Regreso a la Tierra Media

11 de Agosto de 2004, a las 00:00 - Ruby_Bolsón
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Capítulo 1

Mi  historia, aunque pueda parecer lo contrario, es real.
Comprendo que después de leerla, muchos de ustedes lleguen a pensar que estoy loca, que no tenia otra cosa mejor que hacer que inventarme toda esta locura, pero puedo asegurar que es verdad.
Me llamo Lauree, y la mayor sorprendida fui yo. Jamás imaginé que si pedías un deseo con tanta fuerza y tanta fe, se podría llegar a cumplir... pero sucedió, y me siento contentísima de que haya pasado.
No he relatado jamás mi historia, pues mi miedo a que nadie la creyera era inmenso, y quizá esto quedará en las paginas de este diario, para que algún día alguien lo encuentre y piense: ¿Qué clase de loca escribió esto?
Pero eso se ha acabado; ahora tengo 23 años, y han pasado casi 5 años desde que ocurrió. Deseo contarlo, y, por ello, esta es mi historia:



Por ese tiempo tenia 18 años. Era una jovencita muy alegre, que acababa de entrar en la universidad y vivía en un piso con sus 4 mejores amigas. Ellas eran: Dessy, Valentine, Ivonne y Sheyla. Éramos como una piña y cada noche era una juerga!
También tenia un novio, Sean. Durante el tiempo que tuve mi vivencia me olvidé de él, porque... bueno, todo a su tiempo; relataré eso más tarde.
Ese día en concreto acababa de salir de la facultad. Era el día del aniversario de la muerte de mis padres, y estaba completamente desolada... pero intentaba disimularlo ante todo el mundo, pues no me gustaba que se compadecieran de mi. Mis padres habían muerto en un gran accidente de trafico, en el que murieron cinco personas mas. Fue desastroso, y tardé mas de medio año en salir de mi casa. me quedaba allí días enteros devorando libros, de los cuales me refugie especialmente en El Señor de los Anillos. Siempre soñaba escapar a esas tierras maravillosas plagadas de seres extraños, para evadirme del resto del mundo e imaginar miles de historias. Sobre todo, siempre soñaba que era una hobbit, pues eran mis personajes favoritos. Me parecían tan humildes, bondadosos... que de verdad me hechizaban. Siempre he dicho que soy hobbit de corazón, cosa de la que mis amigas se han reído mucho toda la vida...incluso llegué a averiguar mi propio nombre en hobbítico: Ruby Bolsón. Lo había encontrado en Internet(estas nuevas tecnologías... tienen de todo), y me hizo muchísima ilusión ver que mi apellido era ese: Bolsón, como mi admirado Frodo.

Conociendo mi problema, mis amigas del alma me propusieron alquilar una residencia en el centro de la ciudad. A algunas, como Dessy, sus padres no la dejaban, pero se impuso a ellos, y todo por mi...
Estudiaba periodismo, y por ese tiempo teníamos mas horas libres que ninguna otra. Me dirigí por el camino de setos bien recortados hasta mi residencia,, donde probablemente aun no estarían mis amigas.
Caminé por el pequeño sendero que había que atravesar. Me llevaba muy bien con todo el mundo, y a cada paso que daba tenia que pararme a saludar y hablar con algunos de mis compañeros. Muchos chicos se dedicaban a mirarme desde las sombras de los árboles, y algún que otro lanzado me decía alguna que otra palabra que nunca entendía, pues la sofocaban casi por completo sus compañeros con una oleada de risas. En verdad estaba deseando llegar a mi piso; eran aun las 7 de la tarde, y tendría al menos 3 horas para leer un rato mi libro favorito: El Señor de los Anillos.
Al llegar al pequeño piso y abrir la puerta, mis ilusiones se fueron abajo, pues Yvonne se encontraba en el sillón durmiendo. Sonreí al verla, con un atisbo de compasión. Es lo que podríamos llamar una "empollona". Es estudiante de medicina, aunque su verdadera vocación siempre ha sido la psicología, y se mata estudiando. Al acercarme a ella observe que en su regazo tenia un libro que trataba sobre las disoluciones y no se que mas...respiraba acompasadamente y sus gafas estaban en la punta de la nariz. El pelo castaño larguísimo lo recogía en una cola de caballo. Le retiré el libro y las gafas y fui hasta mi habitación, en el fondo del pasillo.
Al entrar, me envolvió el aroma de mi incienso. Siempre me encantaba dejar una varilla en el quemador, pues resulta muy relajante, aunque mis compañeras digan que apesta o que es muy dulzón. Enseguida abrí la ventana, que daba al impresionante campus universitario, una extensión de terreno verde, con grandes setos de diversas formas a os lados y una hilera de edificios en los que se encontraban las diferentes facultades. De fondo, además se vislumbraban las montañas, grandiosas y un poco nevadas, pues era invierno.
Me recosté en la cama, y enseguida ladeé la cabeza. Sonreí al ver el libro que allí se encontraba: La Comunidad del Anillo, uno de los libros mas impresionantes que he leído jamás. Lo comencé a leer después de la muerte de mis padres, como ya he dicho. Bueno, he olvidado mencionar que por esa época, en el año 2003, el boom de El Señor de los Anillos se encontraba además en su máximo apogeo: las películas habían tenido un éxito rotundo, había recibido mas de 10 oscars y se estaba barajando considerarlas como las mejores películas de la historia, y con razón, pues son magníficas!
Justo cuando iba a tomar el libro en mis manos, la puerta se abrió y se oyó un grito que nos era muy familiar a todas:

