Navidad en Grimmaud Place

01 de Noviembre de 2003, a las 00:00 - Aracair
Relatos de Fantasía - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]Meneame

Hermione recordaba la mezcla de excitación y miedo del primer día. Todo para ella era nuevo, diferente. Hermione reconocía en la realidad todas las cosas que había ido leyendo y pensó que algo así le pasaría a aquella niña, que, tras once años enclaustrada en una casa, veía por fin otras personas, otros niños, los colores de la ciudad muggle que dejaba atrás apenas vislumbrando las maravillas que sus jóvenes ojos iban a poder contemplar... ¿qué sentiría aquel joven corazón?. Era fácil ver a Ionnenmel con la naricilla pegada al vidrio del expreso de Hogwarts viendo desfilar la grandeza de los pastos, la armonía de los árboles, el mar que guiñaba sus olas bajo los grises acantilados... Tal vez la tristeza por dejar a su padre y el miedo por lo que podía avecinársele serían ahuyentados por una poderosa curiosidad que empieza a ser saciada con el entremés de un gran ágape.

- El caso es que Olivier trabajaba de Medimago en San Mungo y, además todas las familias de magos acudían a él para los asuntos médicos importantes. -explicó Sirius-. Creo que fue él quien atendió a Remus cuando fue atacado por el Hombre Lobo, y aunque le salvó la vida, nada más pudo hacer por él.  Cuando mi madre se puso de parto, mi padre corrió a buscar a Olivier, que no fue a atenderla por que su propia esposa estaba teniendo a Ionnenmel y las cosas no iban bien. Mi madre, pues, acabó pariéndome por sí misma y eso no le gustó mucho. Cuando supo que Olivier había tenido una niña de orejas picudas pensó que sería una criatura mágica sorprendente y, recurriendo a las Artes Oscuras inició un conjuro para unirla conmigo. Le llevó muchos años y no lo hizo demasiado bien, porque cuando pudo conseguir algo de la niña era ya tarde. Pero, sin yo quererlo, sellé años más tarde aquel conjuro... fue como si mi madre crease un borrador sobre el que yo escribí la verdadera historia sin ser consciente de que lo hacía.
-  ¿Por eso ella fue a Azkaban? -Preguntó Harry.
-   En parte sí. -Respondió Black, levantándose y sirviendo a todos el té.

- Mi madre -añadió Black, mientras distribuía las tazas- siempre sintió especial curiosidad por la niña. En nuestro primer viaje a Hogwarts estaba más pendiente de ver a la hija de Olivier que de despedirme a mí, su propio primogénito. -Black se sentó y le dio un gran bocado a una pasta- Me arrastró por el andén hasta que vio a Olivier, se dirigió a él saludándolo con su tono de gran dama y clavó los ojos en Ionnenmel, a quien examinó con detalle. Debí ser el primer niño que se acercó a ella, que  me miró a mí casi de igual manera, fijamente y sin decir nada, dejando que nuestros padres hablasen sin quitarme los ojos de encima: "¿Tengo monos en la cara?" Le susurré desafiante y ella estalló en una sonora carcajada que hizo que nuestros padres la mirasen: "No, -contestó muy divertida- no tienes ningún mono". Pensé que era tonta pero, no sé por qué, sentí que la alegría me crecía desde las tripas y sin quererlo me encontré riéndome con su risa boba. Nos despedimos y mi madre murmuró con desdén: "Una chiquilla común...". Aunque yo sabía que no era nada común. La verdad es que más personas se acercaron para saludar a Olivier con la intención de ver la niña. Entre las grandes familias de los magos era como una atracción de feria. Tanto que aquel mismo día en el tren,  empezó a sentirse muy extraña... como si descubriese que era algo más bajita que las otras niñas, -porque los niños Eldarim crecen más despacio, como tomándose su tiempo-,  y se soltó las trenzas para cubrirse las orejas picudas con el pelo porque todos parecían muy interesados en examinárselas.

