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El árbol de la vida y la sabidurÃa
31 de Julio de 2005, a las 18:20 - Kelvariel
Relatos de FantasÃa - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasÃa y poesÃas :: [enlace]
Capitulo V: Muerte en el lago
Los árboles les protegÃan de un viento fuerte que se estaba dando en el claro y el cual podÃa ser mortal, Kywer se encontraba muy inquieto, subÃa y bajaba la cabeza con fuertes golpes. Shyal tuvo que tranquilizarle con palabras y caricias, recorrÃan el pequeño bosque ligero, ni muy rápido ni muy despacio. El viento silbaba entre los árboles y todas las criaturas corrÃan para refugiarse, un pequeño corzo, se quedó enredado entre la maleza y cuando Shyal se fue a acercar a ayudarlo apareció su madre y le sacó de allà y corrieron los dos asustados. Un águila de grandes alas bajó y se posó en un árbol, y con su peso la rama se balanceó, arriba y abajo hasta que se estabilizó.
Acabaron siendo los últimos que caminaban por el bosquecillo, mientras miles de ojos les observaban atentos. A pocos metros se acababa el bosque, el viento seguÃa solando fuerte, asà que Shyal decidió esperar un poco a que parara, se refugiaron entre unos altos arbustos y asà descansaron un poco de su viaje, Kywer arrancó algunas hojas de los árboles y empezó a masticarlas, mientras Shyal bebÃa unos sorbos de agua. Al cabo de una media hora el viento cesó lo suficiente para que pudieran continuar.
Al frente suyo se encontraba una gran montaña: La Montaña del Lago, una montaña, que en su centro albergaba un lago de aguas cristalinas que nunca se helaban y daban fuerzas los viajeros que la bebÃan o se bañaban en ella. Comenzaron a subirla lentamente pero sin pausa. Una sensación extraña le llegó a Shyal, como si algún espÃritu errante habitase el lugar, Kywer también resoplaba inquieto y movÃa las orejas de un lado a otro como si escuchase sonidos e intentase localizarlos. Una suave brisa les acariciaba y les afirmaba sus sospechas, algo o alguien habÃa allÃ, a Shyal le hubiese gustado quedarse para averiguarlo, pero no tenÃa tiempo para eso, cuanto más tiempo tardase menos gente quedarÃa de su pueblo, debÃa de darse prisa.
Aceleraron el paso, temerosos de no llegar a tiempo. Grandes abetos y pinos cubrÃan la montaña, toda blanca por la nieve, pero todo se encontraba en un silencio inquietante y temeroso, ningún animal les salió al paso, ningún sonido más que el de la brisa escuchaban, todo era demasiado extraño, pero no podÃan coger otra ruta ahora, debÃan de continuar. El tiempo pasaba y pasaba, al cabo de una hora llegaron a la cima, era más aplanada de lo costumbre y en su centro habÃa un lago, el lago que aliviaba a los viajeros. Shyal se acercó para verlo y nada más bajar de su caballo le invadió un frÃo por todo su cuerpo y una sensación extraña. De repente ante sus asombrados ojos una pequeña neblina apareció y poco a poco se transformó en una forma humana, con aspecto masculino, el cual la miró examinándola, hasta que decidió hablar:
- Elfa de los bosques ¿Qué te trae por aquÃ? Hace mucho que nadie se atreve a cruzar por mis tierras. - Perdonarme que camine por vuestras tierras, pero tengo que llegar cuanto antes al otro lado para seguir mi camino y poder salvar a mi pueblo. - ¿y me estas pidiendo permiso a mi? ¿Que te da a ti entender que tienes que hacerlo? - Pareces un espÃritu guardián ¿o me equivoco? - Soy un espÃritu, en eso no te equivocas, pero nadie me ha mandado proteger este lugar, e sido condenado a vagar como espÃritu, durante miles de años y solo estoy aquà por que me gusta este sitio. - ¿Qué es lo que hiciste para merecer el castigo? - maté a tres unicornios para apoderarme de sus valiosos cuernos, uno de ellos murió aquÃ, justo al lado del lago, ahora el agua puede ser mortal. - ¿y te arrepientes? - eso es lo que deberÃa para librarme de la condena, pero no, no me arrepiento, son animales que deberÃan estar a nuestro servicio. - ¿cómo puedes decir eso? Son los animales sagrados y ningún animal deberÃa estar a nuestro servicio- Dijo Shyal tajante. El espÃritu rió con una estridente risa y miró a Kywer. - ¿y tu caballo no esta tu servicio? - No, somos amigos y el ha accedido a llevarme, eso es todo - ¿Que es tu amigo? Los animales no piensan - Eso es lo que siempre dicen los hombres y no es cierto, ahora si me disculpas tengo que irme- - vete, vete si tanta prisa tienes, pero me gusta hablar contigo, a ver si te vienes algún dÃa, ¡estoy tan aburrido! - eres un asesino y te mereces el castigo, has asesinado unas criaturas de alma pura y debes arrepentirte, a lo mejor vengo algún dÃa, pero cuando la guerra de mi pueblo halla pasado. Hablaré contigo, pero para intentar hacerte ver el mal que has hecho. ¡Hasta nuestro próximo encuentro!- Dicho esto llamó a Kywer, montó y galoparon por la montaña, dejando atrás al espÃritu. Ahora cabalgaban más tranquilos, pues ya conocÃan el por qué de sus temores.
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