El viaje del Libro Rojo

Corrimos y corrimos, hasta que llegamos a un pequeño valle entre las montañas. Estaba recorrido por un pequeño arroyo. Tom Bombadil, Gordo Terronillo y yo corrimos hacia el arroyo, para beber de sus aguas.

- ¡Eh vosotros!, salid de ahí –dijeron dos voces.

Levanté la cabeza y vi a dos enanos de largas barbas, con un hacha cada uno en la mano. Al ver a los dos enanos, Tom Bombadil y yo nos levantamos de un salto.

-¿Cómo os llamáis? –nos pregunto uno de los enanos.

-Yo soy Bill de Encinaverde Gamyi de La Comarca, y el es Tom Bombadil, Señor del Bosque Viejo –les contesté.

-Y el pony –preguntó el otro enano.

-Se llama Gordo Terronillo. Dejadle beber, esta muerto de sed –les dijo Tom Bombadil.

-De acuerdo –dijo el primer enano-, seguidnos.

Llegamos a una gran calzada y luego a una pequeña rampa. Al final de la rampa había una gran puerta de piedra. Los dos enanos la abrieron y entramos a un gran pasillo. Sus paredes estaban repletas de antorchas. Al final del pasillo había un gran arco de piedra. Lo atravesamos y llegamos a un gran sitio llamado El Abismo.

-¿Dónde nos encontramos? –pregunté a los dos enanos.

-En Cuernavilla –me contestó uno de los enanos-, en el antiguo Abismo de Helm. Ahora mismo nos dirigimos a las Aglarond, las Cavernas Centellantes. Después de la Guerra del Anillo, nuestro Señor Gimli, hijo de Gloin creo un reino enano aquí, en las Cavernas Centellantes.

En ese mismo momento, llegamos a unas grandes puertas de madera, vigiladas por tres enanos armados hasta los dientes.

-¿Qué queréis? –preguntó uno de los enanos a los guardias que iban con nosotros.

-Encontramos a estos dos y a un pony en la Corriente del Bajo –le contestó uno de los enanos que iba con nosotros-, queremos comunicárselo  al gran Gimli.

-Entonces de acuerdo, entrad.

Los tres enanos empujaron las grandes puertas de madera, dejándonos paso a las Aglarond. Entramos, guiados por los dos enanos, a una enorme sala de piedra. Al oeste de la sala, había un gran lago con barcos repletos de enanos que pescaban. Al este, habia docenas e puestos de madera donde la gente compraba comida, tela armas, etc. Bajamos por unas grandes escaleras de piedra, hasta llegar a la gran sala. La atravesamos hasta que llegamos a un pequeño río, lo cruzamos por un puente de piedra y llegamos a una gran sala repleta de grandes columnas de piedra, como la descripción que me hizo mi abuelo de las Minas de Moria. Seguimos andando hasta que llegamos a una pequeña sala con un trono de piedra y un enano de barbas grises sentado en el. Era Gimli. Mi abuelo me contó que fue compañero suyo en la Compañía del Anillo.

-Salve Gimli, hijo de Gloin, Señor de las Cavernas Centellantes –dijeron los dos enanos a la vez.

-¡Salud! Kurin, Furin que nuevas os hace venir hasta mi –les dijo Gimli.

-Encontramos a estos dos y a un pony bebiendo de la Corriente del Bajo.

-¡No me digas! Y como se llaman mis humildes aventureros.

-Yo soy Bill de Encinaverde Gamyi de la Comarca –le dije a Gimli.

-Y yo soy el viejo Forn –le dijo Tom Bombadil. Me extraño mucho que dijera que se llamaba Forn, porque el se llamaba Tom Bombadil.

-¡No me digas! –Gritó Gimli- Y que hace el viejo Forn fuera de su querido Bosque Viejo.

-Acompañar a este pequeño hobbit  a Minas Tirith. Tiene que entregar al Rey Elessar un valioso objeto –le contestó Tom a Gimli.

-Y de que objeto tan valioso se trata.

Tom y yo contamos a Gimli toda la historia hacerca del Libro Rojo, y del destino de nuestro viaje. También le dije que era nieto de su viejo amigo Sam, cosa que le agradó mucho.

-Kurin, Furin dar de cenar todo lo que quieran a estos dos buenos hombres y llévalos a su habitación –dijo Gimli a Kurin y Furin.

Tom y yo fuimos con Kurin y Furin a un gran comedor de piedra, donde cenamos. Comimos carne deshuesada, rico pescado, pan de semillas y una buena jarra de cerveza. Después de eso, nos llevaron a una pequeña sala de piedra con dos cómodas camas. Nos despedimos de Kurin y Furin y nos metimos a la cama.

-Tom, ¿Por qué dijiste que te llamabas Forn, y no Tom Bombadil? –pregunté a Tom una hora después.

-Veras Bill –me dijo Tom Bombadil-. Los hobbits como tu y otros más me llamais Tom Bombadil, los elfos me llaman Iarwain Ben-adar, los hombres del Norte me llaman Orald y los enanos me llaman Forn.

Con esas palabras me quede completamente dormido, y soñé con Minas Tirith y con como serían el Rey Aragorn y la Reina Arwen.

Al día siguiente, Tom me despertó. Me vestí corriendo y fui con el hasta las grandes puertas de piedra, donde vi por primera vez a Kurin y a Furin. Al final de la calzada se encontraban Gimli, Kurin, Furin y Huri, el guardián de Gimli. También estaba Gordo Terronillo, cargado de odres de agua y de paquetes de comida.

-¡Adiós, mis buenos amigos del oeste! ¡Que tengáis suerte en vuestra aventura! –nos dijo Gimli muy animado.

-Bill, espera –me dijo Gimli-. Toma esto.

De su mano sacó una hermosa cadena de plata, con un extraño diamante con forma de dragón.

-Es mithril. Mi padre la encontró en el tesoro de Smaug, en el 2941 de la Tercera Edad –me susurró Gimli al oído-. Ahora vete.

Tom, Gordo Terronillo y yo echamos a andar hacía Minas Tirith, mientras que a lo lejos oíamos los gritos de Gimli:

-¡Suerte amigos míos! ¡Nos volveremos a ver!