Crónicas de Rhûn

30 de Enero de 2006, a las 19:48 - Eldaron de Eldamar
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La melodía languideció hasta perderse. La noche se había adueñado del prado y ya pequeñas teas iluminaban los rostros de los presentes. 
Los bardos se inclinaron ante los asistentes y se retiraron. La muchedumbre sintió necesidad de aplaudir, mas por la hora y el silencio no lo hicieron. Muchos se levantaron, con la intención de ir a la ciudad a descansar, sus mentes aún perdidas en las narraciones de aquella tarde. Los más pequeños dormían ya al calor de sus madres y algunos despertaron tímidamente ante los repentinos movimientos.
No obstante, antes que nadie se encaminara hacia las murallas, el escriba real intervino por última vez aquel día:
- En nombre del Rey, deseo que ésta haya sido una tarde de vuestro agrado, y espero que la noche acompañe con dulces sueños vuestro descanso. Pero la fiesta no termina hoy, ni tampoco la historia termina aquí. Muchas cosas ocurrieron en Rhûn aún, hasta llegar a nuestros días. El destino de Rangost no se ha descrito todavía, como tampoco el hado de muchos personajes, y muchos sucesos aún están por contar. Mañana os serán contados. Nada más por hoy. Buenas noches a todos, y felices fiestas.
El escriba hizo una pequeña inclinación, y lentamente se retiró hasta las sombras.
Poco después, una columna de luces tintineantes se dirigía hacia las murallas, bajo el frío primaveral y el suave ulular de las aves nocturnas. 

El día amaneció límpido y el rocío cubría delicadamente los prados, que despertaban de su letargo ante los primeros rayos del sol. El cuarto día de la Fiesta daba así su comienzo.
En el programa figuraba la gran exhibición de juegos que procedían de los diferentes pueblos que acudían a la fiesta. Muy pronto, la campiña colindante con las murallas de la Ciudad vibró con las distintas especialidades que allí se ofrecían. Los elfos del Bosque mostraron sus habilidades con los juegos de puntería, mientras que los Enanos de las Cavernas Centelleantes y los de Erebor encandilaron con sus maravillas mecánicas. Los Beórnidas enseñaron su destreza con la cera y los artesanos del Este maravillaron a todo el mundo con sus artefactos de mágicos colores.
Acto seguido, la multitud se dirigió al gran banquete al aire libre, compuesto por casi mil mesas distribuidas en dos campos enteros. Dos horas de suculento manjar satisficieron al más hambriento, y luego de la consabida tertulia los heraldos pregonaron por todas las mesas el inicio de la segunda jornada de narración de historias.

No pasó mucho tiempo hasta que el escriba real pudo comparecer de nuevo ante el gentío reunido. Todas las mesas habían sido retiradas y los que quisieron formaron el enorme semicírculo.
- Agradezco en nombre del Rey vuestra presencia para continuar con la Historia, que ayer dejamos a medias. Antes de proseguir comentaré brevemente el final de la narración. Como recordaréis, el último pasaje fue el relato de Raïq y Nolwa, donde se cantaba como Raïq, el Heredero del Puesto y su sirviente Molqät fueron a rescatar de la muerte a Nolwa, amada de Raïq, y como vivieron escalofriantes aventuras en los subterráneos helados dentro de la Mina del Dragón Nakmaring, que al final logró matar al Heredero y su bienamada, pero no así Molqät, que consiguió huir de forma increíble e inesperada. Y resultado de ello fue que Molqät el Escudero ocupó el puesto de Capitán por orden última de su señor antes de morir, instaurando un nuevo linaje de Capitanes el 2571 de la Tercera Edad, pues el de Tyor se terminó. Pero mientras ocurrían estos acontecimientos, un ejército de orcos había atacado Rangost. Fueron derrotados, gracias a la valentía de los habitantes y también la de muchos voluntarios extranjeros que aquellos días se encontraban en la ciudad, y todos conducidos por el Sabio Alatar el Azul; pero había, sin embargo, muchos desperfectos para reparar.
El escriba hizo una pausa en ese momento, pues los bardos volvían a entrar en escena.
- Bien, aquí os dejo con los narradores.
Y haciendo una pequeña reverencia, el escriba se retiró.

