Rey de Poderes

2. Mirando al pasado

El día siguiente fue muy ajetreado. El rey Légonas había convocado un encuentro para esclarecer los hechos de la pasada noche. Drago, Dancort y el soldado llegado de Fardorn (cuya identidad era aún desconocida para los otros), habían sido llamados. La hora se había fijado en cinco después de la salida del sol, pero ante la imposibilidad de aguantar la espera, Drago y Dancort se habían citado una hora antes.
Tras pasear un rato sin mediar palabra, absortos en sus pensamientos, Drago rompió el silencio:
-Dancort.
-Dime.
-¿Quién crees que es ese soldado?
-Bueno. Hace unos veinte años, cuando los emigrantes con el rey Légonas a la cabeza volvieron desde Fardorn a expulsar por segunda vez a Forgorn, encontraron en el camino a un grupo de orcos de la guardia del Orco Oscuro. Al parecer se habían quedado para estar atentos a cualquier cosa que pasara. Pero parece que no lo estaban haciendo demasiado bien. Algunos se peleaban, otros discutían. Algo había ocurrido. Al principio los emigrantes se detuvieron. Cuando descubrieron lo que había pasado atacaron sin piedad.
-¿Qué había ocurrido?
-Nadie lo sabe, excepto el rey y los que con él iban.
-¿Y dónde están los que iban con el rey?
-Espera, no te impacientes.
>>Todos los orcos cayeron. No hubo ningún herido. Pero a raíz de este suceso, el rey decidió enviar a veinte elfos de su guardia de vuelta al bosque de Fardorn.
-Así que el soldado que llegó ayer era uno de esos.
-Exacto. Y algo muy importante ha tenido que ocurrir para que un soldado de la guardia de Fardorn, solo, se aventure a hacer todo el camino hasta aquí a través del paso de Morgul.
-¿Cómo sabes que ha venido a través del paso de Morgul?
-Porque si hubiera venido por otro camino, habríamos tenido noticias de él antes de que llegara. Y porque si venía con prisa es el camino más corto.
-Por cierto Dancort, ¿cómo se encuentra Lanfir?
-Bien,  gracias. Sólo fue un pequeño corte en el brazo pero la infección ha compli-
cado las cosas.
-¿Y tú?
-¿Lo dices por la flecha?. Bueno, ya ves,  sólo me rozó- Dancort levantó su vestimenta dejando ver una pequeña cicatriz en uno de sus costados, ya cicatrizada.
De nuevo se hizo el silencio. A Drago le parecía muy extraño que nadie supiera lo que estaban haciendo aquellos orcos. Normalmente todo se descubría tarde o temprano, pero esto no sólo no se había sabido si no que además ocurrió hace muchísimo tiempo , y ahora volvía a tener importancia.

Por fin llegó la hora. Cinco después de la salida del sol. Muy temprano, por cierto. Drago y Dancort se dirigieron hacia palacio. Una vez allí, dos guardias altos y muy corpulentos, más corpulentos que la mayoría de los elfos, los escoltaron hasta el trono.

Éste se encontraba en el salón de actos del Palacio Real del Reino de los Elfos. El salón de actos era impresionante. El suelo era de mármol rosado cubierto con una enorme alfombra de azul y plata. Delimitando esta alfombra había cinco columnas blancas moteadas también de plata de una altura increíble, a unos quince metros cada una. La sala estaba muy bien iluminada gracias a las amplias ventanas en cada pared a derecha e izquierda de estas columnas. Entre ventana y ventana había tapices conmemorando en plata y oro a los reyes pasados. Pero lo que de verdad impresionaba del salón de actos era el tapiz gigante que el actual rey Légonas había mandado confeccionar y colocar por encima de su trono. Representaba a su padre, el elfo más importante de la historia de esta raza. Lay Longolas rey, combatiendo con Dámpiral montado en su caballo,  a todo color. Finalmente, el tapiz estaba ribeteado con unas flores entrelazadas en plata y  oro. Una verdadera maravilla. Drago, que no lo había visto nunca, quedó boquiabierto. Y allí, en su trono, se encontraba el rey Légonas, aunque aparte de éste y los dos soldados, no había nadie más. Esto le extrañó a ambos porque se suponía que el soldado de Fardorn iba a estar con ellos. Drago y Dancort saludaron al rey con una reverencia.
-Me alegro mucho de veros, queridos amigos- dijo Légonas.
-Igualmente majestad. Aunque he de reconocer que hemos quedado un poco desilusionados, creíamos que el soldado que ayer llegó de Fardorn nos iba a acompañar- aclaró Dancort.
El rey esbozó una sonrisa aunque la reprimió rápidamente.
-Vamos. Nos están esperando.