Recuerdo

12 de Agosto de 2004, a las 00:00 - Vanimist
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]Meneame

Recuerdo que desperté sobre un mullido lecho construido con paja. Abrí lentamente los ojos, y girando mi cabeza hacia arriba, topé con la sonrisa de Herendor, que atentamente vigilaba mi sueño. Sonreí, y noté que su mano aferraba suave, y a la vez vigorosamente la mía.

-Al fin despiertas- me susurró suavemente al oído.

-Sí, ¿qué me ha pasado?

-No lo sabemos muy bien, pero lo importante es que ahora estás bien. Toma, come algo –me sugirió mientras me acercaba una bandeja con algunos frutos secos y la cantimplora de agua.

-Gracias.-le respondí sin poder evitar que la alegría me embargara. Su forma de preocuparse, su delicadeza hacia mí me hacían sentir increíblemente dichosa y tomando la bandeja con mi mano por donde él la tenía aferrada, provocando un roce de nuestras manos.

   Mientras tomaba la bandeja, alguien entró en donde estábamos, que según pude averiguar, era la más limpia de las tiendas de los orcos. Al abrir la tienda, una fuerte luz blanca penetró en la misma, cegando mis ojos por un instante.

   Una vez volvieron a cerrarla, vi a Huthor, con el ceño fruncido y mirándonos juicioso. Rudamente se acercó a mí, y tomando mi mano, en lo que parecía ser un intento de demostrar a Herendor a quién pertenecía yo, y precisamente por esto, solté su mano bruscamente.

-Y bien, Herendor, ¿podrías dejarnos solos un momento?-preguntó Huthor de malos modos.

-Está bien, tendréis que hablar. Luego vengo a verte, Heleriel, tenemos mucho que hablar.-me dijo distraídamente mientras me dirigía una mirada de complicidad.

-Sí.-Contesté en el mismo tono cómplice.

- Nos vemos.-fue su final despedida, mientras abría de nuevo la tienda, permitiendo que la luz iluminara todo de nuevo, mas ahora no me cegó, únicamente la vi.

   Una vez se hubo ido, dirigí mi mirada hacia Huthor. Se mantenía impasible, frío, con una severa mueca en ese rostro que siempre me había parecido tan familiar y cercano. De pronto, y contra todo lo que yo podía esperar, me abrazó.

-Nos has tenido muy preocupados Heleriel. ¿Qué te ha pasado?.-me dijo mientras tomaba una bocanada de aire de entre mi pelo, siempre le había gustado olerme el cabello, y a mí siempre me había gustado que lo hiciera.

-Tuve que hacerlo.-Fue toda mi respuesta, no me encontraba para nada sorprendida, ni emocionada, ahora no sentía nada, no quería sentir nada. No sentía nada ya por Huthor, me acababa de dar cuenta de que no había sentido nada al verlo. Ni alegría, ni tristeza,... nada.

-¿Cómo que tuviste que hacerlo?-me preguntó separándose de mí.

-Sí, en cuanto lo supe, algo en mi interior me empujó a ir en su busca.

-Ya. Y no pensaste en tus padres, ni en Celeborn, ni en tus hermanos, ni en tus amigos, ni en mí, ni... en nadie.

-Pensé en Herendor. Quien me necesitaba en ese momento era Herendor.

-¿Y los demás qué? No dejaste ni una nota de despedida, no nos avisaste de nada, no supimos si te marchaste tú misma o si es que el mal había penetrado a escondidas en el corazón del reino.

-¿No os dijeron nada los Guardianes de la Frontera?

-Sí, pero dos días más tarde. No queríamos que la noticia transcendiera demasiado. Bueno... no lo querían tus más allegados. Yo supe la noticia porque Celeborn me la comunicó, él era el único que sabía lo nuestro, y creo que sigue siendo el único de tus familiares que lo sabe.

-Sí, y Falirían lo sabe también, y... Denthel. ¿Sabe ya todo el reino que no estoy?

-Cuando yo me fui tu familia no se había pronunciado al respecto. No obstante, los rumores de tu desaparición crecían. Los sirvientes de la Corte, los vecinos e incluso los demás habitantes de Caras Galadon se estaban ya dando cuenta de que no se te veía. De que no se te veía y de que el ánimo de tu familia está decreciendo, e incluso es posible que a Galirin o Urindol se les haya soltado la lengua, pero es poco probable. Lo más seguro es que hayan hecho oficial tu “desaparición”.

