viejo amigo de la Comarca - dijo Faramir - perteneció a la Compañía del Anillo al igual que nuestros padres -.
- Puedo ver que descienden de familias muy honorables - comentó Dorlin.

Continuaron charlando durante largo rato, hasta que la señora esposa de Dorlin entró en la sala e insistió en que los acompañaran en la merienda de la noche a la que los visitantes aceptaron agradecidos. Se sentaron en una mesa ovalada cubierta con un hermoso mantel blanco bordado a mano por la señora de la casa, les ofreció té y galletas y pan con mantequilla. Los hobbits comieron complacidos repitiéndose varias veces el té y las galletas. Mientras comían Dorlin le preguntó a Aerin como había llegado tan lejos de sus tierras, suponiendo que formaba parte de la sociedad de los elfos.

- Lo siento, pero está usted equivocado - dijo Aerin en tono serio - yo no pertenezco a los elfos y no me considero como tal, soy una ciudadana de las tierras del oeste de Gondor -.
- Lamento mucho mi equivocación, os ofrezco mil disculpas - dijo Dorlin.
- No se preocupe, no tiene importancia. Partí de mi hogar por esa misma razón: le tengo un gran rencor a los elfos que no me permite aceptarlos como los amables y hermosos seres que son, para mí no son más que criaturas egoístas y desagradables, me abandonaron siendo aún un bebé hace muchísimo tiempo, me he criado entre la gente de Gondor toda mi vida, pero decidí partir en el momento que la gente ya no me trataba como cualquiera...yo quería una vida normal. Partí con mi caballo a tierras desconocidas hacia el norte y me encontré con estos amables hobbits quienes cortésmente decidieron acompañarme en mi viaje -.
- ¿Y a donde pensáis ir ahora? -.
- Hacia la Montaña Solitaria, hogar de los enanos -.
- Ya veo, será un viaje peligroso si pensáis atravesar el Bosque Negro -.
- Lo sé, pero confío en que lo lograremos -.
- Antes de llegar deberéis cruzar el Anduin, ¿ya sabéis cómo hacerlo? -.
- La verdad no -.
- Bueno, veréis, si seguís en línea recta hacia el Este encontraréis un pequeño sendero, seguidlo y llegaréis hasta el borde del Anduin donde descansa un pequeño bote a remos que es de mi propiedad, pero que con mucho gusto os lo prestaré -.
- Muchas gracias -.
- Deben de estar muy cansados después de haber recorrido tanto desde Gondor y la Comarca, os ofrezco pasar aquí la noche si lo deseáis -.
- ¡Claro, nos encantaría! - dijo Luv entusiasmado.
- Sería un placer - agradeció Aerin - pero ¿no será ninguna molestia para vosotros? -.
- Para nada, a pesar de vivir solos tenemos muchas camas en las que os podéis acomodar en dos piezas restantes de la casa - dijo Dorlin.
- Muchas gracias, sois gente muy amable - dijo Aerin con una reverencia - les estaremos eternamente agradecidos -.

La señora esposa de Dorlin condujo a los visitantes hasta una de las habitaciones, resolvieron en que los tres hobbits dormirían juntos en aquella habitación y que Aerin dormiría en la otra, así la señora esposa de Dorlin condujo a Aerin hasta su habitación. Los hobbits armaron tres camas que se encontraban a un costado de la habitación y las dispusieron una al lado de la otra, se arreglaron y se durmieron en el instante en que apoyaron sus cabezas en las almohadas. En la otra habitación habían dos camas armadas, Aerin se arregló y se tendió sobre una de ellas cubriéndose con las sabanas y mantas que tenía la cama, apoyó su cabeza sobre la almohada, cerró los ojos y se puso a ordenar sus ideas durante toda la noche tan plácidamente que cualquiera que la hubiese visto hubiese jurado que dormía.

El día siguiente fue muy agradable, el Sol brillaba sobre sus cabezas y pretendía acompañarlos el resto del día. Pippin, y Frodo acompañaron a Dorlin en busca de algunas raíces y plantas para que su esposa pudiese cocinar un delicioso almuerzo; Aerin y Luv ayudaron a la señora de la casa en la cocina mientras el enano y los hobbits regresaban. Durante el almuerzo charlaron y rieron al igual que en la cena y después junto al fuego de la chimenea de la sala. Así pasaron toda una semana en la casa del amable enano Dorlin casi sin darse cuenta del paso del tiempo.

