Eruyomo

Dos horas después del amanecer los espacios entre los arboles fueron haciéndose más amplios y la luz podía entrar llenando los claros de rayos de luz donde flotaban el polen y pequeñas semillas de las flores que tapizaban el suelo. Anarmo no habló en todo el camino hasta que los arboles desaparecieron y llegaron a los limites de una gran ciudad. Las casas eran blancas y amarillas, doradas al sol y brillantes pulidas en oro. Cientos de casas de una sola altura se alzaban con cupulas redondas y picudas, cientos de campanarios se levantaban sobre los tejados de las casas repicando y tocando melodías con sus campanas. Entonces Anarmo pudo contemplar el verdadero esplendor de Telperion y Laurelin, aun muertos y sin vida tenían la presencia de antaño. Pudo ver que cientos de niños corrían bajo los arboles y se agachaban y recogían ramitas.
* ¿Qué hacen esos niños?
* Los arboles están muertos, eso no podemos remediarlo, y el tiempo afecta en ellos. Con la mínima ráfaga de viento Telperion y Laurelin se desprenden de ramitas y hojas muertas. Los niños las recogen y las llevan a los maestros de la madera que con ellas crean flechas. Para nosotros esta muy presente la Dagor Dagorlad, y lucharemos con la ayuda de los dos arboles.- Larco parecía muy seguro de lo que decía, pero para un joven como Anarmo la guerra de las guerras quedaba aun muy lejana.
Por fin llegaron al comienzo de la ciudad. Las casas eran de un color amarillo claro y blanco roto y repletas de gentes. Los hombres y mujeres iban de un lado para otro con sus quehaceres sin prestar mucha atención a los mensajeros. En cambio Anarmo los miraba boquiabiertos, todos ellos tenían el cabello dorado como la Dama Galadriel, por los rincones se escuchaban canciones y en las calles los cuentacuentos contaban aventuras de guerreros en lejanas tierras. Las fuentes y los jardines abundaban y cuando el sol se alzó en los más alto del cielo las campanas repicaron en perfecta armonía con cientos de melodías, había llegado a Valimar, las ciudad de las campanas.
Llegaron a la falda de una montaña, la ciudad continuaba ascendiendo casi un cuarto de ella, pero un camino baja directamente desde la cumbre que sus ojos no llegaban a ver. Siguieron el camino largas horas, y cuando las casas empezaban a desaparecer se mostró ante sus ojos un gran jardín verde con arboles plateados y dorados a ambos lados, que también estaba dividido por el camino de la montaña.
* ¿a dónde lleva el camino?
* Pocos han llegado al final del camino. Llega a las estancias de Varda y Manwe.- Dijo la elfa.
* Al otro lado del jardín había una casa alargada, blanca pura, de una sola planta y rodeada por columnas.- ¿Ves esa casa? Nos están esperando.- Bajaron de los caballos y los tres se dirigieron a la casa, Anarmo sentía su corazón latir con fuerza, como si quisiera salir de su pecho.
Cuando llegaron a las columnas que rodeaban la casa pudo sentir un escalofrío, continuación una luz penetrante le hirió sus ojos y tuvo que taparlos con la mano. Entonces vio acercarse a una mujer, no mas alta que el, de largos cabellos dorados ondulados rozando apenas el suelo, la piel era pálida y brillante como la luz de las estrellas y ojos azules como el cielo brillante. Anarmo no puedo decir mas que una exclamación y cayó al suelo de rodillas ante ella.
* Anarmo.- Susurró. Ella se arrodilló y quitó su mano de sus ojos. Entonces puedo mirarla y vio en ella tal belleza que aun la primera flor nacida en la primera primavera de los tiempos podría ser tan bella como aquella mujer.- Anarmo levanta del suelo. Levanta y acompáñame
La mujer miró a Larco y Vendie. Les sonrió y habló con su dulce voz.
* Como siempre habéis hecho un buen trabajo, ahora él esta bajo mi custodia. Puede que os necesite dentro de poco, no alejaros en demasía.
* Almarë Varda Kementari.- repitieron los dos elfos y marcharon camino abajo.

Anarmo se encontró en una sala blanca de mármol con dos grandes tronos grises de la misma piedra pero acomodados con grandes almohadas de plumas también grises. Varda llevó al elfo hacia los tronos y sentado a la derecha se encontraba un hombre sonriente. Nunca habría pensado el elfo que Manwe, verdadero señor y rey de Arda fuera aquel a quien miraba aturdido. Tenía el pelo corto y oscuro, no demasiado fuerte a sus ojos, con una amplia sonrisa, pero sus ojos eran extraños, en la oscuridad brillaban azules como dos luceros y con la luz del sol se volvían verdes como las praderas que días atrás recorriera con Larco y Vendie. Aquel hombre se le acercó y puso sus dos manos sobre los hombros de Anarmo, en realidad era bastante mas alto que él, mas de cinco pies, incluso podría llegar a los seis pies sin problemas. Manwe le abrazó como un padre que se encuentra con un hijo perdido y volvieron al jardín exterior. Al salir junto con Varda los pájaros se acercaron y muchas flores se abrieron a su pasó, de este modo, ante los perfumes de cientos de flores, pudo comprobar Anarmo la majestuosidad de los Valar, a quien los kelvar y olvar rinden pleitesía.