-Bien. ¿Cómo lograste que te mandaran fuera del reino?

-Verás, yo... Estoy pensando que quizá lo que tengamos que hablar ahora no sea qué he hecho yo en este tiempo, sino lo que has hecho tú, cómo y por qué, ¿no crees?

-Más tarde, ahora prefiero escuchar.

-Está bien. Como te decía, yo me enteré de tu marcha la noche inmediata a la de tu huida. Tras la cena, tu familia se retiró a sus aposentos, no sé si a descansar, a llorar tu marcha o a urdir un plan, pero el caso es que marcharon con Anfilir, Ralandor y sus padres. Falirían logró que Denthel entrara con ella, y tu padre decidió que alguien escoltara la entrada al talan en que se reunieron todos. Se disponía a buscar un par de guardias cuando Celeborn le dijo que él se encargaría de la gestión, argumentando que tu padre estaba muy cansado y sería mejor que fuera subiendo. Y entonces, me buscó a mí. Me dijo que no estabas, que habías desaparecido, y que no se sabía si habías huido o si te habían raptado. Me hizo prometer que mantendría el secreto y tras eso, me hizo llamar a un compañero para guardar la entrada al talan en que se reunió tu familia.

-Bien. ¿Y después?


-Después se enviaron muchas partidas a buscar a Herendor y sus compañeros, partidas numerosas que abandonaban como héroes bañados por el clamor de la multitud que los alababa, y al día siguiente, Falirían me dijo que esa misma noche subiera a su talan porque había mucho que hablar. Esa noche hice lo que tu hermana me pidió, y a la entrada de su talan, antes de entrar a su habitación, me encontré que ahí estaban tus padres, Celeborn y Githiol, que ha sido recientemente nombrado jefe de los Guardianes provisional, tras la captura de Herendor. Me revelaron que habían planeado mandar un par de expediciones en tu búsqueda, que ya era segura, confirmada por el Guardián que te vio marchar y por las declaraciones de los soldados de Thranduil en la ceremonia anual. Me pidieron que marchara en una de ellas, ya que trabajé contigo como Guardián y por lo tanto éramos conocidos. Tu padre incluso me preguntó si entre tú y yo las relaciones eran amenas, momento en que tanto Celeborn como tu hermana me dirigieron una mirada que me ruborizó.-Él calló un momento, como esperando a que yo le dijera algo, pero no tenía nada que decir, no a él, no entonces. Sólo quería escuchar lo que él tuviera que decir, absorber como una esponja de Mithlond aquello que me dijeran, y no desprender nada de información.- Tras esto, llegaron otros tres Guardianes a los que explicaron el plan como lo habían hecho conmigo, y mientras se lo estaban explicando a ellos llegaron otros dos. Más tarde nos dividieron en dos grupos, y viajamos siguiendo tu rastro, con más dificultades que ventajas hasta encontrarte ayer por la mañana.

-¿Llevo un día entero durmiendo?

-Así es. Y bien, ¿no tienes nada que decir?

-Lo cierto es que no mucho. Echo de menos a mi familia, y más ahora que me has dicho todo esto, me los has acercado una vez más. Pero hay cosas que tengo muy claras, y sé lo que voy a hacer y lo que no.

-¿Y qué vas a hacer y qué no?

-Eso aún lo tengo que terminar de concretar. De momento no voy a decir nada al respecto, y ya quedará todo claro en su momento. Únicamente te adelanto que va a haber sorpresas.

-Heleriel, me asustas. ¿Qué sorpresas va a haber? Estás muy rara, has cambiado.

-Sí, he cambiado. Y para terminar mi cambio he de hacer algo, pero ya lo verás. Más tarde hablaremos, ¿qué hora es?

-Pues... el sol ha salido hace poco.

-Está bien, ahora por favor, pídele a Herendor que entre, he de hablar con él, y a solas... -Huthor parecía sentirse algo molesto, pero no me importaba, ya habría tiempo para solucionarlo todo, y para romper los lazos entre nosotros. Ahora no quería sentirme más próxima a él, no más.

   Salió, pero ahora al abrir la tienda, el sol no atacó mis ojos tan fuertemente como antes. Acto seguido, Herendor penetró en la tienda, sonriéndome de un modo que me hizo sentir de nuevo el calor de mi hogar.

