La dulce voz de la batalla

01 de Junio de 2004, a las 00:00 - feandil
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Capitulo II

 Había salido el sol, el cielo estaba despejado como de costumbre salvo por un par de nubes que se visitaban en el horizonte. Irwenor veía distintas especies de aves que deambulaban por el lugar. Pequeñas flores crecían al lado del camino. Encontró la naturaleza tal cual la había soñado. El deseó haberse quedado en las verdes praderas que veía. El viejo Rynch dormía como un oso invernando, soñando, seguramente, con riquezas de todo tipo alrededor de él.
 Klor predecía buen tiempo hasta para dos días más, pero no aseguraba nada. La adivinanza del tiempo, no es tarea fácil, es un arte viejo, pero a su vez difícil. Irwenor no entendía porque tanta preocupación por el tiempo, pero se dará cuenta seguramente en las aventuras que le esperan.
 Los seis hombres  y el joven Irwenor prepararon los caballos para la nueva aventura que les esperaría. Irwenor ya arriba del caballo, esperaba ansiosamente la seña de Klor para dar inicio a la partida. No sabía si quería irse. Había llegado el momento que esperaba, el momento para irse de esos parajes. Pero la posada del viejo Rynch, era para él como un hogar. Sus pensamientos no estaban del todo claros, pero ahora no podía dar vuelta atrás. Lo único que podía hacer, era mirar para atrás, ver la posada por última vez y partir hacia donde lo llevaban estos extraños hombres.
 Ya el sol estaba sobre sus cabezas, todos estaban hundidos en sus profundos pensamientos. Irwenor ansioso por conocer el significado de la aventura, se acerca a Klor para pedirle una explicación de la situación:
-¿Cuál es exactamente el significado de nuestro viaje?
- Veo que te has adelantado a lo planeado- El anciano seguía con la misma expresión en el rostro, sin dirigirle la mirada a Irwenor, quien esperaba ansiosamente la respuesta- bueno te contaré toda la historia.
" Tu abuelo y yo éramos muy buenos amigos. Bruhum, el magnifico. Matamos incontables de veces a servidores del lado oscuro. No había rival que nos pudiera vencer cuando estabamos juntos.  Salvo uno quien fue el que nos arruino la amistad, el inmortal. Bruhum creó la sortija con el poder suficiente como para vencerlo. Usó la sortija para debilitarlo, pero tu abuelo cayó en su trampa, lo que lo llevó, lamentablemente a su muerte. Todo el mundo creía que el inmortal había muerto, pero solo estaba debilitado, escondido por sus asquerosos secuaces. Todos sus sirvientes fueron en busca de la sortija, destruían pueblos, grandes murallas, y muchisimas vidas desperdiciadas. Cuando yo me enteré de esto era demasiado tarde para ir a ayudar a tu abuelo, ya que había sido asesinado por los secuaces del inmortal.  Por suerte la sortija quedó en mis manos. Yo sé que tu abuelo querría que nuestro enemigo sea derrotado para devolverle la felicidad al mundo. Pero la sortija no surgía ningún efecto. Varios valiosos guerreros, sabios y magos,  se perdieron en el intento.   Pero luego de unas deducciones, me enteré de que solo puede ser utilizada por un pariente de tu abuelo. Por eso es que estas aquí"
- No entiendo porque no se la dieron a mi padre.
- Creo que no te contaron acerca de tu padre. Hubiera cambiado la sortija por un vaso de cerveza.  No era el hombre indicado para realizar semejante proeza.
- Nunca conocí a mi padre, me hubiera gustado haber podido tener un ejemplo de vida. Estuve toda mi vida con ese anciano, que lo único que me hacía hacer, era trabajar en esa sucia posada. Me hubiera gustado tener un padre de verdad y que me sirva como ejemplo, uno con el cual yo pudiera salir a jugar, y compartir momentos juntos. Quisiera haberlo conocido, y vivir junto a él.
- No creo que ese sea un ejemplo para un chico como vos.  Te mereces un padre más responsable que ese. No me gustaría verte como él.
- ¿Entonces yo tengo que matar al inmortal?- Una sombra cubrió el rostro del chico.  Nunca se hubiese imaginado semejante tarea.
