De vuelta a la Tierra Media

29 de Mayo de 2005, a las 19:17 - Arwen Tuk
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Capítulo 7: La voz de Ulmo

Llevaban una semana viajando. Desde la nave principal podía distinguirse la desembocadura del río Lefnui. Este río, se encontraba justo a la izquierda de la región de Anfalas, que acababan de dejar atrás. El Príncipe Imrahil les había proporcionado cuatro buenos navíos, planos de las costas de Arda y cien buenos caballeros de Dol Amroth.
-No creo que llegues a batallar,-le había dicho Imrahil a Aragorn, antes de partir.- Los Valar os protegen. Y tengo entendido que Ulmo vigila todavía las aguas circundantes a Arda.
-Espero que así sea. No me gustaría que tuviéramos que vérnoslas con más problemas-respondió Aragorn.

Hasta ahora nada se había interpuesto en su ruta, todo había sido normal. Pero ahora iban a abandonar la Bahía de Belfalas por su extremo oeste, iban a salir a mar abierto. Y en las tierras circundantes a Enedwaith y Minhiriath no había ningún puerto, sólo un par de puestos militares del ejército del Reino Unificado. Gandalf calculaba que en menos de nueve días habrían alcanzado uno de estos puestos, que se encontraba en la misma desembocadura del Aguada Gris, y que allí desembarcarían. Todos tenían ganas de llegar.

Los navíos de Dol Amroth semejaban las grandes naves Numeroreánas, y Elessar hizo izar el estandarte que años atrás había tejido Arwen. Ondeaba al son del viento, que soplaba suavemente, y cuando este ritmo cambiaba y el viento se azoraba, el Árbol Blanco de Gondor brillaba, destacando sobre las demás velas.

Alcanzaron el extremo oeste de la Bahía de Belfalas el noveno día desde su partida de Dol Amroth. La mañana llegó con una suave brisa. Frodo, Sam, Merry y Pippin salieron a la cubierta del navío principal, en el que viajaban, y se dedicaron a observar el sol hasta que abandonó del todo su lecho.
-Desde luego, Señor Frodo, creo que habríamos ido mucho mejor a pie, como siempre hemos hecho los Hobbits-dijo Sam.
-Sam, no me llames Señor Frodo. ¡Ahora tú eres el Alcalde! En cuanto a la forma de viajar, ya sabes que no la elegí yo-dijo Frodo, riendo.
Merry se sentó en la borda del barco.
-Pues yo pensé que iba a ser algo peor. Por cierto, viejo Frodo. No nos contaste nada de ese lugar donde viajaste al final de nuestras aventuras. ¿Cómo lo llaman? ¿Las Tierras Imperecederas? ¿Valinor?-interrogó Merry.
-Es cierto, hasta Sam está ansioso de saberlo, ¿verdad Samsagaz?-dijo Pippin dándole una palmada en la espalda.
-¿Qué? ¿Yo…? Pero, ¿qué dices? El Señor…
-¡Que no me llames así!
-…Frodo puede guardar sus malas y buenas experiencias si él quiere-dijo Sam, con la cabeza baja.
-No Sam, esta no fue una mala experiencia. Ni tampoco buena, fue…extraña. Te encuentras bien, pero no estás en casa. A menudo me sentaba en algún lugar a observar la sombra del Taniquetil, la montaña desde la que Manwë otea la Tierra Media-dijo Frodo, melancólico.
-¿Manwë? ¿Taniquetil? No entiendo todas esas cosas, querido Frodo. Algún día de estos deberemos sentarnos a la luz de un acogedor fuego, y tú nos relatarás cosas sobre ese país de duendes, aunque no creo que sea mucho más raro que lo que vimos contigo en la Guerra del Anillo-dijo riendo Merry.
-Mirad, parece que ya hemos doblado el extremo. Ahora iremos más rápido, el viento del oeste nos es favorable en mar abierto. También nos empuja el viento del sur-concluyó Frodo, dando fin a la conversación.

