Navidad en Grimmaud Place

01 de Noviembre de 2003, a las 00:00 - Aracair
Relatos de Fantasía - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]Meneame

Todos permanecieron silenciosos, veían aquella escena tan nítida como si ellos mismos hubiesen librado aquella batalla. Sintieron en su piel el ambiente festivo, el cansancio de una noche sin dormir, la gloria de una batalla ganada, la celebración de aquel triunfo entre bromas...

- Ella se separó de mí temblorosa y con las mejillas encendidas, y sin atreverse a mirarme, salió corriendo hacia las habitaciones de las chicas. Nadie sabía cómo reaccionar. Ella estaba muy turbada... Tu madre, Harry, la llamó y ella se giró un instante y me miró y, en su mirada comprendí que algo espantoso acababa de pasar: sin saberlo acababa de sellar aquel vínculo tenebroso que mi madre había iniciado, el día en que ambos compartimos una hora para nacer.  Yo jamás sospeché, que aquel sería su primer beso yo pensaba, Remus, que tú...

Una risotada del elfo atrajo la atención de todos: Kreacher cruzó hacia fuera tambaleándose de risa, como si hubiese bebido -  "Después de todo mi noble Señora se salió con la suya -dijo Kreacher alegre, corriendo para llevarle la gran noticia al cuadro de la entrada- El tonto del amo consiguió vincularla a la familia..."
- ¿El beso fue lo que la hizo volver?.... -preguntó Hermione sorprendida
- Claro, un beso basta para sellar un compromiso... y aquel era un beso especial, el primero... entre su pueblo si un joven besa a una chica es una promesa de matrimonio.....
- Por eso ella volvió...
 - Cuando yo necesitaba una esposa que cuidara de mí...
- Yo -dijo Remus- no la había besado... Es verdad que hacía tiempo que deseaba hacerlo pero no veía como... era una niña, en gran parte la veía como una hermana... Y tampoco estábamos mucho a solas... -añadió melancólico Lupin-. Cuando ella bajó de la mesa encendida y cruzó corriendo a las habitaciones de las chicas, y tu madre, Harry, la llamó y ella se giró un instante y te miró Sirius...
- Atrapó mi felicidad de aquel momento  -dijo Black- quedó en alguna parte de ella y pudo recogerla y meterla en los huesos de fémur de todos aquellos pollos... y eso la persiguió y la obligó a volver y a ser mi esposa, después de todo...
- ¿Y cómo acabó todo aquello? -Preguntó Hermione.
-  Bueno, Lily corrió tras ella y..
-  Y yo y Sirius nos dimos una soberana paliza...

Ron se alegró. Era como si Lupin necesitara desquitarse. Él sabía bien que se siente al estar a la sombra de alguien... Sirius parecía tenerlo todo: era el más guapo y el más listo... podría haber salido con la chica que quisiera... todos parecían adorarlo... Lupin, en cambio... y aún se atrevía a competir con él para robarle la chica... si él estuviera en la piel de Lupin también le golpearía la cara, le machacaría, no pararía hasta que...

- Pero los dos, o al menos tú Sirius, sabíais que ella partiría. -observó Hermione sacando a Ron de la pelea ficticia en la que estaba-.
-    Sí, pero el futuro era algo lejano. -Aclaró Lupin- algo que a mí me asustaba mucho. y quería vivir el presente. Sirius intentaba advertirme, e incluso Dumbledore, ella misma jamás me dio esperanzas pero  yo me aferraba a la idea de que su madre había optado por permanecer con nosotros... y que ella, llegado el momento, haría igual. Entre un chico que la ama y un mundo desconocido ella preferiría quedarse... Había sido educada como una humana, no como una Eldar y la única Eldar que había visto, fue a su abuela y fugazmente en el entierro de su padre...
- Yo, por mi parte, no dominaba a mi corazón -confesó Black-, y por mucho que mi cabeza le dijera que ella no sería para ninguno de los dos, cada latido cabalgaba montado en su nombre, y muchos de mis actos obedecían sólo la voz de los celos.
- ¿Y qué pasó? ¿Con quién se quedó... ? Quiero decir... -Preguntó Hermione.
Alguien entraba: la vieja señora Black no paraba de insultar. Molly Weasley saludó en voz alta, sin entrar y oyeron la puerta de la cocina y los cacharros que empezaban a preparase para hacer la cena.

