El Nobbyt

19 de Mayo de 2003, a las 00:00 - General Failure
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CAPÍTULO 2: TROLL ASADO


Bulgo estaba muy feliz cuando al despertar vió que sus extraños visitantes habían desayunado hace mucho rato y que se habían ido sin él. Todos los sueños negativos y pesadillas de esa noche de esfumaron de sus pensamientos y se sintió realmente dichoso al sentirse un nobbyt normal otra vez. Bueno, los Enanos dejaron todo sucio y desordenado y seguramente pasaría un buen rato antes de dejarlo todo como antes, pero lo haría con gusto.

Después de un buen desayuno y de ordenar un poco su hogar, Bulgo salió de su agujero y se sentó en su silla. Comenzó a rascarse confortablemente su guata.

Miró hacia el Sur, lugar donde en ese mismo instante pensaba que se encontrarían viajando los Enanos Cabrones e hizo un gesto obsceno con su mano hacia ese lugar. El día parecía ser bueno, y veía algunas nobbyts jóvenes paseando cerca y las saludaba.

- Hoy es miércoles – pensó Bulgo – Espero que venga esta noche Lily. Lástima que esté saliendo con ese tal granjero Coto, si se casan ya no podremos juntarnos todos los miércoles en la noche en mi agujero para divertirnos. Aunque creo que ese Coto es muy distraído y no se daría cuenta por un tiempo, aunque no me gustaría enfrentarme con él – De modo que Bulgo continuó mirando a las jóvenes nobbyts que por ahí pasaban, aunque con ojos no muy puros que digamos. De pronto apareció Granalf.

- Nobbyt flojo, ¿a que hora piensas partir? ¿No leíste el mensaje? Como no despertabas con las sacudidas y gritos que esos feos Enanos te daban, decidieron dejarte un mensaje luego de tirarte algunas maldiciones y llevarse algunas cosillas.

- ¿Que mensaje? – dijo Bulgo poniendo esa cara estúpida tan habitual en él.

- ¡Por los santos cocodrilos de Lodorien, nobbyt flojo y ciego! – Gritó Granalf pasándole una nota.


Esto es lo que Bulgo leyó:


Thoribio y Cia. Ltda. al ladrón Bulgo Mochila. ¡Despierta inmundo y desagradable nobbyt! Tu paga será al contado y cuando termines tu trabajo, hasta un máximo de la novena parte de los beneficios totales (si los hay). Los gastos del viaje están garantizados así como tu posible funeral.

Te esperamos a las 11 a.m. en el bar de Joe, en Delrio. Se puntual o nos las pagarás.

PD: Nos llevamos algunos barriles de nron. Bombo y Ñoli te agradecen esas revistas que tenías escondidas en la sala de baño. Se llevaron ocho y esa más grande que decía “Especial de Enanas”.


Atte. Thoribio y Cia. Ltda.”




- Eso te da exactamente 12 minutos. Tendrás que correr – Dijo Granalf – Inmediatamente, vamos, no hay tiempo para recoger nada.

Bulgo nunca pudo comprender cómo lo habían sacado de su no tan inconfortable agujero sin sacar ni siquiera algunos billetes más, ni siquiera su sombrero de piel de nobus, o cualquiera de las cosas que acostumbraba a llevar cuando salía de paseo.

Siguiendo a Granalf tan rápido como sus dedos nobbyts y su grosura lo permitían, cruzaron el río y continuaron hasta llegar a Delrio.

Rojo como un tomate maduro y con los ojos abiertos como huevos llegó Bulgo resoplando y jadeando como una foca cuando ya eran las 11 en punto.

- ¡Por fin llegas, ladrón! – gritó Toing, que lo estaba esperando fuera del bar de Joe. Inmediatamente salieron de adentro todos los Enanos Cabrones. Trajeron los poneys, todos cargaban con parte del equipaje, menos uno más pequeño que estaba reservado para Bulgo. A orden de Thoribio, Boing tubo que darle de mala gana uno de sus capuchones a Bulgo, y así fue como se inició en viaje, alejándose de las tierras de los nobbyts y adentrándose en los caminos peligrosos y malos de las Tierras Botadas.

- Estoy mojado hasta los dejos – gritó enojado Bulgo al llegar la noche de ese día. La lluvia dificultaba la visión y el avanzar en el enlodado suelo – ¡Malditos sean los ladrones y los Enanos Cabrones, y también los magos viejos! – gruñó – A esta maldita hora estaría en mi agujero con Lily y...

-¡Calla de una vez infeliz nobbyt! – Gritó Thoribio fastidiado por las continuas quejas de Bulgo - ¡Ahora debemos buscar un lugar seco donde cenar y dormir!.

En ese momento se dieron cuenta que Granalf no estaba. Había estado con ellos a lo largo de la jornada compartiendo el viaje y bebiendo como el que más, pero ahora simplemente no se veía por ningún lado.

No tuvieron mas remedio que acampar bajo un gran árbol que no estaba tan mojado, aunque no pudieron encender fuego. Los Enanos saben encender fuego casi con cualquier cosa y en cualquier lugar, pero esa vez no pudieron. Comieron una fría y pobre cena y se disponían a dormir cuando Toli, que hacía guardia esa noche, exclamó: - Veo luz allá – dijo señalando una pequeña colina con muchos árboles. Todos pudieron ver el brillo de una luz y decidieron enviar a Bulgo a averiguar. Se acercaron todos un poco al lugar, y dijeron: - Es tu turno, ladrón, averigua qué es esa luz y si hay personas confiables. Si es gente mala y son muchos mas que nosotros y crees que corremos peligro, grita como un loro asiático una vez y otra como un gavilán sueco para que nosotros te ayudemos – Cuando Thoribio dijo esto los enanos sonrieron. Obviamente no pensaban ayudar al nobbyt en caso de peligro, no al menos si llevaban las de perder. Los Enanos Cabrones son leales, aunque no siempre.

