Eruyomo

Eruyomo estaba nervioso, los hombres estaban quietos pero furioso.
* Diles que tiren lejos sus armas. ...- el capitán no habló.- ¡¡Hazlo!!.- dijo apretando mas el cuchillo a su cuello.
* Haced lo que el elfo os dice.- dijo con voz entrecortada. Los hombres miraron a Eruyomo y lanzaron sus espadas a la espesura del bosque.
* Ahora, montad en vuestros caballos y alejaros hasta que deje de oiros y os aviso que puedo oír a una ardilla royendo una nuez a mas de dos millas de distancia.- los hombres miraron al capitán sin saber que hacer. El capitán se movió y Eruyomo le hizo un pequeño corte que sangró como una herida de guerra, el capitán se movió y se quejo pero Eruyomo lo mantuvo sujeto.- ¡¡Marcharos!! ¡¡Ordéneselo o le parto el cuello y después les mato a ellos!!
* ¡¡Marchad!! ¡¡Buscad ayuda!!.- los hombres obedecieron al instante, montaron y partieron al galope.
Una vez los hombres se hubieron alejado lo suficiente Eruyomo soltó al capitán que se alejó del elfo asustado llevandose la mano a la herida del cuello. El elfo recogió su mochila y saco un pequeño paquete donde llevaba varios pétalos de flores blancas tan grandes como manos, al abrir la bolsa el lugar se llenó de un aroma a flores. Cogió un pétalo y se lo lanzó al hombre.
* Póntelo en la herida, curara antes.- el capitán lo miró extrañado, recogió el gran pétalo y al ponérselo en el cuello notó como la herida cicatrizaba rápidamente, al poco puedo tocar la piel recién curada, como si nada hubiese pasado, asombrado miró al elfo que recogía sus armas y su bolsa.- recoge tus cosas, nos marchamos.
Eruyomo se quedó con su espada y acercó el caballo del capitán, era mucho mas pequeño que el gran Meara gris del elfo. Cuando el capitán se levantó Eruyomo le ató las manos hacia delante y le ayudo a montar a su caballo, ató las riendas al Meara y marcharon hacia el sur.
* ¿Adónde piensas que vas? Esta prohibido por ley ir a la tierra de los medianos.- dijo bruscamente el hombre
* Bien, daremos un rodeo.- Eruyomo calló durante mucho tiempo y el capitán estaba suficiente ofendido como para no comenzar una conversación, pero el sol comenzaba a declinar y el elfo no parecía cansarse. Al cabo de una hora el hombre no pudo más.
* ¡Por favor, para una vez y si quieres te diré el camino más corto para llegar a donde desees, si es que sabes a donde te diriges!.- gritó el capitán indignado. Eruyomo bajo del caballo silencioso y ayudo a bajar al hombre, comieron un instante hasta que Eruyomo habló.
* Tengo que ver al rey, es necesario. El camino, más corto sería bordear las tierras de los medianos hasta el vado de Sarn y coger el camino del sur hasta llegar a Gondor.- el hombre rió sarcásticamente.
* ¡Oh sí! Y de paso que caminamos durante días por las tierras escarpadas de Minhiriath y Enedwaith podemos morir a manos de los hombres salvajes que ahora poblan el lugar.
* ¿Acaso sabes de un camino mejor? ¡Dilo pues, tu mismo pediste un descanso a cambio de él!.- el capitán lo miró con desagrado.
* Si hay un camino aunque ahora que estamos cerca del Brandivino será más difícil. Podemos cruzar el paso de Acebeda, lo abrieron los enanos para llegar antes a Lothlorien en acabar la guerra del anillo. Desde Lothlorien es más seguro llegar a Gondor, Lorien esta vigilada por una guardia especial de Gondor por orden del rey Eldarion. Si vamos deprisa llegaremos en unos seis días, atravesarlo nos llevará dos o tres días, depende de cómo se encuentre el paso, y Lorien se encuentra justo bajo la montaña. Llegar a Gondor solo es cuestión de otros seis días, ese lugar es seguro para galopar capo a través. - el elfo se quedó pensativo mirando el suelo.
* De acuerdo, no me queda otro remedio que hacerte caso, pero hablaste con facilidad sobre el camino. ¿Qué ganas a cambio?.- el hombre miró con una sonrisa a Eruyomo.
* ¡Mírame! Soy un montaraz, un capitán del norte, si me ven atado por un elfo los enanos de Acebeda se sorprenderán bastante sin contar con la guardia de Gondor. ¿No pensaras que te dejarán pasar con migo de este modo?.- Eruyomo lo miró con enfado, si lo llevaba consigo podía traerle problemas, pero la Tierra Media había cambiado mucho y lo necesitaba como guía. Cogió una de sus dagas y soltó las manos del hombre.
* Por necesidad confío en ti, pero ten en cuenta que soy un elfo y no un hombre, al parecer no has conocido ninguno en vida, por adelantada te aviso que si intentas hacer cualquier cosa te atrapare, si intentas huir con tu caballo el mío lo alcanzara y no intentes adivinar quien es mejor con las armas.

