La Caida de Gondolin

12 de Octubre de 2005, a las 23:38 - Enrique Dueñas
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IV- De la estancia de Tuor en Gondolin

>>La multitud volvió a cruzar las puertas junto con los viajes, y Tuor vio que eran de hierro y muy altas y fuertes. Las calles de Gondolin eran anchas y empedradas y orladas en mármol, y a lo largo del camino había hermosas casas y plazoletas rodeadas de flores de colores brillantes y muchas torres de mármol blanco, delicadas y de graciosas formas, y con hermosísimas figuras grabadas, que se elevaban hasta el cielo, pero el más extraordinario de todos estos lugares era el palacio del rey, y su torre era la mas alta de todas.

>>Y al llegar a las puertas Turgon, rey de Gondolin, que llevaba una túnica blanca con un cinturón de oro y una pequeña corona de granates, se irguió ante las puertas y habló desde lo alto de las blancas escaleras que conducían a ellas: -Bienvenido, Hombre de Dor-Lómin. En nuestros libros se habla de tu llegada y está escrito que muchas cosas prodigiosas han de suceder cuando llegues aquí.- Y Tuor se arrodilló pero no estaba alegre porque había visto la majestuosidad de la ciudad y no quería que cayera y dijo: -Escuchad, oh, padre de la Ciudad de Piedra. Han llegado a oídos de Ulmo rumores sobre vuestra morada y vuestra colina de alerta contra las maldades de Morgoth y eso le alegra pero la ira ocupa su corazón, la de él y la de todos los Valar menos el propio Morgoth, El Enemigo. Y es que he sido traído aquí por senderos ocultos para deciros que una profecía ha dicho que Morgoth descubrirá Gondolin y que habéis de reunir vuestras huestes y prepararos para atacar primero.

>>Entonces Turgon dijo: -No lo haré, aunque todos los Valar bajasen a decírmelo en persona porque el terror de los Orcos es grande y no expondré mi ciudad al fuego de Morgoth, el cual no tiene forma de hallar la ciudad pues no sólo esta oculta entre montañas, sino que múltiples sortilegios la protegen y las águilas hacen guardia noche y día en los alrededores para disuadir a cualquiera de sus sicarios.- Y Tuor, asombrado, trató de disuadir al rey de ese pensamiento mas nada consiguió pero Turgon, sabiendo que aquel hombre tenía la estima de los Valar y en especial de Ulmo aceptó a que viviera en la ciudad entre los elfos Gondolindrim e incluso le pidió que viviera en el palacio con su sobrino Maeglin, y su hija Idril, y lo hizo de buen grado pues pronto advirtió que era un hombre bueno y leal.

>>Tuor se sintió entonces abrumado pero aceptó porque estaba agotado y aquel era un bello lugar y así comenzó la larga estancia de Tuor en Gondolin. No existe relato lo bastante extenso para narrar todas sus hazañas junto con los elfos, mas algo le retenía la mayor parte del tiempo dentro de la ciudad y era el amor que sentía por una mujer, y ella era Idril, la hija del rey.

>>Muchas cosas nuevas aprendió Tuor de mano de su buen amigo Voronwë y los sabios del rey, convirtiéndose en un hombre mucho mas fuerte que antes y cuyas palabras encerraban sabiduría; y comprendió muchas cosas que antaño no comprendía y llegó a conocer cosas que desconocen los Hombres mortales y su temor hacía los viles Orcos disminuía año a año.

>>Gracias a su destreza con la espada, su extraordinario dominio de las artes y las ciencias y al gran valor de su corazón y su cuerpo, Tuor se convirtió en un consuelo y un sostén para el rey, que no tenía hijos varones; y todo el pueblo de Gondolin lo amaba, pero al pasar tanto tiempo feliz allí olvidó por completo las advertencias de Ulmo y al igual que Turgon y los demás, se confió. Ahora bien, aunque llevaba mucho tiempo viviendo en Gondolin, el amor por la bella Idril colmaba del todo su corazón y era un amor que nadie conocía, ni siquiera la propia Idril, pero cuando al fin decidió descubrirse ante ella averiguó que también ella sentía un gran amor por Tuor y que las hebras de su destino se habían entretejido desde el primer día en que lo había visto desde una alta ventana, fatigado y suplicando, ante el palacio del rey. Maeglin, sobrino del rey también amaba a Idril y muchas veces había pedido su mano al rey pero Turgon no podía dársela al tener un tan cercano parentesco y no era costumbre entre los elfos casarse con miembros de su misma familia. Y no le faltaban razones pues Maeglin la cortejaba tanto por su deseo de convertirse en un personaje poderoso de la casa real como por el amor que en verdad sentía por la bellísima doncella: Idril era realmente muy hermosa y se enorgullecía de su belleza; y el pueblo la llamaba Idril Talceleb, la de los Pies de Plata, porque andaba siempre descalza y con la cabeza descubierta aunque era hija del rey, excepto en las celebraciones de los Ainur, y Maeglin se consumía en ira al ver que Tuor lo desplazaba. Mas un gran regocijo recorrió la ciudad cuando Idril y Tuor se casaron ante el pueblo en Gar Ainion, el Lugar de los Valar, cercano al palacio del rey. En verdad Turgon tenía pocos motivos para oponerse a su amor y el día de la boda fue de júbilo para toda Gondolin, con la única excepción de Maeglin.

