El último fulgor de Narya

02 de Febrero de 2005, a las 21:51 - Arwen__Undómiel
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1º Capítulo: “Un nuevo amanecer”

Todo se hallaba ya preparado para la partida, pocos elfos quedaron en Lothlorien y en Rivendell, los suficientes para seguir la guardia de la zona , pues aunque todo había acabado ya , aun quedaban huestes orcas y hombres que a pesar de todos seguían con la inútil misión de seguir apoyando a su caído Señor Oscuro.
Los Altos señores Elfos encabezaban el séquito engalanados con sus mejores galas montados a su vez en hermosos corceles; seguidos a estos, los elfos de un rango “inferior” , aquellos que eran sirvientes, músicos, curadores etc. … ataviados maravillosamente cantaban y hacían sonar sus lauds e instrumentos, las curadoras embellecían allí donde pasaban con sus cantos y bailaban gracilmente, los sirvientes cargaban hermosos regalos y participaban en el canto y cerrando la comitiva , la guardia real que se hallaba dividida parte entre la realeza  y la otra junto a sirvientes, quienes con sus brillantes armaduras parecían pequeños fulgores de luz.
Pero, delante de todos ellos, se hallaban: Elrond, junto a Elrohir, Elladan, Glorfindel, Erestor, Galadriel y Celeborn, serios, elegantes, como la situación lo requería, pero alguien faltaba, la pieza más importante:

_ ¿Dónde está mi hija?, debiera estar aquí, en Gondor se nos espera y no hemos de demorarnos más.- habló Elrond algo inquieto.-

_ Llegará un momento mi buen señor que deseareis que ojalá este instante se hubiera postergado aún más todavía, pues bien sabéis que estos son los  últimos momentos que Arwen compartirá con nosotros.- dijo Glorfindel  esbozando una sonrisa.-

_ Desde el día en que Aragorn partió a cumplir su cometido, fui consciente de todo esto, así pues, como bien dices, lo desearé, más… soy feliz también, ya que entrego a mi hijo, pues para mí es tan hijo mío como los míos propios, lo mejor de mi casa… ¡Oh Arwen!, ¿dónde andará?- se impacientaba aún más.-

_ No os en violentéis, buscaré a Lalaith, ella es ayuda de cámara de Arwen mientras reside aquí, probablemente sepa donde esté… ¡oh mirad allí se halla, exquisita como siempre!, ¡Lalaith, Lalaith!- la buscó bajando del caballo.-

Lalaith, elfa soldado como también curadora, era la más amada amiga de Arwen Undómiel. Hija de Ireth Fëfalas  la más querida curadora y sirviente de Feänor en tierra de los Valar y de Amras Tenenmar uno de los más valientes militares y seguidor de Feänor también; heredó de ellos no sólo las características propias de la gente de Noldor sino además, el poder curador y creador, más la increíble belleza de su madre y el espíritu de lucha, entrega y sabiduría de su padre.
Lalaith, perdió a sus padres, la triste tarde en que formaban séquito en uno de los viajes de Celebrían madre de Arwen de Rivendell a Lothlorien en el año 2.509 de la Segunda Edad y sufrieran un asedio sorpresa  por  manos de terribles orcos.
Lucharon firmemente, más todo fue en vano pues les superaban en número y dicen los pocos que sobrevivieron el asedio, que Celebrían no murió en el acto gracias al poder curador de Ireth quien en su último aliento, gravemente herida, hizo manos de él para salvar a su señora; tristemente en ese momento Amras, al ver a su querida esposa fallecer, perdió la concentración y fué atravesado por la espalda por un ruin orco; más antes de morir , lo halló Glorfindel a quien le pidió su último deseo antes de morir:

_ Mi señor , siento no haber servido de mayor ayuda … no he podido proteger a la dama Celebrían … tampoco a mi esposa … ni apenas nadie ….-dijo en su agonía Amras.-

_No debes hablar en estos momentos, pero no debes pensar que no has servido de ayuda, eres un gran militar y un gran elfo digno de alabanzas._habló emocionado Glorfindel.-