Después de tan agradable semana resolvieron en continuar su camino con las fuerzas repuestas y llenos de energía.
- Vuestro corcel se encuentra en el establo junto a mis dos ponies - le dijo Dorlin a Aerin.
- Muchas gracias, también él está agradecido por vuestra atención - le contestó Aerin.

Y así se despidieron de Dorlin y su señora y continuaron su camino hacia la Montaña Solitaria. Caminaron durante un par de días a través de llanuras extensas antes de llegar al sendero señalado por Dorlin. Lo siguieron durante varias horas, al anochecer llegaron al borde occidental del Anduin y acamparon ahí. Esa noche durmieron inquietos pues de vez en cuando se escuchaban aullidos de feroces lobos a lo lejos, afortunadamente nada les ocurrió mientras dormían. A la mañana siguiente no les fue difícil hallar el bote, más no era del tamaño adecuado para que todos cruzaran al mismo tiempo, pero sí lo suficientemente resistente, por lo que decidieron que Frodo junto con Aerin y el caballo cruzarían primero. Así lo hicieron, luego Aerin regresó y cruzó nuevamente el río en compañía de Faramir y Luv y todo el equipaje; al llegar se organizaron nuevamente y cargaron el equipaje al lomo del caballo.

Después de cruzar el Anduin continuaron la marcha hacia el Bosque Negro. Se encontraban caminando en los Campos Gladios, las nubes habían desaparecido y el día era brillante y el sol iluminaba todo con una hermosa luz dorada, cuando se detuvieron a descansar y a comer algunas provisiones al costado de un risco. Aerin sacó la botella de agua y se la ofreció a los hobbits los que bebieron complacidos, Frodo tomó la botella y camino hasta el borde del risco y observó las tierras y las llanuras extensas que se mostraban imponentes a los pies del precipicio bajo la luz dorada. -nunca hubiese imaginado que tuviera la oportunidad de viajar a lugares tan lejanos - pensó. En ese momento Faramir llegó a su lado y contempló el hermoso paisaje junto a él - ¿Creísteis alguna vez posible presenciar tierras como estas?- le preguntó, - Nunca, pero tenía la esperanza de que fuese posible - respondió Frodo. Aerin los llamó a terminar la merienda por lo que los hobbits se dispusieron a caminar de regreso, pero en el momento que volteaban Frodo resbaló con una piedra suelta y cayó de espaldas hacia atrás y rodó hacia el límite de la pendiente gritando y pidiendo ayuda; Faramir lo vio rodar - ¡Frodo! - gritó y corrió rápidamente hacia él, se lanzó al suelo desesperado y hábilmente logró sujetarle la mano justo en el momento que Frodo caía al vacío y ambos hobbits vieron como la botella de agua caía a gran velocidad hasta impactarse contra las rocas que descansaban a los pies del risco - y pensar que pudiste ser tú - le dijo Faramir quien yacía tirado en el borde de la pendiente sujetando la mano de Frodo con firmeza - ¿Estas bien? - le preguntó, - Sí, gracias amigo - le respondió Frodo quien colgaba del risco. Luv y Aerin corrieron a ver que es lo que ocurría y al ver que Frodo colgaba del risco lo ayudaron inmediatamente a subir antes de que algo peor ocurriera - ¿Se encuentran bien? - les preguntó Aerin, - Yo estoy bien gracias - le respondió Faramir, -¿Y tú Frodo? -, - Yo también estoy bien gracias a la ayuda de Faramir si no hubiese sido por él ya no estaría aquí - respondió Frodo y dirigiéndose a Faramir le dijo: - muchas gracias amigo, te debo la vida -. Luv estaba muy alterado y abrazando a sus amigos le dio gracias al cielo de que nada les ocurrió. Frodo le dijo a Aerin que había perdido su botella, ella le dijo que eso no tenía importancia, pero que era peligroso dejar vidrios botados en cualquier parte por lo que debía bajar e ir a buscar los restos de la botella.
- Iré cabalgando y buscaré una forma de bajar, cuando tenga los vidrios volveré, quiero que me esperéis cerca de aquí, busquen un lugar seguro y no salgan de ahí hasta que esté de regreso - les dijo Aerin y montando su fiel corcel les entregó todo el equipaje a los hobbits y se fue galopando bordeando el risco.

