La dulce voz de la batalla

Llegó la noche en el gran bosque de Lymor.  Siguieron por un angosto sendero hasta el claro más grande entre los amenazadores árboles. A los costado de los viajeros, había un arroyo que en antiguos tiempos pareció ser un gran río. Ahora el arroyo era muy chico, casi pasó inadvertido, seguramente desemboca en los rápidos del oeste. En una oscuridad total se estaban preparando para acampar, cuando escucharon el ruido vigoroso de un caballo. A Uryfeh le vino a la cabeza la posibilidad de que su caballo hubiera vuelto a la vida, pero ese pensamiento se le desvaneció cuando vieron que venía un jinete montado. Todos estuvieron dispuestos a sacar sus armas, cuando el extraño jinete levantó la mano dando señal de saludo.
-¿Quién anda por ahí?- exclamó el extraño.
- No te apresures. Si tu no nos dices primero quién eres extraño viajero, tendrás tantas flechas clavadas en tu pecho como palabras hayas dicho en toda tu vida.
-¿"extraño viajero"? Estáis en los campos de Cahum. Todo esto es mío, y la magia del bosque caerá sobre vosotros si algo le pasara al viejo Cahum. Ya tuve suficientes batallas por hoy, así que no se molesten en atacarme.
-¡Viejo y querido Cahum! Tanto tiempo sin sentarnos juntos a la luz de una hoguera para hablar tranquilamente como en las viejas épocas.- Klor salió al encuentro del jinete.
-¡Oh! Klor. Tanto tiempo sin vernos, tanto trabajo me cuesta mantener tranquilo a este bosque que ya no me junto con mis viejos amigos. ¡Qué alegría!
 El jinete se adelantó entre la espesura de la noche. Apareció de entre las tinieblas que rodeaban el bosque, un señor de avanzada edad, la barba blanca llegaba a ser más grande que la de Klor, pero erguido en su negro caballo, parecía una figura noble de y gran sabiduría. La túnica grisácea que caía por su cuerpo, estaba llena de sangre. Saliendo de la oscuridad, manteniendo en sus manos un farol que largaba una potente luz enceguecedora, los guió hacia una cabaña no muy lejos de ahí. En la entrada de la casa esperaba un perro de color marrón. Tenía un tamaño grande, y las orejas le colgaban como las hojas de una flor marchita. Se alegró tanto de ver a su dueño, que de un salto lo derribo al suelo. Cahum incorporándose de la caída y sacándose como pudo a su perro de encima, los condujo al interior de la cabaña.
 Era una cabaña de madera, pero se notaba una gran resistencia. Adentro, el lugar era acogedor, la gran hoguera donde bailaban las lenguas de fuego, calentando notablemente la cabaña. Se sentaron todos alrededor del fuego, y ahí hablaron sobre el viaje que estaban emprendiendo con Irwenor. En la parte de la muerte de viento veloz, Cahum levantó la cabeza con asombro. Enseguida se incorporó y dejó que terminen de narrar hasta llegar aquí. Al final de la narración, Klor se puso de pie y exclamó
- Dejemos ahora que Cahum nos cuente por que nos dijo que había librado una batalla este día.- Con una mirada sombría, Klor dejó que su viejo amigo tomara la palabra
-Bueno- dijo Cahum mirando a todo el grupo, que esperaban la respuesta- Al fin mi historia concuerda con la suya- hizo una breve pausa para tomar aliento y ordenar sus pensamientos- Desde hace varios días, unas bestias raras entraron en mi bosque, comiendo varios de mis caballos, y a un montón de mis vacas. Por eso es que las corro día y noche, matándolas al verlas correr entre las hiervas. Pero son muchas las que quedan todavía, pero las disminuí bastante ya. Pero nunca vi a la que ustedes me dijeron que es el rey. Si llega a entrar en el bosque, se va a llevar muchas sorpresas, ya que tengo puestas, en todos los rincones del lado este, trampas para matarlas. En el oeste del bosque no vi ninguna, por eso no he puesto trampas. Mi magia no es suficiente como para atacarlas, es como si estuviesen protegidas por magia superior.
- Para no ofender mi buen Cahum- Klor empezó a decir- tienen una magia superior a la nuestra. El rey de esas bestias tiene un collar con un poder misterioso. Eso hace que estén protegidos por Sebhathiar.
 La cara de Cahum se endureció por un momento, y Irwenor notó que un miedo vagó lentamente por su cuerpo.
- Sebhathiar...  - balbuceo - ¿No estaba de nuestro lado?
- Veo que no te han informado últimamente. Ahora está del lado del enemigo. Lamentablemente sus poderes están del lado del inmortal.
 Siguieron hablando de otros asuntos, pero Irwenor se quedó dormido al calor de la hoguera que flameaba ondas de calor. A la mitad de la noche Irwenor se despierta repentinamente, y vio que Cahum estaba sentado con la cabeza entre las manos y murmurando "las doce bestias...", "la sortija...", "pobre chico, espero que pueda lograrlo...". Pero el sueño lo dominó devuelta a Irwenor, cerrando los ojos entró en un profundo sueño.
 A la mañana siguiente lo despertó Oghort a los zamarreos. En la mesa se podía ver un rico desayuno. La cantidad de cosas que había para comer, el ambiente era alegría. Por primera vez Uryfeh había dejado de lado el llanto, y se le dibujó una sonrisa en la oscura cara. Fruk era la única vez que Irwenor lo había visto sonreír en el viaje. De todo lo que había para comer, Irwenor solamente tomó un vaso de leche de cabra, y unas tostadas. Pero la manera que comía Fruk, parecía que no comía en años, y como si esa fuese la última comida de su vida.
 Sin perder más tiempo, Klor hizo una señal para que el grupo continuase con el deber
- Justo cuando me empezaba a gustar el bosque... - dijo Fruk con resentimiento.
-¿El bosque o la comida de la cabaña?- Brieh lanzó la pregunta al aire.
- Una palabra más y te arranco los huesos, petiso- dijo Fruk cambiando el tono de vos. Brieh se quedó callado luego de las amenazas de Fruk. Pero bien sabía que no le iba a hacer nada estando del mismo bando, y más aún al mando de Klor.
 Klor subió a su negro caballo, y dijo para todos -Ahora seguiremos a Cahum por el sendero del bosque, para llegar a Rott.