Harry sintió que dentro de su pecho crecía una corriente de simpatía hacia ella. Ocultar unas orejas picudas que todos desean ver es, al fin y al cabo, tan pesado como andar tapándose una famosa cicatriz. Y tampoco le era extraño el hecho de ser el centro de atracción por ser quien eres, o de haber hecho algo de lo que no eres consciente y ver que todos esperan maravillas de ti y mirarte las manos y comprobar que las tienes vacías...

- Finalmente -continúo Lupin- allí estábamos,  en Hogwarts, todos los de primero: Éramos un grupo nutrido, por que gracias a Dumbledore aquel año habían admitido a muchos hijos de muggles. La ceremonia del Sombrero Seleccionador comenzó por orden alfabético. Primero los Black: Bellatrix, a Slytherin, Sirius, a Griffyndor, Crabbe, Goyle: Slytherin; Evans, Gryffindor, Lestrange Slytherin, Longbotton, Lupin, Gryffindor, Malfoy a Slytherin, Olivier, Pettrigrew, Potter todos a Gryffindor, Snape, Slytherin... Tonks Ravenclaw, Cuando nos sentamos Bellatrix te gritó si te habías traído a tu elfo doméstico por temor a que aquí no te cuidaran, y tú le reíste la gracia ... yo os hubiese matado a los dos. Ionnenmel era como un animalito asustado -sonrió Lupin enternecido-. Yo me sentí como si tuviese una deuda con ella, me prometí defenderla siempre. Me senté a su lado y empecé a hablarle... me preguntaba qué pasaría si aquellas bestias descubrieran que yo también era raro, que era un hombre lobo. Sólo de pensarlo me temblaban los pies... y ella estaba allí, mirando a quienes la atacaban, más curiosa que enfadada o asustada. Todo y todos éramos nuevos y a todo y a todos lo escrutaban sus ojos chispeantes. Cuando a lo largo de la cena me llegó el turno de ser examinado y me miró noté que sus ojos me traspasaban y capté en ella un deje de temor: ella lo sabe, pensé. Y fue como liberarme de una pesada carga.

 - Al otro lado de Ionnenmel -recordó Black- se sentó tu madre, Harry, dando muestras de gran valor, por que ella también era uno de los blancos preferidos de los sangre limpia.

Harry imaginó a su madre: otra niña, esta vez hija de muggles, entrando en un mundo que no era el suyo, impresionada por todo aquello que veía. La decoración creada por el profesor Flitwick para del Gran Comedor, el Sombrero parlante, los profesores ataviados de un modo peculiar, la comida saliendo de los platos, los fantasmas de las casas que venían a saludar a los nuevos... imaginó su cara la primera vez que alguno de aquellos grandes magos pagados de sí mismos, tal vez Lucius Malfoy, la llamó "sangre sucia" y admiró su valentía al preocuparse por aquella otra niña, tan pobre e indefensa como ella, enfrentada a un mundo nuevo, demasiado grande, demasiado amenazador, y se sintió orgulloso de ella.

- Sin embargo muy pronto Ionnenmel empezó a sorprendernos. -Dijo Black- Aquel ser en apariencia tan débil no lo era en absoluto. Vivía sin casi sin comer ni dormir, era resistente a la fatiga y las materias de clase no parecían suponer ningún problema para ella. Cuando un profesor nos enseñaba algo absolutamente nuevo ella parecía llevar toda la vida haciéndolo. La profesora McGonagall daba clases con el libro que su padre había escrito para la propia Ionnenmel cuando descubrió que era metamórfica y temió que le sucediera lo mismo que él un día, cuando no pudo volver a su forma original.  Allí donde para nosotros no había más que esfuerzo ella se aburría y mataba las clases dibujando runas: Conocía los textos de memoria, había aprendido a leer con ellos y había hecho ya todas las transformaciones jugando en su casa... era... formidable.

