El Señor de los Armarios

15 de Junio de 2003, a las 00:00 - Wampag y Oriön
Grandes parodias - Chistes, parodias, humor gráfico :: [enlace]Meneame

La Pandilla del Armario

Libro II

Capítulo I: Muchos encuentros
Frodo había perdido el conocimiento, y ya no recordaba nada, ni siquiera por qué había perdido la consciencia. Estaba dormido, él sentía que estaba acostado en una cómoda cama, pero no escuchaba nada más que el sonido de los arroyos. De pronto, algo hizo que volviera al mundo real. Fue el sonido armonioso de un gallo, que por la mañana cantaba para anunciar la llegada del día. Sí, era el sonido de un hermoso y armonioso gallo.

Gallo: (Con voz de Austin Powers) ¡KIKIRIKÍ, NENA!

Frodo entreabrió los ojos, y, con una voz muy débil, dijo:

Frodo: ¿Dónde estoy? ¿Ya he llegado al cielo?
Voz familiar: ¡No, estás en Rivendell, en casa del caballero Elrond!
Frodo: ¿San Pedro? ¿Hablas conmigo?
Voz familiar: ¿Qué San Pedro ni qué porras? Soy Gandalf, niñato.
Frodo: ¿Gandalf? (Se incorpora) ¡Vaya, hombre! Quiero decir... ¡qué sorpresa! ¿Por qué no viniste?
Gandalf: Lo siento, Frodo. Me retrasé.
Frodo: ¿Ah, sí? Miiira, no lo había notado, oye.
Gandalf: Mira, estoy muy cansado y no tengo ganas de oírte.

Mientras, en su mente, Gandalf pensaba en lo que había sucedido en Isengard. Saruman había subido a la azotea a recoger los trapos y de paso a intentar hacerlo entrar en razón, y tratar de convencerlo para que se le uniera. Ante la negativa del mago rosa, Saruman optó finalmente con empujarlo hacia el borde de la azotea, a ver si con la amenaza de tirarlo desde lo alto se ponía de su parte. Así que nos encontramos con Gandalf a punto de caerse y a su decano sosteniéndolo al borde con su vara.

Saruman: Vaaaaamos, no seas así de malo. Doblégate al poder del Armario. Al fin y al cabo, ¿qué te cuesta?
Gandalf: ¡Jamás me uniré a ti!
Saruman: Marsauron se ha dado cuenta de tu poder. Únete a mí, y juntos dominaremos la galaxia, como padre e hijo.
Gandalf: (Después de pensar durante un momento) Oye... hay varias cosas que no me terminan de cuadrar en esa frase... empezando por lo de que tú seas mi padre. ¿Se puede saber qué estás insinuando?
Saruman: Pues... ahora que lo dices a mí también me parece esto un poco raro... A ver que saque el guión.

Con estas palabras Saruman dejó la vara en el suelo y sacó un tocho de más de 2000 páginas de su túnica. Gandalf se alejó del borde y se acercó a él para ver también el guión.

Gandalf: A ver que saque las gafas... (Leyendo) Uuummm... "No Luke, yo soy tú padre"... "Luke se deja caer por los conductos mientras Darth Vader le observa desde..."
Saruman: No, definitivamente me parece que me he equivocado de guión.
Gandalf: Pues nada, a improvisar.
Saruman: Ok, deja que me ponga en situación... ya. ¡Únete al poder del "jojo"! Él es el único Señor de los Armarios.
Gandalf: ¡¡Que noooo!! Pues ahora me voy, hala.

Una vez dicho esto Gandalf se precipitó hacia el borde de la torre y se dejó caer. ¿Fue este su fin? Pues no, porque en su caída fue recogido por Migwahir, el Señor de los Buitres (¿Qué pasa? ¿Alguien esperaba un águila? Venga ya, seamos sinceros. Hoy día es más fácil encontrar buitres que águilas).

Gandalf: Ya te vale, no veas si has tardado.
Migwahir: Lo siento, es que el móvil se me quedó sin batería y no oí tu mensaje en el contestador hasta que llegué al nido.
Gandalf: Bueno, a ver si me puedes acercar a Rivendell, que tengo algunas cosillas que hacer allí. Y por favor, esta vez cuando me vayas a dejar, aterriza en vez de dejarme caer.
Migwahir: Vaaaalee. Vamos para allá.
 