El Bardo de librea añil, de voz arrebatadora y elocuente, empezó así:
- El comercio con Grór en las Colinas de Hierro. Los ataques a Eriador y el Largo Invierno (2758-2759 T.E.), y de cómo Saruman se instaló en Isengard.

En los años que siguieron, se volvió a dar, una vez más, el aspecto orgulloso a la ciudad de Rangost. Los Cazadores se recuperaron de la tristeza del hado de Raïq y Nolwa, pero nunca los olvidaron. Y Alatar estudiaba a menudo un mapa hecho por el antiguo escudero dentro de la Mina del Norte, pues encontró detalles interesantes que abrían caminos insospechados en los hilos del destino. En primer lugar, informaba sobre la existencia de un Anillo Enano, y esto se le antojó algo importante y decidió que era digno de ser investigado. Igualmente, las extrañas lanzas encontradas al lado de un esqueleto antiguo le hicieron recordar ciertas cosas. Lo que dedujo a partir de todo esto no lo reveló a nadie, pero su mente empezó a trabajar sobre posibilidades e indagó en el porvenir mediante su sabiduría.
Jandwathe quedó confusa cuando supo de la supervivencia de Molqät y se enfureció cuando por medio de él sus planes se desmoronaron. Más no podía preparar ninguna nueva estratagema por el momento, pues su Señor le había encomendado preparar en secreto más ejércitos, preparando su llegada. Aún así, sus espías no descansaron, y como la historia de Raïq y Nolwa no era ningún secreto, su retorcida mente no estuvo totalmente desocupada con las nuevas que le llegaban.
De esta forma siguieron unos años de relativa tranquilidad, tanto en Eriador como en Rhûn septentrional.
En el año 2590, Grór el Enano, hermano de Thrór, se instaló en las Colinas de Hierro, y se inició un comercio también con su reino, pues Rangost necesitaba de este material para las herramientas de agricultura, las armerías y otras utilidades; y las Colinas no estaban tan lejos como el Valle y el Lago Largo. De esta forma, la Ruta Comercial del Norte creció, y tantos carros partían ahora hasta Esgaroth y el Valle como hacia las moradas de Grór. En esos días, las minas de cobre y plata de la ciudad bullían de actividad y se descubrieron nuevas vetas hacia el norte que proporcionaban una riqueza segura para muchos años más.
En el año 2619, Molqät dejó su cargo a Ilwöq, su hijo; y éste hizo lo propio con Berethar el año 2652. Berethar cedió su puesto a Quthal, que tomó el nombre del famoso Cazador de antaño, el año 2691. El año 2732 tomó el título de Capitán su hijo mayor Löhq.
Pese a todo ello, la tranquilidad era relativa.
En el Oeste, en el año 2740, legiones de orcos invadieron Eriador llegando incluso a la Comarca, de donde fueron expulsados por Toro Bramador Tuk.
Pocos años después, el 2758, Jandwathe también atacó Eriador. Ejércitos de Harad se unieron a los Corsarios de Umbar y arremetieron contra Gondor por mar y tierra. Al mismo tiempo, ejércitos de Orientales llegaron por el norte de Mordor y asolaron Rohan, que fue atacado también por los dunledinos enemigos de los rohirrim, y fue cuando Helm Manomartillo adquirió su renombre al quedar sitiado en el Abismo, que llevó su nombre después, durante todo el invierno.
Porque además de las guerras, llegó un largo y crudo invierno que duró desde el noviembre del mismo año hasta el marzo del año siguiente, que heló todo el norte de la Tierra Media hasta latitudes cercanas a Gondor.
En Rhûn, el invierno fue especialmente desastroso porque la Ruta Comercial del Norte se bloqueó con el hielo y grandes tempestades azotaron sin piedad los páramos. Además, el Mar de Rhûn quedó parcialmente helado y la navegación se volvió impracticable como consecuencia de los enormes bancos de hielo flotantes que hundían o impedían el paso de las embarcaciones. De esta forma, Rangost y los pueblos vecinos quedaron totalmente aislados por espacio de tres meses, mientras que las aldeas a lo largo de la Ruta quedaban casi sepultadas bajo el manto blanco de la nieve. Murieron muchos en esos días, de frío y de hambre, mientras las jornadas transcurrían grises y glaciales, una tras otra, interminables. 
La llegada de la primavera provocó cambios en Eriador. Porque los rohirrim contraatacaron y vencieron, con la ayuda de los dunédain de Gondor, que por fin habían limpiado sus tierras de enemigos y fueron en su ayuda. Además, se consiguió recuperar Isengard, que había sido ocupada; y para evitar futuros intentos de conquistarla, le fue dada a Saruman para que la protegiera en calidad de guardián. Saruman se instaló en la Torre de Orthanc ese mismo año, el 2759 de la T.E.