- Es cierto -añadió Lupin- tu padre, y Sirius eran muy buenos, sin duda. Yo no era tan inteligente, pero sí más trabajador y no les iba a la zaga.  A Peter le ayudábamos entre los tres. Alumnos dotados y brillantes, que nos reíamos de las dificultades de los más patosos, pero Ionnenmel nos superaba sin que le costara nada. Colagusano se le pegaba siempre, intentaba copiarle las tareas, persiguiéndola para que le explicase todo lo que no había entendido.  Y a mí e ayudaba después de mis transformaciones, cuando me sentía abatido, cansado y enfermo. Copiaba minuciosamente mi letra y mi estilo y nadie notó nunca la impostura. Era como si ella tuviese tiempo para todo... bueno, de hecho lo tenía, si una cosa hay que le sobre a un Eldarim es el tiempo... Todos en Gryffindor empezamos a quererla.

- Aunque no teníamos ni idea de hasta dónde podría llegar su poder, su superioridad era evidente: Los animales y las plantas parecían escuchar su voz, sabíamos que no precisaba de la varita para hacer magia porque sólo fingía usarla y en ocasiones se le olvidaba... -observó Black sonriendo-. Y era alegre, al menos durante aquel primer año reía despreocupadamente con unas carcajadas contagiosas. Tu madre, Harry, la adoraba. Ella también se sentía muy sola en Hogwarts, venía de una familia Muggle, la llamaban sangre sucia y hasta nosotros nos reíamos de ella por que se equivocaba mucho, desconocía tantas cosas y era tan torpe... Pero Ionnenmel siempre estaba allí, a su lado. Con sólo mirarse se entendían... El año en que el padre de Ionnenmel murió Dumbledore permitió que pasaran juntas el verano.

¿Los veranos juntas? Harry podía imaginar a las dos chicas llegando de Hogwarts para pasar el verano juntas y la cara de la tía Petunia al ver aquella "anormal anormal" allí... tal vez se sintió celosa por la complicidad de las dos niñas. Podía ver a su madre llevándoles a sus padres regalos mágicos comprados en Hogsmeade y a Ionnenmel ayudando a su abuela a tener las mejores flores del barrio con sólo pasar ella a su lado y susurrarles: "Floreced"... ¿cómo podría vivir entre muggles aquel ser tan fuera de lo común? Harry se prometió que el próximo verano, fuera como fuera, le preguntaría por ella a Tía Petunia...

- De hecho, -Dijo Black- aquel año Ionnenmel estaba más con nosotros que con las chicas. Empezó a mariposear a nuestro alrededor por que ellas, con la excepción de Lily, con quien siempre se sentaba, le aburrían. Pasaban mucho rato estudiando y luego hablaban de modas y de grupos musicales.  Ella era diferente y nosotros la aceptamos sin pensar que era una niña, tenía carisma: No tenía miedo, ni decía las tonterías de las otras niñas. Otra cosa que la empujó más hacia nosotros fueron las noches. Los Eldarim sólo duermen una hora al día, si tienen tiempo, si no les basta con refugiar su mente en ensoñaciones en una especie de distracción. Como Ionnenmel tenía una parte humana y una educación totalmente humana, se iba a dormir e intentaba permanecer en la cama toda la noche, pero como mucho, a las dos horas de acostarse ya no podía volverse a dormir... al principio leía, dentro de la cama, pero no podía soportar siete horas de lectura diaria... no cuando era lo que había estado haciendo durante diez años en la casa de su padre... no en un sitio totalmente nuevo y misterioso y en el cual se sentía plenamente libre... así, poco a poco, empezó a deambular por Hogwarts: tenía una capa Eldar que había sido de su madre, y si bien no la hacía invisible, la camuflaba estupendamente. De hecho cuando nosotros empezamos, tiempo después, a vagar por el castillo y creíamos descubrir algo nuevo era extraño que ella no lo conociese ya y sus informaciones fueron decisivas para construir el Mapa del Merodeador. Así, distrayendo sus noches sin sueño, descubrió la licantropía de Lunático mucho antes de que nosotros ni siquiera lo sospechásemos.

