Dagor Dagorath

-¡Despierta! Debemos partir. Mas te vale que hayas descansado lo suficiente, porque el camino es largo.
Morthion abrió los ojos lentamente y vio a Radagast que lo despertaba zarandeándolo. Se levanto mientras el mago despertaba a Balin, y al rato Vanimeldë, ya lista, entro a la habitación.
-Gwaihir ya llego.-dijo acelerada.
-Voy en seguida. Tu cuéntale a estos dos lo que te dije. Vuelvo en media hora.-dijo Radagast. Se dirigió a la puerta y salio apresuradamente. Morthion y Balin miraron curiosamente a la élfa.
-¿Que tienes que contarnos?-dijo rápidamente el enano.
Vanimeldë se sentó en la cama y comenzó:
-Radagast fue anoche a Dol Guldur, y vio orcos reconstruyendo la fortaleza. Cree que lo vieron, porque una patrulla de unos cien orcos salieron del lugar, y cree que vienen hacia acá, a destruir...-la élfa no termino de decir la frase cuando llego Radagast corriendo.
-Debemos partir. Vienen los orcos.
Los cuatro salieron apresuradamente de la habitación y Morthion noto que sus cosas ya estaban listas para partir.
-Tomen sus cosas-dijo el mago apresuradamente.-Gwaihir dice que vieron un grupo de orcos que vienen hacia acá. Llegaran en menos de una hora.
Salieron al exterior y Morthion vio a Gwaihir con tres Águilas mas, esperándolos.
-Otro ejército de orcos mucho más grande se dirige a Kazad-Dûm.-dijo el Águila mas grande, con una voz grave y sabia.-Si vas para allá debemos partir luego, para avisar a los enanos.
-Muy bien. Rápido, suban en las Águilas.
Cada uno monto en una Águila, y partieron de nuevo. Al estar a unos 50 metros de altura, Morthion giro la vista hacia el sur, y noto que estaban a no más de cinco millas del borde del Bosque Negro. Una sombra cubría la parte sur del Bosque. Y de pronto vio la fortaleza de Dol Guldur, a lo lejos, como un punto negro en un mar de árboles. Desvió la vista, con un escalofrío, y noto que Balin también miraba al Sur, pero Vanimeldë miraba hacia abajo, y dio un grito.
-¡Miren! Son orcos. Debe de haber unos mil -dijo aterrorizada. Morthion y Balin miraron hacia abajo y vieron una mancha enorme que marchaba hacia el Oeste.
-Debemos llegar antes que ellos, y quizás tengamos que pelear. Pero no se preocupen, en Kazad-Dûm hay fuertes guerreros. Con suerte nos salvaremos de ésta.
Morthion miro preocupado hacia abajo. Vio a la mancha negra que avanzaba lentamente hacia el Anduin, a no más de una milla de donde estaban. Pero las Águilas de a poco fueron dejando atrás al ejército de Dol Guldur, y Morthion cayo de a poco en un sueño intranquilo.

Hacia poco mas de doce horas que Morthion había salido de Osgiliath y ya había problemas en la ciudad. Una multitud de gente se junto en la Plaza Central y reclamaban información sobre el nuevo Rey. A medio día había llegado Bombaruth, con la noticia de que habían atacado el lado norte del Rammas, y decía que Morthion se había ido con un enano gruñón, una élfa peleadora y un mago chiflado. Y por si fuera poco, un mensajero rohir llego con la noticia de que Édoras estaba siendo atacada, y que pedían ayuda. Las almenaras se habían encendido, y Gondor debía responder. Boromir estaba hablando con el mensajero cuando llego otro, desde Cair Andros.
-¡Señor! La isla esta siendo atacada. No tenemos fuerzas suficientes para defenderla, y quizá debamos retirar las tropas.
Después de mucho pensarlo Boromir se decidió.
-Quiero que resistan el mayor tiempo posible. Si deben retirarse háganlo. Retrocedan hasta Osgiliath. Evacuaremos esta ciudad. Daré la orden de que se lleven a mujeres y niños a Minas Tirith. Dejaremos a todos los soldados que podamos aquí. Enviare algunas tropas a Édoras, y enviare mensajeros a Dol Amroth, pidiendo ayuda.- y dicho esto, Boromir se dirigió a la Plaza Central a dar la noticia a la multitud.

