Corazón de Hobbit

15 de Septiembre de 2003, a las 00:00 - Lily B. Bolsón
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2. La Apuesta

"La mayoría de los Hobbits miraban con profundo recelo aún los ríos y los pequeños botes, y muy pocos podían nadar..."

J.R.R. Tolkien- El Señor de los Anillos "Sobre los Hobbits"

**********

Una semana antes del cumpleaños de Bilbo y Frodo, Merry y Pippin aún no habían parado con el tema de la jovencita recién llegada. Esta vez, Frodo y Sam se preguntaron si no irían en serio... Pues el último enamoramiento que habían tenido les había durado dos días y este llevaba ya una semana.
 Las hermanas de Pippin, Pimpinela, Perla y Pervinca, no hacían mas que preguntar detalles a su hermano mayor, al que nunca habían visto tan prendado de una dama, aunque cueste creerlo, pues solía ser enamoradizo... Muchas veces el joven mediano también hablaba con su prima Lily Bolsón, a la que estaba muy unido, en busca de su consejo, pues ambos tenían la misma edad y además habían nacido con pocos días de diferencia.
 Merry, que por vivir más cerca de los Zarzal era, por así decirlo, el más afectado, pasaba el día canturreando por Los Gamos cuando no estaba en Hobbiton con sus primos. Siempre que podía, se prestaba a hacer grandes favores a la familia Zarzal, y los padres de Dalia le miraban con buenos ojos... "Un buen comienzo" pensaba Merry.
 Al enterarse del pequeño conflicto amoroso de los jóvenes hobbits, Esmeralda Tuk, madre de Merry, temía que esto pusiera en peligro la gran amistad de su hijo con su sobrino Pippin (Esmeralda era hermana de Paladin II, padre de Pippin, y por tanto, Merry y él eran primos carnales), pues ambos estaban muy unidos. Pero el gran Saradoc, apodado "Esparce Oro", el padre de Merry y el hobbit más respetado de Los Gamos, reía divertido ante la anécdota, pues sabía que, en cierto modo, el corazón hobbit era muy caprichoso, y más si se trataba de un corazón joven e inexperto como el de su hijo y su sobrino...
Pues el caso es que, a falta de una semana para el cumpleaños y consabido baile, los dos hobbits tenían que encontrar por fin una manera de ver quién se quedaba por fin con el aprecio de la dama hobbit. Porque, como decía Sam: "¿Y por qué no la invitáis los dos a bailar, y ya está?" Merry o Pippin siempre respondían "Eso es fácil de decir, querido Samsagaz, ¡pero uno de nosotros siempre bailará mejor que el otro!"
Dando por imposibles a los dos medianos, tanto Sam como Frodo intentaban no meterse demasiado en sus líos con la joven Zarzal.
Ella, por su parte, se sentía cómoda en la Comarca, donde ganaba muchos admiradores aparte de los dos jóvenes primos. Pero estos eran los únicos que se esforzaban en gustarle, y la noticia de sus tretas corrió por todo Hobbiton. "Afortunadamente" diría Frodo más tarde, entre risas "la joven Zarzal nunca se entero, pues esto quizá la hubiera espantado"
En uno de sus intentos, Pippin había ayudado a la dama hobbit a bajar unos jugosos frutos de un enorme manzano que se encontraba en Cricava. Aprovechó así para soltar una parrafada: "¿Sabéis, bella Dalia? El diminutivo con el que me llaman demuestra que puedo ser tan dulce como una manzana de este árbol..." 1 Y entonces, por no mirar por dónde iba, un pájaro inoportuno que tenía un nido en el manzano le asustó con un graznido al echar a volar, y Pippin perdió el equilibrio y cayó del árbol. Afortunadamente este estaba a poca altura, pero aún así recordaría el incidente durante semanas... Y demostró que era como una manzana, sí, pero de lo sonrojado que se puso cuando Dalia, al ver que no se había hecho nada, rió divertida.
Merry, por su parte, intentaba ser bastante más sagaz en cuanto a sus formas de conquistar el cariño de la joven, pero tampoco lograba un porcentaje de éxito demasiado alto...
"Está claro que esto acabará mal para uno de los dos..." solía decir al fin de estos.
Y en parte, no se equivocaba.
Al comienzo de la tarde, cuando prácticamente todos los hobbits de la Comarca se echaban una reconfortante siesta, los dos jóvenes medianos daban un paseo por Los Gamos, muy cerca del Brandivino, cuyas aguas corrían ecuánimes llenando el ambiente con su hermoso sonido chasqueante.
Entonces Pippin, pobre joven y alocado hobbit, vio, a la otra orilla, unas jugosas setas, que crecían cerca de las raíces de los grandes árboles, los cuales delataban la cercanía al Bosque Viejo. Y así como si nada, tuvo una idea que le pareció alocada pero brillante.
- ¡Eh, Merry! -comenzó- Una idea me ha iluminado de repente...-y puso la mano en el hombro de su primo, como obligándole a mirar a la otra orilla- ¿Ves esas setas tan jugosas al otro lado del río?
- Sí, las veo... -le miró extrañado- ¿Qué te propones?
- ¿Y si hacemos una apuesta? El que consiga esas setas, sacará a Dalia a bailar... Y conseguirá así ganarse su atención.
- Pippin, esa jovencita te está haciendo perder el juicio más que a mí... -dijo meneando la cabeza- ¿Cruzar el río? Estás loco, querido primo...
- ¡Ah, Merry, no te dejes llevar por las apariencias...! Recuerda que hay varios caminos para cruzar el río, la cosa es saber cuál de los dos dará con el más corto.
Merry sonrió.
- Veo lo que te propones, ¡y me gusta la idea! -rió alegremente- Eres de lo que no hay, señor Peregrin Tuk... Tus ideas no dejarán de sorprenderme nunca.
- ¿Hecho, entonces? ¿Aceptas el trato?
- Hecho.
No hicieron falta más palabras: ambos se estrecharon la mano, zanjando así la apuesta que desembocaría en toda una odisea. Pues ¿qué iban a saber dos jóvenes e impetuosos hobbits, a los que el amor juvenil había hechizado?

