De vuelta a la Tierra Media

29 de Mayo de 2005, a las 19:17 - Arwen Tuk
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Capítulo 6: Aiya Alatáriël, namarië Minas Tirith

Después del nacimiento de la pequeña Alatáriel, la ciudad se convirtió en una sucesiva línea de festejos. Pero ningún miembro de la Compañía del Anillo olvidaba lo que estaba ocurriendo en Lindon. Gandalf y Aragorn tuvieron varias conversaciones para decidir que se les diría a los Valar.
-Sería una pérdida de tiempo que fueses tú solo, Gandalf- dijo uno de esos días Aragorn.-Llaman a Concilio a todos los Pueblos Libres de la Tierra Media.
-Pero no puedes apartarte de Arwen y de tus hijos, viejo amigo-dijo Gandalf mesándose la barba.
Aragorn se quedó mirando fijamente el ocaso, que comenzaba a caer sobre el Pelennor. Al fin se volvió hacia Gandalf, y después se sentó en su trono.
-Gandalf, mi familia me seguirá a cualquier sitio. Y aunque lo último que quiero es que corran peligro, será mucho peor que sufran el peligro del posible regreso de la Oscuridad. Si es necesario, Arwen, Eldárion, Isil y Alatáriël, ésta última sin enterarse mucho, me seguirían a cualquier lugar.
-Si lo crees así, que así sea. Pero hemos de comunicárselo. Mandaré buscar a la Compañía, a tu familia, a Éomer, a Éowyn y a Faramir-dijo Gandalf.

Por suerte para todos, Éomer se encontraba en los lindes de Minas Tirith, ya que había sido informado del nacimiento de la hija del Rey, que llegó con el amanecer del día segundo después de su regreso a Rohan. Con la llegada de Éomer, se celebró de nuevo una reunión, en la que Aragorn y Gandalf iban a exponer su decisión.
Cuando todos estuvieron reunidos, se sentaron en una mesa dispuesta enfrente del sitial de Aragorn. Faramir ocupó su lugar debajo de él como Senescal, y Gandalf permaneció de pie junto al trono. Éste último comenzó a hablar.
-Después de los acontecimientos que hace apenas semanas ocurrieron en Aman, se ha debatido qué hacer. Los Pueblos Libres se encuentran frente a una amenaza. No sabemos quién lidera a esas criaturas, pero no es difícil imaginarlo. Los Valar nos han llamado a Concilio, y debemos acudir. Pero no sin la autorización del Rey-con esto miró a Elessar.- ¿Aragorn?
-Quería hacer una petición-dijo Aragorn-A mi familia. Arwen, Eldárion, Isil, Alatáriël. No quiero que vuestra vida corra peligro. Pero si nos arriesgamos a una nueva guerra contra un Poder desconocido, será mucho más difícil evitar el peligro. ¿Vendréis conmigo, u os quedaréis aquí? No quiero que Alátariël pase sus primeros meses sin su padre, si un miembro de su familia.
La sala quedó en silencio, y la familia de Elessar le miraba. Arwen se levantó y lo miró a los ojos.
-Una vez más has hablado con sabiduría, Elessar. Y creme, lo último que quiero es ver destruido y gobernado por el Mal la tierra donde elegí vivir y morir junto al hombre que amo. Que así sea. Partiremos contigo-dijo Arwen esbozando una sonrisa.
Esta sonrisa fue bien recibida por el Rey, y devuelta a Arwen.
-Bien, bien. Después de zanjar este asunto, ¿queda alguien que se oponga a acudir al Concilio?-preguntó Gandalf.
Nadie se opuso.
-Bien, pues así queda decidido. Todos partiremos, y tendremos como portavoces a Aragorn por el pueblo de los Hombres, los Segundos Nacidos; Gimli por el pueblo de Durin, Samsagaz Gamyi por los Medianos y yo mismo por los sirvientes de los Valar, los Maiar. Ahora, Faramir, Éowyn, Éomer, Aragorn, venid, hemos de decidir la ruta que tomaremos. ¡Los demás descansad! Partiremos pasado mañana-dijo Gandalf, y con esto extendió un mapa de la Tierra Media sobre la mesa.

Se decidió que seguramente la mejor ruta era por barco, aunque se arriesgaban a los ataques de esas criaturas. Pero así se decidió. Era arriesgado entrar en Lindon por el golfo de Lune, y llegar así a los Puertos Grises. No. Irían hasta Dol Amroth, donde tomarían una pequeña flota de barcos, bordearían la Tierra Media hasta la desembocadura del Aguada Gris, y allí continuarían a caballo o a pie por Minhiriath, para después cruzar el río Brandivino y llegar a Harlindon. Les acompañaría una pequeña tropa, unos cien caballeros bien armados.