-¿Te han contado ya las noticias de Caras Galadon?

-Sí, he hablado con Anderon, uno de los que vinieron a buscarte. Los demás hablaron con Direlwen, a la que designaron para contar la versión “rebajada” de todo este asunto. A mí, y por petición del mismo Huthor me han contado toda la verdad que ellos saben. No obstante, no me lo termino de creer.

-¿Y qué te ha dicho?

   Recuerdo que estuvimos cerca de una hora contrastando la información, comentándola y abriendo mi corazón y mis sentimientos sobre el tema a Herendor. Todo lo que había callado fría y orgullosamente ante Huthor, se me escapaba ahora del corazón, trepando hacia mi boca y saliendo por mis labios directamente al corazón de Herendor, a quien sentía una parte de mí.

   De nuevo lo sentí como aquellos días en que juntos jugábamos cuando éramos inocentes niños, de nuevo compartí con él las confidencias que en nuestra élfica adolescencia perturbaban nuestros corazones, y reímos con los comentarios que nos hicieron reír y unirnos más durante las tediosas y eternas guardias en el Talan en la Frontera.

   Y así estábamos, riendo alegremente cuando Phalail llegó, irrumpiendo en la tienda canturreando. Se acercó a mí, y tras abrazarme, me confesó:

-Pensé que no salías.

-¿Cómo?

-Sí... Después de todo lo que has hecho, lo que has luchado, lo que has liberado y el sacrificio y esfuerzo que te ha costado, vas y te mueres por un susto.

-Pero si soy...

-Ya, pero la parte humana te puede traicionar en cualquier momento.-me interrumpió bruscamente.-Me alegro de que estés ya bien, vamos, porque... espero que estés ya bien.

-Sí, lo estoy...

-¡Aquí llegamos! ¿Cómo estás Heleriel?, di, ¿qué tal estás?, ¿cómo te encuentras?-me interrumpieron súbitamente Innerol y Danaron, que entraron como un huracán en la tienda.

-Vaaaale, estoy perfectamente bien, de momento recuerdo cómo hablar, cómo moverme y cómo comer. Luego comprobaré si puedo seguir andando, ¿entendido?-respondí evitando permitir que la risa me embargara. Me sentía feliz de tenerlos a ellos a mi lado.

   No eran los amigos con los que crecí en Lothlórien o Rivendel, pero eran también mis amigos. En apenas unas semanas nos habíamos llegado a conocer de un modo increíblemente profundo. Los sentía muy cercanos a mí, y tenía con ellos una confianza casi total, eran... como de mi familia.

   Y sin poder evitarlo, pronto estuvimos los cuatro fundidos en un abrazo. No sé cómo lo hicieron, no sé cómo lograron sortear a Herendor, que estaba a mi lado, e ignoro también cómo pudieron hacerse un sitio frente a mí los tres, pero lo hicieron e interiormente se lo agradecí infinitamente.

   Ahora que estábamos los cinco reunidos, les revelaría mis planes.

-Bueno, aprovechando que estamos aquí todos, os voy a decir algo.-les dije entusiastmada- y es que... he pensado que ahora no estoy dispuesta a regresar a casa. No sé qué pensaréis vosotros, pero yo necesito conocer mundo, necesito viajar, soportar penurias, aprender a sobrevivir... He estado mucho tiempo esperando esta oportunidad, y nunca se me había brindado de este modo. Como sabéis, yo soy una princesa. Conozco muchos lugares, pero jamás he viajado como se debe viajar, sino acompañada por un dócil y complaciente séquito que se preocupaban de que mis pies no tocaran el suelo, de que la lluvia no rozara mis ropajes y de que mi caballo tuviera puentes por los que cruzar un barrizal. Pues bien, ahora quiero pisar yo misma sobre el barrizal, quiero mojarme hasta los huesos, conocer el verdadero frío y saber lo que es el calor del desierto. Y no sólo por mí, ya no es sólo por demostrarme lo que soy capaz de hacer y por aprender a ser independiente, a arreglármelas en momento de necesidad y a demostrar que soy princesa y estoy en la posición en que estoy por méritos propios. No, también es porque quiero hacer ver a mi familia, amigos y súbditos que pueden contar conmigo, que sé poner en práctica las clases teóricas de mi formación militar, que sé hacer algo más con el arco que ganar estúpidas y elitistas competiciones. Quiero demostrarles que tengo tanta capacidad de ser tenida en cuenta como la que más, que soy apta para las expediciones y que no romperé las expectativas de Celeborn, que lograré lo que desee, que me alzaré más alta que las últimas generaciones de mi familia y que podré llegar a donde quiera.-Un largo silencio se produjo entre mis interlocutores, que miraban a diferentes puntos del vacío distraídamente, como intentando digerir mis palabras.