Los hobbits buscaron un lugar seguro a unos metros del acantilado, escondieron el equipaje y aguardaron sentados en unas rocas. La noche comenzaba a caer y Aerin no había vuelto, los hobbits comenzaron a preocuparse e intentaron calmarse unos a otros cantando algunas canciones cuando sintieron un ruido entre las ramas de uno de los árboles cercanos al que se encontraban. Rápidamente se escondieron y aguardaron en silencio y escucharon voces que hablaban, advirtieron que se trataba de dos individuos, pues se podían distinguir dos voces:

- Descansemos un poco, hemos caminado mucho y ya tengo cayos en los pies - decía la primera voz, una voz oscura y gruesa.
- Tranquilo, descansaremos un par de metros más adelantes cuando la noche comience a avanzar, hay que aprovechar que hoy fue un hermoso día y la noche mostrará la luz de las estrellas de Varda mientras la Luna descansa para asomar su rostro en otra noche - dijo la segunda voz, una voz suave y hermosa.
Los forasteros continuaron avanzando y se detuvieron a la vista de los hobbits quienes miraban sorprendidos detrás de las plantas: Un elfo con un hermoso rostro y cabellos que brillaban a la luz de plata que despedían las estrellas, traía un arco y un carcaj con varias flechas, el otro era un enano robusto, traía un yelmo y un hacha y tenía una larga barba. El enano seguía hablando cuando el elfo lo interrumpió y le dijo que se callara, sus ojos centellaron y los hobbits se asustaron al notar que el elfo había advertido sus presencias, tomó una flecha y la ajusto al arco, el enano al ver la actitud de su amigo tomo el hacha con ambas manos.

- ¡Salgan quien quiera que seáis! - dijo el elfo en voz alta.
- Sí, sabemos que estáis ahí - dijo el enano.
Los hobbits asustados quedaron paralizados, pero Frodo se armó de valor y se puso de pie y lentamente salió de su escondite y se dejó ver a la luz de las estrellas - no nos hagáis daño, por favor - dijo con voz temblorosa - no somos malos -. El elfo bajó la flecha y caminó hacia Frodo, - ¿Nosotros? - dijo - Solo te veo a ti -, en ese momento Faramir y Luv se unieron a Frodo, - ya veo - dijo el elfo, guardo la flecha y el arco y se inclinó.
- ¿Qué hacéis aquí? ¿Sois hobbits cierto? - les preguntó.
- Sí, señor - respondió Frodo.
- Tú...¿quién ...? ¿Frodo? -.
- ¿Cómo sabe mi nombre? - preguntó Frodo sorprendido.
- ¿Frodo? - dijo el enano, - ¡pero eso es imposible!
- ¿No me recordáis? - continuó el elfo - Te vez tan joven después de tanto tiempo -.
- Lo siento, señor, jamas lo había visto - respondió Frodo.
- ¿Cuál es tu apellido? - preguntó el elfo confundido con un aire de sospecha.
- Gamyi, señor, Frodo Gamyi -.
- ¿Gamyi? ¿Eres pariente del Samsagas Gamyi? -.
- Él es mi padre, señor -.
- ¡Ay! ¡Con que Sam se ah casado! -.
- ¿Sam? ¿El Sam que yo conozco? - preguntó el enano.
- Creo que sí, mi amigo, y al parecer nos hemos topado con uno de sus hijos - rió y dirigiéndose a los otros dos hobbits preguntó - ¿Cuáles son vuestros nombres? -.
- Faramir Tuk a vuestros servicios - dijo Faramir.
- Ludovic Bolger también a vuestros servicios - dijo Luv.
- Muchas gracias, mi nombre es Legolas y mi amigo es el enano Gimli hijo de Gloin, mucho gusto en conocerlos - dijo Legolas.
- ¿Ustedes formaron parte de la Compañía del Anillo, no es así? - preguntó Frodo, entusiasmado.
- Sí, hace mucho tiempo, me pregunto como estarán todos, por lo visto Sam está bien -.
- Sí, cómo estarán los valientes Pippin y Merry, y Frodo que será de él - dijo Gimli.
- Yo soy hijo del Capitán Peregrin Tuk - dijo orgulloso Faramir.
- ¿Del Capitán? Valla, parece que Pippin ahora es muy importante -.
- Claro, el Capitán Peregrin Tuk y el Capitán Meriadoc Brandigamo son muy importantes en la Comarca - dijo Luv.
- Que agradable sorpresa nos hemos llevado, pero no se queden ahí pongámonos cómodos y nos cuentan su historia - dijo Legolas.