- ¡¡¡Weyyyyyyyyyyy!!!

Eso significaba que Sheyla había llegado a casa. rápidamente me dirigí al salón para darle la bienvenida con un grito similar. Ivonne ya estaba totalmente despierta y le echaba la bronca a mi amiga por haberla despertado. Se quejaba de que le iba a dar un ataque al corazón por su culpa. Ivonne es así, siempre lo ha sido.

- Deja a la pobre Sheyla Yv, que seguro que ha tenido un día muy ajetreado rodeada de animalillos ¿verdad?
- ¡No me hables de bichos!-respondió Sheyla- creo que es lo ultimo que necesito... un asqueroso bebé caimán ha estado a punto de arrancarme el pulgar...

Sheyla era un proyecto de bióloga. Jamás ha tenido claro que le gustaría estudiar, y ahora esta convencida de haber elegido mal, pues odia a los animales un poquito mas cada día.

- De acuerdo, basta por hoy de animales-dije con una carcajada-. ¿Has visto a Valentine hoy?
- Pensé que estaríais juntas. ¿Es que no estáis en la misma facultad o que?- replicó Sheyla.
- Si, pero mencionó algo de que iba a venir muy tarde. Creo que ha quedado con Andrew.
- Es posible-saltó Ivonne-, no podría pasar un día sin el!! ¡que suerte tienen algunas! Yo tengo que conformarme con ver a Francis una vez en semana, y a veces ni eso...

En nuestro piso todas teníamos novio, excepto Sheyla, que no le interesaba tener ninguno. Según decía, le encantaba ser libre y vivir a su aire.
De todas formas, nunca los veíamos, salvo los fines de semana y algunas de las fiestas que se organizaban en el campus. En realidad yo era una de las mas que veía a mi novio, pues tenia coche y podía desplazarse fácilmente, aunque no siempre, pues muchas veces tenia que trabajar.

- Bueno Ivonne, no empieces, no empieces... que aquí estamos todas iguales- contesté.

En ese momento apareció Dessy, la estudiante de biología feliz. Dessy era una grandísima empollona, pero lo vivía. Le encantaba estudiar, y para ella todo un día encerrada en la biblioteca estudiando, era un don del cielo. Vivía para ello, y la biología marina era su pasión. Casi nunca la entendíamos, pues cuando nosotras decidíamos tomar la tarde libre e incluso habíamos convencido a Ivonne para venir con nosotras, ella insistía en quedarse en casa, entre todos sus libros y animales muertos, aunque siempre le manifestáramos nuestro desacuerdo en llevárselos al piso.
Deis era guapa, rubia y con los ojos azules. Muchos chicos andaban detrás de ella, pero ella solo tenia ojitos para su Bernard, con el que llevaba saliendo casi un año. La verdad es que hacían una pareja graciosa, aunque el no pegara mucho con ella, pues no estudiaba y era carpintero o algo así... no recuerdo bien, pues no legué a tener mucha amistad con el.

- ¿Cómo están ustedes?- dijo alegremente, con los ojos azules muy brillantes.
- Pues esperándote para que te pusieras a cocinar, que hay hambre y hoy te toca a ti, guapetona.- le dijo Sheyla.

A la media hora todas nos encontrábamos en la cocina degustando unos huevos fritos con patatas, la especialidad de Dessy. Mientras lo hacíamos, hablábamos de nuestras cosas. Era muy agradable compartir una cena de modo cordial con tus mejores amigas. No sabia que esa iba a ser la ultima noche que pasaba junto a mis amigas del alma...

