Ocaso de un amanecer

08 de Diciembre de 2003, a las 00:00 - Uinen
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]Meneame


Capítulo VII: DECISIONES

Auresse se encontraba agazapada junto a su grupo en la parte trasera de su ciudad natal. Con las horas, la columna de humo había crecido y habían aparecido nuevos fuegos. Aún así, prefirió esperar para que el ataque resultara efectivo y no acabaran con ellos. Por fin, miró al horizonte y vio que el sol comenzaba a ocultarse, llegaba el momento de la verdad. Cuando escuchó el relincho de los caballos del grupo de Brilbeleth, se puso rápidamente en pie y montó en Asphodel, todos hicieron lo mismo y esperaron una orden suya, que no se demoró.
Penetraron en la capital sin ninguna dificultad, pues habían descuidado la parte de atrás, no había siquiera un guardia apostado en la puerta. Entraron en tropel, profiriendo gritos de guerra y provocando alegría y terror a su paso. Alegría por parte de los demás milicianos, pues empezaban a verse en problemas; y terror por parte de sus enemigos, pues comprendieron su inocencia al no vigilar la otra entrada a la ciudad, se habían confiado y se les complicaban las cosas.
Auresse estaba realmente impresionada y orgullosa. Sus hombres se desenvolvían en la batalla con el valor de auténticos soldados, aunque su manejo de las armas estaba lejos de ello. Cuando la chica encontró un momento, se apartó un poco de la batalla y bajó de Asphodel, tenía que despedirse de ella, no quería que fuera herida en la batalla. Esa yegua la había acompañado en los momentos más importantes de su vida y era la única que no la había abandonado. Susurró unas palabras al oído del animal mientras le acariciaba, después se apartó un poco de ella, esperando que la hubiese entendido y que se marchara de allí. Asphodel miró a Auresse con ojos tristes y galopó lejos de allí. La chica tuvo que contener las lágrimas, no podía permitirse un acceso de llanto en medio de la batalla.
Los milicianos peleaban con uñas y dientes, pues los enemigos que tenían delante estaban bien preparados. Eran dunlendinos, los eternos rivales de los rohirrim, y los dos bandos se tenían un odio desmesurado. Auresse estaba concentrada en su espada, convencida de que era una prolongación de su ser. No había visto a Brilbeleth en todo el tiempo, pero ni siquiera se acordó de él, pues se vio allí, en medio de la batalla, lo que siempre había soñado, defender a su patria, como Háma, su padre.
- ¡Auresse! - oyó exclamar tras de sí. Se volvió extrañada y vio a un hombre con armadura y casco, por unos segundos, la invadió la incertidumbre, pero pronto el hombre se quitó lentamente el casco y pudo ver los negros cabellos y los ojos azulísimos de quien había amado tanto.
- Grimdreg... - acertó a decir, pues la sorpresa no la dejaba siquiera respirar. Para ellos dos, la batalla se paró. Grimdreg corrió hacia ella y la abrazó, ella no reaccionó, no respondió a la caricia, ni siquiera acertó a sujetar su espada, que cayó al suelo.
- Auresse... ¿dónde estuviste? Te he echado tanto de menos... Mi Auresse... mi querida Auresse... Nada valía la pena sin ti, nada ha sido lo mismo desde que te fuiste... ¿Por qué huiste?... Da igual, ahora nada de eso importa, ahora estamos juntos otra vez... Te quiero - repetía cual de una cantinela se tratase. Con la última afirmación, la chica reaccionó y se le escaparon las lágrimas. Abrazó a Grimdreg con fuerza, como si no quisiera nunca volver a separarse de él.
- Yo también te quiero, Grimdreg, siempre te he querido... siempre fuiste tú... - decía entre lágrimas, sin acordarse siquiera de Brilbeleth. Los dos se abrazaban, lloraban, suspiraban y amaban el uno en brazos del otro. Después, Auresse tomó la cara de Grimdreg entre sus manos y lo besó larga y apasionadamente tal y como lo había soñado y negado durante el tiempo que había estado separada de él.
Cuando el besó acabó, a los dos se les abrieron los ojos como si los hubiera activado una palanca y al fin se dieron cuenta de donde estaban. Algunas casas ardían a su alrededor y los feroces gritos de los guerreros inundaban la noche.
- Acabemos lo que ya está empezado, nos veremos cuando todo esto termine - y diciendo esto, Grimdreg se alejó dejando sola a Auresse.
La chica corrió a refugiarse tras el muro de una casa, de pronto había recordado a Brilbeleth, su querido Brilbeleth. Necesitaba pensar y aclararse antes de continuar con aquello. Estaba más confundida de lo que nunca había estado, mil ideas pasaban por su cabeza, pero ella estaba demasiado aturdida para enjuiciarlas siquiera. Al final, sólo quedó una determinación: tenía que decidirse, Rohan o las Tierras Brunas; Brilbeleth o Grimdreg.
De pronto, alzó la vista y vio su casa en llamas, la casa en la que había nacido, crecido... la casa de su padre y una inmensa tristeza se adueñó de ella. Miró a su alrededor y a lo lejos vio a Beraid intentando defenderse de un dunlendino, sin apenas conseguir esquivar sus golpes. Auresse corrió hacia ellos lo más rápido que pudo y cuando estuvo cerca levantó a su espada y asestó al dunlendino un golpe mortal.
- Gracias - dijo Beraid exhausto.
Auresse se encontró aliviada, ya se había decidido, y Rohan había ganado. Ahora quedaba la decisión más difícil, ¿cuál de aquellos hombres ocupaba su corazón?