- Se cree que hay otras soluciones, pero la teoría de que sois el único en vencerlo es la más cierta- se frotó la larga barba y continuo - No irás solo, tendrás toda la ayuda que te podamos dar. Ahora solo debemos preocuparnos por llegar  a Rott. Klor se adelantó, dejando al niño solo, en el fondo.
Llegada la tarde, Irwenor tenía mucha hambre, puesto que no había comido en todo el día. Miró alrededor, todo lo que se podía ver era una extensa llanura verde, sin árboles donde poder refugiarse en la noche. En el oeste apenas se llegaban a ver los picos más altos de las colinas verdes. Para el este se veía un sendero que conducía en línea recta varias millas. No había señales de vida animal, las aves habían dejado de cantar hace muchas millas atrás.   Ya estaba empezando a hacer frío cuando Klor dio la señal para que el viaje hiciera un alto. Irwenor se alegró demasiado al escuchar las palabras del anciano. Estar con las simples ropas que él tenía, no cubría el intenso frío que sentía.  Estaba todo oscuro, la noche parecía inquietar a Irwenor, pero a las demás personas del grupo parecía que estaban alegres con la oscuridad tranquila. Se frenaron al lado de un bosquecito, y se internaron en él, para resguardarse del frío.
- Hasta acá llegamos hoy, mañana saldremos con la salida del sol. Hará falta hacer guardia esta noche, en un desierto como este, se dice que a la noche muchas criaturas hambrientas salen en busca de alimentos. Las grandes manadas de bestias salvajes son vistas muy a menudo por estos pasajes, pero no queremos que hoy sea un día de estos, ¿no?.
Oghort y Uryfeh buscaron la madera más ceca que encontraron. Se dificultó la tarea de prender una hoguera. Ya que la madera húmeda es muy difícil de prender, incluso con la poca magia que Klor utilizaba para ayudarlos.  Luego de varios intentos, se logró encender una pequeña llama que apenas servía para calentar los cuerpos desabrigados de los viajeros.
La primer guardia fue para Zort y Irwenor. La idea de hacer guardia la primer noche no le gustó para nada a Irwenor que temía que salga cualquier animal atraído por las pequeñas llamas de la hoguera. Pasó una hora desde que empezaron a hacer guardia cuando por fin Zort habló:
- Yo conocí a tu padre y a tu abuelo. Yo era un niño, conocí a tu padre en el campo de mi abuelo. Tu abuelo le encargó al mío que se haga cargo de su hijo, o sea tu padre, cada vez más seguido y cada vez más tiempo. Con el paso del tiempo, nos fuimos haciendo amigos, el era cinco años más grande que yo. Que bien que la pasábamos... - su relato se interrumpió para que Zort pudiera secarse las lágrimas que le caían por la mejilla-... disculpa, pero éramos grandes amigos. Vagabundeábamos juntos por todos lados, espantando a las aves y persiguiendo a los caballos salvajes. Mi abuelo nos dijo que hacíamos un buen equipo juntos, casi tan impresionante como Bruhum y Klor. Pero desde ese día empezamos a vernos menos, él encontró un libro de hechicería de tu abuelo, y en vez de jugar conmigo a los caballeros, se la pasaba lanzando hechizos que siempre terminaban quemando mi espada de madera, o haciéndome caer al barro. Yo lo tomaba como un juego, pero al ver el rostro de tu padre, lleno como de una maldad, veía tanta codicia en sus ojos que me daba miedo acercarme. Pero luego de prenderme fuego la espada o de tirarme al barro, volvía en sí, preocupándose por mi salud. Yo notaba que tu padre luchaba interiormente contra alguna fuerza mayor que lo obligaba a cometer maldades, aún cuando él no quisiera.  Pero mi abuelo me dijo que no me meta esas ideas en la cabeza. Me decía muy seguido, que era solo una etapa de su vida, que ya se le iba a pasar. Me comentaba que todos los chicos se emocionan con trucos nuevos, y siempre tratan de mostrarse. Después de pasar diez veranos juntos, se enamoró de tu madre, eran muy felices, pero luego de la muerte de tu madre desapareció misteriosamente, luego de la huida de inmortal. Yo entré en el ejercito, deseando algún día encontrarme con mi antiguo amigo. Pero nunca lo logré. Ya sin esperanzas, renuncié al ejército y me dedique a ser mercenario, que pagaran por mi espada. Nunca pude ganar bien, pero me pesa mucho más haber perdido a un amigo. Esta misión la acepté gratis, sin cobrar nada, porque estar con el hijo de mi mejor amigo, y ayudarlo, me da satisfacción, y siento que estoy ayudando a tu padre.