Gandalf fue sacado de sus pensamientos de lo acontecido en los días pasados por los ronquidos de Frodo.

Gandalf: (Sacudiendo a Frodo con violencia) ¡Despierta ya, marmota!
Frodo: (Quitándose las legañas) Oye, ¿y los otros? Porque ahora que lo pienso no encuentro mi cartera.
Gandalf: Supongo que por ahí, menos Sam, que acabo de mandarlo a acostar.
Sam: (Entrando en la habitación con las lágrimas saltadas) ¡Señor Frodo! ¡Ha despertado! ¡Bendito sea! Está tan guapo como siempre. Y no ha perdido tono muscular.
Gandalf: Sam no se ha separado de ti en todos estos días. Menos mal que te trajeron pronto. Unas horas más y te habrías quedado sin hígado. Tienes que agradecerle mucho al caballero Elrond, que acaba de llegar, y a su medicina élfica.
Frodo: Aaaah, tú eres el del ron que decía Trancazos. Pues muchas gracias tío.
Elrond: Bienvenido a Rivendell, Frodo Bolsón.

Después de cambiarse de ropa y atracarse de comer (para variar) Frodo y Sam salieron de la habitación para dar una vuelta por Rivendell. Era una hermosa ciudad de construcciones de madera, enclavada en un profundo valle de las montañas por el que surcaban multitud de arroyos y riachuelos. No, los elfos no entienden de Planes Generales de Urbanismo ni de espacios protegidos. Así fue como se encontraron con sus amigos Merry y Pippin, que llevaban los bolsillos llenos de cubiertos robados de la mesa y alguna que otra lámpara escondida en la chaqueta. Después de un emotivo abrazo Teletubbie entre los cuatro chiquitines, Frodo alzó la vista y reconoció una silueta de un anciano canoso sentado en un banco de piedra. Y al acercarse vio que era Bilbo, pero muchísimo más envejecido y estropeado. Vaya, igual que estaría Sara Montiel sin tanta chapuza estética (aunque tampoco es que esté como para tirar cohetes).

Frodo: ¡Bilbo!
Bilbo: ¡Frodo, querido muchacho! Ay, parece que los años me han atrapado aquí y ya casi no me puedo mover. Yo que quería volver a ver las montañas... Pero acércate a mí, por favor... Ven a mi lado...

Frodo se acercó con cautela a su tío y cuando estuvo justo en frente de él, pareció como si Bilbo fuese poseído por una furia desbocada y rabiosa. Agarrando a su sobrino del cuello comenzó a gritarle.

Bilbo: ¡RATA MISERABLE! ¡ASQUEROSA SANGUIJUELA! TE HAS PULIDO YA TODA MI HERENCIA Y HAS VENIDO A SANGRARME MÁS DINERO, ¿VERDAD?
Frodo: ¡Aaaaggghhhh! ¡Noooo, que no egghsss egghhsooooo! ¡Suéltameeeeee!

Con la intervención de los otros tres hobbits, Bilbo soltó a Frodo y pudieron relatarle todas las aventuras acontecidas desde su marcha de la Comarca.


Capítulo II: El Concilio de Elrond
Mientras tanto Elrond y Gandalf paseaban intercambiando sabiduría y conocimientos adquiridos en sus largos años de vida.

Elrond: ... y le hice un escote con unos bordados y unas pedrerías que, vaya, me quedó monísimo.
Gandalf: Y me tienes que contar todavía qué usas para que al lavar la ropa no se te mezclen los colores. Pero ahora me interesa más hablar de Frodo. Recupera sus fuerzas día a día.
Elrond: Tiene una fortaleza extraordinaria. Pero esa herida que lleva no sanará nunca... sobre todo si no deja de tocarse y hurgarse los puntos. Y por cierto, el Armario no puede quedarse aquí.
Gandalf: ¿Pero por qué?
Elrond: Porque rompe totalmente con mi decoración... bueno, eso y además que Marsauron puede venir a buscarlo. Mi pueblo no puede protegerlo. Nuestro tiempo en la Tierra Cuarto y Mitad se acaba. Partimos hacia el oeste. Las rebajas están a punto de comenzar.
Gandalf: ¿Y si buscamos ayuda?
Elrond: ¿Y en quién vas a confiar? ¿En los enanos tal vez? Mira, no es por ser racista, pero es que son todos unos chusmones.
Gandalf: Es en los hombres en quién hay que poner la esperanza.
Elrond: (Con gran desdén y mohín de asco) Oigh, hombres. Que cosas dices. Si esos casi son peores que los enanos. Aunque hay uno que podría traer el equilibrio a...
Gandalf: ¿A la Fuerza? ¿Es Anakin Skywalker?
Elrond: No. Hay uno que es el Elegido...
Gandalf: Ah, claro, es Neo.
Elrond: (Con crispación) ¡Deja que acabe de hablar! Digo que hay un hombre que podría unir a todos los de su raza. Bueno, mira. Yo he invitado a algunos peces gordos de por aquí cerca, y de diferentes razas. A ver si entre todos se nos ocurre algo.