- ¿Si fue novia de Black o lo fue mía? -Contestó Lupin- De ninguno de los dos. Después de aquella noche Ionnenmel se alejó de nosotros, no de forma drástica, sino despacio, como algo que se enfría lentamente. La relación parecía la misma, pero algo había cambiado. habíamos crecido y queríamos algo más. Ella comprendió que en nosotros había pulsiones diferentes, que ya no podíamos cogernos de las manos, o abrazarnos, o rodar por el suelo, o bañarnos en el lago a la luz de la luna sin más consecuencia y se distanció. Aquellas nuevas sensaciones, aquellos nuevos deseos, no los compartía. En su organismo las cosas eran más lentas, ella apenas vislumbraba su adolescencia cuando a nosotros la nuestra nos abrasaba. Supongo que nada de lo que Lily le confesaba:  desear un beso de James o lo que pudiera sentir por él,  encontraba un eco en Ionnenmel. Cuando ellos consiguieron ser Animagos dejó de acompañarme en las noches de luna llena, y eso, para mí fue un gran dolor. Siendo animales nos sentíamos más cercanos, menos ligados por las convenciones de los hombres, más en armonía con la naturaleza...
- La certeza de que se iría crecía firme en su corazón y la realidad de la muerte la alejaba del amor. -Dijo Black- De hecho, con la muerte de su padre ya supo que no sólo eran sus caminos los que se separaban sino también los nuestros. Fue como si su padre se llevara con él a la tumba la humanidad de Ionnenmel y su espíritu fuese haciéndose cada vez más Eldar. Nosotros pasamos a ser para ella trocitos de tiempo con los que no podía involucrase, no al menos como nosotros hubiésemos deseado. Yo sí era consciente de lo que Remus se negaba:  de que su abuela le había influido más en unas horas que todos nosotros, su padre incluido, en años. De alguna manera la única razón de que permaneciera los años restantes en Hogwarts era el deseo explícito de su padre muerto: una especie de promesa que cumplir, pero nada más. Parecía ahogarse en el Castillo y cada vez pasaba, para desesperación de Hagrid, más tiempo en el Bosque Prohibido, espiando unicornios o relacionándose con los inhóspitos centauros. En los últimos meses nadie la oyó reír... era como si el deseo de partir fuese creciendo en su interior y oscureciese todas las demás cosas impulsándola a dejar todo esto...
- Finalmente, -dijo Lupin- ella se fue con su gente y bueno, los caminos de todos nosotros se fueron separando, juntando y volviendo a separar... Entre Sirius y yo la sombra de Ionnenmel parecía no desaparecer, sino que persistía en una especie de rivalidad que ya era inútil, y que nos hacía desconfiar el uno del otro
- ....yo llegué a pensar que el espía era él y no Pettrigrew...y eso resultó fatal...
-  Y yo creía a pies juntillas que Sirius había asesinado a tus padres, que se había corrompido....
-  ¿Y ella no se enteró de nada? ¿No venía, que sé yo, de vacaciones? -Preguntó Ron.
-  No, su mundo vive de espaldas al nuestro. Cuando ella regresó debieron estar contentos de haber recuperado a uno de los suyos e interrumpir otra vez todo contacto. -Explicó Sirius.-
- Pero entonces -dijo Harry- ¿Cómo volvió?
- La trajo su vínculo con Sirius. -Contestó Lupin con una especie extraña de desdén
-  Pero yo no la llamé, lo juro. -Contestó Sirius irritado- aunque de algún modo la atraje sin quererlo. Mi madre había lanzado sobre nosotros una especie de amarre, un viejo hechizo tenebroso que liga a una persona al destino de la otra, y que yo, inconscientemente reforcé al sellarlo con aquel beso. Pero allí dentro, en prisión, yo ya ni siquiera pensaba en Ionnenmel. La vida me alejó de su recuerdo, me llevó por caminos más escarpados y desérticos. -Miró directamente a los ojos de Lupin y dijo- Yo también conozco la soledad, el rechazo, la desesperanza... Pero ella empezó a soñar conmigo, como había soñado con su abuela mientras estaba con nosotros, me veía  en todos sus  pensamientos; llegué a ser una obsesión para ella, como si ella misma estuviese allí encerrada, entre los sórdidos muros. Una y otra vez sentía el frío de los Dementores, la tristeza espesa de Azkaban -Harry se estremeció-. Su propia abuela llegó a soñar conmigo y, más que darle permiso para venir prácticamente la obligó. No podía tener ninguna unión con nuestro mundo ningún asunto pendiente. Debía saldar todas sus deudas. Al llegar aquí se puso en contacto primero con Dumbledore y se enteró de todo: de que yo había contribuido al asesinato de tus padres y de todos aquellos muggles, incluido Pettrigrew, de los crímenes de Voldemort y los Mortífagos, de que tú Harry habías sobrevivido...
- ¿Y aún así fue a verte a Azkaban?, -preguntó Ron-  ¿Creyendo que eras culpable?. No entiendo nada
- Cuando habló conmigo había sido informada también por el  Ministerio, que no le ahorró ni los más escabrosos detalles. Le concedieron permiso para verme una vez sólo, porque no era pariente. Por eso -miró a Remus- y sólo por eso, -remarcó- me propuso que nos casáramos. Yo no quería, me parecía mezquino,  pero era consciente de que no podía seguir solo y, por otra parte, su visita me removió y, por así decir, me debilitó más. Fue una vileza pero yo estaba al límite de mis fuerzas... Cuando Ionnenmel entró en aquel pequeño cuartito, oscuro y abyecto, rodeado por Dementores ávidos de chupar la pobre felicidad que una visita ofrecía a un prisionero, fue como el primer rayo de sol de una primavera que parecía imposible.  Un grueso vidrio nos separaba yo puse en él las manos y ella colocó las suyas del otro lado y fue como si su calor pasase a través del cristal, como un abrazo tras una larga ausencia. Estaba más hermosa que nunca, pálida y luminosa en aquella oscuridad devoradora, casi inmaterial en aquella sordidez. De hecho su aparición me turbó: era el último ser que esperaba ver, no sabía qué quería de mí, ni por qué estaba allí. Por un momento temí que hubiese venido a escupirme a la cara, a gritarme las cosas espantosas que sabía que todos vosotros pensabais de mí. Pero Ionnenmel no quería herirme...  sus palabras fueron un bálsamo: -Sirius paró un momento de hablar, como si ahogara un sollozo, estaba emocionado. Al cabo de un momento, como sobreponiéndose a sus sentimientos prosiguió-. Me dijo que creía en mi inocencia, que sintió mi desesperación y tuvo que venir a mí... Me animó... yo debía sobrevivir para que la verdad y la justicia prevalecieran, y para eso necesitaba tener sentimientos humanos, experimentar algo de alegría, de felicidad, de calor, aunque sólo fuera en forma de breves destellos. No quiso saber nada de mi versión de la historia, no preguntó nada: los detalles no le importaban. De hecho Ionnenmel sabe leer los pensamientos y necesita de pocas palabras. -miró a Lupin que asintió-. ¿Ella no te buscó?
Lupin se hundió nuevamente en un amargo silencio, como si las palabras fueran una carga que lo sobrepasara, como si sus propios pensamientos lo torturaran profundamente.... Al final, como saliendo de un agobiante traje opresor habló.
- Sí, me buscó, es cierto. En cuanto regresó ella se quiso ponerse en contacto conmigo a través de Dumbledore y trajo para mí el mejor de los regalos: la pócima que tomo cada mes y que me permite llevar una vida normal... investigó durante mucho tiempo para mí y lo hizo en secreto, por que la licantropía es considerada un tema Oscuro en su mundo y nadie se atreve a investigar pero ella lo hizo para mí. Me llamó, pero yo no hice caso. Los celos, el rencor, la envidia y el orgullo no son buenos consejeros... Me sentía el peor hombre de la tierra. Había leído lo de la boda en el Profeta, había visto su foto: te miraba con sus ojos grises, llenos de la luz de las estrellas y las flores que ceñían su pelo le quedaban tan bien, de pronto fue como si un cuchillo de matarife me abriera en canal,  y no quise volver a verla para que me diera explicaciones. La veía entre tus brazos, frágil como una flor e imaginaba vuestra noche de bodas con un fuego endiablado en el cuerpo, devorándome lentamente...