Entonces Gimli encendió una pequeña fogata y todos se sentaron alrededor, entonces los hobbits les contaron lo que había ocurrido en la Comarca como lo habían oído de las historias de sus padres y como Pippin y Merry se habían convertido en capitanes, les contaron además sobre las visitas del Rey Elessar aunque Legolas y Gimli ya sabían que Aragorn se había convertido en rey de Gondor. Después les relataron la historia de cómo había llegado hasta ahí, desde la salida de la Comarca, el ataque de los wargos, el encuentro con Aerin y el paso por el Caradhras. Gimli mostró interés por la dama élfica y les pidió que les hablaran más de ella, Faramir les dijo que había bajado el risco para recoger unos vidrios después del medio día y que aún no había vuelto por lo que estaban muy preocupados.
De pronto notaron una gran luz que provenía de la base del acantilado, asustados se pusieron de pie y se dirigieron a la orilla a ver que ocurría, pero Legolas les dijo a los hobbits que se quedaran un poco más atrás para evitar que ocurriera algún accidente y a Gimli que se quedara con ellos. Entonces él caminó suavemente hasta le orilla y antes de asomarse a ver pudo notar un gran incendio que cubría un extenso terreno, las llamas cubrían todo y no le era posible ver que es lo que lo había provocado, se asomó cauteloso y una ola de aire caliente le golpeo el rostro y tuvo que retroceder, pero se volvió a acercar y vio que el fuego se extendía por gran parte de la base del acantilado, miro hacía el lado izquierdo y vio a lo lejos a una persona inconsciente en el suelo.

- ¡debemos bajar de inmediato, hay un gran incendio y lo está consumiendo todo, he visto además a una persona inconsciente cerca del fuego y si no hacemos algo las llamas la alcanzarán la alcanzará! - dijo Legolas alterado.
- ¡debe ser Aerin! - exclamó Luv muy preocupado.
- Qué estamos esperando, vamos muévanse - dijo Gimli.

Rápidamente se pusieron en marcha, Luv junto con Gimli fueron en busca del equipaje y corrieron junto con los demás bordeando el risco. Llegaron hasta unas salientes de roca que usaron como una especie de escalera por las cuales bajaron y luego corrieron hacia el fuego lo más rápido que pudieron. Al llegar vieron que las llamas eran demasiado grandes para poder apagarlas y el calor insoportable, intentaron acercarse pero era imposible. Gimli con su hacha comenzó a tirar tierra sobre las llamas, los hobbits junto con Legolas lo imitaron, pero era imposible, no sabían que hacer; de pronto Legolas recordó a la persona inconsciente y comenzó a buscarla encontrándola rápidamente, corrió hacia ella y advirtió que un árbol en llamas estaba a punto de caerle encima, por lo que corrió lo más veloz que pudo, en el momento que el árbol comenzaba a caer la tomo en sus brazos y saltó con todas su fuerzas hacia el lado esquivando así el ardiente tronco que se despedazaba y se consumía en las rocas. Entonces notó que efectivamente se trataba de la bella dama élfica de la que le habían hablado Frodo y sus amigos. Comenzó a buscar un lugar seguro cuando advirtió la presencia de un gran ejercito que se acercaba, Frodo también lo vio y se lo dijo a sus amigos, los soldados traían distintos tipos de armas con las que inmediatamente comenzaron a arrojar tierra sobre el fuego, otra horda de soldados traía enormes recipientes con agua los que comenzaron a verter sobre las llamas que avanzaban con mayor rapidez. Un grupo de soldados advirtió la presencia de Frodo y sus amigos corrieron a su encuentro, Frodo aliviado corrió en dirección a los soldados.