En ese momento comenzaron a llegar los ilustres invitados de Elrond. Entre los primeros en llegar estaban los elfos venidos del Bosque Negro (como si en Rivendell no hubiera ya bastantes elfos). Entre ellos había un joven arquero llamado Legoland Hojaverde, con sus vestiduras verdes y su larga melena rubia Pantene ondeando al viento. Después llegó un humano grande y rubio, con barba y un cuerno colgando del cuello con una cadena que usaba como trompetilla, porque estaba sordo perdido. Su nombre era Boromir y venía desde Cóndor, al sur. En último lugar llegaron los enanos, todos con largas barbas y trenzas a lo Pippi Calzaslargas, y enormes hachas en sus espaldas. Llegaban tarde porque habían estado trabajando en las minas de sus primos, los Siete Enanitos, hasta tarde. Una vez que todos se acomodaron, se dispersaron para visitar Rivendell, porque el Concilio no sería hasta el día siguiente.

Esa noche, mientras todos estaban por ahí, Trancazos se encontraba sentado leyendo un libro de Ana Rosa Quintana en uno de los salones de la casa de Elrond, cerca del lugar en el que descansaban los fragmentos de Nársil, la cachiporra con la que se dejó KO a Marsauron para quitarle el Armario. Boromir paseaba por allí tocándolo todo hasta que se puso a trastear los fragmentos de la cachiporra y se cayeron al suelo. En ese momento vio a Trancazos en un extremo del salón.

Boromir: Uh... ¿eres un guarda de seguridad?
Trancazos: (Negando con la cabeza) No.
Boromir: Menos mal. Entonces que esto quede entre nosotros, ¿vale? Por cierto, ¿tú quién eres?
Trancazos: Soy un amigo de Gandalf.
Boromir: ¿Qué?
Trancazos: Que soy amigo de Gandalf.
Boromir: Perdona, ¿cómo dices?
Trancazos: ¡¡Que soy amigo de Gandalf!!
Boromir: ¿Podrías hablar más alto?
Trancazos: (Gritando) QUE SOY... ¡Bah, mira, paso, me tienes harto!
Boromir: Bien, bien, te espero en el bar y me invitas a ese trago.

Mientras Boromir se iba, Trancazos se quedó con cara de tonto pensando que se había quedado con él. Tomó los fragmentos de Nársil y los puso en su sitio. No se percató de la presencia de otra persona hasta que escuchó su voz.

Warren: ¿Por qué temes al pasado? Eres el heredero de Isildur, no Islidur en persona.
Trancazos: ¿Qué dices? Pero si yo no temo a nada. Oye, yo creo que tú te imaginas cosas.
Warren: No nací ayer, precisamente. Sé que temes a una sombra que crece en tu interior.
Trancazos: Bueno, ahora que lo dices, tengo retortijones. Hace semanas que no entro al baño... estoy empezando a temer a que se niegue a salir.
Warren: En ese caso, te enfrentarás al mismo mal que todos... y lo derrotarás. Liberarás a "Willy".

Los dos se miraron, y Warren comenzó a hablar en su hermosa lengua élfica.

Warren: Ajerenawer jarrl depeich, akargrrroon petecarrn (que viene a decir: "Ten cuidado porque luego es una la que tiene que limpiar el "trono").

Después de esto, ambos salieron y se dirigieron a un hermoso puente, precisamente el Golden Gate que les pillaba por allí cerca, y, como dos enamorados, se dedicaron a hablar sobre cómo se conocieron. Mientras, una hermosa balada élfica sonaba de fondo, lo cual aumentaba su punto romántico.