El día que partieron tuvo un precioso amanecer. Justo antes de partir, mientras empaquetaba sus cosas, Eldárion observaba atentamente la salida del sol. Iba a ir muy lejos. Lejos de su hogar. Realmente era lo que siempre había deseado, había soñado ser como sus antepasados. La verdad es que había salido pocas veces de Gondor, pero una de ellas había avistado los Argonath, las grandes estatuas de los primeros Reyes. Había contemplado la llegada de un nuevo día que se desperezaba entre las dos estatuas, con Rauros al fondo. Pero parecía que a su padre no le había gustado demasiado retornar allí. Debió ser por una aventura en la Guerra del Anillo. Había oído que el hermano de Faramir había muerto cerca de allí… ¿Sería por eso?

Salieron cuando el sol se había desperezado del todo, y estiraba sus brazos entre los árboles y montañas. El camino hasta Osgiliath lo hicieron a caballo. Los hobbits montaban poneys, Legolas llevaba a Gimli en su caballo, Eldárion e Isil compartían uno también. Gandalf montaba a un majestuoso Sombragrís, Arwen (que llevaba en brazos a Alatáriël) un semental gris, y Elessar un robusto caballo marrón. Cuando llegaron a Osgiliath, allí les esperaba Faramir para darles la despedida, ya que él llevaría el gobierno y capitanía de Gondor y sus ejércitos hasta que el Rey Elessar volviera.
-Mi señor, id tranquilo. Gondor está a salvo-dijo Faramir.
-Ya lo sé, amigo-dijo Aragorn, dándole un abrazo.

Y así partieron de Osgiliath, en un pequeño barco no mayor que uno de los barcos corsarios que Aragorn y sus compañeros. El Árbol Blanco de Gondor ondeaba en la bandera azul que eran las velas. El barco avanzaba rápido, pues el viento era favorable, y se deslizaba por la transparente superficie del Anduin rápida y limpiamente.

La primera noche, cuando todos dormían, Frodo salió a la cubierta a mirar la noche. Se acercó a la borda, y allí sorprendió a Sam observando las fronteras de Mordor, negras como el azufre.
-¡Sam! ¿No deberías estar durmiendo?-dijo Frodo acercándose a él y dándole una palmada en la espalda.
-Señor Frodo…Sí, debería estar durmiendo. Pero estoy inquieto-dijo.
-¿Por qué mi querido amigo? ¿Son las fronteras de Mordor lo que te inquieta?-dijo Frodo.
-En cierto modo sí…Recuerde que la parte más difícil y peligrosa, por no decir dolorosa fue aquí, cerca de la Encrucijada. Pero hay otra cosa…-Frodo lo miró-Dos cosas en realidad. Una es mi hija Rosita. Tenía que haber llegado el día del nacimiento de la pequeña Alatáriël. Pero no fue así. ¿Qué les habrá pasado a los enanos? Y lo otro es que me estremezco…Solo de pensar en que un nuevo Señor Oscuro resurgirá, y que todo lo que hicimos será en vano.
Frodo quedó un rato cavilando. Al fin miró a Sam, y le dijo:
-Sam. Si hay una cosa que he aprendido de mis viajes y los de Bilbo, es que los enanos no se rinden fácilmente. Tu hija está viva. Y en cuanto al Señor Oscuro…Nada sería en vano Sam. Tú, yo, y el resto de la Compañía nos deshicimos de los medios que Sauron tuvo hace veinte años para destruirle. Y eso ha dado veinte años de paz, donde nacieron niños, y la gente fue feliz. ¿No te has fijado en Aragorn? ¿Recuerdas algún día de la Guerra del Anillo, aún cuando fue coronado, que esbozara una sonrisa? Pero Arwen volvió, y él venció sus miedos, la desposó y los dos monarcas han dado veinte años de gloria al Reino Unificado. Sam, no fue en vano. Cumplimos con nuestra misión. Y si ahora viene otra guerra…La enfrentaremos, viejo amigo-dijo Frodo.

El viaje duró un par de escasos días, ya que el barco, como ya se ha dicho antes, avanzaba con mucha rapidez. Llegaron a Pelagir al amanecer del segundo día después de que partieron. La ciudad bullía de actividad aquella mañana. No se detuvieron ni dos horas allí. Marcharon con una pequeña compañía de caballería, unos diez hombres, y se dirigieron hacia Dol Amroth. Nada se sabe de cuantos días tardaron en llegar, pues poco se guardó en los archivos de este viaje. Al fin un día llegaron, y fueron conducidos a los recintos del Príncipe de Dol Amroth.

Imrahil los recibió en la sala principal del palacio, y pidió que sirvieran comida para todos.
-Imrahil, supongo que estarás enterado del retorno de Valinor a las Esferas del mundo-dijo Aragorn mientras saboreaban un hojaldre.
-Sí, así es mi señor. Me apena y horroriza a la vez. Si ya Sauron era terrible, no quiero ni pensar quien será el que envío semejante hueste desde el Vacío…También fui informado de vuestro viaje a Lindon, y ya tengo a bastantes caballeros de Dol Amroth preparados, junto con tres navíos seleccionados entre los mejores-respondió Imrahil
-Hantale, Imrahil-dijo Aragorn sonriendo al Príncipe.
La estancia en Dol Amroth fue corta, y al cabo de dos días ya estaban preparados para partir.



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