La tarde comenzaba a caer cuando recibí una llamada. Era Sean, que me llamaba como todas las noches. Yo había pasado una semana muy mala, pues los exámenes estaban fastidiándome ya, y casi no había manera de que pasara del 5. mi carrera se estaba volviendo muy oscura, pero ahí estaba siempre Sean para animarme. Mientras hablábamos, quedamos para ir al cine la tarde siguiente, para celebrar que hacíamos 2 años ya. Estaba muy ilusionada, y quedé con el en que me viniera a buscar a las 12 de la noche del día siguiente... todo parecía indicar que pasaría un día maravilloso, con mi novio, en el cine y luego en su apartamento, con una cena romántica a la luz de las velas... ¡Se me hacia la boca agua nada mas en pensarlo! Ojalá hubiera sabido que mi plan esa noche iba a ser distinto... extrañamente distinto...


Tras leer un rato esa noche y quedarme por la llegada de mis personajes favoritos a las minas de Moria, caí en un profundo sueño. Esa noche comenzaron las cosas extrañas, pues soñé con un hombre, un hombre viejo, que tenia una barba blanca. Fue lo único que alcancé a mirar, pues la cara era inapreciable.
Por la mañana ya mi sueño se había borrado de mi mente; no recordaba al misterioso viejo ni mucho menos el contexto del sueño.

- ¡Buenos días guapetonas!- dije al entrar en la cocina, radiante.
- ¡Vaya vaya! ¡La peque se ha levantado con una alegría desbordante hoy!- se burló Ivonne.
- ¡pues si! ¿a que no sabéis quien va a salir esta noche?

Valentine, que se encontraba en la mesita tomándose un yogurt desnatado, me contestó:

- ¡Vaya! Esta noche te toca a ti ¿eh? Estas dicen que las tenemos abandonadas
- ¡sobre todo eso!- dije, con una sonrisa burlona- ni que vosotras no salierais nunca con los nenes, dejándonos a Valentine y a mi viendo la tele con un tarro de helado de chocolate.

Ahí mis amigas tuvieron un ataque de risa general, pues el solo hecho de la imagen de valentine y yo en el sillón comiendo como locas y viendo una película de Elijah Wood como tontas, parecía divertirles de una manera espectacular.
- Venga, basta de risa y cháchara, ¡cuéntanos que vas a hacer!- exclamó Dessy justo en el momento en que Sheyla entraba en la cocina arrebujada en su bata azul, con el pelo corto despeinado y bostezando. Valentine permanecía callada, sentada y mirando atentamente al yogur. No me gustaba nada su expresión.
- ¿Quién va a ir a donde? - preguntó.
- Pues yo, que me voy con Sean a cenar esta noche. Bueno, primero iremos al cine, que me prometió ir a ver el señor de los anillos y...
- ¿¿Otra vez??-se sorprendió Valentine. Es que ya he ido tres veces a verla.
- ¿Y que? ¡A mi me encantaría volver a verla cinco a seis veces mas!- dijo Sheyla, que compartía mi afición por las películas; de hecho habíamos ido juntas bastantes veces a verlas.
- Pues si que...-dijo Yvonne. Ella odia el Señor de los Anillos.

Finalmente, terminé de contarles mi plan, y casi al momento salimos de la residencia. Yvonne corrió hacia su novio, que la esperaba en el porche de entrada, para darle los buenos días, como cada mañana.
El resto nos encaminamos hacia el campus. Era un día muy frío, y la verdad que a ninguna nos apetecía pasar toda una mañana en la fría universidad, sino mas bien de quedarnos en la residencia, hablando, como siempre y viendo la tele, haciendo postres o cualquier bobería.
Sheyla y Dessy se separaron de nosotras hasta su facultad casi por la mitad del camino, Valentine y yo las despedimos con la mano y seguimos nuestra ruta.

- Oye... voy a contarte una cosa, pero no creo que se la debas decir a las chicas, ¿de acuerdo?- dijo Valentine.
- Sabes que conmigo tus secretos están seguros.- dije mirándola con una sonrisa.
- Bueno... Lauree, confió ciegamente en ti, eres la mejor amiga que tengo, y necesito que me ayudes.
- ¿Pero es tan grave?-pregunté un tanto asustada.
- Bueno... vale, sin mas rodeos: creo que voy a dejar la universidad...
- ¿¡Que!?