_ ¡Oh mi señor!, antes de morir quiero pediros un favor, buscar a Gandalf y pedirle que cuide de mi hija Lalaith, él es su progenitor desde el día en que nació aunque ... aunque no haya podido siempre estar demasiado tiempo ... pero él fue quien la bautizó y quién profetizó que ella sería dueña de un gran poder y él lleva consigo un regalo que me diera ... que le diera mi antiguo señor Feänor, mucho antes de morir a mi esposa en honor a una ayuda prestada .. Quiero que se la entregue… y decirle a Lalaith que no apague su risa nun….- y con estas palabras murió el último seguidor de Feänor, creador de los Silmarils.-

Y su última petición fue hecha, Glorfindel buscó a Gandalf y comunicó lo sucedido, quien poco tiempo tardó en busca de su ahijada y hacerse cargo de ella y hacerle entrega de su regalo: Una hermosa diadema, en forma de corona, en cuyo centro se encontraba engarzado, una maravillosa piedra verde que en su interior guardaba una brillante luz, que hacía recordar a los Silmarils ; y es que muy pocos saben que , en realidad la diadema que luce Lalaith en su frente, es en realidad , la obra pionera o inspiradora que despertara a la creación más tarde de los Silmarils.
Y desde ese día en que le fuera entregada, la lleva puesta adornando su larga y suave cabellera castaña y su frente despejada ; pues como ya nombrara anteriormente ella  había heredado la belleza de su madre y era pues muy hermosa, con su esbelta y perfecta silueta, sus pechos dotados y firmes, de penetrantes ojos verdes y labios carnosos rosados.
No cabe decir pues, que era deseada por muchos elfos, pues , a pesar de su indudable belleza física, era dotada en todas las artes, tanto en las artísticas, como militares ,sabía , fuerte y  luchadora y  como su madre también fuera, albergaba en ella el poder de curación y en Lothlorien  y en todas aquellas tierras en donde se halle alguna casa élfica se habla de que cuando Lalaith hace sonar su risa , todo dá vida a su paso, incluso aquella planta o ser que apenas tiene salvación.
Como su padre fuera militar, ella también quiso asumir el papel como tal, más también lo compaginaba con las actividades propias de una dama elfa; y así fue como conoció a Arwen y para poder estar más cerca de la princesa, decidió ser ayuda de cámara de esta, durante sus estancias en Lorien, mientras que temas militares no le vetaran tal actividad.
Tras la caída de Sauron, Arwen, volvió a Lorien, en espera de la señal en que debiera partir a Gondor y durante esos días Lalaith, pudo volver a estar con su querida amiga y contarlo todo cuanto había vivido en la batalla, sobre la Compañía del anillo (pues gracias a Gandalf los conociera tanto en Rivendell como en la batalla del Abismo de Helm, aunque nunca halla sido relatado), sobre la tierra de Rohan etc.
Más todo esto sólo lo hacía cuando estaban a solas o fuera de servicio, pues mientras realizaba su cargo, guardaba las formas, sobre todo en su papel de ayuda de cámara y es por ello que Glorfindel al verla la llamara:

_¡¡Lalaith!acercaos por favor!!-

_Decidme señor Glorfindel.- contestó Lalaith.-

_Lalaith, decid, ¿dónde está la Dama Arwen?, la  esperamos, su padre la llama, decirle que Gondor nos espera y no hemos de demorar más.-

_ Dama Arwen se encuentra en sus aposentos terminando de arreglar… supongo… yo me encontraba preparando su corcel, más ahora le doy el recado.-

_Apresuraos Lalaith.- repitió una vez más Glorfindel.-

Lalaith, tras una reverencia, apresuró sus pasos para avisar a la Estrella de la Tarde que la comitiva esperaba y que todo estaba dispuesto para partir.
Ligera y silenciosa; como se  caracterizaban en los elfos, corrió sin demora hasta los aposentos de Arwen.
Al llegar, guardó compostura (algo que Arwen, no entendía porqué hacía eso) y con mucho protocolo, entró en la habitación:

_Mi señora su padre y señor Elrond, os llama a su presencia y me manda que os diga de parte de Glorfindel, que es la hora de partir y que no hemos de demorarnos más.-dijo tras otra nueva reverencia.-