Capítulo VIII: OCASO DE UN AMANECER

La batalla seguía su curso, ajena a la confusión y la sorpresa de Auresse. Ésta a duras penas conseguía concentrarse en lo que estaba haciendo y salir airosa de los combates, pero en su alma, sólo un sentimiento: la duda.
La ciudad comenzó a llenarse de un hedor cadavérico, olía incluso a carne quemada, pues algunos muertos habían sido alcanzados por las llamas. Este olor provocaba en la chica continuas arcadas, pero luchaba por reponerse, había peleado mucho para llegar a ese momento y si se distraía un instante podía ser fatal. Si tenía que morir por su patria, moriría combatiendo.
El choque de las espadas, los gritos de los guerreros y de los milicianos, el chisporrotear de las llamas y el estruendo de algunas casas derrumbándose, presas del fuego, acabaron por aturdir a Auresse, que se encontraba en el centro mismo de la ciudad. Corrió hacia la muralla, sin intención de escapar, eso nunca, sólo para descansar un rato de aquel cúmulo de horrores, y porque quería impedir la huida de nadie, ya fueran amigos o enemigos. Se lucharía hasta el final.
Cuando llegó a un sitio más o menos apartado, se encontró con una escena que la dejó boquiabierta, había varios hombres luchando, entre ellos Grimdreg, que acababa pronto con los milicianos, pero justo detrás de él, una sombra se le acercaba por la espalda, con el acero en alto, Brilbeleth.
- ¡¡Grimdreg, cuidado!! - no pudo evitar gritar Auresse. La elección ya estaba hecha, y era irrevocable.
Brilbeleth se quedó boquiabierto, mirando alternativamente a Auresse y a Grimdreg y bajó la espada, presa de la tristeza. El dunlendino aprovechó el error de su adversario para desenvainar la espada y clavársela en el vientre con un rápido gesto. Brilbeleth cayó al suelo, con la cara contraída en un gesto de dolor y sin poder dejar de mirar Auresse, su mirada no expresaba dolor, sólo amor, amor no correspondido.
- ¡¡NOOOOOOO!! - gritó Auresse corriendo hacia Brilbeleth. Grimdreg se apartó, atónito por el gesto de Auresse. La chica se arrodilló junto al hombre de mirada infantil y le tomó la mano - Brilbeleth, yo... yo lo siento tanto, lo siento... de verdad - y se echó a llorar.
- Mi Auresse... - dijo el moribundo tomándola de la barbilla y secando sus lágrimas con la mano. - No lo sientas, yo he hecho lo que debía hacer, esto era una posibilidad, acepté venir a Edoras sabiendo que esto podía pasar.
- Aún así yo... no sé qué me ha pasado, pero le he visto a él, y te he visto a ti y... - no pudo continuar, pues las lágrimas enmarcaban su rostro.
- Mi querido Amanecer, no te preocupes por nada... yo siempre te he querido, y te seguiré queriendo, pero sé que tu nunca fuiste mía del todo, había una parte de ti en la que no me dejabas entrar..., pero ahora eso no importa, al fin le has encontrado, mi amada Auresse... sólo quiero pedirte una cosa.
- ¿Qué? Lo que sea... lo que sea... - decía ella entre sollozos.
- Sé leal a Rohan, combate hasta el final - dijo Brilbeleth con mucho esfuerzo.
- Sabes que lo haré, lucharé hasta el final... pero no cierres los ojos, no... no, vamos, ábrelos, haz un esfuerzo. ¡Lucha! Brilbeleth, sé fuerte... ¡Por favor! - suplicaba Auresse cogiéndole la mano al domador de caballos.
- Te quiero... - murmuró Brilbeleth antes de callar para siempre.
- ¡Nooo! ¡¡Brilbeleth!! - gritó Auresse echándose sobre el pecho del rohirrim, llorando.
Grimdreg permanecía de pie, observando la escena, estupefacto, preguntándose quién era ese hombre y sobre todo ¿por qué lo conocía Auresse?