La Señora Weasley acababa de entrar. Puso una mano en el hombro de Lupin, maternal y comprensiva.
- ¿Arthur?
- Bien- contestó ella- le han dado el alta, vendrá un poco más tarde, con Billy...
-  ¿Tienes... tienes esa fotografía? -preguntó humilde Black, casi dulce...
- Es la única que tengo de ella -le contestó Lupin en un tono que advertía claramente que no estaba dispuesto a cederla ni a compartirla con nadie a ningún precio.- Durante todos estos años la he añorado con todo mi ser y al mismo tiempo odiaba echar de menos a alguien que me había dejado tirado como a un juguete usado. Después de eso llovieron los rechazos y los fracasos. Nada de bueno me ha sucedido desde que ella se fue, nada...  Y yo la imaginaba, por las noches, corriendo libre entre su gente formidable, arropada por la protección de su abuela, y, tarde o temprano enamorada de algún chico Eldar, fuerte y poderoso e inmortal... y luego, cuando... cuando leí que había vuelto... para... para casarse contigo... creí enloquecer. Allí estabas tu, un deshecho de pelo enmarañado y mirada demencial, demacrado y macilento, parecía que hacías un esfuerzo de titán para mantenerte en pie y ella, rigurosamente vestida de novia, rodeada de luz y más hermosa que nunca, mirando a la cámara con una leve sonrisa, como si estuviese muy contenta, como cualquier otra novia que se entrega al amor de su vida.... Así que me buscó, sí, pero yo, en vez de ir a su encuentro huí de ella... necesitaba pensar que se había unido a Lord Voldemort... yo que sé... 