Arwen, que se hallaba sentada en su tocador, se levantó y la hizo pasar, pero de una manera menos formal, pues le espeluznaba aquel protocolo por parte de su amiga y Lalaith aun guardando las formas entró con la mirada postrada en el suelo:

_ ¡Oh! ¡Lalaith!..¡Detesto que hagaís eso!, ¿por qué no te comportas normal?, ¿acaso no somos amigas?,¡¡levanta la vista!!- exclamó mientras le aferraba las manos.-
Entonces Lalaith levantó la vista, y al hacerlo; quedó asombrada, tanto que durante varios instantes creyó encontrarse dentro de un sueño o ilusión:

_ Lalaith... ¿qué te ocurre?, ¡no me asustes!- se alarmó Arwen.-

_ ¡Oh Arwen!, ¡oh mi querida Arwen!, se os vé verdaderamente preciosa... tanto que me ha sido imposible reaccionar... he creído verme envuelta en un sueño y que  como le sucediera a Estel, he creído ver a Lúthien, no tengo palabras, esa es la verdad.- habló aún maravillada la joven elfa.-

Arwen movió su cabeza como restando importancia y sonrió con dulzura.
Y es que ciertamente, Lalaith no andaba lejos de la verdad, más bella que nunca se encontraba la Dama del Crepúsculo quién, ya acostumbraba a ser comparada por su antepasada, a veces, no podía evitar sentirse extraña ante tales elogios.
Para tal especial ocasión, llevaba la Estrella de la Tarde un hermoso vestido de seda blanca nacarado que le arrastraba hasta el suelo todo ellos bordado en hilos de plata, que le hacía resaltar su proporcionada y perfecta figura. Llevaba el vestido las mangas largas y acampanadas bordadas también en plata  con hombros descubierto viéndosele un elegante escote.
Le caía a la dama su ondulada cabellera negra gracilmente como una cascada, que le caía hasta muy cerca del suelo, totalmente suelta, tan solamente adornado por una fina redecilla que le servía como diadema, muy parecida a la de Lalaith.
Aquellas telas y peinado le hacían justicia a sus penetrantes ojos azules como la mañana y a sus labios rojos cual carmín y en general a todo su inmaculado semblante:

_ Exageráis amiga mía, aunque pudiera ser, que ahora que mi destino es el mismo que el de ella, a veces, tan nombre, me debería resultar menos extraño … pero no es de ello de lo que quiero hablar, pues me siento muy dichosa en estos momentos, pues por fin podré unirme a Aragorn y eso me llena de felicidad. Largas noches he pasado sufriendo y velando... y aunque sé que todo lo que há tenido que acontecer era necesario, muchas son las veces que he deseado que estuviera al lado mía, sintiendo su calor, observando sus ojos grises.
Sí, larga ha sido la espera, pero no me arrepiento, pues hoy la caída de Sauron es un hecho y por fin, los reinos del Hombre volverán a unirse aunque eso signifique que otros deban de marchar… sin embargo Lalaith te confieso que a veces me he sentido inútil, pues te recordaba a ti, luchando, a muchas de mis gentes y sin embargo yo quedaba sola, confiando, dando esperanza, dándomelas a mi….- y entristeció al hablar.-

_ Arwen, esta es otra era, una Edad muy diferente a las anteriores que hayamos vivido tu y yo, pues ya en esta época, no nos correspondía a nosotros los Elfos interferir en las contiendas de los Hombres y creo que soy injustas contigo Arwen, no pienso como tu lo haces.-medio le reprendió Lalaith.-

_Tenéis razón, ¡vaya perdóname por las cosas que digo!, de todas formas todo acabó y me siento contenta, Lalaith y aún más contenta porque estáis aquí conmigo, compartiendo este momento y… bueno… estarás nerviosa porque… pronto lo volverás a ver, ¿no?- habló pícaramente Arwen.-