Así terminó el relato, Irwenor parecía una estatua, no entendía porque de un día para otro, se hizo irresponsable y estúpido como le habían contado. Se paró enfrente de la hoguera y se atrevió a preguntarle a Zort.
- ¿Porqué crees que mi padre abandonó todo?
- Creo que tu padre quiso tener a tu abuelo cerca, para poder tener alguien quien lo ame de verdad. Según yo creo, él le sacaba los libros a Bruhum, y se estudiaba los sortilegios básicos, y así crecer y llegar a ser un gran mago y demostrarle a su padre que podía confiar con él para hacer sus viajes. El tiempo pasó, y creo que se rindió. Tu padre estaba tan hundido en sí mismo, que según me enteré un día, lo único que pudo sacarlo del borde del precipicio fue tu madre. Pero luego de su muerte entró devuelta en ese precipicio, pero no había nadie para cubrírselo, ya que tu abuelo estaba peleando con el inmortal. Según dicen en el oeste, a tu padre lo vieron en el norte, cerca de las montañas sagradas. Pero la gente esa ven todos los días alusiones, esa zona es bastante terrorífica.
Así terminó el turno de guardia de Irwenor y Zort, quienes fueron reemplazados por Oghort y Uryfeh. Irwenor no podía dormir a causa de la conversación que tuvo con Zort. No le entraba en la cabeza como su padre hizo para derrumbarse si tenía buena capacidad para la hechicería. Sin duda alguna, Irwenor creía que si su padre estuviera, sería un gran rival para Klor, aunque mucho más joven. Cuando Irwenor consigue pegar un ojo, se escucha un grito seco y corto, interrumpido por un grito estremecedor. Irwenor se congeló hasta el corazón, pero Klor, Fruk y Zort, se levantaron de un salto yendo a la hoguera, advirtieron que solamente estaba Oghort. Asustado como estaba, el chico escuchaba atentamente la conversación:
- ¿Dónde rayos fue Uryfeh?- preguntó uno, que por la voz parecía a Fruk.
- No sé, salió a dar un paseo, por lo menos es lo que me dijo él.- A Oghort le temblaba la voz al decir esto.
- Quédate aquí Fruk, y cuida al niño, Brieh cuida las provisiones, si andan las bestias cerca, no quiero que toquen las pocas cosas que tenemos. Zort y Oghort vengan conmigo. ¡Rápido!.-
Y así salieron en busca de Uryfeth. Al cabo de dos horas volvieron con Uryfeh al lado. Su aspecto era normal, sin ningún cambio. Irwenor notó que su camisa estaba manchada con sangre. También notó una amarga expresión en su rostro.  Para ese entonces Irwenor ya estaba sentado junto a la hoguera.  Cuando logran instalarse todos alrededor de la ardiente hoguera, Uryfeh contó lo que le había pasado.
" Estaba haciendo guardia, todo estaba mal. El frío me helaba el corazón, el ambiente no me es familiar y no sé con que me voy a encontrar. En todo esto escucho un movimiento que llama poderosamente mi atención. Pensé en ese instante en los caballos, pero no escuchaba que anden mal. Se me ocurrió salir a fijarme si todo estaba bien, pero al internarme en el denso bosque, encontré que faltaban uno de los caballos, precisamente el mío.  No pude aguantarme más, y salí en busca del mismo. Pero, lamentablemente, al llegar a un claro, lo encontré ahí, tendido en el suelo, y con una bestia, que parecía una rata, peor que eso, era mas grande, de un color gris, que apenas se distingue de la oscuridad. Desgarraba su carne con agresividad. Mi caballo todavía estaba vivo, no le quedaba mucho, pero notaba como respiraba con dificultad. Sus ojos me miraban con desesperación mientras la bestia lo comía. Me acerque cautelosamente, mientras mi ira aumentaba. Tenía los ojos grandes y una boca curva. Un hermoso collar le apretaba suavemente la piel."
