El Señor de los Armarios

15 de Junio de 2003, a las 00:00 - Wampag y Oriön
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Capítulo V: El Bosque Viejo
Se pusieron pues los chiquitines en camino, guiados por la mente turbada de Merry. Los llevó por un bosque muuu rancio, o sea, viejo, y cuando llevaban varias jornadas de camino, se quedaron descansando en paz, sin saber que aquel bosque viejo estaba en realidad poseído. Vamos, que los árboles tenían vida propia y cosas de esas, lo cual no es muy fiable. Total, que aquí los paranoicos estos se quedaron descansando apoyados en un árbol, y el muuu tonto de Frodo se fue a lavarse la cara al río. Sam... bueno, tuvo unas necesidades "sólidas" que atender (a ver, después de cuatro días o más, ¿qué queréis? Todo el mundo tiene su momento All-Bran). Cuando volvió, no vio a nadie.

Sam: ¿Chicos? ¿Chicos? ¡Nenes! ¿Dónde estáis? No me dejéis sólo.

En su camino en busca de sus compañeros se encontró con que Frodo estaba debajo de una pedazo de raíz que lo había tirado a un río y le estaba intentando ahogar. Sam dio un grito (exactamente igual al de una nena) y se fue a ayudar a su "amo". Cuando lo rescató, oyó un ruido, como el de una cerradura que se cerraba, y ambos se dirigieron al árbol donde Merry y Pippin descansaban. Allí sobresalían dos pies malolientes, correspondientes a... bueno, dejémoslo a la opinión del lector. Total, ¿qué iban a hacer dos enclenques hobbits (uno que se cree mujer y el otro que está quemado del tabaco) contra un árbol fuerte y robusto? Efectivamente, nada. Pero la casualidad y el destino hicieron que Frodo oyera una voz procedente del otro lado del camino.

Voz: (Cantando a ritmo de reagge) I wanna love youuuuu... every day and every night. We´ll be togetheeer...

El ser cantarín resultó ser un habitante del bosque llamado Tom Bobmarley. Su apariencia era de lo más estrafalaria. Vestía con chaqueta azul, medias amarillas y un sombrerito con una pluma. Hasta aquí se puede pensar que no es tan raro en un mundo de fantasía, y que va vestido como un duendecillo o algo así. Pero es que Tom Bobmarley medía casi 2 metros y estaba cuadrado, como un armario empotrado. Para que el lector se haga una idea, era clavadito a Arnold Chuarcheneguer. Pues bien, cuando Tom llegó por allí los dos enanillos graciosos salieron corriendo a pedirle ayuda.

Tom: Oh, hola amiguitos.
Sam: Por favor, señor. Ayúdenos. Mire lo que ha ocurrido.

Tom se volvió al árbol que tenía prisioneros a los hobbits y después dijo con indiferencia.

Tom: ¿Qué pasa?
Frodo: ¿Cómo que qué pasa? ¡Ese árbol quiere zamparse a nuestros amigos!
Tom: Bueno, tendrá hambre.
Sam: Pero no puede comérselos, son nuestros amigos.
Tom: Pues solamente hay que esperar un día. Cuando haga la digestión volveréis a tener a vuestros amigos.
Frodo: ¿¿¿Pero qué dices???
Tom: (Comprendiendo al fin) Aaaaaaah, vale. Vosotros queréis que estén vivos, ¿no?
Sam: (Con desesperación) ¡¡Pues claro!!
Tom: Pues nada más fácil. Tom Bobmarley recuperará a vuestros amiguitos. El viejo Hombre-Sauce puede ser amansado gracias a las canciones y poemas de Tom. Ahora veréis.

De esta manera Tom se alejó un poco de los hobbits y se plantó delante del viejo Hombre-Sauce. Mientras pensaba un plan para liberar a Merry y Pippin, Sam susurró a Frodo su opinión del personaje.

Sam: Señor Frodo. Este tío está como una cabra. Yo creo que se ha fumado algo.
Frodo: Bueno, a lo mejor nos puede invitar a algo, jejeje.

En ese momento parece que a Tom le llegó la inspiración para salvar a los hobbits. Se colocó justo delante del árbol, se puso las manos en la cintura y comenzó con sus "canciones y poemas" para rescatarlos.