- ¿Y Filch? -Preguntó Ron- ¿Y Dumbledore? ¿No la pillaron nunca?
- No, -dijo Black sonriendo- Filch jamás la descubrió, ella era demasiado discreta y escurridiza. En cuanto a Dumbledore, era plenamente consciente de sus correrías, y solía decirle -Black imitó al viejo y querido director-  "Bueno Señorita Olivier...ejem..cuando su padre nos confió su educación ya nos advirtió que Usted no era una alumna... corriente... y que el objetivo de su estancia en nuestra escuela no era adquirir conocimientos académicos sino jugar, enredar y hacer todas las posibles trastadas... en fin, querida niña, cuando le haga  llegar a su padre el informe, este pondrá en grandes letras  "EXCEDE EXPECTATIVAS".

- Fue un tiempo espléndido... -dijo Lupin- para mí los mejores años de mi vida: amigos fieles, la alegría loca de Orejas... la verdad es que deseaba que los meses no pasasen, que no llegara el verano.
- Sí, -convino Harry pensando en la casa de sus tíos- ya sé que quieres decir, a mí también me pasa...
- Vaya -dijo Hermione- era sin duda un personaje... ¿Todos os enamorasteis de ella?
- Bueno, -contestó Lupin- de un modo u otro todos sucumbimos a su carisma...
- ¿También mi padre? -preguntó Harry
- Bueno... -Dijo Black- tu padre nunca... pero creo que Ionnenmel llegó a gustarle mucho un tiempo, porque estuvieron muy en contacto, entrenando para el Quidditch...
- ¿Ionnenmel jugaba al Quidditch? -Dijo Ron alucinado...
- Sí.  -Dijo Black-. La vieja McGonagall descubrió que sus ojos de Eldar no perdían de vista la snitch desde que la soltaban... bastaba un gesto del capitán para que la atrapase sin problema... Ella siempre tenía ganas de jugar, como si quisiera recuperar el tiempo perdido y el Quidditch le encantó, sobre todo al principio, cuando le ofrecía dificultades: ella no sabía nada de bludgers ni de quaffles y volaba en escoba digamos que regular, odiaba la sensación de caída de los picados y le costaba alcanzar velocidad... así tu padre se ofreció para entrenarla. Montaban juntos en una escoba, alcanzaban gran velocidad y se precipitaban al vacío para quitarle a ella la aprensión... A veces caían y rodaban por el suelo... la expresión de felicidad en la cara de tu padre era grande... Le enseñaba a esquivar pelotas, a despistar al buscador contrario... el amago de Wronsky... trucos que ella jamás habría sospechado. Cada noche burlaban la vigilancia -escasa, la McGonagall no quería ver nada si el resultado era una victoria en el Quidditch- y se iban a volar en medio de la oscuridad... James estaba encantado con su alumna... nunca había conocido a una chica igual... Pero tu madre ya había empezado a gustarle y había en Ionnenmel un aire infantil que le cortaba...
-  Y también por que sabía que a ti ella te gustaba y James jamás habría hecho nada que tu no aprobases. -dijo Lupin con tristeza-
- ¿Y ella? -Preguntó Harry.
- ¿Ella? Tenía doce años, Harry,  y era Eldar... -dijo Black-. Cuando tu madre pensaba en chicos ella pensaba en Quidditch. Cuando las otras chicas querian largos besos el café de Madame Poodifoot ella soñaba con navegar a escondidas por el gran lago tratando de imaginarse cómo sería el mar... Ella veía a James persiguiendo a Lily y a tu madre que no le hacía ni caso por que no quería ser una más de todas aquellas chicas que  nos miraban ávidas y decidió que eran una buena pareja... Orejas más que separarlos los unió: Tu madre estaba siempre con ella y ella con nosotros.
- Aquel año nos hicimos realmente muy amigos. -dijo evocador Lupin- Nosotros todavía éramos niños y Orejas era uno más del grupo. No había travesura en la que no participara ni fiesta en la que su música no nos hiciera bailar.



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