El Señor de los Armarios

15 de Junio de 2003, a las 00:00 - Wampag y Oriön
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Capítulo VIII: Un cuchillo en la oscuridad
Volvamos ahora con los enanillos graciosos. Nos habíamos quedado en que salieron pitando de Bree guiados por el Montadito de Lomo Trancazos. Sin embargo todavía desconfiaban de él, lo que llevó a que se preguntaran sobres sus intenciones.

Merry: ¿Seguro que este tío no quiere raptarnos para pedir rescate?
Pippin: Je, pues va listo si espera que alguien le dé dinero por nosotros.
Frodo: De momento no queda más remedio que fiarnos de él. Dice que es amigo de Gandalf. Creo que si fuera alguno de mis acreedores ya nos habrían partido las piernas, así que me parece que por ahora estamos más seguros con él.
Sam: Eeeeem, perdón, señor Trancazos. ¿Hacia donde nos dirigimos?
Trancazos: A Rivendell, señor Ganso, a la casa de Elrond. Era el plan original de Gandalf.
Pippin: ¿Qué pasa? ¿Quién ha hablado del ron? Yo no me lo he bebido.
Frodo: ¿Pero qué...? Tío, no me digas que ya te has bebido todo y no has guardado nada para el viaje.
Trancazos: Caballeros, he dicho Elrond, ELROND el Medio-Elfo.
Sam: ¿Ha oído señor Frodo? ¡Vamos a ver elfos!

Este interés de Sam no era ni étnico ni turístico. Tenía ganas de ver elfos desde que se enteró que los llamaban la "hermosa gente". Creemos que ya ha quedado lo suficientemente claro el interés de Sam.

El viaje continuó a través de los Pantanos de Moscagua, en los que no ocurrió nada del otro mundo (ni siquiera salieron en la película, aunque en la versión extendida sí). Lo único destacable de esta jornada fueron las constantes quejas de Sam en cuanto a meterse en charcos apestosos y sus continuos "¡uy uy uy, que me mojo los pies!". Por la noche, mientras todos dormían Frodo se despertó y pudo oír a su guía Trancazos mientras cantaba con su melodiosa voz una hermosa balada élfica dedicada a una bella dama de sobrenatural encanto.

Trancazos: (Cantando a grito pelao)... Por la rajaaaaaa de tu faldaaaaaaaaa yo tuve un piñazooooooooo con un Seat Pandaaaaaaaaaaaa...

Por fin salieron de los Pantanos y continuaron su viaje atravesando campos, cultivos y colinas. Ahora bien, al caer la noche del quinto... no, creo que era el tercero... ¿o era el séptimo? Bueno, en resumen, que uno de los días la noche les cogió cerca de una elevación de terreno muy curiosa, con forma aplanada en la cumbre, pero a la vez muy alta.

Frodo: ¿Hemos llegado a Rivendell?
Trancazos: Ya falta poco.
Frodo: ¿Hemos llegado a Rivendell?
Trancazos: Ya falta poco.
Frodo: ¿Hemos llegado a Rivendell?
Trancazos: Ya falta poco.
Frodo: ¿Hemos llegado a Rivendell?
Trancazos: Ya falta poco.

En vista de que los hobbits estaban ya cansados ese día Trancazos decidió acampar allí.

Trancazos: (Señalando la elevación) Eso que veis allí es la atalaya de Jamón-Sul, la también llamada Cima de los Tiestos. Ahora está abandonada, pero antaño era un puesto de vigilancia muy importante. Pasaremos la noche a su abrigo.
Merry: Pues yo preferiría buscar una fonda.
Sam: ¿Otra noche a la intemperie? Mi cutis se va a resentir.
Trancazos: Bueno, vosotros quedaos aquí en este hueco a salvo mientras yo voy a dar una vuelta a ver si veo algún Mercadona para comprar víveres.
Frodo: Pues ya de paso compra cervezas.
Pippin: Y tráeme el Marca.
Sam: Y a mí la Superpop.

Una vez que el Montadito de Lomo se fue los cuatro chiquitines se acomodaron lo mejor posible para pasar otra noche al raso. Frodo cayó en un profundo sueño, pero a la vez intranquilo, porque justo antes de dormirse había visto a Merry y Pippin cuchicheando algo con Sam. Se despertó cuando todavía faltaba bastante para el alba, y poco a poco fue desperezándose y oyendo cada vez más cerca las voces de sus amigos hobbits.

Merry: Vaya, se me ha roto el vaso.
Pippin: Sam.
Sam: ¿Qué?
Pippin: Pásame el hielo, tío.
Merry: ¿Queréis más vino?
Frodo: (Incorporándose de un salto) ¿¿¿PERO QUÉ ESTÁIS HACIENDO???
Merry: Pues un botellón. Hay kalimochos, ron-cola y rico vodka.