Tom: (Gritando y con la vena de la frente a punto de estallar) ¡EH, TÚ, ÁRBOL IMBÉCIL! ¡SUELTA A LOS REHENES O TE HARÉ COMER PLOMO Y LUEGO PATEARÉ TUS ENTRAÑAS HASTA QUE TE REMATE!

Con esto el Hombre-Sauce soltó a los chiquitines que corrieron lejos del alcance de su captor.

Merry: ¡La madre que lo...! Me ha dejado cubierto de babas.
Pippin: Pero a ti al menos no te empezó a masticar, ay.
Tom: Pero ya estáis bien. Ahora sois libres. Solo recordad que no debéis recostaros en los árboles de este bosque. Son muy peligrosos.
Frodo: Pues a ver qué hacemos. Casi es de noche y aun tenemos que cruzar el bosque.
Sam: ¡Uy, qué miedo!
Tom: ¡Sin problema! Podéis pasar la noche en mi casa conmigo y mi esposa Chirimoya de Oro. Cenaremos, nos contaremos historias, y mañana por la mañana a primera hora os ponéis otra vez en camino.

A los hobbits les pareció una idea estupenda, amén de la posibilidad de gorronear una cena y un desayuno gratis. Total, que llegaron a casa de Tom, un chalecito la mar de mono en mitad del bosque. Allí conocieron a la esposa de Tom, Chirimoya de Oro. Ellos esperaban a la típica princesita de cuento, enclenque, paliducha y con ricitos de oro. Pero sin embargo encontraron a una mujer de interesante conversación, negra, con trenzas en el pelo y clavadita a Whopi Goldberg.

Tom: Hola, cariñín. Ya he llegado.
Chirimoya de Oro: Oh, Tom. No me digas que has vuelto a traer mendigos a cenar a casa. Si aun no estamos en Navidad.
Tom: Lo siento, amorcito. Pero es que estaban en dificultades y me dio pena.
Chirimoya de Oro: Está bien. Pasad que cenamos en media hora.

Después de cenar (más bien de atracarse como gorrinos) los cuatro hobbits siguieron a Tom al salón donde le contaron sus andanzas. Él a su vez les dio consejos para su viaje.

Tom: ... y pasad por el Mesón Paco que hacen unos bocadillos de muerte.
Frodo: Lo tendremos en cuenta, gracias.
Tom: Ah, y cuidado cuando salgáis del bosque, porque pasaréis muy cerca de las Quebradas de los Túmulos, y a sus habitantes, los Tumularios, no les van las visitas.
Sam: ¿Qué son los Tumularios?
Tom: Pues a decir verdad, después de haberme leído el guión un taco de veces no me ha quedado nada claro. Podemos decir que son una especie de fantasmillas que atrapan a la gente y las meten bajo tierra.
Pippin: Pues vaya tíos bordes.
Tom: Así es. Y ahora mis pequeños amigos, deberíais acostaros. Mañana después del desayuno os acompañaré hasta la salida del bosque.

Y con estas palabras todos se fueron a dormir. A la mañana siguiente después del atracón correspondiente del desayuno y de despedirse de Chirimoya de Oro los cuatro hobbits partieron junto a Tom hacia la salida del bosque. Una vez que llegaron Tom comenzó a despedirse.

Tom: Pues hala, cuidadito con lo que hacéis.
Frodo: Muchas gracias por todo.
Tom: Un placer. Yo me voy ya, que Chirimoya de Oro quiere que la acompañe al supermercado a comprar. Si necesitáis algo llamadme al busca. Hasta más ver. (Cantando y alejándose) I shooooooot the sheriiiiiiiiiff...

Y de esta manera los enanillos graciosos salieron por fin del Bosque Viejo. Lo que no sabían era que todavía los Jinetes Negros los estaban buscando.


