El Nobbyt

19 de Mayo de 2003, a las 00:00 - General Failure
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CAPÍTULO 3: UN LARGO DESCANSO


Los días siguientes del viaje estuvieron temerosos porque sentían el peligro de los caminos. Los caballos comieron mejor que ellos, porque había mas pasto y porque a ninguno de los integrantes de esta aventura les gustaba el pasto. No les quedaban muchas proviciones, lo que más tenían era nron y algo del licor de los trolls, por lo cual iban casi todo el día mareados y de mal humor. Podría decirse que el que menos hambre pasaba era Bulgo. Había guardado en su bolso una mano de troll asada, y poco a poco la iba consumiendo. Después de unos días, el estado de descomposición de la carne estaba en su punto, para deleite del nobbyt.

Una mañana, luego de cruzar un río vieron que ya estaban cerca de las grandes Montañas, que se alzaban tenebrosas e intimidantes.

- ¿Esa es la Montaña? – Preguntó Bulgo asustado con su desagradable voz.

- ¡Claro que no, imbécil! – Respondió el amable Dlenin Toing – Esto es sólo el principio de las Montañas Nevadas que tendremos que cruzar de algún modo para llegar luego a las Tierras Duras y caminar mucho antes de llegar hasta la Montaña Botada, donde el dragón Smog está echado sobre nuestro tesoro.

- Ah – Dijo Bulgo. Se sintió muy cansado, y sus quejas se multiplicaron. Añoraba estar de vuelta en su agujero, junto a Lily, o junto a Florcita, o junto a Violeta, o junto a cualquier joven mujer nobbyt que iban a acompañarlo algunas noches.

Granalf encabezaba la marcha ahora. Los Enanos Cabrones no despegaban sus ojos de él porque no querían verlo desaparecer nuevamente. – Necesitamos comida y licor – dijo – sobre todo licor, y si nos desviamos del sendero estaremos perdidos. Estamos en las Tierras Fieras y si mal no me equivoco por aquí debe estar oculto en algún lugar el hermoso valle de Ríverde, donde vive Elromth. Le envié un mensaje y nos está esperando.

Aunque eso los reconfortó brevemente, al llegar la noche lo único que habían encontrado eran valles inesperados, quebradas, desfiladeros peligrosos y pantanos. Granalf parecía conocer bien el camino aunque acababa de terminar de un largo sorbo los últimos litros del licor de los trolls. Los caballos estaban cansados y tropezaban continuamente por el accidentado suelo. De pronto Granalf cayó junto a su caballo en un inesperado declive y se desplomó rodando pendiente abajo.

- ¡Seguidme insensatos! – Gritó mientras caía golpeándose con cuanta piedra encontraba.

Los otros se agruparon al borde de la pendiente y vieron un valle abajo.

- ¿No oyeron lo que dijo Granalf? Debemos seguirlo – Dijo Bulgo a los enanos, y luego se tiró por el declive, rompiéndose varios huesos antes de llegar al suelo inconsciente.

El pobre cayó sobre Granalf, que se estaba recuperando de su caída. – Maldito nobbyt – dijo Granalf mientras rápidamente se restablecía con su fortaleza de mago viejo.

Los Enanos Cabrones fueron más cautos y bajaron lenta y trabajosamente por el empinado sendero, llevando también al poney del desafortunado nobbyt. Granalf estaba esperándolos abajo, ya sano y entero, aunque con algunos moretones en el rostro. Bulgo estaba inconsciente sobre el caballo del mago.

- ¿Estás bien, Granalf? Fue una gran caída – Dijo Thoribio impresionado por la fortaleza del mago.

- Lo hice intencionalmente, todos mis movimientos están fríamente calculados – Respondió Granalf.

Los enanos miraron al pobre nobbyt y se dieron cuenta de su estado, pero no dijeron nada. – Se lo merece por estúpido – pensaron, aunque sabían que esto retardaría aún más el viaje.