Balada élfica: SOY UNA RUMBEEERAAAAAA, RUMBEEERAAAAAA, RUMBEERAAAAAA, VAMOS A BAILAAARRRR...
Trancazos: Oye (mirando por detrás de los hombros de Warren y después por detrás de los suyos), ¿estás segura de que no está tu padre? Es que como venga la hemos liado.
Warren: ¿Jeisharras ejerdaiwenarrancalocarlos ajeirrrlnishjawer? (¿Recuerdas cuándo nos conocimos?)
Trancazos: Jorrecaisher apetecarn hawer peish malajerlllucarlwer. (Yo estaba en la tienda de ultramarinos y tú comprabas Scotch Brite).
Warren: Freishorl jarndercarnwer maishterls canderl (Entonces no aguantabas las presiones que soportas ahora).
Trancazos: Jarl, freisighjika jarenarl pseessshti freerjarl afrelarn jaresh mirsho. (Sí, ahora es difícil decidirse entre un patinete y una bicicleta).
Warren: ¿Rinijarenarl paisher contrerlmarll? (¿Recuerdas lo que te dije?)
Trancazos: Mira, estoy harto de hablar en tu lengua. Ahora hablamos en la mía que es más fácil. ¿Por dónde íbamos?..... ¡Ah, sí! (Volviendo a poner una dulce voz). Sí, me preguntaste si la Ballerina estaba de oferta.
Warren: Y lo sigo diciendo... porque no me respondiste, chaval.
Trancazos: A ver, un tío comprando... ¿tú te crees que yo me fijo en la bayetas y en los estropajos? Yo voy a por lo básico, las cervezas, el champagne y si cae una bolsa de Doritos...
Warren: Bueno vale, cambiemos de tema. He tomado una decisión. Antes compartiría una vida contigo que enfrentarme a todas las edades de este mundo sola.

Mientras, Warren se había quitado el hermoso collar de su cuello que representaba su inmortalidad, y lo puso en las manos de Trancazos. Un estruendo sonaba de fondo: TOLÓN - TOLÓN - TOLÓN. Warren le había dado el cencerro de la inmortalidad.

Warren: Elijo una vida mortal.
Trancazos: Vamos aligerando que mañana hay que madrugar para irse de concilio con tu padre. (Consternado) No puedes darme esto, Warren. No puedes hacer eso por mí. No puedes renunciar a la vida inmortal propia de tu pueblo.
Warren: ¡Ah, vale! Si de verdad lo dices...
Trancazos: ¿¿QUEEEEEÉ??
Warren: Sí, bueno, como al fin y al cabo tú la vas a diñar antes que yo, pues para eso me quedo siendo inmortal y me busco otro como tú que pringue.
Trancazos: Serás gua... ¡De eso nada! ¡Tú te quedas aquí y te haces mortal como yo!
Warren: ¡Que no! Además, la poli ya me tiene fichada por corrupción de menores. ¿No ves que yo soy una mujer de 2.500 años y tú un inocente niño de 80? Lo nuestro no puede ser.
Trancazos: Serás cerda... Ahora, tú te lo pierdes. Jamás serás reina de Cóndor, el pueblo que gobernará tu tierra natal, al fin y al cabo, porque aquí no va a quedar a penas nadie.
Warren: (Después de pensarlo durante un buen rato) Se me había pasado la idea de ser reina de Cóndor. Vale, en ese caso, si vas y ayudas a destruir el Armario, me casaré contigo.

Humildemente y de buena gana, no sin antes haber llamado de todo a Warren menos bonita, Trancazos aceptó el reto y prometió ayudar a llevar el Armario a la Carpintería del Pepino.

Después de esta emocionante noche, los forasteros llegados de todas partes realizaron el Concilio de Elrond, donde se decidiría qué hacer con el Armario. Elrond tardó un poco en llegar, pues tenía que lavarse el pelo. Mientras tanto, todos, en círculo, mantenían sus manos en una posición extraña. La mano derecha de uno la tenía sobre la izquierda del de al lado, y su mano izquierda, debajo de la mano del compañero que tenía a la izquierda. Y mientras iban haciendo una cadena en la que se chocaban dichas manos, estaban cantando una hermosa canción, que en la lengua común dice:

Todos: Aaaalibabá, el conejo de la sueeeeerte haciendo reverencia con su cara de inoceeeeeencia. Tú, besarás al chico o al......... chico que te gus---te---- más. (Ya sabemos que la canción no es así, pero es que en el consejo no había mujeres. Qué machistas...).