Capítulo VI: Niebla en las Quebradas de los Túmulos
Ahora bien, ¿alguien piensa que los cuatro tontos estos iban a hacerle caso a Tom? Pues claro que no, y nada más salir del bosque se fueron derechitos a las Quebradas de los Túmulos, porque Pippin y Sam querían pasar por algún lugar pintoresco para hacer fotos. Pero el tiempo les jugó una mala pasada y cayó una niebla espesísima que no les dejaba ver nada. Por esa razón decidieron esperar un rato y mientras tanto echar una cabezadita.
Cuando Frodo se despertó estaba sobre una fría mesa de mármol, con una especie de túnica y con una manzana en la boca, igual que un cochinillo. Sus tres amigos yacían en los alrededores en similares condiciones. Se dio cuenta que debían ser presa de los Tumularios, que los arrastraron bajo tierra cuando se quedaron dormidos. Y en ese momento vio a uno de ellos, al fondo de la habitación, con un delantal, un gorro de chef y afilando un cuchillo. Frodo deslizó la mano en su bolsillo en busca del Beeper que le habían regalado con la Cocacola para avisar a Tom Bobmarley.
Al cabo de unos segundos, mientras el Tumulario seguía afilando el cuchillo y sus congéneres ponían unas servilletas en la mesa, la puerta de la cámara donde se encontraban se abrió de una patada produciendo un gran ruido. Apareció ante ellos una silueta enorme que llevaba algo muy grande en cada brazo. En ese instante Frodo reconoció a Tom, que ahora llevaba gafas de sol y una chupa de cuero. Sam, que se había despertado por unos segundos exhaló un suspiro de nena y se desmayó otra vez, unos segundos antes de que Frodo hiciese lo propio. Tom avanzó unos pasos hacia uno de los Tumularios y dijo:

Tom: ¡EH, TUMULARIO! ESQUIVA ESTO.

Lo que ocurrió a continuación es bastante complicado de relatar. Digamos que hubo muchas balas y mucha sangre. Sí, sangre, ¿qué pasa? ¿Qué los Tumularios son como fantasmas? ¿Y qué? La historia la contamos así, y estos Tumularios se mueren agujereados de  balas. ¿Queda claro? ¿Más preguntas? Pues hala, sigamos.
Bien, para que todos nos hagamos una idea, lo que sucedió fue un cruce entre la escena de "Eraser" que transcurre en el puerto, algunas de las de "Desafío Total" y cuando en "Matrix" entran en el edificio de los agentes para salvar a Morfeo. Los Tumularios saltaron por los aires, Tom le rompió algunos huesos a varios antes de rematarlos y todas las paredes se quedaron llenas de agujeros del calibre 38. Digamos que el resultado final fue Tom Bobmarley 1-Tumularios 0.
Después de la lucha Tom sacó a los hobbits de la sala y los llevó de vuelta a la superficie. Una vez que se hubieron despertado Tom se fue diciéndoles antes que él no podía sacarles siempre las castañas del fuego y que dejaran de hacer el tonto. Los hobbits le agradecieron los consejos y se volvieron a meter bajo tierra, pero esta vez para saquear la guarida de los Tumularios y pillar cosas para vender en el rastro. Entonces, con sus mochilas cargadas siguieron su camino hacia Bree.


Capítulo VII: Bajo la enseña de El Poney Rebuznador
Y allí estaban ellos, cuatro hobbits a las puertas de la aldea de Bree. Al pegar en ella, una pequeña puertecita en la parte superior de la puerta se abrió, se cerró y más abajo se abrió otra, a la altura de la cara de los hobbits. Un hombre de expresión sombría y vieja preguntó.

Guardián: ¿Qué quieren?
Frodo: Venimos a emborracharnos, tío.

El guardián abrió la puerta, y se extrañó al ver a cuatro personajillos intentando entrar en la aldea.

Guardián: ¡Ewoks! ¡Cuatro ewoks!
Merry: ¡Eh, tío, sin faltar!
Guardián: Discúlpenme. Bueno, a lo que vamos. ¿Qué asuntos traen a cuatro ew... quiero decir, a cuatro hobbits a la aldea?
Frodo: Pero, ¿a ti qué te importa? A ver, ¿nos hemos metido contigo a ver qué estás haciendo aquí?
Guardián: Soy el guardián... Guardo las puertas.
Merry: (Al oído de Frodo) Este tío sabe lo del Armario. Si yo fuera tú lo mataría.
Frodo: (Tras considerar la idea un rato) A ver, te lo contamos. Pero si lo hacemos después tendremos que matarte.
Guardián: Tranquilo, jovencito, no era mi intención ofender.
Frodo: (Con la vena en la frente) ¿¿CÓMO QUE JOVENCITO?? ¿¿NO SABES QUE TE SACO MÁS EDAD??
Guardián: (Con el chupete en la boca) ¡Lo siento! ¡Perdón! Pasad, pasad.

