Relatos de la Segunda Gymkana de Elfenomeno

6. Ornion

-Despierta, que te toca vigilar a Sméagol.
Ornion se levantó, para reemplazar a Herdan. Estaba oscuro todavía; esa tarde Sméagol no había querido bajarse del árbol. Gandalf había dicho que lo trataran bien, así que decidieron esperarlo. Ornion miró hacia arriba y vio los grandes ojos de la criatura mirándolo.
-¿Porqué no te bajas y nos ahorras trabajo?- dijo, mientras Sméagol subía a la copa del árbol, gorgoreando. Con un suspiro el elfo se sentó en una roca, pero una flecha negra lo hizo incorporarse rápidamente.
-¡Yrch!- dijo, mientras veía como una decena de orcos corrían entre los árboles. Inmediatamente despertó a su compañero. Sméagol saltó encima de Ornion, mordiendo el cuello del elfo, pero con un golpe de Herdan calló al suelo. Ornion trató de atraparlo, pero la criatura escapó, con los orcos respaldándolo.
-Tenemos que pedir ayuda.- dijo Herdan, pero Ornion tomó arco y flechas, y sin escuchar razones salió en busca de Gollum. Él nunca había luchado, pero esa mordida lo cegó de furia, orgulloso como era, a pesar de ser un Sindar.
Estuvo corriendo media hora, hasta que paró a descansar. No escuchaba nada que lo pudiera guiar, y estaba desorientado. Comenzó a caminar hacia lo que él creía era el Norte; sin embargo no notó que el Sol estaba saliendo a su izquierda, por el Este, y se dirigía al Sur. El bosque se hizo más denso, y se oían toda clase de ruidos.
-¿¡Hay alguien ahí!?- gritó al escuchar unas pisadas cercanas: nadie respondió. Hubo un silencio prolongado, pero luego sintió de nuevo que lo vigilaban. Ahora veía dos puntos brillantes en la oscuridad del bosque: verdes, como los de Gollum. Se dirigió, dispuesto a ahorcarlo, pero de pronto una inmensa araña apareció ante él. Con un gritó se apartó, pero la bestia era más rápida, y golpeó al elfo. Un aguijón apareció ante Ornion, y lo esquivó; pero el aguijón lo rozó, y le hizo un rasguño en el brazo. Corrió, y giró para soltar una flecha certera, que le dio en la cara a la araña. La bestia comenzó a chillar, alejándose rápidamente. El elfo retrocedió, pero el veneno de la araña lo durmió, y cayó inconsciente en medio del bosque.

Ornion despertó con el ruido de unas voces desagradables. Notó que estaba atado, y una patrulla de orcos lo cargaba.
-Donde me llevan.- dijo el elfo, intimidado por los ojos del Capitán orco.
-¡Quiere saber donde lo llevamos!- le gritó el Capitán a la patrulla. Todos los orcos rieron, como si fuera una orden.- A Dol Guldur. Ahí veremos lo que el Nazgûl hace contigo. ¡Apresúrense, holgazanes! ¡Todavía queda una jornada de viaje! ¡Andan…!
Pero el orco no alcanzó a terminar, pues una criatura le saltó encima. Los orcos y el elfo cayeron al suelo; la criatura mordió las vendas que ataban a Ornion, y escapó. El elfo corrió hacia el bosque y gritó "¡Gracias!". La criatura le miró un momento y se volvió; Ornion no lo volvió a ver. Sméagol lo había salvado y nunca supo por qué.