Y antes de que pudieran contar del uno al diez, llegó el caballero Elrond, con la corona del roscón de reyes, tan infundadora de respeto, en su cabeza.

Elrond: ¿Otra vez jugando sin mí? Ois... de verdad. Bueno, ya sabéis para lo que hemos venido. Hay que destruir el Armario. ¿Algún voluntario?

Ninguno levantó la mano para ofrecerse voluntario, excepto uno de los filfos (o sea, elfos) que acompañaban a Legoland.

Elfo: ¡Yo me ofrezco voluntario, pero sólo con el nuevo Mistol Vinagre!

Se hizo un silencio sepulcral, y nadie contestó. Elrond rompió el silencio.

Elrond: (Con un poco de desprecio) Bueeeeeno, después de esta intromisión que haré como si no hubiera oído, ¿alguien más?

De nuevo, nadie levantó la mano. Elrond acertó que debía sobornar a la trupe.

Elrond: A veeeer, aquel que vaya tendrá como recompensa una camiseta con la inscripción "I LOVE MY PONEY".

Se produjeron murmullos dubitativos y generales en el concilio.

Elrond: Vaaaaaaale, aquel que vaya tendrá la camiseta y un pase especial para ver a Macnamara en directo.
Todos: (Levantándose con las manos alzadas) YO, YO VOY, YO VOY...
Elrond: Bueno, bueno, sentaos todos. Tendremos que decidir entonces quién es el que irá a Mordor. Hay que destruir el Armario. (A Frodo) Muéstranos el Armario, Frodo Bolsón.
Frodo: ¡Ah! Pero, ¿tenía que traer el Armario?

Elrond se dirigió a Frodo con una ceja levantada y mirada desafiante. Cuando lo vio, Frodo reaccionó.

Frodo: ¡Que no hombre! ¡Que es una broma! Está aquí.

Frodo se puso a empujar el Armario, pero este casi no se movía. Debía dejarlo en el centro, pero no había forma de que una criatura tan pequeña moviera ese pedazo de estructura de madera.

Frodo: El Armario, cada vez se me hace más pesado.
Elrond: No te justifiques si no tienes fuerza para moverlo.

Pero, después de 30 horas empujando el Armario, logró colocarlo en el medio del concilio. Después de que todos se alegraran porque por fin pudieron ver el Armario y se demostraron a sí mismos que los rumores eran ciertos. Hasta que Boromir, el sordeta, tuvo que romper la "magia" del momento.

Boromir: ¡Qué chachi! Por fin tendré el Armario. Os cuento, mi padre, el Marisco de Cóndor, ha querido usar este Armario para poder engañar al enemigo, hacer pasar a sus ejércitos por hermosas mujeres y así llegar a Mordor. Jo, es que gracias a nuestro sufrimiento, vuestras tierras están seguras.
Trancazos: ¡No podemos dominarlo! ¡Todos somos tentados!
Boromir: ¿Qué sabrá un Montadito de Lomo de estos asuntos?
Legoland: ¡Quilloooo! ¡Que ehte eh Argón, hijo de Radón! ¡Le debeh lealtá!

Todo el mundo se quedó como un poco con la boca abierta. ¿El Montadito de Lomo un rey? ¿Cuándo se ha visto eso?

Boromir: Me da igual, yo quiero llevarme el Armario. Lo necesito.
Legoland: ¡Quillooooo! ¿No hah oío ná de lo que Elrond ha disho? ¡El Armario debe ser dehtruído!
Boromir: ¿Qué? ¿En el hombro tengo un bicho? ¿Un Armadillo?

De pronto, Boromir empezó a pegarse palmazos contra la espalda.

Elrond: Chiiiicoooos, chiiiicoooos. Calma, calma. A ver, uno de vosotros tiene que ir a Mordor, y yo no voy a ir porque soy un hermoso elfo y yo he sido el que ha convocado este concilio y decide. ¡Y no me da la gana de ir!
Boromir: Pero es que no se entra así como así en Mordor. Hay scanners de retina por todos lados, además de enormes máquinas busca metales, y el gran "jojo" no deja de mirar a nadie. ¡Es un cretino!
Gimli: Tranquilidad, yo ahora voy con mi hacha y lo destruyo.