Lalaith, no pudo evitar ponerse completamente roja y es que, el pequeño secreto de la joven elfa, no era otro, pues que desde hacía mucho tiempo, andaba perdidamente enamorada de Faramir, hermano de Boromir, hijo de Denethor y Finduilas y discípulo de Gandalf.
Ellos eran amigos desde hacía muchísimos años a lo que se refiere al tiempo de los hombres, pues para los Elfos no era más que un soplo.
Gandalf siempre le hablaba de él y le relataba todo cuanto le recordaba a ella, también le habló de lo dura que había sido su vida, pero que esta le había sido más benevolente gracias a su hermano Boromir (aunque a Lalaith nunca le terminó de caer totalmente en gracia).
Eso le hizo despertar en su curiosidad y una de las veces que supo que Gandalf partía a Gondor insistió en ir con él para conocerlo.
Cuando lo vió, no era más que un niño , más a pesar de su corta edad, a la cual apenas contaba con unos 7 o 8 años, albergaba en él una madurez y una sabiduría extrema.
Al principio, lo veía como un hermano pequeño, más según iba creciendo y más momentos iban compartiendo, sus sentimientos fueron cambiando, hasta convertirse en el más puro amor.
La última vez que se vieron, fue poco antes de la marcha de Boromir a Rivendel, se hallaban en Ithilien y observaban la Oscuridad que comenzaba a hacerse más insostenible.
Vestían ropas de lucha, pues no hacía mucho tiempo habían acabado con un numeroso ejército de orcos.
Lalaith tenía un pequeño laúd en sus manos y cantaba, mientras, Faramir con los ojos cerrados la oía maravillado.
Eso era algo que Faramir adoraba de Lalaith su voz y el don de hacerle ver aquello que cantaba.
En aquel momento, le cantaba el lay de  Beren y Luthien y cuando finalizó, observó que Faramir sonreía y la  mirada con ojos dulces, llenos de amor e irradiando felicidad:

_ ¿Cuánto tiempo hace qué nos conocemos Lalaith?-

_ Un suspiro para la vida de una elfa si a eso te refiere , no hacía más que aspirar aire cuando no eras más que un pequeño revoltoso que no hacia más que mirarme con ojos sorprendidos, inquieto y curioso y a veces algo cargante .. (rió aquí) que cuando acabé de expulsar todo ese aire , te habías transformado en el Gran Montaraz que eres ahora .- y volvió a reír.-

_ Muy graciosa, elfa remilgada (esto la mataba)… no en serio ¿cuánto tiempo?… creo que mucho más de 10 años …  los mejores de mi vida … desde que estas tú … y es que ¿sabes una cosa? .- y mientras decía esto tendió su mano en la mejilla de Lalaith.- cada vez que escucho el lay de Beren, no hago más que pensar que mis sentimientos fueron los mismos, la primera vez que te vi y los mismo que siento cada vez que te vuelvo a encontrar, cada vez que no estás a mi lado … en cada minuto, en cada segundo …

El corazón de Lalaith palpitaba con  mucha fuerza, su boca se secaba y sus manos temblaban… quería contestar, quería gritar a los cuatro vientos, que eso mismo sentía ella hacía él, tal vez no desde la primera vez, pero sí poco a poco y que su amor en un principio casi de madrecita, había pasado  a ser a un amor puro, verdadero y profundo; más como le solía pasar, los nervios la traicionaron y no supo hablar.
Faramir, la esperó, como queriendo ver en ella un respuesta, más al no verla, quiso hacer algo más, tal vez de esa manera, lo entendiera, lo que él quería decirle.
La estrechó con fuerza hacía sí y bajando una mano hacía su cintura, la sujetó y con la otra, acariciaba su cara y sus cabellos, mientras, una sorprendida Lalaith, no sabía si resistirse o dejarse llevar y de esta manera, Faramir sin dudarlo más la besó…
Fue un beso con mucho sentimiento albergado, pues eran muchos años los que Faramir anhelaba en hacerlo.
Cuando sus labios se separaron, él volvió a buscar respuesta, pero Lalaith, nuevamente quedó en blanco… y es que, Lalaith, era rápida en reaccionar en la guerra como cualquier otro guerrero, habilidosa en las artes… pero en referencia a hablar de sus sentimientos, le fallaban una y otra vez… se disponía hablar cuando Faramir se adelantó:

_Lo siento, perdóname, este no era quizás el momento … y sé que tampoco soy merecedor de tu persona, no soy más que un simple hombre y tu una Elfa Noldor , jamás podría estar a tu altura … pero te amo Lalaith … te amo …y eso era lo que intentaba decirte, lo que intentaba confesarte desde hace mucho tiempo, pero hasta ahora no he sido capaz, pues hay en mí un cúmulo de presentimientos de que se avecinan malos tiempos, tengo sueños reveladores y algo me dice que tendremos que separarnos durante algún tiempo … no quiero separarme de ti otra vez, sin saber su tu sientes lo mismo por mi o de lo contrario he de olvidar este amor y dejarlo sólo en hermosa y especial amistad.-

La miraba desesperado, casi tenía las lágrimas saltadas, cuando Lalaith comenzó a esbozar una palabra, no podía dejar escapar esa oportunidad, no tenía nada que temer, ella lo amaba como él a ella; pero Eru parecía no desear que fuera ese el momento en que ambos se unieran, pues cuando por fin reunió la suficiente fuerza, inesperadamente se presentó Boromir y por su rostro contrariado parecía ser algo bastante grave, aunque al ver tal escena su rostro cambió , tornándose un poco irónica si pudiera caber decir:

_Vaya  hermano, veo que os interrumpo, bonita escena, no me importaría hacer esperar mis noticias sino fuera que me es totalmente importante tu presencia y a solas.-

Faramir con lentitud, bajó sus manos, miró a los ojos de Lalaith, quien nuevamente quedó callada y su semblante entristeció y habló:

_Entiendo… bueno, pues hablemos. Tengo que dejarte Lalaith, siento todo esto, espero que…- suspiró y siguió a Boromir.-
Desde el ventanal, observó como Faramir montaba su caballo junto a Boromir; por sus caras parecía ser algo grave, aunque luego pensó que tal vez tan sólo fuera el incomprensible descontento de Denethor y que como solía hacer, llamaba a su hijo, para criticar sin motivo ni razón ninguna su manera de llevar el ejército y el control de las fronteras.
Sabía que Boromir, aunque siempre lo vió demasiado orgulloso y presuntuoso, era un buen hermano y sufría cada vez que venía a buscar a Faramir con el motivo de llevarlo frente a su padre y observar como este le pisoteaba su espíritu … sin embargo … el semblante que hoy mostraba era muy diferente a la de otras veces y un mal presentimiento se posó en su corazón … ¿pudiera ser que esos tiempos de oscuridad que Faramir le había hablado habían llegado ya?... si así era, no podían separarse de esa manera … tenía que darle una respuesta, él no podía marcharse creyendo que para ella, él solo era un amigo “especial”.
Corrió, corrió cuanto pudo para darle alcance, pero cuando logró bajar todas las escalinatas y llegar a donde ellos estaban, observó que se perdían por el bosque... probablemente los caballos que montaban fueran los mearas de Rohan, de otra manera no podía ser tan sumamente rápidos.
Desolada quedó allí observando, como su más clara oportunidad se había desvanecido, sin embargo, tendría que volver, así que decidió en esperarle; pero Faramir no volvió hasta variadas semanas después, los tiempos aciagos habían comenzado.
Lalaith, tuvo que volver a Lothlorien a defender a su pueblo, marchó al Concilio en Rivendell junto a Legolas, conoció a la compañía, lloró la “muerte” de Gandalf y luchó en el Abismo de Helm y nuevamente volvió a las lindes de Lothlorien donde Saruman pretendía sitiarlas.
Duras pruebas tuvo que pasar y apunto estuvo de fallecer, en algunas de las batallas, pero su amor, esperanza de algún día dar esa respuesta a Faramir y sacarle de su error, le daban enormes fuerzas para seguir adelante.
Pero finalmente, todo ya había acabado, se volvería encontrar con Faramir, quien ahora era Senescal de Gondor y todo se solucionaría.
Lalaith sonrío como nunca lo había hecho y contestó a Arwen:
_ Sí, por fin lo volveré a ver Arwen y ya no temeré más. Soy feliz por ti, pero también por mí, aunque estoy algo nerviosa.-

