Las raíces de Eowä

Capítulo 5 - La Verdad

-Partimos de Lórien y nos unimos al resto del grupo en Rivendel. Llevábamos muchos días de camino, cuando a una jornada de nuestro destino, decidimos parar para descansar y comer algo. Nuestra intención era hacer una breve parada y así lo hicimos. El viaje, aunque cansado, había sido agradable y no tuvimos que lamentar ningún percance. Al cabo de unos minutos, reanudamos la marcha pues faltaba poco y nos estaban esperando. Acabábamos de iniciar el viaje cuando un desesperado lamento detuvo la marcha. Se trataba de Lamaratwën, vuestra madre, que gritaba vuestro nombre. Entre lágrimas logró decirnos que no os encontraba entre la marcha y que no sabía donde estabais. Comenzamos vuestra búsqueda por los alrededores de la zona, incluido el bosque, pero no hallamos rastro alguno sobre vos. El tiempo se acababa y vos no aparecíais; por ello tuvimos que tomar una urgente decisión: decidimos que la marcha continuara su viaje mientras una veintena de elfos voluntarios se quedaban en la Tierra Media con la intención de buscaros. Y así se hizo. Vuestros padres debían marchar pues les estaban esperando y con inmensa tristeza y envueltos en dolor, marcharon.  Desde entonces, no les he vuelto a ver. Estuvimos buscandoos  durante un par de meses y no os hallamos. Vigilamos las aldeas cercanas durante estos dos meses, pero no había rastro alguno sobre vos y os dimos por desaparecida. Los voluntarios que decidimos quedarnos, supimos de un último viaje para Valinor que se efectuaría medio siglo después , así que partimos de vuelta hacia nuestras tierras. Y somos nosotros, los últimos elfos que quedamos en la Tierra Media y que partiremos de ella en un par de días, los que finalmente os encontramos, tanto tiempo después... - Tinorduil guardó silencio.

Eowä escuchó atentamente la historia que tanto había anhelado conocer, mientras silenciosamente lloraba con cabeza gacha y la vista fija en el suelo. Se sintió enormemente  emocionada y triste al escuchar el nombre de su madre y el final de ésta. Se culpaba de su tristeza y de haber cambiado el destino de aquellos elfos que se quedaron allí para buscarla, y no se lo perdonaba.

No se atrevió a alzar el rostro hasta que su llanto cesó. Tinorduil se mantenía sentado y guardaba silencio. Su mirada se hallaba perdida y su rostro reflejaba dolor al recordar la triste historia. Rinvoël se encontraba sentado muy cerca de ella y también guardaba silencio. Fue ella la que rompió el incómodo silencio:

-¿Cómo era mi madre?- preguntó con voz temblorosa.

Tinorduil meneó la cabeza para despejarse y con una sonrisa le contestó:

-No era una elfa bella pero sí muy atractiva, como vos. Os parecéis mucho a ella, tenéis su mismo cabello y rostro- sonrió con amargura antes de continuar- era una elfa fuerte y muy activa. Muy alegre y generosa. Fuisteis el fruto de una dulce historia de amor entre vuestra madre y vuestro padre, un arquero llamado  Baënduin, ambos te amaban con toda su alma ... .
-Veo que la conocíais muy bien, acaso ¿erais buenos amigos?- quiso saber Eowä.
-Mas que eso -sonrió- éramos hermanos y ...- la miró a los ojos antes de añadir- por tanto soy vuestro tío... .

Eowä no fue capaz de ocultar su asombro. Aquella conversación había sido demasiado para ella, no sabía qué decir, se había quedado sin palabras y ante la confusión, se mantuvo en silencio.

Fue un desconocido elfo que acababa de entrar en la tienda sin hacer el menor ruido, quien les devolvió a la realidad.

-Capitán, es la hora de cenar, le estamos esperando.

Tinorduil asintió con la cabeza y el desconocido elfo desapareció tan silenciosamente como había venido.

-¿Ya ha anochecido?- preguntó Eowä exaltada levantándose de un salto.
-Sí, hace un rato- le respondió Rinvoël, que había guardado silencio durante toda la conversación.
-Debo marcharme, es muy tarde... - comenzó a decir la elfa.
-Podéis quedaros a pasar la noche en nuestro campamento, si queréis. Es peligroso andar sola a estas horas de la noche- le interrumpió Tinorduil.
-Lo lamento, pero me es imposible. Tala no sabe que me encuentro aquí, estará preocupada. Debo marchar en seguida. Además, la aldea está muy cerca.
-Yo os llevaré - se ofreció Rinvoël mirando a Eowä, que agradecida, asintió.  

Antes de marchar, Eowä se acercó a Tinorduil, que se había levantado, le besó en la mejilla y rápidamente salió de la tienda, encontrándose con Rinvoël, que le esperaba presto montado en su corcel.  La ayudó a subir y esta vez montó detrás de él.

-Agarraos fuerte a mi cintura- le aconsejó éste antes de marchar, y así lo hizo ella.

Aunque Eowä se encontraba confusa y las últimas palabras de Tinouduil aún retumbaban en su mente, no le pasó desapercibido el sentimiento que invadió su ser en aquel momento. Su cuerpo rozaba la musculada espalda de Rinvoël y sus manos rodeaban su cintura. Le agradaba aquella sensación, desconocida hasta entonces. Se sentía cómoda y protegida cerca de él. Lentamente apoyó la cabeza en su espalda y disfrutó de aquel breve  momento.

Rápidamente llegaron a la aldea y Eowä le indicó su casa. Ésta se extrañó al contemplar el gentío que se arremolinaba en su casa. "¿Qué ocurre?", pensó preocupada mientras se acercaban a éste.