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Portadas de Leandro para Elfenomeno
09 de Enero de 2005, a las 14:31 - Leandro Pascual
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]
7 de Diciembre del
año 3018 de la Tercera Edad
Glóin y su hijo Gimli caminaban por los jardines de Rivendel. Hablaban de Balin
y su desaparición años atrás cuando marchó hacia Moria. La posibilidad de poder
ver el hogar ancestral de los enanos había iluminado el corazón de Gimli, y
ensalzado el orgullo de Glóin por su hijo. Mas cuando Aragorn y Gandalf indicaron
sus preferencias de viaje, en que pretendían ascender el Caradhras sorteando los
posibles peligros de las Minas de Khazad-dûm, su ánimo se vino abajo. Y después
de ésto, cuando se les hizo saber que la siguiente etapa del viaje podrían ser
los jardines de Lorien, su frustración se tornó en rabia.
- ¿No hemos visto ya bastantes jardines? - dijo Gimli. - No sé si podré resistirlo,
padre. Ni siquiera podré saber qué ha sido de mi gente, mientras viajo en compañía
de un maldito elfo, sólo para visitar su hogar donde moran miles de ellos.
Precisamente, en aquel momento divisaron a Glorfindel y Legolas. Los dos futuros
compañeros cruzaron, en la lejanía, una mirada de odio. La rivalidad entre sus dos
razas estaba muy arraigada en sus orgullosos pueblos, si bien la mayor parte de
ellos había olvidado ya los motivos que originaron aquel milenario enfrentamiento.
- ¿Puedes creerlo, Glorfindel? Aquel estúpido enano pretendía que atravesásemos
las minas malditas de Moria - y al decir Moria de su hermosa voz
élfica surgió un tono de repugnancia.
- Deberías olvidar esos prejuicios, Legolas - contestó Glorfindel, sonriendo. - Los
naugrim fueron un gran pueblo, orgulloso y poderoso. Aún puedo recordarlo...
Legolas se volvió, tajante.
- ¿Poderoso? ¡Jamás habrían llegado a ser ni la mitad de lo que son si no llega a
ser por los elfos! Poderosos... - de nuevo, su hermosa voz no pudo ocultar su
desprecio. - Con sus hachas no son capaces de cortar más que árboles indefensos.
Glorfindel rió, divertido, acallando así los devaneos de Legolas.
- Legolas Hojaverde, puedo jurar que tú mismo podrás comprobar que sus hachas sirven
para otra cosa que cortar árboles. Recuerdo que en otro tiempo por cada corazón orco
que atravesaba una flecha élfica, la cabeza de otro orco caía sesgada por un hacha
enano.
La mirada de Legolas se tornó en extrañeza, y después en asombro, mientras observaba
a los dos enanos al otro lado del jardín, que se alejaban.
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