Y tubo que partir así el pobre Bulgo, antes de poder explicar que no tenía idea de lo que pudiera ser un loro asiático o un gavilán sueco. Al menos era un nobbyt y podía ir muy sigiloso sin hacer mucho ruido. Lo que vió al llegar al la luz, que era un fuego, fue a 3 trolls frente a la hoguera asando una oveja. Tenían un barril con provisiones y con buen licor cerca de ellos, pero eran trolls, hasta un nobbyt se daría cuenta de eso. Los trolls discutían sobre quién merecía comer más.

Bulgo debía tomar una rápida decisión. Como estaba contratado como ladrón, decidió robar lo que pudiera a los trolls. Estúpidamente decidió hurgar los bolsillos del troll más alejado del fuego. Se acercó silenciosamente, metió su mano en el bolsillo trasero del pantalón de aquel ser y sacó unas cuantas monedas de oro, guardándoselas rápidamente. Contento con el resultado, Bulgo metió la mano más adentro.

- ¡Quién me está manoseando! – Gritó el troll agarrando rápidamente al nobbyt por el brazo. Los trolls alarmados se acercaron. Como no supieron precisar que era esa pequeña criatura se lo preguntaron.

- Soy un lad... un nobbyt – Dijo asustado el pobre Bulgo mientras imaginaba cómo rayos podría imitar a aquellas desconocidas aves para alertar a los enanos.

- ¿Un ladnobbyt? – Dijeron los trolls. Los trolls son incluso más estúpidos que los nobbyts.

- ¿Qué hacías manoseándome? – dijo uno.

- Asémoslo – dijeron los otros.

- ¡No lo hagan!. Soy muy malo y mi carne es dura. Cómanse a los Enanos Cabrones que me acompañan, son ocho, tienen dinero y son sabrosos – gritó Bulgo traicionando a sus compañeros como cualquier nobbyt lo haría.

- ¿Enanos Cabrones? – Dijeron interesados los trolls - Si... son más sabrosos. Al menos los hemos probado, no como a este ladnobbyt de sabor desconocido.

Los trolls partieron en busca de los enanos siendo guiados por Bulgo y pronto los encontraron y echaron a los ocho dentro de sacos. A Bulgo lo ataron, no sabiendo por el momento qué hacer con él. Los trolls se pusieron a pelear entre ellos para decidir a quién asaban primero, unos decían que a Bombo por ser mas grueso y otros decían que a Thoribio por ser el mas importante. En eso estaban cuando Bulgo logró desatarse y rápidamente tiró una piedra al ojo de un troll, que aturdido por el golpe cayó de bruces dentro de la hoguera, donde murió debido a que al caer un leño encendido le atravesó el otro ojo.

El nobbyt huyó tan rápido como pudo, pero nuevamente fue atrapado por los trolls, que lo tomaron de las orejas y se disponían a comérselo crudo cuando apareció Granalf.

Granalf logró entablar una conversación interesante con los trolls, quienes dejaron libre al nobbyt y se sentaron para escuchar las sabias enseñanzas de Granalf. Bulgo, una vez suelto, se dirigió al fuego y logró cortar con su daga los miembros del troll muerto que aún no ardían. Logró rescatar las 2 manos, medio brazo, una pierna entera y un trozo del pié que rápidamente puso a asar. La oveja, que estaba en su punto, la lanzó al fuego para que se carbonice. No le gustaban las ovejas, y quería comer troll asado. Cuando ya había asado los trozos del troll, se dio cuenta que estaba amaneciendo, que los otros trolls se habían convertido en piedra y que Granalf estaba liberando a los enanos.

- ¡Vengan a comer! – Dijo Bulgo a todos – Y los Enanos junto a Granalf comieron la carne asada y vaciaron los barriles de licor y de provisiones de los trolls. Bulgo nunca les reveló que habían comido a un troll. Tampoco supieron los enanos que Bulgo les había delatado, aunque Granalf lo sospechaba.

Luego de estar todos satisfechos del impuro alimento, Granalf dijo: - Debe haber una cueva troll cerca. Busquémosla a ver si encontramos algo bueno.

Al rato encontraron una cueva que emanaba un olor nauseabundo, era la cueva de los trolls. El nobbyt se sintió reconfortado al sentir el olor a podredumbre, habían muchos huesos en el suelo y el resultado de muchos botines. Había mucha comida y ollas llenas de oro, armas y joyas.

Habían 2 espadas especialmente hermosas, Granalf y Thoribio eligieron una para cada uno. Bulgo cambió su vieja daga por otra más nueva y afilada (y lujosa), y logró echarse algunas joyas y monedas de oro a los bolsillos sin que los demás lo vieran.

Decidieron enterrar el oro y las joyas en un lugar cercano para recuperarlas en el futuro, si lograban volver. Esto les tomó un buen rato debido al estado de embriaguez en que se encontraban todos, menos Bulgo, que aprovechó de guardarse unas monedas más.

Luego de descansar unas horas y de aumentar las provisiones, decidieron seguir con su largo viaje.

- ¿Se puede saber donde ortos estuviste, Granalf? – preguntó Thoribio.

- Eso no te importa – contestó el mago.



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