Año 1200 de la Edad de los Árboles: nace Lúthien, hija de Thingol y Melian

En el corazón del Bosque de Neldoreth, bajo la luz entrelazada de Telperion y Laurelin, ha nacido Lúthien Tinúviel: primera heredera de Doriath y fruto de la unión entre el rey sinda Thingol y la Maia Melian, un acontecimiento sin precedentes que ya hace vibrar a todo Beleriand con cantos de ruiseñor, rumores de prodigios y augurios de un futuro aún por escribir.
Crónicas de la Tierra Media, 1500 Edad de los Árboles. Nace Lúthien, hija de Thingol y Melian

Neldoreth, Año 1200 de la Edad de los Árboles - Bajo el fulgor plateado de Telperion y la bruma dorada de Laurelin —luces que se entrelazan sobre las hojas de haya y el canto constante de los ruiseñores— el Rey Thingol y la Maia Melian han anunciado hoy el nacimiento de su hija, Lúthien. La noticia recorre los claros de Doriath con la misma rapidez con que se propaga una nueva melodía del propio Daeron, y ya son muchos los Sindar que aseguran haber sentido que el bosque “respiraba más hondo” cuando el primer llanto de la recién nacida surcó la noche. Según fuentes cercanas a la corte de Menegroth, la llegada de la pequeña se produjo en una arboleda apartada a orillas de Esgalduin, donde Melian gusta de caminar en silencio desde los Días Antiguos; una de las doncellas de la Reina confirmó a este corresponsal que la infante «porta en sus ojos un reflejo de las estrellas que brillaban cuando la Música de los Ainur aún resonaba fresca».

El Rey Thingol ha proclamado que la niña llevará por nombre Lúthien, que en lengua sindarin evoca la idea de “encantamiento”. Trovadores y pajareros añaden ya el epíteto Tinúviel —ruiseñor— tras afirmar que el canto de estas aves acompañó el alumbramiento. Se trata del primer nacimiento real desde que los Sindar se establecieron en Beleriand, y aunque la corte prepara discretas celebraciones, el monarca insiste en respetar el silencio del bosque y el descanso de la madre. Observadores políticos sugieren que la llegada de una princesa de linaje mixto —sinda y maia— reforzará la legitimidad de Thingol y servirá, en años venideros, de puente con otros pueblos.

Durante la noche columnas de luz azulada danzaron entre los troncos —fenómeno que los bardos atribuyen a la alegría de los árboles— y algunos cazadores juran haber escuchado a Huan, el célebre sabueso de Valinor ahora al servicio de Celegorm, aullando a gran distancia en aparente saludo. Testimonios imposibles de verificar, pero que ya alimentan la naciente leyenda. Por ahora, Lúthien reposa en brazos de Melian dentro del Cinturón protector que rodea Doriath. Ninguno de los presentes olvidará la escena: una elfita diminuta bajo el dosel de haya, iluminada por la luz y arropada por el canto de los ruiseñores. Qué papel jugará en los relatos venideros es algo que aún debemos descubrir; pero esta noche, que muchos nombran ya “la Noche Estrellada”, quedará grabada mientras los Árboles continúen llenando de luz los corazones de los pueblos élficos.