Sirius miró a Lupin con una profunda compasión. Aquel tema los había separado durante años, aún hoy los separaba. Ionnenmel era como la tercera hebra necesaria en una trenza, une y separa a las otras dos mientras se encadena el pelo. Y así habían sido las cosas entre ellos: los había ligado mediante su amistad, los había separado en la disputa. Lupin se deshacía pensando en que ella había retornado por Black; Sirius se amargaba pensando que ella era su esposa, pero los sentimientos humanos que quedaban en su corazón, le pertenecían a Remus. El silencio creció y se hizo pesado como un plomo, opresor como una angina de pecho.
- ¿Y ahora? ¿Dónde está ella? -preguntó Harry deseando que alguien le dijera que el profesor Lupin aún podía tener futuro...
- Ha regresado entre los suyos, -dijo Sirius-. Cuando me fugué vino a despedirme a Hogwarts, cuando yo vagaba por el Bosque Prohibido. Nos sentamos en la espesura, como hacíamos cuando niños y hablamos largo tiempo. Ella necesitaba que yo la liberase, romper amarras conmigo. Podría haberla retenido entonces, me bastaba pedirle que se quedara y se habría quedado. -dijo suspirando amargamente- pero no me pareció justo.... Cuando huí, yo no lo hice por ella, sino por ti, Harry Tu eras mi máxima preocupación. Ya nada la ligaba a nuestro mundo, era libre, totalmente libre... sus deudas estaban saldadas. Imagino que debió dejarse ver aquí y allá para distraer a los aurores y finalmente volvió entre su gente... Permanecimos Después de aquella noche no supe nada más de ella. Tal como vino se fue...

