Las raíces de Eowä

05 de Febrero de 2004, a las 00:00 - Nolara
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]Meneame

Capítulo 3- El Bosque

Se despertó cuando los primeros rayos de sol acariciaron su pálido rostro. Se levantó feliz y con las fuerzas renovadas. Después de vestirse y escribir una breve nota a Tala, avisándola de que llegaría tarde, cogió una manzana y salió de casa.

Sama la esperaba donde habían acordado el día anterior. Vestía un fino vestido azul celeste que le sentaba realmente bien y una maleta de piel de conejo donde guardaba las provisiones del día. Según Sama, el Bosque se hallaba a una hora de camino, así que rápidamente partieron. No tenían prisa pero debían llegar a su aldea un par de horas antes del anochecer.

El camino que conducía al bosque, consistía en un amplio y firme sendero poco pedregoso que atravesaba un vasto tapiz compuesto de frondosos y verdes páramos, prados y marjales. El paisaje que contemplaban era muy hermoso; en la vertiente occidental se alzaban las onduladas colinas conocidas por Verdinas, debido a su espectacular verdor, mientras el resplandeciente sol brillaba en el límpido cielo, proporcionándoles una agradable y suave brisa. Ambas disfrutaban del apacible camino, conversando y riendo alegremente. Eowä se sentía feliz, por fin cumpliría uno de sus más fervientes deseos. A pesar de hallarse nerviosa, no lo dejó traslucir, ni es su voz ni en su conducta. El camino le estaba resultando muy agradable y así quiso agradecérselo a su amiga.

-Sama, os agradezco mucho el que me hayáis traído.
-¡Oh! no hay de qué. Además, también yo necesitaba un descanso- dijo ésta con una sonrisa.
-Gracias de todos modos.

Continuaron caminando en silencio, ambas imbuidas en sus propios pensamientos . Fue Sama la que rompió el tranquilo silencio.

-¿En qué pensáis?- preguntó a la elfa.
-En el Bosque- respondió Eowä tras unos segundos.
-Teméis que no sea el mismo ¿verdad?.
-Sí- afirmó la elfa brevemente. Eowä siempre quedaba asombrada de la capacidad de Sama de adivinar sus pensamientos. No sabía como lo hacía, pero siempre acertaba. "Quizá sea demasiado transparente", solía pensar- si no lo son, no sabré donde buscar ni qué hacer.

Volvieron a guardar silencio, pero esta vez fue más breve.

-Y vos, ¿en qué pensabais?- le preguntó la elfa.
-Pues... - sin acabar aún su frase, Sama ya se había sonrojado y mantenía la vista en el suelo- pensaba en Danto.
-Y ¿en qué exactamente?- insistió Eowä divertida.
-En lo bello que estaba esta mañana- específico la amiga mientras recreaba aquella imagen.
-¿Esta mañana? ¿acaso lo habéis visto?- se sorprendió Eowä.
-Sí, lo he visto y he estado conversando con él.
-Y ¿qué os ha dicho?- quiso saber Eowä picarona.
-Pues me ha dicho que los pasteles que le llevé el día anterior estaban deliciosos y me lo agradeció.

Eowä sonreía, le gustaba ver como Sama se sonrojaba al hablar de Danto.

-Lo veis, como os repito constantemente, aunque no creéis en mis palabras, creo que le gustáis... .
-No digáis tonterías... .
-No digo tonterías, Sama- Eowä disfrutaba con aquella situación- le llevo observando mucho tiempo y cuando os ve, se sonroja y se pone nervioso. Además, ¿cómo explicáis que únicamente se quede en casa las mañanas que vos le lleváis los pasteles? .
-Pues...- Sama dudaba a la par que apretaba el puño en señal de nerviosismo, mientras buscaba una posible respuesta, que no encontró- No os creo, además está Nea.

Nea, dichosa Nea. Se trataba de una joven aldeana que andaba detrás de Danto y que tenía por costumbre inventar escandalosos rumores sobre ella y éste. Su intención era hacer daño a Sama, y "lo peor era que lo conseguía", pensó Eowä con rabia.

-Olvídate de ella, es una fresca y una farsante. Además, no tienes excusa de no creer en mis palabras, pues sabes perfectamente que Danto no se lleva bien con ella.

Hacía una semana, había llegado a oídos de Danto un escandaloso rumor sobre él y Nea. Cansado de las mentiras de ésta, fue en su busca y cuando la hubo hallado, le pidió explicaciones y discutió con ella, frente a todos los aldeanos. Sama y Eowä rieron al recordar la escena y la cara de desconcierto y vergüenza de la joven, aunque ambas sentían lástima por ella.

-Sama, yo solo os voy a decir una cosa- continuó Eowä al acabar de reír- sé y estoy totalmente segura de que Danto, tarde o temprano , pedirá vuestra mano, ya lo veréis.

Sama no contestó, a pesar de no creer en las palabras de su amiga, tenía una mínima esperanza de que Eowä estuviera en lo cierto.  Alzó la vista y comprobó que ya habían llegado.