* Supongo que no todas tus respuestas no están aún saciadas. Aunque comprendo que deben ser muchas, comienza, aquí se aclaran la mayoría de ellas.- Dijo Manwe, que había permanecido callado desde el principio. Su voz era a la vez fuerte y jovial, en aquel momento tubo un recuerdo fugaz de Varyar.
* Bueno...- vacilaba Anarmo.- Desde que salí de las estancias de Mandos no se me ha revelado el motivo de que este aquí. Mando me dijo que yo pertenezco a este lugar, que no debía haber permanecido en la Tierra Media cuando mi madre partió a estas hermosas tierras. ¿Porqué? Yo era feliz en el Bosque Negro.
* Es cierto, era feliz, tenías a tus familiares y amigos. Pero algo mas impórtate que todos ellos te espera aquí, tan importante que tuvimos que atraerte de la manera más cruel pero la más rápida.
* ¿Por eso morí? ¿Era necesario hacer sufrir a mis parientes para saciaros?- dijo Anarmo herido mientras recordaba al joven Legolas postrado sobre su lecho en Gondor, ahora sus recuerdos parecían más cercanos y dolorosos.
* Eras joven y lleno de vida.- dijo la dulce Varda.- tenías ganas de conquistar la Tierra Media, de nadar en sus ríos y correr en sus bosques. Por muchos mensajeros que hubiésemos mandado, aunque el mismo Ulmo se hubiese mostrado ante ti, dudo que hubieras hecho nada por venir a Aman. Mas aun tu solo, sin ninguno de tus inseparables compañeros.- Varda tenía razón, Legolas no le hubiera dejado partir solo.
* ¿Y que más daba si mis compañeros venían con migo? ¿Acaso no volverán algún día? Estoy seguro que a Legolas le encantarían las praderas y los Bosques de estas tierras.
* Anarmo, no eres consciente de que muy pocos entre los Eldar regresan de las estancias de Mandos en tan poco tiempo. Gracias a Eru tu muerte en Gondor no ha sido del todo una muerte y Mandos no te ha juzgado como tal. Si hubiese sido así podrías permanecer en sus estancias durante miles de edades. Muy pocos tienen ese don venido directamente del señor de Eä, Iluvatar está contigo. Además Legolas ya tiene una misión que cumplir, su destino, en estos precisos momentos, está siendo forjado.
Lo que Anarmo no recordaba es que el tiempo en Aman pasa más rápido, y en la Tierra Media Legolas luchaba en el monte de Erebor junto con los enanos y los hombres del lago.
* Entonces, contadme de una vez, sin más rodeos cual es esa misión y que hago aquí.- dijo resignado el elfo. Manwe se sentó a la sombra de un gran árbol dorado mientras Varda recogía flores cercanas.
* Comenzaré desde un principio. ¿Sabes quien fue tu abuelo?
* No, mi madre partió a los puertos antes de que pudiera hablar y mi padre murió sin contarme nada, solo sé que soy pariente del rey Thranduil.
* Eso es cierto, en parte... conocerás a Elured ¿No es así?.- dijo y continuo tras un asentimiento de Anarmo.- Bien, Elured era un medio elfo, hijo de Dior. Pocos sabían que Elured, antes de partir a la guerra con su padre estaba comprometido con una bella Sindar del reino de su padre. Cuando Elured murió su amada fue la que más sintió su muerte, porque al cabo de doce meses nacería una preciosa niña sin padre y se llamaba Herene la medio elfo.- otra vez quedó sorprendido Anarmo, pero esta vez tuvo la sensación de que su corazón se paraba y quedaba sin respiración, no era posible, debían haberse equivocado de elfo.- Es cierto Anarmo, tu madre es descendiente directa de Elured hijo de Dior, pariente sin duda de Elrond y Thranduil. Tú eres uno de los elfos de sangre Sindar más pura, incluso podría decirse que más que sindar tienes en tus venas sangre pura Teler, eres el descendiente de Thingol. Eres Anarmo medio elfo.- Dejaron de hablar por un momento, Anarmo necesitaba aclara sus dudas, pero comprendía que era verdad. Aquel parentesco sin explicar tenía ya solución, el porque muchos de los mas viejos de la corte lo trataban tan bien, como hasta los animales le reconocían.- Bien, pero la misión que se te encarga precisa. Tu misión es la de volver a la Tierra Media.
* ¿A la Tierra Media?- dijo con alegría
* Si, ahí tendras una misión. Proteger a la ultima heredera de Thingol de la Tierra Media, porque después de la misión tu volverás a Aman. Pero en la Tierra Media no podrás ser llamado Anarmo, desde hoy te llamaras Eruyomo, Eru esta contigo.