La Señora Weasley, intentando ocultar su emoción,  recogió la bandeja con las tazas de té vacías y salió hacia la cocina, pero de pronto, como si recordase algo cambió de dirección hacia las habitaciones
- ¿Y... Mientras tu estuviste en prisión?. -Preguntó Hermione.
- Tampoco lo sé mucho... Kreacher aseguró que pasaba aquí los veranos, esta era al fin, la casa familiar... y el Ministerio debía indagar si realmente el matrimonio era algo real y no una treta o una forma refinada de huir. Imagino que vivir aquí se le hacía insufrible
- Pero dinos. -preguntó Hermione-  En Azkaban, ¿Cómo te salvó? Quiero decir. ella se casó contigo, te iba a ver cuando podía, entretanto buscó al profesor Lupin y trabajó en Hogwarts... ¿pero cómo podía ella ayudarte allí dentro? ¿Bastaba una visita al mes para que tú sobrevivieses?

Molly entró de nuevo llevando en la mano un paquete con varias cosas y se sentó en el corro haciendo aparecer una silla.

- Bueno, sí, creo que eso bastaría: el levantarse cada día con la ilusión de que la visita se acerca te permite vivir cada mes para que el mes pase y poder ver otra vez a alguien querido, el saber que fuera de aquellos muros tienes a alguien que piensa en ti... eso ya da fuerzas, pero además  -siguió Sirius- Desde aquella primera visita a la prisión en la que hablamos unos minutos sólo al despedirse me hizo un regalo..., insólito... Ella me dio un... un pollo asado.

Todos rieron. Era un regalo raro, en efecto. Ron apenas podía imaginarse aquel ser luminoso visitando al despojo humano que Black era entonces con un hatillo que contenía un pollo asado.
- Me dijo "Disfrutarás de este pollo, pero no hagas caso omiso de los huesos, son beneficiosos para la memoria, si eres un perro, claro." Agradecí el pollo, por supuesto porque hacía tiempo que no comía nada decente y, busqué en su interior una varita, no sabía qué; incluso traté  de fabricar una varita al unir los huesecillos, pro no parecía dar resultado, le daba vueltas a lo de buscar en la memoria repasando sortilegios y hechizos refrescando las cosas que con ella había descubierto en las clases de transformaciones...  hasta que, a los pocos días, transformado en perro, entendí y empecé a roer los huesos: estaban encantados. Cada hueso contenía un recuerdo feliz, una sensación delicada: el sol del invierno reflejado en el lago mientras yo remaba y ella reía, la fragancia de la tierra mojada al borde del Bosque Prohibido, la sensación de volar juntos en una escoba, la de correr a tu lado, Remus, bajo la luna llena, el brillo en sus ojos cuando volvía a mí y la tomaba en volandas tras ganar un partido de quiddich importante, ella y yo rodando por el suelo cuando jugábamos a pillar y yo la atrapaba y la tiraba entre risas, las estrellas brillando en un cielo negro y su dedo mostrándome a Sirio mientras susurraba "Tu estás allí" , su primera carcajada cuando dijo que no tenía ningún mono en la cara... en fin, eran... eran...
- Carnaza de Dementores... -dijo Lupin-.
- Sí, en su mayor parte. Sencillo pero eficaz. Ella me daba los recuerdos felices que habíamos vivido los dos juntos, los que ella podía tomar de sí misma. Yo se los arrojaba a los Dementores preservando mis propios recuerdos felices. La máxima discreción y magia Eldarim de primera: aunque me entregaban los pollos destripados, ningún control de Azkaban detectó los hechizos... Con esos recuerdos y una varita podría haber formado unos magníficos Patronus... -Sirius sonreía levemente- pero además,  en cada pollo había un recuerdo, uno sólo, que era para mí, para mantenerme vivo, era... se escondía en el fémur del pollo -Sirius callaba como si estuviera a punto de decir algo que dañaría profundamente a su amigo- cada vez que estaba al límite de mis fuerzas. , cada vez que creía enloquecer, me transformaba en perro y buscaba el hueso del fémur... eso me mantuvo con vida...
- ¿Y qué era ese recuerdo? -Quiso saber Harry.
- Bueno, era el recuerdo de ella que sabía que me haría más feliz, el momento en que ella percibió que yo estaba tocando el techo de mi felicidad a su lado.