Con espanto Frodo miró a su alrededor y vio docenas de botellas vacías, cartones de vino, una hoguera encendida y una radio a toda voz con los grandes éxitos de la Pantoja.

Sam: Le hemos guardado algo, señor Frodo.
Frodo: (Apagando la radio y pisoteando la hoguera) Apagad la radio al menos, insensatos... aunque, bien pensado... ¡venga ese kalimocho!

Así Frodo comenzó a ingerir litros y litros de alcohol junto a sus amigos sin acordarse de que los Jinetes Negros seguían por allí. De hecho, les seguían el rastro desde que salieron de Bree y se acercaban peligrosamente a su posición. Mientras olfateaban y oteaban cualquier rastro, los Nazgûl iban hablando en su negra lengua de Mordor.

Jinete Jefe: Veo veo...
Jinetes: ¿Qué ves?
Jinete Jefe: Una cosita...
Jinetes: ¿Y qué cosita es?
Jinete Jefe: Empieza por... ¡SNIF!
Jinete 4: ¿Por Snif?
Jinete 7: A ver... ¡Snifar!
Jinete 2: No... ¿Snífero?
Jinete Jefe: ¡SILENCIO! He olfateado algo, no es que la palabra comience por snif... creo que viene de allí - y señaló a la Cima de los Tiestos -. Huelo a... vino... pies apestosos... y creo que alguna planta aromática. ¡A por ellos!
Jinetes: ¡Al ataqueeeeeee!

Mientras tanto en la Cima de los Tiestos los hobbits seguían bebiéndose todo lo que pillaban hasta que se alarmaron por el grito de los Jinetes Negros.

Pippin: ¿Habéish... eeeeh... oído eshooo?
Merry: Yooo no heee shidooo... juajuajua.
Frodo: (Arrastrándose al borde y asomándose) Oh oh.
Sam: ¿Losh maderooosh?
Frodo: ¡Peor, los Jinetes Negros!

Los cuatro enanillos graciosos subieron pitando a lo alto de la Cima de los Tiestos, tan rápido como les dejaba actuar la cantidad de alcohol que tenían en la sangre. Merry, Pippin y Sam se dispusieron alrededor del Frodo para defenderlo, porque era el que había cogido las botellas y había que proteger el alcohol. Frodo comenzó a marearse y a sentir ganas de esconderse en el Armario, que seguía a sus espaldas. De repente vieron aparecer una enorme bota... y luego por desgracia para ellos el resto del Narizgûl con sus ocho compañeros, todos cubiertos con sus enormes mantos negros que solo dejaban ver los guantes y las botas. Sam atacó para defender a Frodo, pero seamos serios, ¿de verdad que un chiquitín que no levanta más de un metro del suelo puede hacer algo contra un pedazo de tío que mide más de dos metros? Obviamente no, y obviamente Sam fue a parar de una patada a la otra punta, donde se desmayó de nuevo como una nena. Merry y Pippin decidieron que un par de botellas no merecían la pena y se disponían a abandonar a Frodo cuando otros dos Jinetes les hicieron lo que a Sam. Frodo se quedó solo y ahora sí que se cagó de miedo (literalmente). Tiró al suelo las botellas y se metió en el Armario. Una vez dentro pareció como si el tiempo se ralentizase y el mundo se volviera cada vez más rosa. Y allí tuvo la aterradora visión de los Narizgûl en su forma real. Debajo del manto vio que uno iba vestido de policía, otro de indio, otro de obrero... clavaditos a los Village People. Algo horrible y pavoroso. Uno de ellos avanzó para quitarle el Armario, porque ya es mala suerte, pero estos tíos sí que se deban cuenta de que estaba ahí. Frodo dio un salto hacia atrás y el Jinete Negro cogió una de las botellas para rompérsela en la cabeza. El hobbit la esquivó, pero se la clavó en el hombro. De un grito de dolor salió del Armario, justo en el momento en que Trancazos llegaba con la compra. El Montadito de Lomo dejó caer las bolsas y se puso a soltar mandobles a diestro y siniestro hasta que hizo huir a todos los Jinetes Negros. Sam recuperó el conocimiento y salió corriendo a atender a su amo.

Trancazos: (Limpiando la espada con desdén) ¡Bah! Jinetes negros a mí...
Sam: ¡Señor Frodo!
Frodo: ¡Ay ay ay ay!
Merry: ¡Trancazos! Ayúdale, está herido.

Trancazos se acercó al hobbit y empezó a examinar la herida de su hombro con gesto de preocupación.