No pude disimular mi sorpresa. Valentine era una estudiante excelente, y el periodismo le apasionaba. Algo muy gordo le debía haber ocurrido para tomar esa decisión.

- Valentine, dime sinceramente, ¿Qué te ha ocurrido?
- Pues... sus ojos se llenaron de lagrimas y el mentón le comenzó a temblar. Mi amiga ya no parecía la misma chica despreocupada y sonriente, ahora parecía una completa desgraciada...
- Estoy embarazada Lauree... Andrew y yo compramos una prueba, y estuvimos toda la noche en su casa esperando el resultado... cuando vi como el aparatejo cambiaba de color estuve a punto de... de...

En ese momento rompió a llorar. El pelo rizado le caía en la cara regordeta, y ahora le era imposible parar de llorar. Rápidamente la conduje hacia un banco próximo y allí nos sentamos. Tuve que esperar casi un cuarto de hora a que se calmara. De repente, algo llamó mi atención: un anciano, con una barba blanca, larga, me observaba desde el banco contiguo.
Me era enormemente familiar, pero valentine me sacó de mis pensamientos, pues ya se había calmado, y tuve que dejar de mirar al viejo. Sin embargo, él no dejaba de mirarme a mi. Tenia una cara extrañamente amable, que me atraía mucho.

- Lo siento Lauree, se que te estoy molestando con mis tonterías, no debí habértelo contado...
- ¡Valentine!-dije indignada- como vuelvas a decir eso, no te hablaré mas. Incluso creo que has tardado mucho en contármelo. ¿Por qué diantre no me despertaste anoche?
- ¡Lo que faltaba! Además, anoche necesitaba descansar, así que me encerré en mi cuarto y esta mañana me he despertado porque tenia una examen de recuperación, que si no, me habría quedado en la cama...
- Valentine, lo que me has contado es muy grave...
- Lo se lauree... pero ¿Qué puedo hacer? Dios mío, que tonta he sido...
- Mira, tranquilízate, vas a tener a ese niño ¿me oyes? Aunque lo tengamos que cuidar entre Dessy, Sheyla, Yvonne y yo.
- Claro, eso es lo que estoy pensando... además, lo he hablado con Andrew, y está de acuerdo. Probablemente me mude a su nuevo piso. Pero también debo dejar la universidad... seria un estorbo para cuidar de mi niño...
- Valentine eso ni lo sueñes-repliqué- tu vas a acabar siendo una gran periodista, ¿Me oyes?

Mi amiga me miró con una sonrisa agradecida. Las lagrimas se comenzaban a secar en su rostro por obra del sol, y un ligero brillo volvía a asomar en sus ojos negros.

- Lau, no se que haría sin ti... me apoyas mucho, eres una gran amiga, y siempre estas ahí cuando te necesito... ahora mismo te estas perdiendo la primera clase por mi culpa... nunca nadie me ha tratado así... ni siquiera Andrew... ahora esta mucho mas irascible y parece que... que...

De repente me abrazó. Apoyó su cara sobre mi hombro y yo le agarré la cabeza, con gesto maternal. Estuvimos así un buen rato, y, aunque yo no me diera cuenta, el hombre de la barba no dejaba de mirarnos, con una sonrisa en los labios.
De repente, Valentine se soltó.

- Temo que me tengo que ir... ya me he perdido la primera parte del examen...
- Vale. Oye, esta noche hablaremos, ¿de acuerdo? Antes de que salga con Sean.
- Como quieras, si te viene bien...-dijo, secándose los restos de lagrimas con el dorso de la mano. Mi amiga cogió sus libros, que habían caído al césped y, dándome un beso en la frente, se despidió de mi, no sin antes volverme a agradecer mi paciencia.

Observe como desaparecía por la ladera, rápidamente hacia la facultad.
Ahora me encontraba en el banco, mirando mi sombra. Miré el reloj y eran las 7.30. llegaba media hora tarde a mi clase de arte y medios de comunicación. Decidí no entrar y quedarme mirando el paisaje que se extendía ante mi.

