Sueños de Invierno

VIII

Me encontraba sumido en la oscuridad. No alcanzaba a ver nada. Lo único que sabía, debido al viento que golpeaba mi cuerpo, era que estaba en un lugar al aire libre. De repente, una luz surgió unos pasos a mi derecha, moviéndose a gran velocidad hacia delante. Siguió avanzando, alejándose de mí, hasta que encontró un obstáculo, una especie de hombre de paja que ahora ardía. Seguidamente una nueva luz surgió, esta vez, más cerca de mí, casi podría decir que había salido de mi interior. Al igual que la anterior, avanzó hasta que topó con un nuevo hombre de paja.

- Veo que ya lo domináis. Además vuestra puntería es muy buena. Parece que ya no me necesitáis. Jeje –dijo una voz junto a mí.
- Tienes razón –respondió otra voz.

Y en ese momento una nueva luz surgió, esta vez en dirección hacia la primera voz. Enseguida encontró su objetivo, un hombre, seguramente el que había hablado antes. Ardía y gritaba.
  
- ¡Wirl! ¡Levanta! –La voz de Nilia me despertó- Deberíamos partir ya. La costa no debe estar lejos, quizás un día más.
- Estaba despierto –mentí a la vez que me levantaba- Nos pondremos en camino enseguida.
     
Habíamos salido de Glashet hace dos semanas, prácticamente corriendo. Apenas tuve tiempo de coger mi equipaje. Ni siquiera pude despedirme de Nevhir. Nos dirigíamos hacia el sur, hacia el río Biga. Allí deberíamos coger un bote y seguir la corriente del río, hasta la isla de Lutra.

Montamos nuestros caballos y comenzamos a movernos. Los primeros días fueron fáciles, íbamos los dos a la misma altura, hablando amistosamente, lo pasamos bien. Incluso le di algunas clases de lucha, mas como entretenimiento que como precaución. Pero a medida que fueron pasando los días y nos íbamos acercando al río fuimos cambiando. Cada día hablábamos menos, aunque no decíamos nada, los dos estábamos preocupados por lo que llegaría próximamente. No es fácil aceptar la muerte, pero teníamos que hacerlo. Ese día, yo iba delante, abriendo el camino y ella me seguía unos pasos más atrás.

No hacia una hora desde que salimos cuando de repente detuve mi caballo. Nilia habló por primera vez desde que montamos en los caballos ese día.

- ¿Qué ocurre Wirl? ¿Por qué paras?
- Ahí adelante ha pasado algo –respondí haciéndole un gesto con la mano para que se acercara- es un campamento, creo que de kobolds, pero ha sido arrasado recientemente
- ¡Está todo ardiendo! ¿Qué hacemos?
- Si estoy en lo cierto y el campamento estaba ocupado por kobolds, los que lo han atacado podrían ser soldados de mi padre. Cuando salí de mi ciudad se estaba preparando una campaña contra los kobolds. No tendremos problemas.

Continuamos avanzando por el campamento, despacio, con precaución, cuando vimos una pila de cuerpos ardiendo. Al parecer los atacantes habían quemado los cuerpos de los kobolds muertos.

- ¡Wirl! Hay alguien ahí, tras la pira
- Chss, quédate aquí, me acercare a ver quien es.

Desmonte y me acerqué con la espada desenvainada hacia donde había indicado Nilia. Enseguida encontré a un kobold, vestido con una pesada armadura, arrodillado delante de la pira sujetando su espada clavada en el suelo. El kobold no tardó en verme, se puso en pie rápidamente y se lanzó hacia mí blandiendo su espada.
Esquive el primer ataque y me giré para atacarle yo. El kobold se movió a una velocidad inimaginable y paró mi espada con la suya. Pude ver sus ojos un instante, ojos repletos de lágrimas y odio. El kobold siguió atacándome, apenas podía esquivar sus estocadas, era demasiado rápido para mí. Uno de sus ataques no fui capaz de esquivarlo y me hizo un corte en el brazo. En ese momento me arrepentí de no llevar armadura. El kobold se rió y volvió a atacarme. Conseguí esquivarle. Giré y me preparé para la siguiente embestida, pero en ese momento vi el motivo por el cual el kobold se reía. Dos kobolds más se acercaban hacia nosotros, también armados. Retrocedí, intentando pensar como salir de esa situación pero los dos guerreros que acababan de llegar se acercaron rápidamente hacia mí, quedándose atrás el primero, recuperando el aliento.
Comenzaron a atacarme, pero no eran tan rápidos como el anterior, además sus armas y armaduras eran de menor calidad, debían ser de menor rango. Esquive o bloquee prácticamente casi todos sus ataques, e incluso conseguí herir a uno, aunque la herida no fue muy profunda, pero el otro kobold ya se había recuperado y se acercaba de nuevo, contra el no podría vencer.
De repente el kobold lanzó un aullido, a la vez que se desplomaba. Detrás de el apareció Nilia, con una daga manchada de sangre en la mano. Los dos kobolds se miraron y uno de ellos se dirigió hacia Nilia, mientras que el otro me atacaba con renovadas fuerzas. Intenté esquivarlo, para ir a ayudar a Nilia, pero me cerró el paso. Tenía que vencerle a él si quería llegar hasta Nilia. En vez de esperar ataque yo, mi habilidad era claramente superior, paró los primeros golpes, hasta que uno le alcanzó. Le hundí la espada en el estómago y se derrumbó. Saque la espada y busque con la mirada a Nilia. El kobold que quedaba en pie la había obligado a retroceder, pero se estaba defendiendo bien,  al parecer no la había alcanzado. Me dirigí hacia ellos y acabe rápido con la pelea.

- ¿Estás bien, Nilia?
- Sí, no me ha alcanzado, pero tu herida tiene mala pinta
- No es nada, si no llegas a aparecer si habría sido grave
- Ha sido gracias a tus clases, si no yo no habría salido viva de esta batalla.

Nos sonreímos y sin decir nada más volvimos a subirnos en los caballos.