Trancazos: Hmmm... lo han herido con una botella, pero temo que el corte se haya infectado, porque con lo puercos que son estos tíos... Además está la intoxicación etílica que tiene en lo alto... Esto supera mis conocimientos de curación. Necesita medicina élfica.

Y diciendo estas palabras cargó con Frodo en brazos y bajo trotando de la Cima de los Tiestos seguido por Sam, Merry y Pippin.


Capítulo IX: Huyendo hacia el vado
Mientras Trancazos y los hobbits bajaban de la montaña y se internaban en los bosques rumbo a Rivendell había mucho movimiento en Isengard. Desde lo alto de la torre de Orthanc Gandalf podía ver lo que se cocía abajo en las cavernas. Saruman el Malva supervisaba la última fase de su proyecto de conseguir una raza mejor de orcos. Se acercó a una especie de piscina asquerosa de barro donde además de celebrar peleas los fines de semana, de lunes a viernes se "cocinaban" los nuevos guerreros. Se acercó para ver el resultado final de sus experimentos.

Saruman: Esto es casi tan emocionante como abrir un Kinder Sorpresa. A ver que tal nos ha salido. Tú, acércate y ayúdalo a salir.
Orco: Sí, mi amo.

Saruman mientras observaba el libro que tenía en las manos, aquel sucio libro que tanto le había servido para la fabricación de aquella nueva criatura. Aquel viejo libro era "Cómo fabricar un Uruk-hai en 50 pasos", con el suplemento de "cómo hacer que se dobleguen a tu voluntad". Saruman no podía evitar sentir un cosquilleo que le recorría todo el cuerpo. La emoción era intensa.
Aquel orco se acercó y ayudó a destapar a aquella horrible, apestosa y abominable criatura que se ocultaba en el barro. Allí apareció... ¿¿un uruk-hai vestido con blancas ropas y pamela de ala ancha?? ¿Qué había ocurrido? A Saruman el Malva le entró de todo por el cuerpo. Miró la receta, y lentamente se volvió hacia el orco que tenía a su derecha.

Saruman: (Hablando a ráfagas) ¿Qué... le habéis puesto... a... los Uruk-hai?
Orco: Pues, lo que usted nos dijo que le pusiéramos. Barro, un poco de orco, un poco de duende, un pelín de elfo, un poco de cabello de humano, etc...

Saruman se puso a buscar como loco en su libro, y, cuando terminó de mirarlo todo, enrojecido de furia, se puso a darse cabezazos contra una esquina. Cuando el chichón fue lo suficientemente grande, se volvió hacia el orco y le gritó:

Saruman: ¡¡¡¡HABÉIS MEZCLADO LAS RECETAS!!!! ¡¡¡¡HABÉIS MEZCLADO TRES RECETAS DIFERENTES!!!!

Tras ese "pequeño" despiste, tuvieron que volver a preparar los Uruk-hai, lo cual los retrasó un poco, pero eso no era nada pensando en los resultados que aquellos Uruk-hai iban a realizar...

Volvamos ahora con los cuatro hobbits borrachos. Habían hecho una parada en mitad del bosque porque Frodo estaba cada vez peor. Sam no se separaba de su lado porque veía que se iba a quedar sin amor platónico.

Sam: (Tocando la frente de Frodo) ¿Señor Frodo? Se está enfriando.
Pippin: ¿Se va a morir?
Merry: ¿Podemos ir repartiéndonos ya sus cosas?
Trancazos: Se hunde en el coma etílico.
Sam: ¿No podemos hacer nada? ¿El boca a boca tal vez?
Trancazos: Sí que podemos hacer algo. Sam, ¿conoces la planta que se llama aloe?
Sam: ¿Aloe?
Trancazos: Sí, aloe o también llamada Penca de Reyes.
Sam: ¡Sí, la conozco!
Trancazos: Pues corre a buscarla. Retarda el envenenamiento, además de muchísimas más cualidades curativas. Que planta, es que hace de todo...

Mientras Merry y Pippin se quedaban cuidando de Frodo (y de paso repartiéndose sus efectos personales) Sam y Trancazos se internaron en la espesura para buscar la planta. Por fin éste último dio con una penca y se agachó para arrancarla. En ese momento una espada se puso sobre su cuello y una voz femenina dijo:

Voz femenina: ¿Qué es esto? ¿Un Montadito de Lomo desprevenido?

Mientras, Frodo estaba sumiéndose en el coma etílico. Su color era cada vez más blanco y más amarillo... digamos que en un beige muy feo. De pronto miró hacia su derecha, y allí vio cómo alguien venía en un caballo. Esa persona irradiaba luz por sí misma. ¿O sería que estaba viendo una luz al final del túnel? Aquella persona se bajó del caballo, y resultó ser una mujer élfica que le estaba hablando en su idioma natal.