>>Ahora bien, el emblema de Maeglin era un topo negro, y era un notable picapedrero y jefe de los mineros pero era menos afable que la mayoría de sus bondadosos parientes y odiaba a Tuor porque le envidiaba y a Voronwë por que le decía servil y esclavo de un mortal, aunque no fuera cierto.

>>Y un día se hicieron realidad los deseos de los Valar porque con inmenso amor Idril dio un hijo a Tuor y lo llamaron Eärendil. que en Quenya significa “enamorado del mar”y todos en la ciudad decían que haría cosas prodigiosas cuando creciera.

>>El recién nacido era extraordinariamente hermoso; tenía la piel blanca y reluciente y los ojos de un azul más intenso que el de los cielos de las tierras de más al sur, mas azul aún que los zafiros del atuendo de Manwë, el mayor de los Ainur, y Maeglin sintió una profunda envidia cuando nació y tenía por costumbre llamarlo bastardo cuando nadie podía oírlo.

>>Ya habían transcurrido muchos años desde que Ulmo le entregó a Tuor los obsequios y desde que conoció a Voronwë y vio por primera vez los altos muros de la ciudad; y mientras Tuor vivía feliz y el amor que sentía por Idril crecía día a día así como el que Idril sentía por él, Maeglin cavaba cada mes mas y mas hondo con los de su casa en sus túneles para olvidar todo el odio que corroía su corazón y un día se quedó solo en la tiniebla y entonces una banda de Orcos de Morgoth lo rodeó. Los Orcos eran de ojos amarillos y de piel verde, con una boca como las de los perros y andaban encorvados y portaban cimitarras negras y temibles y le amenazaron. Pero Maeglin no combatió sino que dijo:
-Debéis saber que yo soy Maeglin de la casa del Topo de Gondolin, miembro de la estirpe de los Noldor- Pero uno de ellos respondió:-¿Por qué nos ha de importar eso?- Y Maeglin, cogiéndolo del cuello le dijo: -Debe importarte mucho, escoria, porque si me dais muerte, ya sea rápida o lentamente, jamás sabréis donde está Gondolin, la oculta, que vuestro amo tanto tiempo ansía tomar.-Eso les pareció bien a los Orcos y se alejaron mucho de las montañas que rodeaban Gondolin rumbo a las Colinas de Hierro, a la sombría morada de Morgoth en Angband. Y hasta allí llevaron a Maeglin y el se arrodilló ante el trono negro de Morgoth, y este le ordenó hablar y el traidor lo dijo todo. Morgoth entonces, en su infinita malicia se puso muy contento porque vio en lo que decía Maeglin la posibilidad de provocar la ruina completa de los Noldor y como recompensa Maeglin pidió ser un importante capitán de Orcos y esposo de Idril y señor de la nueva Gondolin que habrían de edificar pero Tuor y Eärendil debían ser arrojado a las llamas de Angband para morir en tormento indescriptible y todas estas exigencias sí estaba dispuesto a cumplirlas el malvado.

>>Y Morgoth preparó sus incontables huestes de cientos de miles pérfidos Orcos y a los Balrogs, demonios de fuego con látigos en llamas de inmenso poder cuyo jefe era Gothmog, y a los dragones, las mas temibles bestias que jamás hubo en la tierra, cuyo aliento era fuego según decían. 

>>Entonces Morgoth le dijo a Maeglin que el asalto sobre Gondolin llegaría en breve y que ahora partiera a la ciudad para no levantar sospecha y Maeglin desde ese día fue mucho mas amable y considerado y la gente decía –Maeglin se ha vuelto compasivo- pero Idril creía que ese no era Maeglin y que si lo era, no había que confiar en él.



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