Así pues, después de este arrebato de cólera, Frodo y sus amigos entraron en la aldea de Bree en busca de la taberna, donde supuestamente se iban a encontrar a Gandalf, aunque en realidad lo que querían hacer era coger una pea de arriba abajo. Al entrar en la taberna, el corazón se les llenó de alegría. Vieron el mismo ambiente acogedor de Hobbiton, el mismo olor en el aire... O sea, vieron a todo el mundo tirado por las mesas y por el suelo con una pea impresionante y olieron a la hierba de siempre... la que da alegría. ¡Qué bien era estar como en casa!
Frodo se acercó a la barra del bar, y comenzó a dar saltitos para poder llegar.

Frodo: (Dando saltos) ¡Tío! ¡Tío! ¡Tío! ¡Tío!
 
Cuando el tabernero los escuchó, se acercó a la barra y los vio.

Margarina: ¡Por la gloooooooria de mi madre! ¿Qué van a querer ustedes, cobardes?
Pippin: ¡Bebida, comida y cigarro!
Sam: Y el baño, por favor. Tengo que empolvarme la nariz.
Margarina: Tenemos cuartos tamaño chiquitín, señor...
Frodo: (Después de pensarlo un rato) Pitufo Maquinero.
Margarina: Eso ha sonado más falso que el certamen de Miss Tierra Media.
Frodo: Tío, somos amigos del viejo de Gandalf el Rosa. ¿Le dirá que ya hemos llegado al suburbio este?
Margarina: ¡Jarrrrrrllllllll! Pero si no lo veo desde que el hombre aprendió a andar pa´lante.

A los hobbits se les quedó como una cara de compungidos, pero después de pensarlo un rato, todos se miraron y a una dijeron:

Todos: ¡¡¡¡¡¡FIESTORROOOOOOOOOO!!!!!

Aprovecharon la oportunidad para ponerse moraos de comida y de cerveza, mientras que un hombre los observaba desde la esquina sin que ellos se percataran. Hasta que Sam volvió del baño junto con otras chicas que encontró por el camino, y le comunicó a Frodo que había uno que no le quitaba ojo y no le gustaba nada... Bueno, ya conocéis los intereses de Sam por Frodo.

Frodo miró hacia el rincón, y vio a un hombre, con el pelo canoso, el rostro curtido por el tiempo y adaptado a su vida. Llevaba botas desgastadas, probablemente de tanto caminar, aunque con un poco de mugre, probablemente de estar mucho tiempo en el agua. Miró hacia su rostro, y observó dos ojos grandes y azules, aunque tan sólo alcanzaba a ver esa parte de su cara. Llevaba una capa azul con botones negros, un lazo de corbata negro, y en la cabeza una capucha en forma de gorra de marinero. Frodo lo miró, lo examinó, lo escrutó, y pudo adivinar que... ¡el tío era clavado al pato Donald! Frodo le preguntó a Margarina.

Margarina: Ese peacho de torpedo... Nadie conoce su nombre, es un pecador, un Montadito de Lomo, gente que vaga por estas tierras, y por aquí a este hombre se le llama Trancazos.

Frodo: Trancazos - repitió, meditando en ese nombre. Pero eso a él tampoco le quitó el sueño, sino que más bien se unió a sus compañeros Merry y Pippin, los cuales estaban subidos en una mesa armando escándalo (¿cómo no?), cantando una hermosa canción...

Merry, Pippin y Frodo: Estoy salieeeeeeendo con un chavvvóóóóóóón, van más de un añoooo, van caaaaasi doooooooooos...

En el auge de la canción, Frodo no se dio cuenta, se tropezó y fue a caer en el interior del Armario. Se cerraron las puertas, y Frodo pudo ver algo horrible. El gran "jojo" le hablaba, se dirigía a él con una voz terrorífica, una voz más aguda que cualquier sonido que hubiera escuchado en la tierra.

Jojo: Frodo... En este lugar, no hay... vida. Sólo... muerte.

