La Caida de Gondolin

VII-Del final de la Ciudad de Siete Nombres

>>Los Orcos recuperan el valor al ver que los dragones se acercan. En la huída, Tuor dio muerte a Othrod, un capitán de los Orcos, partiéndole el yelmo en dos, y despedazó a Balcmeg y destruyó a Lug cortándole las piernas desde las rodillas, mientras Glorfindel traspasaba a dos capitanes de los trasgos de un solo golpe y le abría la cabeza hasta los dientes a Orcobal, su principal paladín; y, gracias a la extraordinaria valentía de estos dos señores, ningún otro guerrero de Gondolin fue herido en la retirada.

>>Entonces se juntaron con un puñado disperso de defensores en la Plaza del Rey. En ese lugar había habido antes muchos árboles de gran belleza, robles y álamos, que rodeaban un ancho y profundo pozo de aguas muy puras; pero ahora estaba asolado por el desenfreno y horror de La Guerra y cientos de cadáveres cubrían las aguas.

>>Allí se congregaron los últimos guerreros valientes, muchos mutilados y desfallecidos pero aun con victorioso espíritu y según contaron algunos había tenido lugar una cruenta batalla en el Gran Mercado, al este de la ciudad, donde fueron sorprendidos por el enemigo, cayendo en una emboscada justo cuando trataban de sorprender a los invasores por el flanco izquierdo. Algunos pudieron marcharse con vidas pero aquel hermoso lugar estaba ahora en llamas.--Hemos de ir al Palacio- dijo Tuor entonces y todos le siguieron.

>>Entonces el rey dijo: -Magna ha sido la caída de Gondolin.– Y los hombres se estremecieron, porque ésas palabras les recordaban a la advertencia de Ulmo, pero el dolor y el amor que sentía por el rey hicieron gritar a Tuor con vehemencia: -¡Gondolin aun no ha caído y Ulmo no permitirá que desaparezca!- En ese momento estaba de pié, Tuor junto a los árboles y el rey en las escaleras, donde habían estado otrora cuando Tuor le transmitió el mensaje del Vala. Pero Turgon dijo:-He dejado que El Mal cayera sobre la Flor del Valle a despecho de Ulmo y ahora él deja que el fuego la destruya. ¡No! Ya mi corazón no abriga esperanza alguna para mi hermosa ciudad, pero los hijos de los Noldorin no se sumirán por siempre jamás en la derrota.

>>Entonces oyeron al ejército que se acercaban y los Gondolindrim aprestaron sus armas, mas Turgon dijo: -Oh, hijos míos, no luchéis contra el destino. Aquellos que podáis, huid para salvaros, si aun hay tiempo para hacerlo; pero sed fieles a Tuor.  Pero Tuor dijo: -Vos sois el rey. –Y Turgon respondió: -Sin embargo, no seguiréis luchando –y arrojó la corona a los pies de Tuor. Entonces Glorfindel la recogió y al ver que Turgon no la quería, se la dio a Tuor el cual tan solo la guardo. Y ambos miraron con ojos tristes  como su rey, con la cabeza descubierta subió hasta lo alto de la torre blanca y allí gritó con una voz que parecía el toque de un cuerno y los enemigos que estaban congregados bajo los árboles se dieron la vuelta y lo escucharon: -¡Magna es la victoria de los Noldorin!- Y se dice que eso ocurrió a medianoche y que los Orcos lanzaron gritos de burla.

>>Entonces se dijo de lanzar una embestida con los supervivientes de la ciudad para escapar pero muchos respondieron a aquello que sería imposible y era preferible morir junto al rey. Tuor, que no podía soportar la idea de que tantas bellas mujeres y tantos niños hermosos murieran, ya fuera a manos de los suyos como último recurso o aniquilados por las armas del enemigo, y les habló del sendero secreto de huir. Y al nacer en ellos de nuevo la esperanza, trataron de convencer a Turgon de que cambiara de parecer, pero aun así no prestó oídos a lo que decían y les pidió que se marcharan antes de que fuera demasiado tarde, por que según él decía, debía morir en llamas junto con la ciudad.