-¡Ya hemos llegado!- gritó.

El corazón de Eowä palpitó con fuerza al escuchar las palabras de su amiga. Había llegado la hora.
Se adentraron en el frondoso y amplio bosque. Éste estaba constituido principalmente de robles, cuyos capullos comenzaban a abrirse mostrando sus neonatas hojas, con la llegada de la primavera. Su tierra era turbosa y ácida, por tanto árida, así que continuaron caminando hasta encontrar zonas más fértiles y verdes, donde Sama pudo hallar las plantas que buscaba, las cuales guardó en su pequeña mochila.

Eowä se extrañó del sentimiento que nació en ella al atravesar el bosque. Siempre había creído temer al bosque, pero se hallaba en un profundo error, pues su ser se sentía libre y realmente cómodo en  aquel bello lugar. Disfrutaba del hermoso paisaje, y se lo hizo saber a su amiga. Sama le sonrió y le indicó un pequeño claro que se situaba a pocos pasos.

-Allí comeremos, ¿de acuerdo?. Así que vamos ya pues el sol está a punto de alcanzar lo alto del cielo y estoy hambrienta. Además, ya he cogido todas las plantas que necesitaba.

Alcanzaron el claro con rapidez, y una vez allí, se sentaron y comenzaron a comer. El camino les había abierto el apetito y se sentían hambrientas, por ello comieron a manos llenas y con ferocidad la comida que Sama había traído y que consistía en pan, queso y sus ya conocidos pasteles.  Las alargadas sombras de los robles, les procuraban un grato frescor, y una cálida brisa.

Cuando acabaron de comer, ambas se sentían sedientas y fueron en busca de un río, dejando sus pertenencias en aquel claro. No temían robo alguno, pues aquel lugar era poco frecuentado por los aldeanos de las aldeas próximas. Encontraron un estrecho riachuelo que desembocaba en un amplio y azulado lago. Bebieron de sus claras aguas  mientras el brillante sol calentaba sus cuerpos.

-¡Qué calor hace!- exclamó Sama, una vez satisfecha su sed.
-Pues sí...- Eowä guardó silencio mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa- ¿y si nos bañamos?

Ambas se miraron y en apenas un segundo, se habían levantado y con torpeza, se habían desprendido de su ropas. Se lanzaron al lago con rapidez, refrescando sus calurosos cuerpos. Sabían nadar, lo habían aprendido en el río que rodeaba su pequeña aldea. Nadaron, jugaron, rieron y disfrutaron al máximo de las cristalinas aguas y de su frescor. Por un momento, Eowä olvidó la razón de su presencia allí.

Exhaustas, salieron del lago y se tumbaron en la fresca y verde hierba que rodeaba a éste, dejando que el resplandeciente sol secara sus húmedos cuerpos.

Una vez secas, se vistieron y regresaron al claro. Comprobaron, tal como esperaban, que sus pertenencias continuaban donde las habían dejado. Eowä se sentó sobre las raíces de un cercano roble para descansar. Sin embargo, un sentimiento que invadió su ser se lo impidió. No sabía porqué ni como, pero el paisaje que le rodeaba le resultaba muy familiar, demasiado familiar teniendo en cuenta que era la primera vez que visitaba aquel bosque. Hasta que lo entendió todo. "Éste es el bosque que aparece en mis sueños", concluyó con tembloroso cuerpo. Se incorporó de un salto y dejándose guiar por una desconocida intuición , se adentró en el espeso bosque mientras oía los gritos de su amiga que la seguía a pocos pasos.  Continuó corriendo y corriendo, apartando las ramas que le entorpecían el paso y que se encontraba en el camino, hasta alcanzar un vasto sendero que también le resultó familiar. "Por fin lo encontré, no lo puedo creer", pensaba emocionada.

Fueron los gritos de Sama, que la había alcanzado y se hallaba a su lado, lo que la despertaron de su ensimismamiento.

-Pero ¿qué pasa?- le preguntó su amiga exaltada y cansada.
-Este es el camino y ese el claro que aparecen en mis sueños, aquí me perdí. Por fin lo encontré, por fin... - las últimas palabras fueron apenas un susurro que Sama con esfuerzo logró escuchar.

Eowä  había hablado con voz temblorosa para contener las lágrimas que finalmente escaparon y rodaron por sus mejillas. Sama, un poco desconcertada, se acercó a ella y la abrazó, dejando que Eowä llorara silenciosamente. Acabado el inaudible llanto de la elfa, recogieron sus cosas y marcharon en silencio hasta la aldea. Durante su regreso, el silencio fue compañero de camino y no se vio roto por ninguna . Llegaron antes del amanecer, como tenían planeado y se despidieron:
-Bueno, ya hemos llegado, me lo he pasado muy bien y ¿vos?- le preguntó Sama a Eowä,  un tanto preocupada por lo ocurrido antes de marchar.
-Yo también, y no os preocupéis, estoy bien- le tranquilizó a su amiga con una sonrisa- nos vemos mañana ¿de acuerdo?.
-De acuerdo, hasta mañana.