Warren: Frodo, Im Arwen. Telin le thaed.

La belleza de aquel lenguaje hacía que Frodo se olvidara de todos sus dolores, de todas las nauseas. La mujer siguió hablando en su hermoso y dulce lenguaje élfico.

Warren: Lasto beth nîn... epetecarn de norrrl jarrrrrrlll e peich e nawer (que viene a decir algo así como que escuche su voz, vuelva a la luz, etc etc...).
Pippin: ¿¿¿¿Quién es esta titi????
Sam: Una mujer elfa.
Merry: ¿Qué dice? ¿Habla de nosotros? ¿De nuestra belleza?

La mujer se agachó para observar a Frodo.

Warren: Se nos va. Debemos llevarlo a mi padre. (Dirigiéndose a Trancazos) Llevo varios días buscándoos. Hay cinco espectros persiguiéndoos.
Trancazos: ¿No me digas? Chica, no tenía ni idea. Hombre, tenía una ligera idea porque he tenido que luchar con ellos, pero si tú lo dices...
Warren: Los otros cuatro, ignoro dónde están.
Trancazos: E peich jareclanr jrronarl.
Warren: Rojon elendin, jarnawerl.
Trancazos: Freicch jarnerrrl petecarn.
Warren: No les tengo ningún miedo.

Ahora, el que sea capaz que lo traduzca. El caso es que en este hermoso lenguaje, Warren decía que ella llevaría al hobbit, que es el jinete más rápido, que si no les tiene miedo... vamos, echándose flores ella misma. Trancazos intentaba impedírselo.
Warren subió al chiquitín al caballo, y después ella. Antes de que pudiera darle al caballo con los estribos, Trancazos la detuvo un momento.

Trancazos: Warren... Cabalga veloz, y no mires atrás.

De nuevo, Warren intentó darle al caballo con los estribos para que pudieran huir, pero de nuevo Trancazos se lo impidió.

Warren: ¡Ojú chiquillo! ¡Déjame que me vaya!
Trancazos: Es que tengo una duda existencial.
Warren: Nooooo, los Teletubbies son de mentira.
Trancazos: No, no es eso. Es preguntarte cómo es que estás aquí. ¿No debería estar Glorfindel?
Warren: ¡Ah, eso! No, es que quería protagonismo y lo he matado. (Al caballo) Norolim, Asfaloth, norolim.

Así pues, Warren se dirigió sola en su caballo blanco campo a través, sola, con el pequeñín en brazos (vamos, la mejor forma de llevar a un enfermo). De repente, como salidos de la nada, aparecieron poco a poco los nueve espectros, que la persiguieron hasta que ella atravesó el río. Claro, el agua podía salpicarles, así que el Nazgûl Jefe se bajó del caballo y tocó el agua. Volviendo hacia su caballo le dijo a sus compañeros:

Nazgûl Jefe: El agua está calentita y salubre, podemos pasar.
Nazgûl 3: ¿No olvidas un detalle?
Nazgûl Jefe: ¡Ah sí! ¡El control de acidez!
Nazgûl 9: No, no. Es que todavía no podemos controlar el poder de los elfos.
Nazgûl Jefe: (Después de un momento de reflexión) ¡Es verdad! Vale, en ese caso... (se dirige a la mujer elfa y vuelve a poner una voz ronca y terrible) Entréganos al Mediano, mujer elfa.
Warren: Si le queréis (saca su espada), venid a por él.

Los Nazgûl, poco a poco, se fueron introduciendo en el río, mientras Warren recitaba unos versos élficos.

Warren: ¡AGUA VAAAAAAAAAA! ¡WEJEJEIIIIIIIII!

Warren se quedó esperando a que una cantidad impresionante de agua cayera río abajo, pero nada sucedía.
Volvió a intentarlo.

Warren: Ejem, ejem... he dicho: WEJEJEIIIIIIIII.

Lo mismo. Nada sucedía. Mientras, los Nazgûl estaban partidos de risa por el suelo al ver que la elfa no conseguía nada.

Warren: ¡¡¡QUERÉIS ABRIR LA PRESA DE UNA VEZ!!!

Entonces se escuchó un estruendo. Un sonido procedente del río. Ahora sí que venía agua. Toneladas de litros de agua se dirigían directamente hacia los Nazgûl. Estos intentaron correr, pero por más que quisieron, el agua los alcanzó antes, y así fue el final de los Nazgûl... ¿o no?

Warren había conseguido huir y ocultar a Frodo bajo los poderes de los elfos y de su padre. Pero, ¿habría acabado ahí la aventura de Frodo?

La respuesta a esta pregunta, después de la publicidad.



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