Cuando Morthion despertó, todavía no era medio día, y estaban acercándose a las Montañas Nubladas. De pronto comenzaron a descender y vieron un gran lago, del cual nacía un río que fluía hacia el Sur. Había un pequeños valle, y fue ahí donde aterrizaron. Morthion vio hacia el Este, y a lo lejos vio al ejército de Dol Guldur que se acercaba lentamente.
-Debemos darnos prisa- dijo Radagast mientras iba hacia las montañas.
-¿Cuanto dormí?- pregunto Morthion al enano.
-Unos quince minutos. Llegamos muy rápido.- dijo riendo Balin.
Morthion y los demás siguieron a Radagast, y cuando levantaron la vista vieron las tres grandes Montañas de Kazad-Dûm, el Caradhras, el Celebdil y el Fanuidhol. Morthion notó una escalera que bajaba del Cuerno Rojo, y llegaba al Valle del Arroyo Sombrío. Una caravana de enanos subía por la escalera. "Traficantes, seguro, evitando el paso por la ciudad" pensó Morthion. Siguieron caminando, y cada vez se acercaban más a la montaña. De pronto, como si apareciese de la nada, una puerta se dibujo en la ladera del Celebdil, en un risco. Cuatro enanos la custodiaban, y al ver al extraño grupo, tomaron sus hachas.
-Quienes son y a que vienen. ¡Hablen rápido!- dijo el que parecía el Jefe de la Guardia.
-¡Silencio, Dorin! Tú me conoces. Ahora déjame pasar, que debo hablar con tu Rey.
-¡Radagast! No lo había reconocido- se excuso el enano.- Pasen, pasen.
Entraron y caminaron por unas escaleras anchas. Al llegar al final, doblaron una esquina, y el famoso Puente de Kazad-Dûm quedo a la vista, angosto en medio del abismo. Había muchos enanos ahí, y dos se dirigieron hacia ellos.
-¡Señor Radagast! ¿Va donde el Rey?
-Si, apresurémonos. ¿Donde esta?
-Síganos, señor.- y dicho esto los enanos los guiaron por entre la multitud de gente. Cruzaron el puente y se dirigieron a una puerta lateral. Llegaron a un circuito de escaleras, pero no fueron por ese camino. Tomaron un camino lateral. Llegaron a una puerta, entraron, y se encontraron con una gran habitación, con grandes pilares, y dos guardias. Al final del pasillo había un trono y ahí estaba el Rey de Kazad-Dûm.
-Salve, Durin, Hijo de Durin, Señor de Kazad-Dûm. Le traigo noticias, y concejos.-dijo Radagast, solemnemente.
-¡Salud, Radagast! Que extraña compañía traes. ¿De que noticias hablas?
-Oh Señor. Un ejército de orcos de Dol Guldur se dirige hacia acá, a atacar la ciudad. ¡Debe enfrentarlos! Si no lo hace, lo tomaran desprevenido. Saque a sus ejércitos, y enfréntelos en el Valle. Si los encierran en la montaña, no habrá como escapar.
El Rey miro suspicazmente al mago. Era obvio que no le creía, pero inmediatamente llego un enano, apresuradamente.
-¡Señor! Los vigías han divisado un ejército que se acerca hacia acá. Llegaran dentro de dos horas o menos. ¿Que ordenes da, Señor?
Durin miro a Radagast en busca de ayuda.
-Señor, debe luchar.-sentencio el mago- Valla al encuentro de los orcos. Tiene suficientes fuerzas. ¡Debe evacuar la ciudad! El enemigo esta a sus puertas, ¿Donde están los ejércitos de Moria?
Durin miro al mago, indeciso, pero de pronto se paro, y llevaba una larga espada en el cinto. Dio unos pasos y se dirigió al mensajero.
-Evacua la ciudad. Que mujeres y niños se vallan al lado Oeste. Llama a los guardias y que junten a todos los guerreros frente a las puertas. Tienes media hora. ¡Rápido!
El enano salio por la puerta principal, y Morthion noto que los guardias lo siguieron. Durin se dirigió a la puerta lateral, por la que habían llegado ellos, y salió por ahí apresuradamente. Radagast y los otros lo siguieron, y al llegar al puente, vieron que toda la gente se había ido. Solo estaban los guardias, y uno se dirigió al Rey.
-Señor, se ha dado la orden de que todos los soldados se junten en el Valle antes de diez minutos.
-Muy bien. Cuando estén todos, vallan ustedes también.
-Si, Señor-dijo el enano, y volvió a su puesto. El rey cruzó el puente, seguido de los cuatro compañeros, subieron las escaleras y salieron al Valle. Ya había algunas compañías de enanos, y cuando vieron llegar al Rey, se ordenaron. Dorin, el guardia que los había recibido, los siguió, y se quedo junto al Rey. Diez minutos después, más de mil quinientos enanos estaban formados en grandes compañías, mirando hacia el Este. Entonces el mago le hablo al Rey.
-Durin, confío en que ganaras esta batalla. En número están nivelados, pero creo que este es solo un ataque para probarte. No debes mostrar debilidad alguna. Yo debo partir, porque misiones mas urgentes me llaman. Vendré lo antes posible.- Y dicho esto, Radagast se dirigió a las Puertas, seguido de Morthion, Balin y Vanimeldë.
Caminaron mucho, atravesando las grandes minas, siguiendo un único corredor, muy ancho.
-Antes el viaje al otro lado duraba alrededor de cuatro días.-Explico Radagast.-Ahora los enanos construyeron este Pasillo Recto, y el recorrido dura menos de un día. Pero hay establos con poneys y caballos.- y mientras decía esto, vieron a la derecha un pasillo, un poco más pequeño. Entraron y Radagast los guió hasta una puerta abierta, que daba a unos establos. Tomaron cuatro caballos, volvieron al Pasillo Recto. En no más de dos horas llegaron a una gran habitación, con unas Puertas abiertas, custodiadas por dos enanos. Salieron y había un pequeño lago. Entregaron los caballos a los enanos, y comenzaron a caminar, cuando Vanimeldë miro hacia arriba.
-Gwaihir viene.-dijo. Morthion miro hacia arriba, pero no vio más que nubes. Al rato distinguió cuatro puntos que bajaban girando. Eran las Águilas, que los habían estado esperando en lo alto del cielo. Cruzaron rápidamente el lago por un camino angosto que atravesaba el agua, y siguieron el camino que se alejaba de las montañas. Al rato Gwaihir y las otras Águilas aterrizaron cerca de ellos.
-La batalla ha empezado.-Informó Gwaihir.- Los enanos tienen una considerable ventaja.
-Ya sabía yo que debía confiar en Durin. Es un buen Rey. Muy bien, Gwaihir, debemos ir a Eryn Vorn, en las desembocaduras del Baranduin.
Los cuatro montaron en las Águilas y emprendieron el viaje, en busca de Maglor, el último Noldor que pisaba la Tierra Media.