- gracias al cielo están aquí - dijo contento - ya no podíamos más con el fue...-.
- ¡Daro! ¡Quedan detenidos por intentar quemar los territorios del Rey! - dijo uno de los soldados. En ese momento los demás amarraron las manos de Frodo y corrieron hasta donde se encontraban Gimli y los otros dos hobbits e hicieron lo mismo.
- ¡¿Qué?! ¡esto es ridículo, nosotros no comenzamos con el fuego! - replicó Frodo quien intentaba desatarse, pero los soldados lo sostuvieron y evitaron que este se quitara las cuerdas.

Otros soldados corrieron en dirección a Legolas y al ver que pertenecía al grupo de forasteros lo ataron de igual manera y se llevaron a Aerin quien con todo el alboroto logró despertar y al ver a los soldados se asustó, pero luego vio a Frodo y a los otros hobbits atados y corrió a ayudarlos, los soldados vieron que pertenecía al grupo de forasteros por lo que le ataron las manos al igual que los demás. Los soldados conducieron a los "prisioneros" durante toda la noche rumbo al norte. A la mañana siguiente les dieron un descanso, algunas coimas para comer y agua para beber y luego continuaron la marcha durante todo el día, Frodo y sus amigos advirtieron que los soldados eran caballeros élficos vestidos con hermosas cotas de malla y brillantes yelmos, algunos llevaban bellas dagas élficas y escudos muy adornados y otros elegantes arcos y flechas guardadas en hermosos carcajes, a pesar de ser prisioneros, contemplaban el ejército élfico maravilados. Al caer la noche les volvieron a dar de comer y los dejaron descansar por algunas horas, los hobbits junto con Gimli dormían inquietos mientras que Legolas y Aerin permanecían atentos a cualquier cosa.

- ¿Qué es esto? ¿Porqué nos ataron? - preguntó Aerin.
- Creen que hemos sido nosotros quienes comenzaron el incendio - respondió Legolas - no quieren entender que solo intentábamos ayudar -.
- Bueno, la verdad es que sí hemos sido los causantes de tal desastre, pero fue un accidente -.
- ¿Qué? - pregunto Legolas confundido.
- Verá, estabamos tomando un descanso mientras comíamos y bebíamos agua, Frodo se puso de pie y tomó la botella, se acercó demasiado al acantilado y resbaló, Faramir logró tomarle la mano y evitar que cayera, pero la botella cayó y se quebró con el impacto esparciendo trozos de vidrios por el suelo. Bajé el acantilado con mi caballo pero cuando llegué los rayos de Sol ya los habían traspasado y quemaron plantas y arbustos y el fuego comenzó a crecer, mi caballo se asustó y me arrojó al suelo; me golpeé fuertemente la cabeza y no recuerdo más hasta ahora - respondió Aerin entristecida.
- Tiene suerte de ser de raza élfica, pues así pudo resistir el golpe y no le causó daño alguno -.
- ¡No...! - en ese momento Aerin vio a Legolas a la cara, inmediatamente sintió algo extraño en su interior y los ojos se le humedecieron - Yo... tú... no debería estar hablando contigo - dijo apartando inmediatamente su vista de Legolas.
- ¿Porqué? ¿qué ocurre? -.
- Nada, solo no me hable, por favor -.
- Pero porqué, ¿Eh dicho algo que os ha hecho sentir incomoda? Si es así perdóname no ha sido mi intención -.
- No, no es eso, es solo que... bueno, no tiene importancia, no quiero hablar de eso -.
- Esta bien, pero recuerde que si deseáis hablar podéis contar conmigo -.

En ese momento los soldados despertaron a todos y continuaron la marcha siempre hacia el Norte. Atravesaron largos territorios poblados de arboles y arbustos secos, el día se había cubierto de nubes dando paso a una suave lluvia que bañó los Campos Gladios y ayudó a apagar el incendio. Al rato después buscaron un lugar bajo el refugio de los árboles, comieron y bebieron durante un rato, luego se pusieron en marcha y no se detuvieron hasta el anochecer. Aerin iba muy afligida y no dijo una palabra en todo el día.



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