Ambas marcharon a sus respectivos hogares. Eowä encontró a Tala esperándola sentada. Cuando ésta la vio, se levantó.

-Por fin, estaba muy preocupada por vos, temía... .
-Tranquila Madre, estoy bien- le tranquilizó la elfa.
-Pues yo os veo mala cara- insistió Tala.
-Solo estoy un poco cansada, nada más, dejad de preocuparos por mí pues estoy perfectamente- le contestó Eowä malhumorada. Rápidamente, rectificó- perdonad Madre, no era mi intención...
-Tranquilizaos, no pasa nada. Os entiendo, a veces puedo resultar muy pesada- se disculpó Tala mientras Eowä se acercaba a ella y la abrazaba- ¿qué tal fue el día?
-Muy bien, y ¿vos? ¿hay alguna noticia nueva?
-Yo como siempre. Pues ahora que lo preguntáis, sí, hay una noticia nueva, y muy extraña por cierto.
-¿Ah si? Y ¿de qué trata?
-Pues dice que una tropa de elfos, que van camino a Valinor, han montado campamento muy cerca de la aldea. Por lo que se ve, tienen intención de descansar unos días antes de marchar.
-¿Elfos?
-Sí, elfos. La verdad es que es muy extraño.

Eowä se encontraba desconcertada. ¿Elfos? Creía que todos habían partido hacía tiempo y le extrañaba que aún quedara alguno en la Tierra Media. "¿Estará mi Mamil allí, en Valinor?", solía pensar a menudo. Sus cavilaciones se vieron interrumpidas por el sonido de  la desagradable tos de Tala, que en los últimos días se había apoderado de ella.

-¿Qué os pasa Madre? ¿otra vez esa tos?- le preguntó la elfa mientras se aproximaba a ella, la sostenía de los brazos y la sentaba en la silla que se situaba a sus espaldas.  

Tala intentaba contestarle pero la intensidad de la tos, se lo impedía.

-¿Os habéis tomado las hierbas?.

Tala negó con la cabeza. Eowä se acercó a la mesa de la cocina y cogió un sobre marrón. De él sacó un ramo de verdosas hierbas que vertió en un vaso con agua. Seguidamente se lo ofreció a Tala. Antes de ser ingerido por ésta, las hierbas ya se habían desecho en el agua y ésta había adquirido un tono grisáceo. Tala bebió con dificultad y rápidamente la tos desapareció. Las hierbas le habían sido recomendadas por la madre de Sama, Soa, y resultaban muy eficaces.

-Menos mal, ya pasó- Eowä contempló a su débil Madre. Estaba muy preocupada por ella- debéis tomarlas puntualmente y lo sabéis.
-Sí que lo sé, pero se me olvida- respondió Tala mientras se levantaba con fingida poca dificultad- estoy cansada, me voy a la cama. Hasta mañana, cariño.
-¡Qué descanséis! - Eowä observó como Madre se alejaba y se metía en su habitación. "Debo cuidarla más, sino...", pensó con tristeza. 

Cuando Tala desapareció en el interior de su estancia, Eowä se dirigió a su dormitorio reflexionando en la delicada salud de su Madre y en lo ocurrido aquella tarde.  Allí, se desvistió y se puso una larga túnica que utilizaba para dormir. Seguidamente se acostó. Cuando estaba a punto de ceder al sueño, las palabras de Tala sobre los elfos retumbaron en su mente. "¿Elfos aquí? ¡qué extraño!", pensó mientras daba vueltas en la cama en busca de una postura más cómoda. Al pensar en ello, una idea cruzó su mente. Había cumplido uno de sus deseos pero ahora deseaba cumplir el otro y tenía la oportunidad perfecta. Se durmió mientras organizaba su nuevo plan. Lo que ella no sabía, era que se hallaba muy cerca de la verdad. 



1 2 3 4 5 6 7

  
 

subir

Películas y Fan Film
Tolkien y su obra
Fenómenos: trabajos de los fans
 Noticias
 Multimedia
 Fenopaedia
 Reportajes
 Taller de Fans
 Relatos
 Música
 Humor
Rol, Juegos, Videojuegos, Cartas, etc.
Otras obras de Fantasía y Ciencia-Ficción

Ayuda a mantener esta web




Nombre: 
Clave: 


Entrar en el Mapa de la Tierra Media con Google Maps

Mapa de la Tierra Media con Google Maps
Colaboramos con: Doce Moradas, Ted Nasmith, John Howe.
Miembro de TheOneRing.net Community - RSS Feed Add to Google
Qui�nes somos/Notas legalesCont�ctanosEnl�zanos
Elfenomeno.com
Noticias Tolkien - El Señor de los AnillosReportajes, ensayos y relatos sobre la obra de TolkienFenopaedia: La Enciclopedia Tolkien Online de Elfenomeno.comFotogramas, ilustraciones, maquetas y todos los trabajos relacionados con Tolkien, El Silmarillion, El Señor de los Anillos, etc.Tienda Amazon - Elfenomeno.com name=Foro Tolkien - El Señor de los Anillos