La Caida de Gondolin

VI- Del ataque a la Ciudad

>>Las tropas de la casa del rey formaban una hueste poderosa cuyos colores eran el blanco y el dorado y el rojo, y sus emblemas eran la luna y el sol y el corazón escarlata. En el centro se encontraba Tuor, y su cota de malla plateada lanzaba destellos y en torno a él se apiñaban los más valientes. Y he aquí que todos ellos lucían en los yelmos figuran que parecían alas de cisne o de gaviotas y el emblema del Ala Blanca en los escudos. Pero en ese mismo sitio se congregaron las huestes de Maeglin, que llevaban arreaos negros y no lucían ningún distintivo ni emblema. Y se reunieron también muchos otros linajes, el de la Golondrina y el Arco Celestial, de los que provenía la mayoría delos arqueros y los mejores, y se postraron en las amplias terrazas de las murallas. Los del linaje de la Golondrina lucían un abanico de plumas en los yelmos y llevaban arreos blancos y azul oscuro y púrpura y negro, y lucían una punta de flecha en los escudos. Su jefe era Duilin, el hombre más veloz para correr y saltar y el arquero mas certero. Pero los del linaje del Arco Celestial, una estirpe que poseía incontables riquezas, lucían una gama esplendorosa de colores y llevaban los brazos cubiertos de joyas que fulguraban con la luz que ahora cubría el cielo. Todos los escudos del batallón eran de color azul cielo y su tachón de adorno estaba hecho con siete gemas; rubíes y amatistas y zafiros, esmeraldas, crisopasa, topacio y ámbar, y en los yelmos lucían un ópalo de gran tamaño. Su jefe era Elgamoth, que llevaba una capa azul bordada con estrellas de cristal y su espada era curva –aunque ningún otro Noldorin llevaba una espada curva-, pero la prefería al arco y con ella era letal.

>>También estaban allí los del linaje del Pilar y de la Torre de Nieve, que obedecían a Penlod, el más alto de todos los Noldor. Y estaban los de la casa del Árbol, que llevaban atavíos verdes y allí se reunieron los de la Flor Dorada, que lucían un sol de rayos abiertos en los escudos, y su jefe, Glorfindel, el de los dorados cabellos, llevaba una capa bordada con hilos de oro de tal manera que estaba cubierta de celidonias como una campiña de primavera, y sus armas lucían damasquinados de oro trabajado con gran habilidad.

>>Entonces llegaron desde el sur los de la casa de la Fuente, cuyo señor era Ecthelion y a quienes fascinaban la plata y los diamantes; y empuñaban espadas muy larga y brillantes y blandían bastones, y marchaban a la batalla acompañados por la música de flautas. Detrás de ellos la estirpe del Arpa, y, por último los de la casa del Martillo Iracundo, de la que procedían los mejores herreros y artesanos y todos ellos veneraban a Aulë, el Herrero más que a cualquier otro Ainur.

>>Mientras tanto, las terribles bestias atravesaron el valle y las blancas torres de Gondolin se tiñeron de rojo ante su cercanía; Incluso los más valientes se aterrorizaron al ver a los dragones de fuego que avanzaban decididos y en vano les dispararon. Entonces los mecanismos y las catapultas del rey arrojaron una lluvia de dardos y piedras y metal derretido contra esos monstruos despiadados pero  no sirvió de nada contra su piel indestructible. Y cuando se encontraban ante las grandes murallas blancas, Gothmog, señor de los Balrogs, ordenó atacar y la inmensa fuerza de las criaturas rompió las puertas con gran rapidez y otros treparon para alcanzar igualmente el otro lado, provocando el horror de los soldados que esperaban que las magníficas defensas de Gondolin resistieran hasta el fin de los tiempos. Y así los Orcos, los trasgos aborrecibles,  entraron en tropel y nadie puede describir el brillo de sus cimitarras negras ni el destello de las lanzas de hojas anchas con las que daban estocadas.

>>Tuor entonces preocupado por Idril y Eärendil pidió a Voronwë que se fuera a ocupar de ellos y él lo hizo mientras Tuor acompañaba a los de la casa del árbol y el Martillo Iracundo a cargar con furia contra el enemigo. Los golpes y cortes de sus espadas relucientes resonaron entonces en las Colinas Circundantes y los Orcos caían como hojas; y los de la Golondrina y del Arco les arrojaban un diluvio de flechas como las densas lluvias de otoño y tanto la destreza de los combatientes como la confusión derribaban por igual a los Orcos. Ésa fue una batalla portentosa pero, a pesar de su valor fracasaron: Y es que los dragones con su gran fuerza mataron a muchos buenos Eldar y uno de ellos combatió con Tuor y casi lo devora pero invocando el poder de los Ainur, clavó su espada en su pecho y lo derrotó. Así, los orcos cada vez eran mas y los Gondolindrim se vieron obligados a retroceder hasta que las huestes de Morgoth controlaban todo el norte de la ciudad. 