- Pero, ¿¿qué estás haciendo?? - estalló sin poder remediarlo.
- ¡Déjame en paz! - le espetó ella, sin incorporarse.
- Pero... no entiendo nada, ¿de qué conoces a ese? ¿Por qué te dijo esas cosas?
- Era uno de mis hombres..., era mi amigo - dijo con un tono de reproche, mirando a la cara a Grimdreg.
- ¿¿Uno de tus hombres?? - se sorprendió Grimdreg.
- Sí - dijo Auresse poniéndose lentamente en pie, plantando cara al dunlendino -. Ahora lucho por Rohan - concluyó, sacando lentamente la espada de su vaina y poniéndola en guardia.
- Y yo contra ella - respondió Grimdreg, haciendo lo mismo que la chica.
Los dos quedaron inmóviles por unos segundos que parecieron interminables. Se miraban con infinita tristeza, pero ninguno estaba dispuesto a abandonar la batalla, y ahora les tocaba a ellos combatir. Unos tremendos surcos de lágrimas cruzaban la cara de Auresse, quien, a pesar de esto, no varió su expresión, que mantuvo serena y concentrada.
Ninguno de los dos se decidía a atacar primero, pero tampoco bajaban las armas, tenían que elegir: su patria o su amor. Entonces, sin previo aviso, Auresse lanzó un grito guerrero y se echó encima de Grimdreg. Este no se sorprendió y consiguió esquivar la estocada. Los dos se enzarzaron en un combate desesperado, fiero y desolador. Cada golpe que lanzaban al contrario, les dolía más a ellos mismos en el alma, pero no estaban dispuestos a dejar que el otro ganase, sería como abandonar a su gente, a su nación.
Entonces Auresse alcanzó a Grimdreg en el hombro y su armadura se hundió. Éste, de repente, se olvidó de quien era esa muchacha que tenía enfrente, y sólo vio a una rohirrim más y se lanzó al ataque lleno de furia. Auresse apenas podía parar los golpes y, en un descuido fatal, Grimdreg la atravesó y rápidamente, volvió a sacar su espada del cuerpo de la chica. Ésta se llevó las manos a la herida, tapándosela y cayó de rodillas, su gesto expresaba dolor y miedo, pero ante todo, incredulidad. Grimdreg se la quedó mirando, más incrédulo aún, y Auresse se tumbó completamente en el suelo.
Él se arrodilló junto a ella y se tapó la boca con las dos manos.
- ¿Qué he hecho? ¿Qué es lo que he hecho? - repetía una y otra vez.
Auresse le miró con ternura, le cogió la mano y la besó ligeramente. Estaba feliz, en paz consigo misma, al fin había reparado el daño hecho. Moriría por su patria.
- Te quiero, Grimdreg - dijo.
- Y yo a ti, Auresse - respondió Grimdreg, mientras sendas lágrimas resbalaban por sus mejillas.
Ella giró la cara y miró al horizonte, estaba saliendo el sol. Esbozó una tímida sonrisa, y su espíritu salió de su cuerpo, mirando al amanecer.



1 2 3 4

  
 

subir

Películas y Fan Film
Tolkien y su obra
Fenómenos: trabajos de los fans
 Noticias
 Multimedia
 Fenopaedia
 Reportajes
 Taller de Fans
 Relatos
 Música
 Humor
Rol, Juegos, Videojuegos, Cartas, etc.
Otras obras de Fantasía y Ciencia-Ficción

Ayuda a mantener esta web




Nombre: 
Clave: 


Entrar en el Mapa de la Tierra Media con Google Maps

Mapa de la Tierra Media con Google Maps
Colaboramos con: Doce Moradas, Ted Nasmith, John Howe.
Miembro de TheOneRing.net Community - RSS Feed Add to Google
Qui�nes somos/Notas legalesCont�ctanosEnl�zanos
Elfenomeno.com
Noticias Tolkien - El Señor de los AnillosReportajes, ensayos y relatos sobre la obra de TolkienFenopaedia: La Enciclopedia Tolkien Online de Elfenomeno.comFotogramas, ilustraciones, maquetas y todos los trabajos relacionados con Tolkien, El Silmarillion, El Señor de los Anillos, etc.Tienda Amazon - Elfenomeno.com name=Foro Tolkien - El Señor de los Anillos