El Bardo de librea de plata, de voz templada y clara, continuó:
- Bladorthin y la llegada de Smaug. Escasez en Rangost y Guerras de los Enanos y los Orcos, y de cómo volvió la normalidad.

Diez años más tarde, Bladorthin sucedió a Löhq como Capitán de Rangost. Bladorthin fue famoso por ser un entusiasta de los festejos y cada vez que había una buena cosecha o el comercio prosperaba preparaba grandes celebraciones a las que invitaba a todo el mundo y se vivían tan intensamente como no se había hecho nunca antes. Se dice que incluso intentó rendir un homenaje a todos los Capitanes de la historia de la ciudad, nada más tomar el puesto, preparando una gran fiesta y, sobretodo, iniciando el proyecto de construcción de un mausoleo que contendría todas sus tumbas. Según se dice, éstas habrían sido ornamentadas con poderosas lanzas con incrustaciones de oro, una para cada Capitán muerto, y tres más para cada una de las tumbas vacías de Raïq y Nolwa. Además, se proponía que toda la guardia de Cazadores en la ciudad llevara una lanza de oro y nuevas vestimentas más ricas, como signo de honor.
Sin embargo, su pedido a los artesanos del Valle no prosperó, pues éstos a su vez encargaron la manufactura de las lanzas a los enanos de Erebor, la Montaña Solitaria. Y resultó que en esas fechas, esto es, el año 2770, Smaug el Dragón descendió del Norte y atacó la Montaña y el Valle, y se apoderó del Tesoro de los enanos, junto con todas las lanzas.
De esta forma, los habitantes supervivientes del Valle suspendieron todo comercio con Rangost, que notó esa desgracia en una relativa escasez que se extendió por la región, aunque esto no impidió gastar mucho dinero en los caprichos de Bladorthin que, por otro lado, alegraban la ciudad y la embellecían. Pero además, Rangost tuvo que ayudar con préstamos a las víctimas del desastre, que tardaron varios años en recuperarse. Por lo tanto, en esta época volvió a incrementarse la pesca en la ciudad, y los barcos eran cada vez mayores y se adentraban más en el Mar para intentar encontrar bancos de peces más grandes, compensando las pérdidas comerciales.
Siguiendo una curiosa racha de mala fortuna, veinte años más tarde, Thrór, hermano de Grór, que había conseguido escapar del ataque de Smaug, fue muerto por los Orcos en Moria. Los enanos juraron venganza y en 2793 empezaron una guerra cruenta. Como resultado, el comercio de Rangost con las Colinas de Hierro menguó bastante, porque se necesitaba el mineral para la guerra y los enanos no trabajaban más que para consumar la venganza contra los orcos.
El año 2799 se libró la Batalla de Azanulbizar, en las puertas orientales de Moria, y Dáin Pie de Hierro, nieto de Grór, mató a Azog el Orco y obtuvo la victoria. Luego condujo a todos los de su estirpe de vuelta a las Colinas de Hierro. A partir de entonces se reestableció el comercio con Rangost.
Finalmente, las víctimas del Valle se recuperaron y la Ciudad de Esgaroth se reconstruyó, y algunas caravanas empezaron a recorrer otra vez el largo camino de la Ruta del Norte.

El Bardo de librea morada, de voz tensa e intranquila, proclamó:
- La construcción del mausoleo. Sobre el Viaje y captura de Thrain II y el último de los Siete Anillos. Las dudas de Jandwathe y la Reunión del Concilio Blanco.