- Síganme, estamos muy cerca - Dijo Granalf. Caminaron un poco entre los árboles en una atmósfera reconfortante. De pronto escucharon cantar alegremente de entre los árboles:


¡Que hacen ustedes! ¡La la la la!

¿A donde van? ¡La la la la!

¡Tre le le le le le le

En el valle de Ríverde!


¡La la la la la! ¡La la la la la!

¡Ja ja ja!
¡La la la la la! ¡La la la la la!

¡Ja ja ja ja ja ja!


¿Que será lo que trae a Güitreandir? ¡La la la la la!

¿A Thoribio y a sus enanos ja ja? ¡La la la la la!

¿Y esa fea figura rota sobre el caballo? ¡La la la!

¿Es el tonto señor Mochila? ¡La la la la la!


¡Mejor no se vayan! ¡La la la la la!

¡Les conviene quedarse! ¡La la la!

¡O escucharán nuestro canto! ¡La la la la la!

¡Hasta que acabe la noche! ¡Ja ja ja!



De esta manera los Efes cantaban y reían entre los árboles.

- ¡Será mejor quedarse! – Dijo Thoribio a Granalf – Preferiría quedar sordo a tener que escuchar estos estúpidos cantos hasta que la noche acabe.

- ¡Estoy completamente de acuerdo! – Dijo el mago.

Bulgo se despertó, no sentía ningún dolor. De hecho, no sentía las piernas, los brazos, el cuerpo ni nada. Pero estaba complacido de escuchar la ridícula canción. Le gustaban los efes.

Pero los enanos no se llevaban muy bien con aquellas criaturas, por las riñas del pasado y porque los efes se burlaban y reían mucho de ellos, sobre todo por sus barbas.

Los efes siguieron con otra ridícula canción, hasta que al fin salió de entre los árboles un joven alto y se inclinó sobre Granalf y Thoribio.

- Bienvenidos al valle – Dijo.

Thoribio sintió fuertes deseos de darle una fuerte patada en las posaderas, pero se contuvo y respondió con cierta brusquedad - ¡Gracias!.

Granalf ya se encontraba alegre hablando y saludando a sus amigos efes, quienes les invitaron a quedarse todo el tiempo que quisieran. Los Enanos Cabrones no querían quedarse mucho tiempo, pero no tuvieron otra opción debido a que necesitaban a su ladrón, que debía recuperarse.

Caminaron un poco por otro sendero oculto y cruzaron un río por un pequeño puente. Las burlas de los efes no se hicieron esperar, cosa que enfureció mucho a los enanos que se disponían a sacar sus hachas para arreglar todo rápidamente, pero Granalf logró apaciguarlos.

- Chicos, no olviden que aunque se burlen de ustedes los efes tienen mucha comida y buen nron – Les dijo el mago, cosa que calmó los ánimos de los escarnecidos enanos.

Así llegaron al Ultimo Refugio. La estancia fue muy agradable, aunque de vez en cuando los Enanos Cabrones discutían con los efes por sus eternos rencores por los acontecimientos de la antigüedad. Con todo, se quedaron en la casa por cerca de 70 días debido a las graves fracturas y quebraduras de los huesos del pobre nobbyt. Bulgo se enamoró de ese lugar (y seguramente de alguna efa), por eso le costó mucho irse.

No ocurrieron muchas cosas sobre ese largo periodo de descanso, pero siempre hay algo que contar.

El dueño de casa era Elromth, descendiente de famosos hombres antiguos y de poderosos efes. Elromth era ridículo y de hermosas facciones como los efes, era muy fuerte y orgulloso como los hombres, sabio y mañoso como los magos, venerable y cabrón como un rey enano, y aparece en muchos relatos de la antigüedad, pero en esta historia su aporte es pequeño. La casa era perfecta en todos sus sentidos. La perversidad no tenía cabida en ese valle, cosa que decepcionó a Bulgo y a algunos enanos.

Desearía querer contarles todo lo que ocurrió en ese lugar, pero no quiero.

