Sueños de Invierno

10 de Abril de 2006, a las 15:25 - Morgoth_i
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VI

No podía moverme. Estaba tumbado sobre una especie de camilla y no podía mover ni brazos ni piernas. La habitación estaba a oscuras, con la excepción de dos antorchas que alumbraban una puerta. La puerta se abrió y por ella entro un hombre con una tercera antorcha. A pesar de la luz que emitían las antorchas no pude verle la cara, oculta entre sus ropas. Se acercó a mí y pude ver que estaba atado a la camilla.

-Señor, esto le va a doler, lo siento.

El hombre que había hablado me abrió la boca y me acercó un vaso. El olor no era muy agradable. Intenté revolverme pero las correas que me sujetaban eran demasiado fuertes.

-Señor, solo sigo sus órdenes, no se mueva.

El extraño líquido atravesó mi garganta, abrasándola y un fuerte dolor inundó mi cuerpo.

-¡Por fin despiertas! Ya pensábamos que no lo harías, ¿Cómo te encuentras?
-Ehh…-me incorporé para ver quien me estaba hablando. Era ella, la chica del pelo blanco que vi antes de desmayarme- Bien, estoy bien. Gracias. ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?
-Jeje. Me llamo Nilia. Estás en la ciudad de Glashet, te encontré hace un par de días fuera de las murallas. Te traje aquí y nuestro sacerdote te curó el brazo. –tenía el brazo vendado y, por suerte, no me dolía, pero no entendía nada.
- ¿Sacerdote? Los hombres no pueden servir a nuestro Dios. ¿Cómo es posible?
- A vuestro Dios
- A Dios, ¿desde cuando hay distintos dioses?
- Creo que no es momento para hablar de esto Wirl, debes comer algo, llevas demasiado tiempo sin comer. Ahora vengo.

Nilia salió de la habitación. Pude observar lo bella que era, no había sido una ilusión provocada por mi estado, era realmente guapa. Cuando se hubo ido me asaltaron multitud de dudas. ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Se lo habría dicho Nevhir? ¿¿Dónde estaba Nevhir?? Al poco rato, Nilia regresó, con un tazón de caldo y algunas piezas de fruta en una bandeja. En cuanto me acerco la bandeja comencé a comer. ¡Cuánto tiempo llevaba sin comer!, y ese caldo estaba bastante bueno.

-Me temo que nuestros pueblos adoran a distintos dioses Wirl.
-No sabía nada.
-Ya. Mi gente no suele visitar vuestro reino y rara vez tenéis noticias de nosotros.
-Ni siquiera sabía que no me encontraba en mi reino Nilia.
-Jeje. Pero no te preocupes, somos aliados desde hace mucho tiempo.
-Eso es bueno. ¿Dónde está Nevhir, mi acompañante? Me gustaría verle.
-…en cuanto los soldados lo vieron…lo encarcelaron. –en ese momento sus ojos brillaron, como si estuviera apunto de romper a llorar.
-Me contó que le habían desterrado. Le dije que diéramos la vuelta, pero aún así quiso venir. ¿Lo conocías? ¿Sabes por que le desterraron?
-Lo desterraron por…amarme…
-¿Cómo? ¿Cómo puede alguien hacer eso?
-No lo entenderías Wirl, nuestros mundos son distintos, nuestra religión es distinta. Yo soy la princesa de Glashet, y mi relación con Nevhir era imposible.
-Tienes razón, no lo entiendo. ¿Una princesa no puede enamorarse?
-Una de las tradiciones de nuestra religión es que la primogénita de la reina debe hacer un viaje cuando cumple la mayoría de edad, eso es lo que me impide cualquier relación.
-Eso se parece mucho a la tradición que hay en mi reino…yo…soy el hijo del rey, y estaba haciendo el viaje que marca nuestra tradición antes de que me encontrara con unos bandidos. Pero de todas formas, nunca me han prohibido enamorarme.
-Ya lo sabía, nosotros si sabemos cosas sobre vosotros –me dijo con una preciosa sonrisa-. Aunque tenemos cosas en común, mi viaje no tiene el mismo propósito que el tuyo. Mientras el tuyo es solo para preservar la tradición y mejorar las alianzas, mi destino…es distinto. –en ese momento, Nilia se levantó y me dio la espalda.
-¿A que te refieres?
-No volveré.
-¿A dónde iras entonces?
Volvió a girarse y me miró, tenía los ojos empapados por las lágrimas,  su voz temblaba.
-Tengo que ir a la isla de Lutra.
-¿Lutra? ¿Dónde está eso?
-Al este del continente, donde el río Biga se junta con el océano.
-Nunca había oído hablar de esa isla
-Allí se encuentra la principal iglesia de nuestra religión. Allí tengo que ir y…ofrecer mi cuerpo como sacrificio. Nevhir se opuso, quiso protegerme y por eso fue desterrado.
Nilia me abrazó y continuó llorando. No supe que decirle.


Unos días después conseguí visitar a Nevhir. Lo habían apresado por haber vuelto a la ciudad, por mi culpa. Él me pidió un favor.

-Tienes que proteger a Nilia
-¿Pero cómo? Ella me contó que a ti te desterraron por intentarlo, y por eso estás ahora preso.
-No. No entiendes, la tradición debe cumplirse, ella quiere cumplir la tradición. En cada viaje, la princesa siempre ha sido escoltada por un miembro de la ciudad, un voluntario. Cuando me enteré del destino de la persona a la que amaba quise ser yo ese voluntario, pero el consejo de la ciudad se enteró y me desterró, pensando que escaparía con ella. Falta poco menos de un mes para el cumpleaños de Nilia, tienes que quedarte aquí, ganarte el respeto del pueblo y aprender a manejar las armas. Tienes que prometerme que serás su escolta y que la protegerás en el camino.
No pude decirle nada. Solo asentí con la cabeza.

Pasé tres semanas levantándome a primera hora para practicar con espadas, con  arcos, con ballestas, con puñales. Cada mañana me unía a los soldados en el campo de entrenamiento y practicaba durante horas, y horas, y horas. Practicaba hasta que no podía mover ni un músculo. Y después, me iba a la biblioteca de la ciudad, para empaparme de la cultura en la que estaba viviendo. Por las noches, gracias a las intervenciones de Nilia, pude asistir a las reuniones de la nobleza, los banquetes y bailes en los que la gente más importante de la ciudad se reunía, la gente que tenía que ganarme para ser elegido como escolta de la princesa. Pero no solo necesitaba su apoyo, también el del pueblo. Gracias a los entrenamientos, me atreví a participar en un torneo de lucha con espadas, y aunque no me llevé el gran premio, conseguí grandes ovaciones derrotando a algunos de los favoritos.
   Fueron las tres semanas más duras de mi vida pero finalmente aprendí a manejar casi cualquier arma con cierta habilidad y gracias a los conocimientos que adquirí fui acogido entre la nobleza.

Y llegó el día. Llegó el decimoctavo cumpleaños de la princesa Nilia, el día en el que ella tendría que partir, y el día en el que se elegiría a su escolta. Al llegar la noche se celebraría una gran fiesta en los jardines reales a la que acudiría toda la ciudad. Después del banquete y el baile, se presentarían los voluntarios para acompañar a la princesa y uno de ellos sería elegido por el pueblo y la nobleza. Y ese tenía que ser yo. Tenía que hacerlo por Nevhir. Tenía que hacerlo por Nilia
      

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