Al rato, como me aburría, saqué mi libro de La Comunidad del Anillo del bolso. Siempre lo llevaba conmigo, pues solía pararme a leerlo casi en cualquier sitio cuando me encontraba aburrida y mis amigas no se encontraban cerca. No había leído mas de dos paginas, cuando una voz me sobresaltó:

- Interesante libro. ¿Le gusta la obra de Tolkien?
Era el misterioso anciano. Se había levantado sigilosamente del banco y ahora estaba frente a mi. Su cara no inspiraba ningún temor, mas bien al contrario, era muy agradable mirarlo. Sus ojos eran grises, muy profundos, y su barba blanca se extendía hasta casi su pecho. Vestía como un mendigo, cubriéndose con una túnica raída de color gris, que se le ensanchaba hasta el suelo. Me llamaron la atención sus alpargatas, del mismo color de la túnica, y su gran bastón, sobre el que se inclinaba encorvado. Empezó a tranquilizarme esa sonrisa extraña que asomaba bajo su sombrero.

- Pues si-dije un tanto desconfiada- sobre todo la trilogía de El Señor de los Anillos. Me apasiona realmente
- Creo haberlo notado-dijo el anciano misteriosamente.

Entonces, sin saber porqué, comencé a sentirme nerviosa. La presencia del anciano tenia algo de mágico, y a la vez, misterioso. A decir verdad, en ese momento experimenté dos sensaciones: la primera, salir corriendo lo mas rápido que fuera posible, por si era un mendigo que pretendía robarme o atacarme; pero, la segunda, que era mas fuerte, me decía que ese hombre no era peligroso, y que quizás no estaría de mas escucharlo un poco.

- Apuesto a que tus personajes favoritos son los hobbits.-dijo de repente.

Me quedé totalmente atónita, y creo que el viejo me lo notó bastante, pues mi cara lo decía todo. ¿Cómo podía saberlo? No lo había visto en mi vida... era verdad que me apasionan los hobbits y que dentro de la novela son mis personajes favoritos... pero creía no habérselo dicho nunca a nadie... ni siquiera a Sean, por miedo a que se burlaran de mi...

- Pues.... puede que si...
- ¡Lo sabía!- exclamó, triunfante, y con una carcajada-supe en cuanto te vi que tenias alma de hobbit, jovencita.

Mi miedo seguía creciendo, y por ello no fui capaz de seguir escuchando lo que aquel loco me decía, por lo que me levanté rápidamente.

- Bueno, señor, me encantaría continuar charlando con usted, pero , en serio, tengo un examen, y voy a estudiar y...
- No trates de disimular tu miedo, Lauree, no pienso morderte...

Tuve que volverme a sentar. Esto ya era demasiado... ¿Cómo podía saber un hombre al que no había visto en mi vida como me llamaba?
Después de un rato, conseguí titubear:

- Oiga, por favor, respóndame, ¿De qué me conoce? ¿Cómo es que sabe mi nombre?
- Oh, por favor... eso ahora es secundario, querida amiga-dijo, y con un gesto de la mano, me invito a acercarme a el en el banquito. Mi cuerpo se movió, pero sin que mi cerebro diera la orden. Era como si él mismo me moviera con su mente...o algo así.- ahora-continuó-vamos a hablar de ti
- ¿De mi?
- Así es, de ti; de ti y de tus deseos.
- ¿A qué deseos se refiere?-ahora si que no comprendía nada.- mire, yo solo quiero saber quien es usted, por qué conoce mi nombre y por qué esta aquí, simplemente eso.

El viejo sonrió afectuosamente de nuevo. Sus ojos azules resplandecieron. Me seguía recordando a alguien...pero no caía en quien...

- Bien, digamos que este es tu día de suerte-me dijo-. Soy un mago; un mago blanco.
- ¿¿Perdone??oiga, usted se esta quedando conmigo, y ¿Sabe qué le digo? Que conmigo no se queda nadie de manera tan descarada. Ahora mismo me voy- me levanté y no me hube alejado unos pocos pasos el viejo hablo de nuevo con esa voz dulce que paralizaba a cualquiera, solo para oírla y deleitarse con ella:
- Tras la muerte de tus padres en el accidente te refugiaste en los libros. Estos libros de hobbits, magos , humanos y elfos que tanto te gustan. ¿Me equivocaría al afirmar que uno de tus mayores deseos hace un año era desaparecer para siempre entre las paginas de estos libros?

