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El árbol de la vida y la sabidurÃa
31 de Julio de 2005, a las 18:20 - Kelvariel
Relatos de FantasÃa - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasÃa y poesÃas :: [enlace]
Capitulo IV: Recuerdos de la infancia
La mente de Shyal retrocedió a su infancia.
Una pequeña elfa de rubios cabellos largos caminaba alegremente por los bosques, pero no muy lejos sin perderla de vista se encontraba una mujer elfa de rostro pálido y cabello oscuro, su madre la llamó: - Shyal, hija mÃa, ven aquÃ. ¡El bosque puede ser peligroso!- La niña no oyó o no quiso oÃr a su madre, pues siguió su camino. La mujer siguió llamándola, pero al ver que nada conseguÃa, salió en su busca. Era de noche, todo estaba muy oscuro, solo un leve resplandor de la luna brillaba, la mujer elfa buscó en vano, su hija habÃa desaparecido y no logró encontrarla durante toda la noche, desesperada y con lagrimas en los ojos se dirigió a su casa.
Shyal, pequeña e indefensa, se dirigió a las profundidades del bosque, cuando se dio cuenta de su situación intentó retroceder, pero se habÃa perdido, se sentó en una roca y lloró desconsoladamente. A lo lejos se oyó un aullido seguido de otro, la pequeña Shyal se cubrió con su manta e intentó dormir sin pensar en lo que tenÃa alrededor, de repente notó que algo le rozaba y miró y lo que encontraron sus ojos fue a una loba blanca como la nieve. Shyal no sintió miedo, la acarició por detrás de las orejas y ella respondió con un reconfortable gruñido y una dulce mirada, la loba la miró y miró a la manada, la pequeña elfa decidió acompañarla y esa noche durmió protegida por la manada de lobos. A la mañana siguiente se despertó y para su asombró los lobos le habÃan dejado un pedazo de carne, ella lo miró, no le gustaba comerse la carne cruda, pero tampoco sabÃa hacer una hoguera y tenÃa hambre, asà que se la comió. La loba blanca se le acercó y caminaron las dos juntas. En la manada habÃa lobos de todos los colores desde el marrón, pasando por el gris, el negro y el blanco. La pequeña Shyal se fijó en un lobo muy jovencito de color negro con la punta de la cola blanca, el cual tenÃa una oreja mordida, seguramente en alguna pelea. La loba blanca parecÃa ser la jefa de la manada junto a un lobo de un tamaño enorme y de color gris claro. Los demás o muchos de ellos eran los hijos de otros años de los jefes.
Recordó claramente los años que habÃa vivido en la manada, la trataron muy bien y consiguió entender a los animales, ahora los escuchaba más, se fijaba más en sus sonidos y poco a poco conseguÃa tratar con ellos. Cuando pudo hacerse independiente, le costó separarse de aquellos lobos que la habÃan cuidado...
Las imágenes se desvanecieron y se encontró en un bosque de pocos árboles la mayorÃa hayas y robles donde algún pajarillo cantaba alegremente a la lluvia, ahora leve. El cielo seguÃa gris, las nubes no desaparecÃan, todo se volvÃa más triste sin la luz del sol, eran pocos los pájaros que se veÃan, una suave neblina cubrÃa levemente el perfil de las montañas, que se encontraban al fondo, todavÃa lejos.
El pequeño bosquecillo se quedó pronto atrás y se internó en unas arenas, donde, cuando el sol salÃa, abrasaba casi todo ser viviente. Pocos animales y plantas eran los que podÃan vivir en esas tierras, solÃan ser reptiles pequeños y ágiles y también pequeños invertebrados, las plantas que sobrevivÃan eran de diversos tamaños pero con grandes púas donde almacenaban el agua, pero ahora en invierno, todo era distinto, la arena, estaba húmeda. Plantas simples crecÃan alternadas y más de un animal correteaban por las arenas en busca de alimento.
Decidió descansar un rato, pues Kywer necesitaba comer y beber algo, pues llevaban un paso demasiado rápido. Kywer mordisqueo las hierbas y bebió de los charcos. Mientras tanto Shyal decidió comer también, sacó de su bolsa unos frutos y empezó a comérselos, mientras la suave lluvia se deslizaba por su suave capa y la brisa hacÃa que su túnica ondeara.
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