-Y... ¿qué se supone que has de hacer para lograr... todo... eso?-se atrevió finalmente a preguntar Innerol con su mirada más inocente.

-Veréis, mi intención es que marchemos de viaje, primero a acompañar a los Edain a su hogar, y más tarde... a lo que nos pidan nuestros pies, o a lo que el destino nos lleve, o a... donde sea.

-¿Y no volveremos jamás?-preguntó Danaron dejando ver que es un frase había un matiz de desafío, de reto.

-Sí, pero... no de momento. Yo no deseo volver ahora, no haciendo ver que no puedo hacer nada por mí misma y que necesito regresar al hogar porque fuera no puedo sobrevivir.

-Bueno, es una aventura sin fin, sin ruta, sin esperanza de sobrevivir y sin saber qué nos podemos encontrar. Podemos no regresar a casa, o podemos volver envueltos en riqueza y habiendo cambiado muchas cosas en nosotros, y quizá en la Tierra Media... Cuenta conmigo. En caso de que Danaron no me lo permita, como superior mío que es, y teniendo en cuenta que nosotros te acompañábamos cumpliendo una misión, que la misión era encontrar a Herendor, Thalalhoth y Dechelel, y ya los hemos encontrado, pues... desobedeceré las órdenes, o incluso abandonaré el ejército.-declaró Phalail, resuelta como siempre.

-¿Pero qué estás haciendo, Phalail?, ¿sabes lo que dices?-le inquirió Innerol, incrédulo.

-Claro que lo sé. Ahora necesito liberarme. Llevo toda mi vida haciendo lo que los demás esperan que haga. Me hice militar porque era la única manera de dar a mi familia algo de lo que realmente enorgullecerse, por hacer feliz a mi abuelo. Bien me gustaría seguir en el ejército, pero si por la gran amistad que ahora me une a Heleriel y por la necesidad de respirar aire puro por una temporada he de dimitir, así lo haré.-aclaró Phalail.

-Phalail, no serás destituida. Al menos no tú sola, yo me voy con vosotros. Y si Innerol quiere, que venga.-dijo Danaron con el ceño fruncido con la mirada fija en algún punto del vacío.

-Pero... mi hermana me necesita.

-Depende de ti Innerol, nadie te impulsa a hacer nada.-Dije tratando de consolar a Innerol.

-Bien...-dijo como saliendo de un oscuro pozo en el que sus pensamientos residían.-Dejadme pensarlo, necesito un tiempo.

-Danaron, que yo abandone... es comprensible, pero tú... –dijo Phalail en un claro tono de provocación.

-Yo estoy harto de hacer siempre lo que se espera de mí. Siempre tras los pasos de mi familia, tratando de alcanzar a mi hermana, que al ritmo que va es poco menos que Thranduil. Siempre he sido bastante previsible, siempre he hecho lo que se ha esperado de mí. Nunca me he comportado de un modo alocado o poco probable, así que... de hoy en adelante, nos vamos de viaje. Y si os quieren expulsar del ejército a vosotros, diremos que os obligué yo, eran órdenes.

-¿De verdad lo haréis por mí?- pregunté asombrada.

-A mí no me has preguntado.-dijo de pronto Herendor sonriendo socarronamente.

-Es que contaba con que tú volverías a casa.-le contesté en la línea socarrona que él había iniciado.

-Claro, mañana mismo me voy de vuelta. Pensando que tú estarás por ahí, perdida en los peores páramos. Sin saber si sigues viva o qué te ocurre...

-Vale, tomaré eso como un “sí, iré con vosotros”. Ahora sólo queda Innerol por decidirse.-dije resumiendo la conversación.

-¿Y qué es de Huthor y compañía, Heleriel?, ¿no has pensado en ellos?-me preguntó Phalail, poniendo como siempre el toque de realismo.

-Claro que he pensado en ellos. Ellos vuelven a Caras Galadon con el mensaje de que estoy bien, y de que os hemos encontrado sanos, y Thalalhoth y Dechelel pueden hacer lo que ellos prefieran.