>> Mientras tanto, los de la casa del Ala junto con Tuor siguieron combatiendo mucho mas tiempo que los demás en las calles. Todos lucharon con habilidad y coraje pero la horda enemiga era demasiado poderosa y aunque su valor le incitaba a volver a la batalla, Tuor marchó a su casa porque quería despedirse de Idril y Eärendil y enviarlos de prisa con una escolta por el pasadizo secreto de huida antes de que fuera tarde.   

>>En torno al portal se libraba una cruel lucha y mientras Duilin (de la casa de la Golondrina), disparaba desde las murallas los Balrogs saltaron desde las faldas de Amon Gwareth y le enterraron un dardo de fuego en el pecho; y Duilin cayó desde las almenas y allí murió. Entonces los demonios siguieron lanzando mas y mas de esas flechas envueltas en rojas llamas que parecían pequeñas serpientes y que caían en los techos y los jardines de Gondolin hasta quemar todos los árboles y prender fuego a las flores, y las hierbas e incluso a la fuerte roca, y las altas columnas blancas quedaron ennegrecidas y chamuscadas; y esto fue lo que los Balrogs provocaron, un inmenso incendio dentro de la ciudad, a espaladas del principal batallón de defensores y aquellos que se estaban replegando murieron calcinados de forma horrible.

>>Entonces Ecthelion (de la casa de la Fuente) gritó: -¿Quién temerá ahora a los Balrogs por todos sus horrores? ¡Ante vosotros están los malditos que por años de años han atormentado a los hijos de los Noldorin y que ahora han hecho estallar un incendio a nuestras espaldas con el fuego que han arrojado! ¡Venid vosotros, los de la casa de la Fuente conmigo y los del Arco Celestial  y los de la casa del Martillo Iracundo, arodares de Aulë, el Herrero! ¡Venid ahora y los aniquilaremos por su crueldad!- Y levantó brillando su espada, que tenía una elaborada empuñadura, y con a furia de su embestida y las de los suyos se abrió paso entre los orcos  hasta llegar a sus capitanes: Los Balrogs de Morgoth. Esa embestida fue muy valerosa, como aún se dice en los cantos de los Noldorin. Y a pesar de su magia y fuerza, las bestias de fuego nada pudieron hacer contra la furia incontenible de aquellos guerreros, aunque también cayeron muchos elfos, como Elgamoth el de la espada curva, que aun herido de muerte, clavó su espada en un Balrog antes de caer, o Penlod que quedó acorralado en una callejuela y muchos otros cuyos nombres no se recuerdan, pero los Gondolindrim obtuvieron una pequeña victoria. 

>>Allí fue donde Ecthelion, que había derribado a no menos de tres de aquellas viles criaturas, agobiado por el calor, los cortes de las Espadas de Fuego y los golpes de los Látigos de Fuego se vio obligado a retroceder hasta el mismo centro de la plaza, él solo, cerca de la fuente. Cayó entonces derribado por el mismísimo Señor de los Balrogs, Gothmog. Pero he aquí que Ecthelion, cuyo rostro lucía tan pálido como el acero y cuyo escudo colgaba penosamente de su costado, no fue dado muerte tan pronto y clamando al orgullo de los Eldar, golpeó el brazo en el que blandía la espada y ésta se soltó de su puño. Entonces Ecthelion, señor de la Fuente, el mas noble de los Noldor, se abalanzó sobre Gothmog cuando éste levantó el látigo y enterró como un aguijón su espada en el pecho y se abrazó a él, inmolándose en malévolas llamas, cayendo ambos en la profunda fuente del rey. Allí encontró la muerte esa criatura, así como Ecthelion, señor de la Fuente, el mas noble de los Noldor.

>>Y en otro lugar Tuor y sus hombres se lanzaron a la lucha, alineados con Glorfindel y los de la Flor Dorada atacando con gran ardor desviando muchos golpes que les están destinados a uno o al otro y hostigando a los Orcos. Pero allí todo se hizo estruendo, porque los dragones se esforzaban  por abrirse camino. Las huestes que quedaban luchan encarnizadamente entre los escombros o disputan las murallas hacía el este y el oeste con el enemigo; pero de nuevo su esperanza se vio truncada cuando otro enorme Dragón de fuego observó a Tuor y de sus fauces salieron llamaradas que abrasaban a los guerreros y ennegrecieron su  yelmo, pero sigue en pié y de un único golpe, nadie sabe como, decapita a la bestia. Reunió mientras Glorfindel a los hombres y decidieron todos que debían retirarse y así lo hicieron.

>>Entonces Maeglin decidió que había llegado la hora y acompañado de sus sicarios mas despreciables, marchó en busca de Idril., pero se encontró con Voronwë y un puñado de guerreros y cuando Voronwë vio a Maeglin lo entendió todo y hubo una furiosa pelea en la escalinata que llevaba a la casa de Tuor e Idril, pero Maeglin era tan diestro con la espada como Voronwë y tenía mas combatientes que él y le lanzó una estocada al hombro y lo dejó tirado, creyéndolo muerto.