Molly empezó a deshacer el paquete. Había varios objetos: una capa de tela gris, pero que al abrirla parecía iridiscente, metalizada; un pequeño prendedor plateado, en forma de hoja del bosque pero sembrada de runas diminutas e ilegibles, una trenza hecha con un mechón de pelo dorado,. Semejante a una espiga de trigo crecida bajo el sol y una foto de grupo de alumnos de Hogwarts el día de su graduación.

- Creo -dijo- que esto pertenece a esa mujer de la que habláis. Lo encontré en la basura y pensé que o tal vez era basura o tal vez Kreacher quería deshacerse de esto y lo guardé. Perdona, Sirius, luego lo olvidé.

Fueron mirando aquellas cosas de una en una: la capa, que Remus se acercó a la cara como si quisiera recuperar el cuerpo que alguna vez había cubierto. El pequeño prendedor que Sirius se puso en su ropa, sin intención de compartirlo con nadie, la rubia trenza que pasó de mano en mano y la foto, en la que había mucha gente feliz por graduarse y tres personas que no podían ocultar su desazón: Lupin, a la izquierda, Sirius detrás del grupo, como queriendo ocultarse y Ionnenmel a la derecha, al lado de Lily haciendo resplandecer las zonas grises de la foto con un poquito de su luz. Y con esa luz, nueva y sorprendente  Harry iba viendo aquellas antiguas vivencias: el lado de juerguista despreocupado, de joven prepotente, que acompañaba a Sirius iba disipándose. Cuanto más miraba  Harry aquel grupo mágico de estudiantes bulliciosos que no podían ocultar su excitación, más lamentable le parecía su historia. Aquella tristeza de Lupin, y la de Ionnenmel... Por un momento permanecieron todos callados. Harry pensaba en los años en que aquellas personas y sus propios padres compartieron la vida: Miró a aquella misteriosa mujer, tan cerca de su madre, y las imaginó claramente en la sala Común de Gryffindor confiándose secretos, haciéndose peinados y pruebas de pinturas. Su madre le hablaría de James, ella de Remus o de Black, o de ambos... imaginaba a Ionnenmel convenciendo  a su madre para salir con su padre, maquinando sin saberlo ella, el hecho de que Harry pudiese sostener aquella fotografía, tiempo después. Tal vez parte de su destino humano hubiera sido urdir la trama de la vida de personas ignotas, como él...  ¿Alguna vez -se preguntó- se había creído aquel  grupo de personas, todos magníficos, todos guapos, todos brillantes y temerarios, que serían felices? ¿Habían soñado con un trabajo, una esposa, probablemente hijos.? Harry miró a sus padres, cogidos de la mano ¿Habían contemplado la posibilidad de ser asesinados sin poder verle crecer a él? ¿Y los  Longbotton? ¿En sus sueños de adolescentes enamorados habían sospechado la posibilidad de sobrevivir a una terrible maldición cruciatus internados de por vida en San Mungo con las cabezas perdidas en los marasmos e la locura? Por hablar de los más afortunados, de los que habían visto realizadas sus aspiraciones, habían formado matrimonios y habían tenido hijos... y aún esos eran unos perdedores ¿quién les había engañado?. ¿Por qué Ionnenmel y Remus no se habían casado, por qué no habían tenido siete hijos como los Weasley? ¿Por qué su propio padrino no se había casado con otra chica, por ejemplo aquella que reía a su lado,  fuera quien fuera?  ¿Por qué no se habría casado de verdad con Ionnenmel, triunfador de aquella lucha sorda por su amor? ¿Por que ella no estaba allí aquella tarde, luchando con ellos?. Harry apretó fuertemente los ojos tratando de pensar en qué les depararía a ellos la vida... Entonces llegó a sus manos el mechón de cabello dorado de aquella amiga de su madre, de la mujer de su padrino, la amada del mejor profesor que jamás había tenido y deseó materializarla con tanta intensidad como lo deseaban los adultos, perdidos en sus recuerdos...



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