Al poco tiempo de terminar esta conversación, el Rey Elessar reunió a toda la Compañía en la cubierta del navío principal, ya que la noche anterior un pequeño barco había llegado desde el norte con noticias de Aman.
-Señores, ha ocurrido algo grave. Ayer recibimos noticia de que el mismísimo Ulmo se había acercado a las costas de Aman, y que había vislumbrado una flota terrible, formada básicamente por estas extrañas criaturas que tomaron Valinor. Se preparan para atacar Lindon. Necesitaremos un milagro para llegar antes que ellos- Aragorn sentenció esto con gesto muy preocupado.

La noticia no sentó muy bien a la Compañía, que se hundió en la desesperación. ¿Cómo iban a defenderse de una flota de esas criaturas? Era imposible. Aragorn estaba desesperado.

Mientras discutían formas de solucionarlo, el Mar pareció agitarse. Alatáriël, que estaba en los brazos de su madre, comenzó a llorar desconsoladamente.
-Vaya, a falta de un caballo que se encabrite para avisarnos de que algo va mal tenemos el llanto de tu pequeña, Aragorn-dijo Legolas intentando arreglar la situación.
-Está cansada. Creo que me la llevaré al camarote, para que duerma un poco. Si hay nuevas, no dudéis en avisarme-dijo Arwen, y desapareció por el pasillo que llevaba a los camarotes.

A los dos días no habían decidido qué hacer. Ya hacía dos días que habían virado hacia el norte, saliendo de Belfalas. Los días se oscurecían. El Mar pasaba las noches rugiendo, e incluso un día tuvieron una gran tormenta. El sol permanecía escondido todo el día, y esto inquietaba a los miembros de la Compañía.

Cuando ya sólo faltaban cinco días para alcanzar el Río Aguada Gris, las tormentas y la agitación del Mar cesaron de repente. Pippin despertó aquella mañana muy pronto, y cuando salió a la cubierta contempló las aguas del Mar.
-¡Vaya! El maldito Mar se cansó de revolverse. Menos mal, porque así no íbamos a llegar nunca-dijo, contento.

Entonces, una enorme figura, que parecía hecha de agua, se irguió ante él. Miró al hobbit con expresión preocupada. Pippin no lo sabía, pero estaba viendo una de las múltiples formas de Ulmo. El hobbit lo miró aterrorizado, y dio un grito que seguramente pudo oírse en Mordor. A los pocos segundos toda la Compañía se encontraba en la cubierta, mirando incrédulos lo que Pippin señalaba. Aragorn miró a Ulmo con devoción, y este comenzó a hablar.

-Heme aquí por una sola razón. Como veo, Rey Elessar, habéis recibido las nuevas de las avanzadillas de criaturas del Vacío. Si alguien no os protege, os estarán esperando en la desembocadura del Aguada Gris. Son miles. De momento no se han acercado demasiado a Lindon, pero lo harán. Por eso se necesita vuestra presencia allí. Me envía el mismo Manwë. Él hará que los vientos sean favorables para que mañana mismo os encontréis en los Puertos Grises, y yo me ocuparé de que las criaturas del Vacío no os ataquen. Ahora, preparad el barco para fuertes vientos. Nos veremos mañana en Lindon.

Y con esto, el poderoso Vala se hundió en las aguas.

Pippin todavía estaba aterrorizado, y en cuanto Merry llegó a cubierta, medio adormilado, se agarró a él como si de su madre se tratara.
-A-A-Arag-Aragorn… ¿Qué demonios era eso?-preguntó.
-Eso, como tú lo llamas Pippin, era Ulmo, uno de los más grandes entre los Valar-dijo Aragorn riendo ante la reacción de Pippin.-Que se dé la orden en los demás barcos de que se preparen los barcos para fuertes vientos.

No debía ser todavía mediodía, cuando vieron los navíos de las criaturas en la desembocadura del Aguada Gris. Avanzaban mucho más rápido de lo normal, pero la Compañía sólo lo notaba en los territorios que pasaban ante sus ojos. Cuando la noche llegó, divisaron al fin las fauces del golfo de Lune.

 



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