_ Si, yo también lo estoy, pero… ¡por Eru!, ahora mi padre nos matará a las dos, a ti y a mí. Corramos abajo.-

Y sin más demora, Arwen Undómiel y Lalaith se presentaron frente a todo el séquito y partieron hacía Gondor, donde con inquietud, se les era esperado por Aragorn quien por fin, podría desposar a su amada y obtener el consentimiento y bendición de Elrond Medio Elfo.
Allí donde sus pies tocaban, el paisaje embellecía tornándose bello y hermoso, sin embargo aunque ese debiera ser un viaje de regocijo, a muchos se les encogió el corazón , pues les hizo volver a recordar , que un día no muy lejano , todos juntos harían este mismo viaje , pero hacía el oeste, lejos de esta Tierra que tanto habían amado y esa vez no se oirían cantos algunos , ni bailes, ni risas tampoco … porque las despedidas cuando no hay un : “Hasta luego” ; significan que son para siempre y sin retorno y aunque marcharan a las faldas de Manwë , su pesar iba a ser grande.
Cuando llegaron a las orillas occidentales del ancho Anduin, tomaron las barcas en dirección a Minas Tirith, el sol resplandecía alto en el cielo, con lo que debiera ser medio día.
Tardarían  unos días en llegar, más ahora los caminos no eran peligroso con lo que no había temor, pero no por ello se debiera dormir en los laureles.
A la mañana del solsticio de Verano, todo eran preparativos en Gondor, las calles se hallaban limpias y adornadas, los estandartes ondeaban a doquier, las gentes vestían sus mejores galas y cantaban y reían felices, se realizaron grandes comidas y fiestas, convirtiéndose la blanca ciudad , en un regocijo de alegría.
Y poco a poco fue llegando la noche, el momento crucial que todos esperaban.
Aragorn observaba, nervioso y ansioso, apretó las manos de Gandalf y sonrió, de la misma manera que un niño hace cuando sabe que muy pronto vá a recibir un regalo.
Allí presentes se encontraban también: Frodo, Legolas, Sam, Merry, Pippin, Gimli, y Faramir; todos expectantes  y nerviosos también.
Frodo que amaba profundamente a Aragorn, posó sus manos en los hombros del Rey y con una mirada de complicidad, le hizo entender que ya no tenía nada que temer y que por lo que tanto había luchado había sido conseguido y que ya por fin podría vivir el resto de su vida junto a la Dama Arwen sin más temor ni más pruebas que deber pasar porque todo ya había sido cumplido.
En esos momentos de emoción, Faramir, se acercó a Gandalf:

_ Gandalf, ¿pensáis qué es la hora ya?, las estrellas brillan ya en el cielo, ¿doy ya la orden de abrir las puertas de la ciudad?-

_Si , podéis darla ya Faramir, mi querido discípulo … pero antes quiero haceros una pregunta, porque no sé , cuánto tiempo pasará hasta que os vuelva a ver o si tal vez exista esa vez , pues mi cometido bien lo he cumplido aquí en esta Era … ¿eres feliz por fin hijo mío?.-

_Sí que soy feliz, pero mentiría si dijera que hay en mi cierto pesar, pues desearía que a mi lado estuvieran mi hermano Boromir y mi padre y… también desearía que estuviera aquí  mi buena elfa Lalaith… puedo jurarte Gandalf, que no ha habido un día en que no la haya nombrado ni recordado… se me partiría el alma si supiera que está muerta o alguna otra nefasta noticia. Ojalá si viniera con toda la comitiva de Elfos y poder verla de nuevo oírla sonreír, pues la última vez que la ví, sé que la dejé triste, mis sentimientos la abrumaron… debí de haberme dado cuenta antes, que su amor no era para mi y que para ella no era más que un hermano… pero ya está todo terminado porque en Eowyn he encontrado el amor de verdad, un amor correspondido y completo y sé que Lalaith si supiera esto se alegraría por mí.-

Gandalf suspiró, guardando para sí quizás algún pensamiento o conocimiento y finalmente, con una apacible sonrisa le contestó:

_ Sí, ella está viva y por el gran amor que siente por ti se alegrará ver que eres feliz.
Sin embargo, algo me dice que su risa no sonará más y si algún día hubo esa esperanza, esta se desvanecerá pronto .- quedase en silencio y consternando a Faramir, prosiguió como restando importancia a lo dicho.- No echéis cuenta a este pobre viejo carcamal, corred y dar el aviso , el corazón me dice que ya están aquí.-
Sonaron las trompetas y el canto de los elfos y elfas se oyeron resonar en toda Minas Tirith.
No hacía falta luces, pues con la sola presencia de los Eldar, iluminaban toda la ciudad; y es que no se recordaba tal bella estampa desde aquella vez en que Elendil con sus hijos hace tiempo atrás pisara la Tierra Media con su noble presencia.
Casi no se oía la respiración de nadie, maravillados y entusiasmados y deseosos de poder ver aquella Reina a la que ya querían, como si de hacía ya mucho tiempo conocieran ya de su presencia.
Y finalmente llegaron al lugar donde Aragorn, les esperaba junto a toda la Compañía y el joven Senescal.
Aragorn, pletórico de felicidad, recibió la mano de Arwen por parte de Elrond Medio Elfo y todo el pueblo los vitoreo y alabaron a los Eldar entre canciones y hermosas palabras, en las cuales, la gran mayoría eran dedicadas a la hermosa Arwen.
Describir el momento de su encuentro, es casi imposible de realizar pues es un cúmulo de sentimientos que no hay palabras que pudieran definirlas; más con sólo observar sus caras, era suficiente para comprender, que no hay nada que el amor no sea capaz de realizar.
Y así subieron hasta la Ciudad Alta, donde en el solsticio de Verano, se realizó la ceremonia.
Mientras tanto, durante todo aquel transcurso de tiempo, Lalaith no dejaba de buscar con la mirada a Faramir, pero por más que lo buscaba no lo hallaba; cuando de pronto, ante sus ojos apareció ante ella.
Parecía mucho más mayor que la última vez que se vieron, sus cabellos eran mucho más largos y claros, parecía incluso más fornido y más alto,  su cara anteriormente casi lampiña, se encontraba cubierta por una barba de pocos días y aunque en su rostro, guardara aún rasgos de aquella dulzura que lo caracterizaba, había en él una nobleza y un aura élfica , que le era casi imposible ignorar y no es que antes no lo tuviera; pero ahora parecía estar en todo su esplendor y es que aunque en su sangre no corriera la misma que la de Aragorn por pertenecer a la Casa de Senescales, hasta ella misma que conocía la historia de la gente de Númenor desde sus principios, llegó a pensar si tal vez  Faramir entre sus antepasados, no hubiera habido una unión entre la familia real con la de senescales y esta hubiera estado en secreto como tantos hijos que por temor a guerras de sucesión, decidieran en callar su existencia.
Pero era tan poco probable que incluso a ella le parecía una mera estupidez; pero tuviera sangre de Elendil en verdad o no, lo amaba e igualmente le parecía el hombre más maravilloso del mundo.
Ambos al encontrarse uno frente al otro, se fundieron en tan fuerte abrazo, que casi creyeron estar apunto de fundirse uno con el otro, lloraron, rieron, se sujetaban las caras mutuamente y se miraban a los ojos emocionados. Nuevamente juntos.
Pero para Lalaith , tal y como Gandalf profetizó, poco duraría su risa, pues muy pronto estaría por saber que Faramir desposaría a Eowyn de Rohan, pues a los muy pocos días llegaría junto a  su hermano Éomer, para llevar el cuerpo de Theoden a la Marca y darle eterno descanso.
Sin embargo, durante los días posteriores a la Boda de Arwen y Aragorn, su risa se oyó y tal como decían , allí donde pasaba la tierra era más fértil aun, las plantas mustias volvían a la vida y no había nada que ella no sanara, dando lugar a canciones en honor a ella.
Y de esta manera, la Tierra Media, fue participe de un nuevo amanecer, donde la Paz y la Unión entre hermanos, no era sólo un sueño sino una realidad y los Eldar dieran su mayor tesoro a los Edain, con pesar y alegría; aunque no sería este el último, antes de que su existencia desapareciese allí al Oeste de donde nunca más volverían a retornar…



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