Los viajeros, incluyendo a los poneys, se sintieron refrescados y fortalecidos. Los efes les llenaron las alforjas de comida y buen nron, también les ayudaron traduciendo algunas partes confusas del mapa, aconsejándoles sobre el camino a seguir, dándoles regalos, etc. En pocas palabras, si los Enanos Cabrones no hubieran estado pensando en otras cosas se habrían dado cuenta de que los efes querían una parte del tesoro por su ayuda. Por supuesto Granalf lo adivinó, pero no dijo nada.

Un día antes de que se fueran, Elromth, que conocía las runas y letras de cualquier tipo, observó las espadas que habían sacado de la guarida de los troll y comentó: - Estas son espadas muy antiguas y famosas, pertenecían a los Efes Mayúsculos del Oeste, QUE ERAN MIS PARIENTES. Fueron hechas en Góndola para la guerra contra los trastos y ortos. Las runas de la tuya, Thoribio, dicen Orcdeath, “La Castradora de Ortos” en la antigua lengua de MIS PARIENTES, y fue una famosa hoja. La que tu tienes, Granalf, fue Escalibrin, “La Desolladora de Enemigos”, que era usada por el antiguo Rey de Góndola, MI PARIENTE.

Obviamente, Thoribio y Granalf captaron las indirectas que daba Elromth para intentar recuperar las espadas, pero no le hicieron caso.

- Bueno, voy a llevar esta espada con honor – Aseguró Thoribio mirando con renovado interés su valiosa espada y dispuesto a usarla en contra de Elromth si se atrevía a quitársela - ¡Ojalá pronto castre trastos otra vez!

Elromth, resignado, echó una mirada al mapa de Thoribio. Lo alzó a la luz de la luna y aparecieron nuevas runas ocultas. -¡Recórcholis! – dijo - ¡Hay runas lunares!.

Granalf y Thoribio se molestaron al ver que se les había escapado el detalle de revisar el mapa en busca de letras lunares. Las letras lunares eran un tipo de runas enanas que sólo se veían a la luz de la luna.

- ¿Que dicen? – Preguntaron ellos.

- Acercaos a la piedra gris cuando el sol se ponga en el cielo – Leyó Elromth - y el sol alumbrará la cerradura de la puerta oculta que está detrás de la piedra gris en el Día de Tulin, entonces abridla con la Llave Enana.

- ¡Tulin, Tulin! – Exclamó Thoribio. - Era el abuelo de los abuelos de la raza más antigua de Enanos, los Altos Cabrones, y mi primer antepasado: yo soy el heredero de Tulin.

- Ya, ya. – Dijo Elromth recordando las espadas - ¿Cuándo es ese Día de Tulin?

- El primer día del Año Nuevo de los Enanos Cabrones, es decir, el primer día luego de que la última luna de otoño y el primero sol de invierno se juntan – Dijo Thoribio.

- ¿Y qué es eso de la Llave Enana? – Preguntó el medio Efe.

Thoribio sacó la cadena de su cuello y mostró una pesada llave de mierdril con diamantes y joyas que llenó de asombro a los presentes.

- Esta es la Llave Enana, que sólo puede ser llevada por un Rey de los Enanos Cabrones – Dijo orgullosamente Thoribio mientras acariciaba su larga barba.

- ¿Hay algo más escrito en el mapa? – Preguntó Granalf.

Elromth examinó cuidadosamente el mapa, pero ya nada nuevo se veía. Trazó un rápido plan en su mente.

- Si, veo algo más – Dijo – Dice lo siguiente: “Si un efe os ayuda, dadle parte del tesoro y sed generosos”.

- Lo tendremos en cuenta – Dijo Granalf.

- Lo tendremos en cuenta – Respondió el rey enano.

La mañana siguiente fue bastante hermosa. Nuestros amigos partieron cabalgando rápidamente, para alejarse cuanto antes de las ridículas canciones de despedida que los efes les cantaban.



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