Los días se hicieron largos y pesados para los dos compañeros, ninguno de los dos quería hablar y Eruyomo llevaba un ritmo bastante duro de soportar para el capitán. Con dos descansos diarios y noches de cinco horas llegaron en cinco días a la falda de la montaña de Khazad Dum. Había un camino bien pavimentado con señales que indicaban que camino seguir para llegar a la mina de Moria o para llegar al paso de Acebeda. Alguna casa de los enanos se asomaba oculta entre las paredes de la montaña, se podían ver respiraderos allí y allá, chimeneas en lo alto de las montañas, algunos enanos pasaron con ponéis cargados de lingotes de plata, oro y mithril. Estos miraban al elfo extrañados, sabían que estos estaban extintos, pero no querían meterse en asuntos ajenos y continuaron con su marcha hacia la mina- ciudad de Moria. No se detuvieron a comer si quiera a pesar de las continuas quejas del capitán, Eruyomo quería llegar cuanto antes, notaba que estaba cerca de el porque de su misión. No podían dormir de noche en lo alto de la montaña, así que en un ultimo esfuerzo caminaron durante la noche con sus caballos cogidos por las riendas hasta que en la lejanía vieron el bosque de Lohlorien, y en el primer árbol que vieron dejaron sus caballos y se tumbaron a descansar.
Eruyomo permaneció tendido, con las manos sobre el pecho mirando las estrellas que brillaban a lo lejos. Podía sentir cada hierva y cada ráfaga de viento como nunca antes las había sentido, recordó los bosques de Oromë pero estos eran diferentes... eran... suyos. Cuando todavía no había amanecido pero el cielo comenzaba a clarear Eruyomo se internó por el bosque, mirando cada Mallorn y acariciándolos como quien saluda a un viejo amigo. Caminó sin fijarse donde hasta que escuchó un suave canto. Caminó en su busca por entre los grandes y dorados arboles nervioso, tenía que saber quien era, hasta que pudo verla. Una mujer caminaba por la orilla del Nimrodel, tenía la piel blanca, el cabello largo y oscuro como la noche, sus ojos eran claros como la miel y cantaba una bella canción. Eruyomo la observó y la llamó.
* ¡Nimrodel!.- gritó el elfo y la mujer le miró asombrada, al acercarse vio que era un elfo y sonrió.
* No soy Nimrodel, ni si quiera soy elfo.- dijo riendo con una dulce voz. Eruyomo la miró extrañado
* Hubiese jurado que eras una de mi raza, hay en ti sangre élfica.- mientras hablaba el capitán lo siguió.
* ¡Maldito elfo! Me dejas tirado en medio del bosque sin mi espa... ¡Señora!.- dijo el capitán inclinándose.- perdone mi intrusión señora Valie, soy el capitán de la guardia del Norte. No esperaba encontrarla aquí señora.
* Vine a traer flores a la tumba de la reina y a pasear entre las casas de mis parientes.- dijo ella.
* ¿Sus parientes?.- dijo Eruyomo
* Es la hermana del rey... compañero.- dijo el capitán
* ¡¡Del rey!! ¡¡Entonces quizás puedas ayudarnos!!.- dijo cogiéndole la mano algo que el capitán vio de mal gusto. Valie miraba divertida y sonriente a Eruyomo mientras ella le cogía la otra mano.
* ¿Qué ocurre? ¿Qué necesitáis con tanta ansiedad?- Eruyomo la miró a sus ojos miel, vio lo que estaba haciendo y le soltó de las manos.
* Necesito ver al rey con urgencia.- Valie se sorprendió por la actuación del elfo y respondió más seca.
* ¡Oh! Bueno... podéis ir a Minas Thirith y decir que vais de mi parte, os atenderá. Yo me voy a Ithilien con mi guardia, partiremos hoy mismo. Encantada de haberos conocido...
* Eruyomo
* Eruyomo. Capitán encantada, estáis haciendo un buen trabajo en el norte. Que las estrellas os guíen en vuestro camino. Namarië.
La mujer se fue en silencio, de los flets bajaron dos hombres de Gondor. Esa sería la guardia de Lorien que el capitán había mencionado.
Se quedaron al resguardo de Lorien aquella noche, Eruyomo vio que era lo mas parecido a Aman de la Tierra Media. El capitán encendió un poco de fuego mientras que Eruyomo permanecía serio mirando las llamas de fuego crepitar, en su mente volvía a ver una y otra vez a Valie "No soy Nimrodel, ni si quiera soy elfo"
* ¿por qué quieres ver al rey?.- esto pillo desprevenido al elfo.
* Es una misión.- dijo apesadumbrado, decidió que debía decírselo, a fin de cuentas lo había arrastrado por media Tierra Media sin decir una palabra.- El rey es pariente mío, muy lejano pero pariente a fin de cuentas, al parecer esta en peligro quieren atacarle y tengo que impedirlo.
* ¡Oh! Eso es grave.- dijo el capitán.- será mejor que nos vallamos pronto para llegar cuanto antes a Gondor.
Y la noche pasó, el capitán despertó y Eruyomo seguía de la misma postura que estaba la noche anterior, mirando el fuego apagado.