Frodo se vio en medio de una sala de operatorio, en Corporación Dermoestética. Aquella visión había sido horrible, y para cuando pudo salir del Armario, ya era demasiado tarde, pues había visto aquello que no habría querido ver.
Claro, que los Jinetes Negros también pudieron sentir la presencia del Armario. Pero volvamos a Frodo. Cuando salió del Armario, unas manos hicieron presa de él.

Trancazos: Está llamando demasiado la atención, señor Pitufo Maquinero.

Lo llevó escaleras arriba, a una habitación, y allí interrogó a Frodo. Lo colocó en una silla con una lámpara de 50V apuntándole a la cara.

Trancazos: No llevas una baratija, ¿verdad?
Frodo: Yo no llevo nada.
Trancazos: No, ¿verdad? Y, ¿qué me dices de ese armario que está detrás tuya?

Frodo miró a sus espaldas, y allí contempló el Armario Único.

Frodo: ¡Anda, contra! ¡Un armario! ¡Fíjate lo que es la vida! ¿Cómo habrá llegado a parar aquí?
Trancazos: Dejémonos de tonterías. ¿Dónde estaba usted el día en el que nació?
Frodo: ¿Tengo que explicárselo o sus padres no se encargaron de esa parte de tu educación?
Trancazos: Lo que quiero decir es que nadie pude desaparecer y volver a nacer de un armario.

Se oyó un ruido en la puerta, y los tres hobbits restantes entraron en la habitación, intentando defender a su amigo. En un acto reflejo, Trancazos sacó algo que parecía ser una espada, pero que en realidad despedía luz.

Trancazos: ¡Vaya! Ya me equivoqué con el sable láser...

Devolvió el sable láser a su sitio y sacó su espada. La dirigió a los tres hobbits que se encontraban allí para defender a su amigo.

Sam: ¡Suéltalo, patas largas, o te remato!
Trancazos: (Envainando la espada) Tienes bravo corazón, hobbit, pero eso no os servirá aunque queráis proteger a vuestro amigo.
Merry: ¿Proteger?
Pippin: ¡¡Si nosotros estamos aquí porque Frodo se ha quedado con todo el dinero!!
Trancazos: ¡Ajá! Veo que vuestro interés por el chiquitín viene realmente desde el corazón. Por ello os voy a ayudar.

Mientras tanto, cuatro de los Nueve habían oído la llamada del Armario, así que con el paso de las horas llegaron a Bree. Allí, los maleducados entraron en la aldea sin llamar a la puerta, sino que pasaron con decisión, aplastando al guardián de las puertas que tan sólo había tenido tiempo para levantarse. De nuevo, sin pedir permiso, entraron en la taberna y se dirigieron a la habitación donde supuestamente se encontraban los cuatro hobbits durmiendo. Al entrar en la habitación, los cuatro Jinetes Negros se encontraron con los restos de una party-pijama, y con los cuerpos de los hobbits en una cama (al referirnos a UNA cama, no estamos hablando de que todos los hobbits estaban juntos en una cama - aunque ese hubiera sido el deseo de Sam - sino que nos referimos a que cada uno ocupaba una cama diferente). Y entonces, los cuatro Jinetes sacaron sus espadas y se pusieron a hacer un pinchito moruno con los hobbits. Pero, al levantar las mantas... ¡NO ESTABAN! Se encontraron con 4 Nenucos diferentes (porque al fin y al cabo el tamaño es el mismo, palmo arriba palmo abajo). Cabreo increíble que cogieron los cuatro negros estos (y hacemos referencia al color de su ropa).

Mientras, justo enfrente, Trancazos observaba desde la ventana. En su misma habitación estaban los cuatro hobbits, sanos y salvos.

Frodo: ¿Qué son?
Trancazos: (Con aspecto sombrío) Una vez fueron hombres, antiguos reyes del pasado. Después Marsauron les entregó los nueve armarios. Cegados por su codicia los aceptaron sin dudar. Poco a poco sucumbieron al poder oscuro. Son los Nazgûl. Espectros, ni vivos ni muertos. Sienten en todo momento la presencia del Armario. Nunnnnnnnca dejarán de perseguirte. Nunnnnnnnca.

Se hizo un silencio perturbador en la habitación. Nadie se atrevía a hablar, temiendo ser escuchados por los espectros. Hasta que uno de ellos habló.