A partir del año 2800, los orcos volvieron a extenderse, esta vez por Rohan, y sus continuos ataques se perpetuaron unos sesenta años.
Mientras, en el año 2804 Bladorthin cedió su puesto a Gärthol, que fue llamado posteriormente Gärthol el Viejo, pues vivió más de cien años. Gärthol, por cierto, construyó finalmente el mausoleo que había proyectado su padre, pero como era más prudente y menos amigo de los grandes honores, olvidó las lanzas de oro y gemas. Simplemente erigió un monumento que se emplazó en las afueras de la ciudad, en los bosques del Sur, encima de una colina verde a media distancia entre las murallas de Rangost y el Barnae-qu; y cerca de la costa. Las tumbas se honoraron con lanzas de cobre y plata, del mismo modo que las había distribuido su padre, pero no llevó a cabo ningún cambio en la indumentaria de la guardia de los Cazadores.
Jandwathe, por su parte, no se mostraba abiertamente, y de sus acciones durante este tiempo solamente se pueden suponer las de espía, tanto en Eriador como en Rhûn, aunque quizá también se dedicó a la cría de orcos para Mordor.
En el año 2841, Thrain II, pariente de Thrór, volvió del oeste e intentó llegar a Erebor para vengarse de Smaug. Pero los espías de Sauron, que moraba en Dol Guldur, lo capturaron cuatro años más tarde y lo llevaron a los calabozos de su Señor. El último Anillo de los Siete, en manos de Thrain II, fue entonces entregado a Sauron. Thrain II fue muerto en 2850, pero antes logró entregar la llave de Erebor y el mapa a Gandalf el Gris, que entró disfrazado a Dol Guldur.
Cuando Jandwathe supo de la adquisición del último de los siete, recordó súbitamente la historia de Raïq y el dragón. Molqät no había mencionado la existencia de ningún Anillo, o al menos no se había referido a él como un anillo poderoso, en los relatos para la gente de Rangost que llegaron a oídos de la Vampira gracias a sus espías. Pero algunas palabras de Nakmaring y algunas acciones que no omitió le llenaron de dudas. Y sobretodo, el hecho de la custodia del mapa por Alatar y su más absoluto secreto se le antojaron raros. Por lo tanto, los espías aguzaron los oídos y empezaron a indagar.
El año 2847, Gärthol había dejado su puesto a su hijo Methlast.
El año 2851 se reunió el Concilio Blanco para debatir las nuevas aportadas por Gandalf. Gandalf quería atacar Dol Guldur, pero Saruman lo impidió.
El año 2870, Methlast cedió su puesto a Dumlast.
El año 2885, tropas de Harad tuteladas por los emisarios de Jandwathe atacaron Gondor. Seis años más tarde, el 2901, uruks de Mordor, algunos de ellos criados por Jandwathe previamente en el Último Desierto, atacaron Ithilien bajo las órdenes de los Nazgul.
El año 2890 nació Bilbo Bolsón en la Comarca.
El año 2901, Gurunthar empezó su mandato como décimo Capitán de Rangost según el linaje de Molqät, vigésimo quinto desde Tyor el primer Capitán.


Los bardos callaron de pronto.
La multitud, cogida por sorpresa, empezó a mirar a su alrededor, curiosa. No hacía mucho que la narración había empezado y el sol aún apenas había iniciado el lento descenso que concluiría en la cima del Mindolluin.
Sin embargo, algunas familias procedentes de Rhûn asintieron gravemente en señal de comprensión al oír el nombre del nuevo Capitán. Y hubo algunos que se estremecieron.
El escriba real apareció entonces junto a los bardos y anunció:
- Sí, el año 2901 Gurunthar fue investido Capitán de Rangost. Y debemos detenernos en su mandato. Los detalles sobre lo que sucedió a continuación empiezan a ser abundantes, suficientes para reconstruir los hechos con nuestras propias palabras. Así pues, estas Crónicas terminan aquí. Debemos interrumpir el rápido avance de los siglos, el hilado de anécdotas y batallas, para hacer frente a una historia propia, una narración que como la de Raïq y Nolwa tiene un valor importante, pues pese a formar parte de la Historia, es el inicio de otras que se entrelazarán con la única conclusión que ha podido tener la aventura de la Humanidad antes de estos tiempos: el fin de Sauron, el Señor Oscuro.
La multitud observó que los mimos del día anterior se acercaban por el camino. Los bardos hablaban entre ellos, poniéndose de acuerdo en sus narraciones.
- Así pues – el escriba hizo una pequeña pausa – que dé comienzo El Último Capitán.
En aquel momento los seis bardos avanzaron juntos y con la ayuda de varios de los figurantes de la última noche, empezaron una nueva historia.



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