>>Y salieron todos del palacio con premura, cuando aparecieron entonces los dragones mas gigantescos de todos, fulgurando entre la niebla, y Tuor observó horrorizado como uno de ellos se enroscó en la misma torre profanando su blancura; allí donde se podía divisar la silueta del rey y fue entonces cuando cayó totalmente derrumbada.  Entonces un enjambre de Orcos se entregaba al saqueo por doquier, sobre todo en las estancias del Rey donde se sentaron en el trono y robaron las mayores reliquias de los elfos. Corrieron entonces Tuor y los suyos y pronto estuvieron lejos y pudieron ver en toda su magnitud el gran incendio que destruía lo que antaño fue la gran joya de los Noldor. Y todos lloraron pero no tenían tiempo de lamentarse y tuvieron que seguir hacía delante.

>>Mientras tanto, Maeglin trató de convencer a Idril de que se uniera a su causa pero al descubrir que ella le detestaba y jamás iría con él por propia voluntad, la cogió de los cabellos y la arrastró hasta las almenas para que viera como despeñaba a Eärendil  entre las llamas y cogió a Eärendil llamándolo “bastardo”, y así, sola como estaba, Idril luchó como una tigresa a pesar de su esbeltez pero Maeglin la golpeó y la tiró al suelo. Entonces, al ver Maeglin que el pequeño también se resistía, lo levantó en el aire cogiéndolo del cuello. Maeglin reía y Eärendil lloraba, Idril ni siquiera podía moverse y el pérfido sacó su daga sin mostrar la menor piedad disponiéndose a enterrarla en el pecho del hijo de Tuor  pero ¡Al Fin! Su valiente padre se lanzó sobre él con una ira pavorosa y cogiendo la mano de Maeglin, le obligó a tirar el cuchillo y le retorció el brazo hasta quebrárselo. Tomándolo entonces por la cintura, lanzó a su enemigo lejos. El cuerpo cayó y golpeó tres veces en Amon Gwareth antes de precipitarse en medio de las llamas.

>>Idril lloró de alegría así como Eärendil y Tuor los abrazó fuertemente mas poco duraría su júbilo ya que a lo lejos se veía la caída del Rey que era como la caída del Reino  e Idril dijo con tono grave: -¡Que triste es la ceguera de los sabios! –Pero su marido dijo:- Triste es también la obstinación de los que amamos, pero fue un error valeroso –Y se agachó para alzarla y la besó, porque ella eran para él lo mas valioso que jamás tendría; e Idril se echó a llorar inconsolablemente por su padre.

>>Tuor levantó a Voronwë entonces, al verlo vivo y volviéndose a los capitanes dijo: -¡Escuchad! Debemos marcharnos a toda prisa para que no nos rodeen. –Y de inmediato comenzaron a avanzar lo más rápidamente que podían y lograron llegar muy lejos de allí antes de que los Orcos se cansaran de saquear el palacio y de celebrar la caída de la torre de Turgon.

>>Llegan entonces al extremo sur de la ciudad y recogen a todos los Gondolindrim que encuentran, soldados y mujeres con criaturas, y hasta aquí las huestes de Morgoth no habían llegado y dijo Tuor que no debían llevar nada excepto algunos alimentos. Después de mucho andar salieron de la ciudad, ya totalmente tomada por La Corrupción. Llegaron a un paraje tranquilo y Tuor le pidió nuevas a Voronwë, porque Idril no hablaba y estaba sumida en un extraño letargo; y Voronwë le contó que estaba preocupada por Eärendil por que en un mundo dominado por matanza y traición, no merecía la pena dar a luz nueva vida. Llegan entonces a la última escalera.

>>Un gran dolor se adueña de esa escalera cuando los exiliados dicen adiós a Gondolin; pero no tienen tampoco esperanza de llegar vivos allende las colinas, porque ¿Cómo se puede escapar de las manos de Morgoth?