Sam: (Levantándose) Creo que me he hecho caquita. Ahora vengo.
Merry: Tíos, tenemos que hacer algo.
Trancazos: Y lo haremos. Tendremos que irnos.

Merry miró a Trancazos con aspecto asombrado.

Merry: ¿El qué? Perdona, no te estaba escuchando. Me refería a que se nos ha acabado el whisky y tenemos que comprar en el Supersol.
Trancazos: No te preocupes, ya encontraremos un sitio apropiado. Estamos en un gran peligro.
Pippin: ¡Eh, tío! Es que llevo rato observándote. Eres clavado a alguien famoso pero no sé a quién.
Trancazos: (Con desesperación) ¿Alguien se ha enterado de lo que os he estado contando antes?
Frodo: Perdona, ¿qué decías? Es que mientras hablabas me he quedado soporífero.
Trancazos: ¡PERO BUENO! ¿¿¿YO HABLO PARA LAS PAREDES Y PARA LAS NENAZAS??? ¿AQUÍ NADIE CUENTA CON MI OPINIÓN?
Pippin: (Con los dedos en forma de V) Paz, tío. Si tenemos que irnos, agarra y vámonos, pero no te cabrees, ¿vale? Que luego nuestra compañera Sam se asusta y hay que llevarla a que libere a Willy, y no es una visión agradable cuando lo hace a campo abierto sin ningún matorral a 20 kilómetros a la redonda.

Así pues, con estas condiciones, salieron rápidamente de Bree, sin que ninguno de los hobbits supiera su destino, exceptuando su nuevo compañero, un ser humano al que acababan de conocer.

Pero mientras tanto en Isengard, Saruman el Malva intentaba ponerse en contacto con su nuevo señor, Marsauron. Estaba ante el Palantir, al que le había cambiado la carcasa por una más fashion con lunaritos y le había puesto un tono de llamada nuevo que era la música de "Corazón Latino". Vamos, una visión pavorosa. Le quitó la sabanita de raso con que lo tapaba (es que aun no le había comprado una funda apropiada) y empezó a escrutar la piedra vidente.

Saruman: A ver, cual era el prefijo de Mordor... Operadora, póngame con Marsauron.

De repente se oyó una voz pregrabada desde el Palantir que dijo algo así como:

Voz: Amena Información Gratuita. Ha sido imposible realizar la conexión por encontrarse el abonado no disponible o fuera de cobertura.
Saruman: Vaya, hombre. Volvamos a probar... Ah, por fin da señal... (Poniéndose mucho más solemne) ¿Cuáles son vuestros deseos, mi Señor?
Marsauron: (Con voz de ultratumba) Consígueme un ejército digno de Mordor...
Saruman: Un ejército, ¿eh? Pues mira, de la última peli que rodé me quedaron unos clones maravillosos, oye. Si acaso podemos hablar para ver qué precio nos hacen por un ejército clon de esos y...
Marsauron: ¡NADA DE CLONES! ¡QUIERO ORCOS! SUCIOS, FEOS Y APESTOSOS ORCOS.
Saruman: Jo, es que yo ya tengo de esos, y oye, te lo dejan todo echo un asquito. Pero vaya, allá tú...

Tras finalizar la conversación Saruman se volvió a su despacho y se sentó en su asiento de piel de vaca a reflexionar sobre cómo mejorar esos orcos. Llegó a la conclusión de que enseñarles modales y urbanidad no serviría así que habría que probar otra cosa. En ese momento fue interrumpido por uno de sus servidores orcos.

Orco: ¿Cuáles son las órdenes de Mordor? ¿Qué encomienda el "jojo"?
Saruman: Pues mira, de momento quiero que me limpiéis el jardín de árboles y que me cavéis unas cavernas bajo tierra, vaya a ser que los americanos nos puedan ver con un satélite si estamos en la superficie.

Y con estas palabras, el ejército orco de Saruman se dedicó a podar árboles a lo bestia y a excavar profundos túneles en la tierra con fraguas, herrerías y academias militares para orcos. Vaya, que dejaron Isengard pelada y mondada, sin un solo matojo que echarse a la vista. Desde luego, esta gente no era de Greenpeace.



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