-¡Ratles!- dijo Klor- Son una mutación de las ratas pero mucho más inteligentes y grandes.- Se interrumpió con una mirada al oeste- Es obra del gran mago Sebhathiar el grande. Vendió sus servicios al inmortal luego de la segunda guerra de la compañía.
-¡Qué guerra!- exclamó Zort. -murieron un montón de vidas inocentes.
- Esa guerra fue testigo de como nos traicionó Sebhathiar. Creo que dentro de poco tendremos un encuentro con él, pero no uno amistoso, puede que haya catástrofes.- terminó Klor.
-Déjenme terminar- dijo Uryfeh.
 " Ni un instante más me quede ahí, saqué mi espada al instante y salí en la cacería del animal. Lo corrí varios metros, pero se me iba alejando cada vez más, hasta que se me perdió de vista. Volví donde estaba el caballo tendido, la sangre le salía del estomago como un volcán en erupción. Lo terminé de matar para que no sufra más. Ahí largué el grito de desesperación.  Pero me dolió mucho, y con mucha pena escarbé un pozo, al lado de un roble grande. Lo enterré entre la oscuridad de la noche, me costó mucho transportarlo, pero lo logré luego de mucho esfuerzo. Ahí quede de rodillas mirando a mi pobre caballo, el que tanto me acompaño por sendas enemigas en otros tiempos. Pero ahora se fue, nunca más volveré a verlo. Pero si me llego a encontrar con esa miserable bestia, le rompo el pescuezo."
- Muy probable que te encuentres- interrumpió Klor- Hay miles de criaturas como esas, encontrarás muchas más en este camino. Pero lo que sí puedo asegurarte es que según las características que nos contaste, es el rey en su manada- al decir esto Uryfeh lo miró con asombro, pero el mago siguió- Solo el rey tiene un collar de oro con una perla verde en el medio. Seguramente vos no viste la perla porque estaba llena de sangre. Pero dicen que esa perla da poder y sabiduría a aquel que la posea, pero eso sí- dijo con expresión sabia- solo le da poderes a las criaturas del mal, ya que fue hecho por Sebhathiar.
- Mi pobre viento veloz- se lamentaba Uryfeth con la cabeza gacha- por lo menos moriste en manos de una bestia de alto rango. Por eso mi venganza será terrible y sin piedad.

"En lo alto de la llanura
va galopando viento veloz, 
pero en la maldad de la noche
lo acecha esa bestia,
con la mirada fría y maligna,
que arranca la vida de su corazón,
 pero siempre,  estará en el alma
de quienes lo aman"

 Esta canción entonó por primera vez Uryfeh, en el valle de Lomyr, que repetirá muchas veces en esta aventura, en los tiempos de soledad y angustia. Esta canción se haría un éxito en la tierra del norte, considerando a viento veloz un gran caballo.
 Volviendo al camino, Irwenor no se dio cuenta que no durmieron en toda la noche. Siguieron caminando casi todo el día, sin pronunciar una palabra, salvo una que otra para hacer un alto. Uryfeh iba con la cabeza gacha, lamentándose la gran pérdida de su caballo.  El valle que estaban cruzando se les hacia interminable. No había señales de vida por ningún lado, salvo uno que otro viajero misterioso. El sol no apareció en los siguientes tres días, tiempo que duró el camino por el valle. Pero cuando estaban por llegar al gran bosque de Lymor, el sol se asomo por entre las nubes, desapareciendo estas totalmente. La primavera estaba empezando a aparecer, el canto agradable de los pájaros, hacían que a Irwenor se le alegrara el corazón y por primera vez en el viaje se sintió feliz. El que no parecía nada contento era Fruk, quien andaba con el ceño fruncido todo el tiempo. Lo más alarmante para Klor, era el estado de ánimo de Uryfeh, quien seguía con la cabeza gacha, cantando su canción en honor a su caballo. Cada vez que terminaba de entonar la canción una lágrima caía por su mejilla.
 

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