Me quede clavada en el suelo. Era incapaz de hacer un solo movimiento, ni siquiera de darme la vuelta para decirle a ese extraño que qué se había creído... pero no pude. Mi asombro llegaba a sus limites. Finalmente, logré hacer un pequeño movimiento de cabeza y decir de nuevo:

. ¿Perdone? ¿Qué ha dicho?
- Pues lo que ha oído-siguió el, de lo mas normal, riendo ahora a carcajadas de nuevo cuando vio mi gesto. Este tío debe de ser el hombre mas feliz del mundo, pues no he visto su rostro serio ni una sola vez, pensé.
- Por favor, no comprendo...¿Cómo puede saber todo eso? ¿Es algún pariente lejano o algo así?- dije, sentándome junto a el en el banco.
- Oh, no, por favor, no piense eso. No no no no... tampoco estoy loco ni deseo robarle, no piense eso tampoco.
- Entonces no me explico...
- Lauree, soy un mago blanco-interrumpió-, con tanta literatura de Tolkien que has leído no me explico como no sabes nada de nosotros. Los magos blancos podemos hacer viajes en el tiempo, para ver los acontecimientos posteriores que van a suceder, y, si vemos algo malo, intentamos solucionarlo por todos los medios.
- Pero no entiendo que tiene que ver eso conmigo...-dije yo.
- Necesitas ayuda. Corrígeme si me equivoco. Llevas casi un año necesitando... mmm a ver como te lo digo... unas vacaciones, si, eso es, unas vacaciones.; y digamos que yo vengo a dártelas.
- Sigo sin entender...
- ¡Oh vamos!- el "mago" parecía ahora impaciente-, nadie mejor que tu debe entenderlo. Hace un año eras totalmente desdichada, y suplicabas a nuestro mundo noche tras noche, entre lagrimas amargas. Nosotros no podemos soportar eso. Somos demasiado buenos entre los de mi gremio, y nos entristece enormemente no poder ayudar a un semejante en apuros, y mas si es una hobbit como tu, que tienes un gran corazón y una enorme voluntad, lo cual me has demostrado hace unos segundos con tu amiga.

"Esto ya pasa de castaño oscuro" pensé. En realidad estaba muy asustada de ese misterioso hombre que se hacia llamar mago y que parecía sacado de mis libros preferidos. Rápidamente me levanté del banco de nuevo, pero esta vez comencé a caminar y avancé un trecho hasta volver a oír su voz:

- Ese deseo que tanto has anhelado lo verás cumplido esta noche, amiga. Estaba en tu destino, y, ni en este mundo ni en el mío, las personas nos veremos libres de él.

Esa frase me había alarmado mas si cabe.

- ¿A qué se refiere con eso? sé cual es mi destino,¡Y no está ligado a locos como usted, eso seguro!

Como única respuesta, el viejo sonrió. No mostró expresión de enfado ni nada que lo pareciera. Continuaba con esa sonrisa impasible que me helaba la sangre. Finalmente, sus ojos azules se clavaron en los míos y habló:

- Algún día lo comprenderás. Tu presencia en mi mundo es de vital importancia, aunque ahora no lo sepas apreciar. Cuando estés allí veras a lo que me refiero...
- ¿Cuándo esté dónde? no pienso ir a ningún sitio...
- Ese ha sido tu deseo, y ahora no puedes cambiarlo. Modificarás muchas cosas ahí adonde vas a partir.
- Pero...
- Partirás cuando el sueño se apodere de ti-me interrumpió, alzando la larga mano.- eso será tan pronto como lo consideremos oportuno. Estaremos esperándote, en concilio. Al principio te sentirás confundida, e incluso aturdida, pero será por muy poco tiempo. También los de tu alrededor experimentarán una sensación parecida, pero no desesperes; repito e insisto en que será por poco tiempo. Ahora debo marcharme, joven amiga, pero muy pronto nos volveremos a ver...

Dejo la frase en el aire, mientras se levantaba del banco con una agilidad impropia de un hombre que aparentaba su edad. Volviéndose hacia mi, alzó la mano y dijo unas palabras que en ese momento no entendí, pero que, sin embargo, recordaría toda mi vida:

- Tenna rato, Alassie oloori .

Mi cara era un poema. Esas palabras...recordaba haber leído algo sobre ese idioma en que me hablaba el extraño. Era el quenya, la lengua antigua que, en el mundo de Tolkien, era utilizada e inventada por los antiguos elfos, pero que se había generalizado en algunas partes de la tierra media, siendo utilizada incluso por algunos reyes de la época. Ese hombre, o estaba muy loco o alguna otra explicación debía tener todo aquello...¿Y si de verdad era un mago?¿Uno de los cuatro magos de la tierra media?¿Qué quería de mi? y, sobre todo...¿Qué gran misión me aguardaba?¿Cual era mi destino?
Mientras seguía ensimismada en mis pensamientos, no me di cuenta de que el anciano ya no estaba allí. Se había desvanecido, dejándome en un estado de confusión tremenda... y yo no me había dado ni cuenta.




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