Sindarin

Lengua propia de: Elfos, Sindar.

Se utiliza en: Beleriand, Númenor, Tierra Media, Eressëa.

Lengua(s) relacionada(s): Telerin, Lengua Silvana.

Deriva de: Telerin Común, Quendiano Primitivo.

Gandalf intentando abrir las puertas de Moria
Sindarin es el nombre Quenya que los Noldor dieron a la lengua de los Elfos Grises que habitaban en Beleriand y a los que denominaron Sindar (Quenya, literalmente “los grises”, de donde deriva el adjetivo Sindarin, “de los (elfos) grises”, “élfico gris”). Originalmente no se trataba de una lengua única común a todos los Sindar, sino de varios dialectos emparentados que fueron desarrollándose entre los diferentes grupos de Elfos Grises que habitaban las distintas regiones de Beleriand. Así, existía un dialecto propio de los Falathrim de las costas occidentales, otro diferente utilizado por los Mithrim de las tierras altas del norte, y un tercero (marcadamente arcaico si se comparaba con los anteriores) perteneciente a los Iathrim que habitaban en las tierras boscosas de doriath'>Doriath.

Como el resto de las Lenguas Élficas, el Sindarin derivaba también de la primitiva lengua común hablada por los Elfos en Cuiviénen (conocida como Quendiano Primitivo), aunque, a diferencia de la mayoría (sobre todo en el caso del Quenya), su fonología se había cambiado sobremanera respecto a la de esta lengua original.

El marcado distanciamiento entre el Quenya y el Sindarin trajo como consecuencia que los Noldor y los Sindar fueran incapaces de entenderse mutuamente cuando se reencontraron en Beleriand después de miles de años separados. Sin embargo, la relativa facilidad de los Noldor para aprender la lengua de los Elfos Grises (en contraposición con la dificultad de éstos para aprender el Quenya) y la prohibición de Thingol de que su pueblo utilizara la lengua de los Altos Elfos, favorecieron el hecho de que el Sindarin se convirtiera en la lengua común y de uso cotidiano de todos los Elfos de Beleriand. A su llegada a Beleriand la mayor parte de los Hombres no tardaron en aprender también el Sindarin (aunque mantenían sus propias lenguas), llegando a conocerlo y a utilizarlo tan fluidamente como los Elfos.

Durante la Segunda Edad los Elfos que abandonaron la Tierra Media y habitaron en Eressëa llevaron consigo el Sindarin al Oeste. También en Númenor se conservó el conocimiento de esta lengua entre los Hombres, pues se dice que los reyes y señores de Númenor conocían y hablaban el Sindarin, y en esta lengua conversaron con los Elfos de Eressëa y los de la Tierra Media mientras duró su amistad con ellos. Pues con el paso de los años, los Hombres de Númenor comenzaron a envidiar la inmortalidad de los Elfos y se fueron apartaron de ellos hasta que, durante el reinado de Ar-Adûnakhor se prohibió el uso de las lenguas élficas. Sólo los Fieles, aquellos que mantenían aún lazos de amistad con los Elfos, continuaron utilizando el Sindarin (y el Quenya) en secreto a pesar de las persecuciones a las que fueron sometidos por esta causa. Con la Caída de Númenor, los Fieles llevaron consigo el Sindarin de vuelta a la Tierra Media, preservando su conocimiento y utilización.

Entre la población de los Reinos de Arnor y Gondor, el Sindarin llegó a convertirse en la lengua materna de los de alto linaje y en una lengua culta adquirida empleada por los instruidos y por los de ascendencia númenóreana, los Dúnedain. Sin embargo, con el paso de los años el Sindarin hablado por los Hombres había tendido a diferenciarse y a volverse dialectal, sobre todo en Gondor, donde el trato con los Elfos estaba más limitado.

Entre los Elfos el uso del Sindarin se había extendido por el noroeste de la Tierra Media y había pasado por sobre las Montañas Nubladas desplazando a las lenguas de origen silvano y convirtiéndose, en cierta manera, en una especie de lengua común para todos los elfos del noroeste, motivo por el cual se la solía denominar simplemente la Lengua Élfica. Así, a finales de la Tercera Edad, el Sindarin estaba ampliamente extendido, aunque no había una forma unificada común a todos sus hablantes, sino que podría hablarse de la existencia de tres grupos dialectales diferenciados: el hablado por los Elfos al Oeste de las Montañas Nubladas, que habitaban en Rivendel y en Lindon (así como por los Dúnedain supervivientes del Reino de Arnor, que mantenían una estrecha relación con éstos); los dialectos influenciados por las lenguas de origen silvano hablados en los distintos asentamientos del este de las Montañas Nubladas (Lórien y el norte del Bosque Negro principalmente); y la forma utilizada por los Dúnedain en Gondor y que ellos denominaban la Lengua Noble.

En su creación, Tolkien se basó en buena medida en la sonoridad del Galés, utilizando incluso recursos fonológicos con funciones gramaticales muy propios de ésta y otras lenguas célticas como son las mutaciones y las metafonías. El Sindarin es, después del Quenya, el segundo idioma que más llegó a desarrollar.

Sus orígenes se remontan a antes de 1915, aunque por aquel entonces el marco lingüístico en la obra de Tolkien era diferente del que encontramos en El Señor de los Anillos, y lo que ahora conocemos como el Sindarin (la lengua de los Elfos Grises de Beleriand) tiene sus orígenes más primitivos en el Gnómico de 1915 (la lengua propia de los Noldor en Aman). No sería hasta los años treinta cuando el Gnómico (por aquél entonces denominado Noldorin) deja paso al Sindarin, que a su vez desplaza a la que hasta entonces había sido la lengua de los Elfos de Beleriand, el Ilkorin.

Entre los muchos ejemplos de Sindarin que han llegado hasta nosotros, además de una larga lista de nombres propios de personas y lugares; pueden destacarse el Himno a Elbereth (o elbereth-gilthoniel'>A Elbereth Gilthoniel), algunas frases de la Alabanza de los Campos de Cormallen, la Carta del Rey, la inscripción de las Puertas de Moria, e incluso una traducción de Tolkien del Padre Nuestro en esta lengua élfica.