   Seguimos un rato más, imaginando aventuras y conjeturando sobre qué podíamos encontrar, sobre cómo reaccionaríamos ante esto, o a esto otro, y sin darnos cuenta llegó la hora de la comida.

   Direlwen vino a informarnos de que ellos habían sacado ya las lembas y que habían encontrado un venado en los bosques y habían cogido algunas manzanas de árboles próximos, y ya estaba todo pronto para la comida.

   Me puse en pie, y un olor a carne estofada embriagó mis sentidos. Salimos de la tienda y nos sentamos junto al lugar en que dos días antes había estado la hoguera de los orcos. El fuego había sido encendido de nuevo, y sobre él, el venado asado.

   Comimos comentando vanalidades, estupideces que carecían de la más mínima levedad, y al aproximarse la hora del postre me decidí aventurarme a declararles a todos la decisión de marcharnos.

-Bueno, qué delicioso estaba todo. ¡Ah!, ehh, tenemos algunas noticias que comunicar a todos.

-¿Quiénes tenéis?-me preguntó Anderon.

-Ahora te digo, Anderon. Hemos programado un pequeño viaje para acompañar a los Edain a sus hogares, si a ellos les parece oportuno -dije dirigiéndoles una mirada cómplice a ellos-, y tras dejarlos sanos y salvos en casa, podríamos darnos una vuelta por... ahí. En cuanto a la pregunta de quiénes, pues... los que quieran, a excepción de tres emisarios de honor, que portarán noticias nuestras a Caras Galadon, dando testimonio de nuestro bienestar e informando de nuestro viaje.

-¿Y qué tres emisarios de honor son ésos, Heleriel?-inquirió Huthor duramente.

   Ahora yo debía decirle que entre los emisarios estaba él, lo que él debía ya sospechar. Como yo sospechaba que él estaba en contra del viaje. Fue siempre tan predecible, tan rutinario, y, sobretodo, tan celoso.

   Dirigí una mirada a Herendor, buscando que con la suya me soportara, me diera ánimos y fuerza, y entonces me miró. Me llenó de vitalidad y me vi capaz de decirle a Huthor la verdad respecto al viaje, e incluso la verdad de mis sentimientos, pero ya llegaría la hora de decírselo, y no sería en público.

-¿Quiénes son los emisarios, Heleriel?-preguntó de nuevo impaciente.

   Ahora tendría que responder, el momento de la verdad había llegado, no podía retrasar más esto, ni eludirlo... como no podía eludir su reacción. Y con la fuerza que Herendor me había comunicado, dije:

-Vuelven a Caras Galadon...


Nota de Autora: He tardado, lo sé, he pasado fuera mucho tiempo, y tan pronto como he regresado me he puesto manos a la obra. El próximo tardará mucho menos, espero que lo disfrutéis. E insisto, escribidme a: vanimist@hotmail.com, con todo tipo de críticas, tanto buenas como malas. Sugerencias, preguntas y comentarios, os espero.

   Nos vemos en el próximo capítulo. Tenn’oio Mellyn ^^.



1 2 3 4 5 6 7

  
 

subir

Películas y Fan Film
Tolkien y su obra
Fenómenos: trabajos de los fans
 Noticias
 Multimedia
 Fenopaedia
 Reportajes
 Taller de Fans
 Relatos
 Música
 Humor
Rol, Juegos, Videojuegos, Cartas, etc.
Otras obras de Fantasía y Ciencia-Ficción

Ayuda a mantener esta web




Nombre: 
Clave: 


Entrar en el Mapa de la Tierra Media con Google Maps

Mapa de la Tierra Media con Google Maps
Colaboramos con: Doce Moradas, Ted Nasmith, John Howe.
Miembro de TheOneRing.net Community - RSS Feed Add to Google
Qui�nes somos/Notas legalesCont�ctanosEnl�zanos
Elfenomeno.com
Noticias Tolkien - El Señor de los AnillosReportajes, ensayos y relatos sobre la obra de TolkienFenopaedia: La Enciclopedia Tolkien Online de Elfenomeno.comFotogramas, ilustraciones, maquetas y todos los trabajos relacionados con Tolkien, El Silmarillion, El Señor de los Anillos, etc.Tienda Amazon - Elfenomeno.com name=Foro Tolkien - El Señor de los Anillos