El enano cogió su hacha y se dirigió al Armario para destruirlo, pero cuando levantó su hacha y la golpeó contra el Armario, el enano salió disparado y acabó en el techo de la enfermería élfica, mientras el resto de los miembros del concilio no dejaban de partirse de risa por el suelo.

Elrond: (Secándose las lágrimas) Todos los años pasa lo mismo: algún tonto cae en la trampa creyendo que va a romperlo..... jiiiiiijuajuajuajuajua. (Levantando ambos brazos) Vale, vale, que todo el mundo se tranquilice. Ya está decidido quién irá a Mordor. Por favor, Gandalf, pásame el sobre.

Gandalf se levantó y le dio a su compañero Elrond un sobre naranja con el símbolo de la Tierra Cuarto y Mitad. Mientras, todos se cogían de las manos y miraban al cielo con cara de estreñimiento.

Elrond: La audiencia ha decidido, que debe partir a Mordor......... ¡FRODO!
Frodo: ¡Diosssss! ¡Diosssss! ¿Quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?
Sam: (Saliendo de entre la maleza) ¡No lloréis! ¡No lloréis! ¡Me voy a casar con él, no lloréis!
Elrond: Un momento, un momento... me comunican por el pinganillo que deben acompañarle 8 más.
Frodo: ¡Qué pasa! ¿No os fiáis de mí?
Gandalf: Veo que te vas dando cuenta...
Elrond: Según vibraciones que recibo de los astros... deben ir con él, Gandalf...
Gandalf: Sí, claro, siempre que sea él quien lleve esta carga (Pensando: A ver si nos deshacemos ya de la vergüenza de la especie).
Elrond: ...Argón,...
Argón: Si con mi vida o mi muerte, puedo protegerte, lo haré. Cuenta con mi espada (Pensando: Cuenta con que te la clavaré como te pases un pelo, niñato, que me has metido en un marrón impresionante).
Elrond: ...Legoland,...
Legoland: Poh ná, pa queá bien, cuenta con mi arco (Pensando: Tengo que ordenar la mochila para llevarme el Pantene).
Elrond: ... Gimli,...
Gimli: (Entrando de nuevo en el Concilio, extenuado) ¿Cómo? ¿Yo qué? ¿Qué me he perdido?
Elrond: ... Boromir,...
Boromir: Tu cargas con nuestros destinos, pequeño (Pensando: y como fracases o me maten por tu culpa vuelvo del más allá y te hago la vida imposible).
Elrond: ...Sam,...
Sam: ¡Desde luego que iré con mi "amo"! (Pensando: ¿Será esta mi oportunidad para llegar a su corazón?)
Elrond: ... Merry y Pippin.
Merry: (A Pippin) ¿Tú ves? Te dije que esto no era una convención de J&B.
Pippin: Bueno, pero pagarán bien, ¿no?
Merry: Sí, lo que vas a cobrar es una buena paliza.
Elrond: Nueve compañeros. Sea así. Juntos y unidos por el amor fraternal que os une - mientras los siete, menos Sam, estaban encima de Frodo cogiéndole por el cuello soltando un puñado de insultos y otras palabrejas hacia la persona de Frodo -, seréis, ¡la Pandilla del Armario!



1 2 3 4 5 6 7 8

  
 

subir

Películas y Fan Film
Tolkien y su obra
Fenómenos: trabajos de los fans
 Noticias
 Multimedia
 Fenopaedia
 Reportajes
 Taller de Fans
 Relatos
 Música
 Humor
Rol, Juegos, Videojuegos, Cartas, etc.
Otras obras de Fantasía y Ciencia-Ficción

Ayuda a mantener esta web




Nombre: 
Clave: 


Entrar en el Mapa de la Tierra Media con Google Maps

Mapa de la Tierra Media con Google Maps
Colaboramos con: Doce Moradas, Ted Nasmith, John Howe.
Miembro de TheOneRing.net Community - RSS Feed Add to Google
Qui�nes somos/Notas legalesCont�ctanosEnl�zanos
Elfenomeno.com
Noticias Tolkien - El Señor de los AnillosReportajes, ensayos y relatos sobre la obra de TolkienFenopaedia: La Enciclopedia Tolkien Online de Elfenomeno.comFotogramas, ilustraciones, maquetas y todos los trabajos relacionados con Tolkien, El Silmarillion, El Señor de los Anillos, etc.Tienda Amazon - Elfenomeno.com name=Foro Tolkien - El Señor de los Anillos