Pippin corrió por todo el sendero que iba hacia el norte, el más cercano al Bosque Viejo. Más de una vez se detuvo, no solo para recuperar el aliento sino también para hacerse una idea de dónde se encontraba. No pensaba ni por nada del mundo dejar que Merry le ganase, pero admitía a regañadientes que su primo conocía mejor aquellos caminos que él.
Incluso más de una vez se planteó cruzar el río. Pero no, no era honrado hacer trampa, además de que si Merry veía sus ropas empapadas lo descubriría enseguida.
Entonces vio algo, medio oculto entre los árboles y arbustos, que parecía ir de una orilla a otra del río. ¡Oh!, era un puente, algo desgastado, pero que parecía seguro. No se lo pensó dos veces, y, pese a que en su corazón crecía el temor de que se rompiera, se encaminó hacia él...
- Todo sea por mi honor y por la joven damisela Dalia... -dijo solemnemente con un suspiro.
Y puso un pie en el puente.
No pasó nada.
Puso el otro, y esta vez tampoco pasó nada.
Sonrió, echándose a andar algo más confiado, aunque eso sí, agarrándose a las lianas por si las cosas de repente se quebraban, como bien podría quebrarse el puente.
"Tranquilo" se dijo "Si vas despacio, no tiene porque pasar nada... Pero prepárate para dar media vuelta si de repente empiezas a escuchar un sospechoso chirrido o un crujir de la madera..."
Pero no escuchaba nada de eso, tan solo el gorgotear del río y los fuertes latidos de su propio corazón. Se encontraba en uno de los cauces más estrechos del Brandivino, pero también en donde la corriente era más fuerte. Si se caía, le iba a costar mucho llegar a la orilla. Pero nada, ni un leve crujido del puente, ni siquiera cuando faltaban apenas unos metros para llegar al otro lado...
Dos pasos más y habría llegado.
Pero de repente, la tabla de madera vieja y podrida cedió bajo sus pies, y con un grito, Pippin se precipitó en el río. El contacto súbito con el agua helada le cortó la respiración unos instantes, y cuando por fin pudo emerger y tomar aire, un grito de terror escapó de su garganta.
Braceó con fuerza, intentando mantenerse a flote, pero era muy difícil nadar con aquellas piernas tan cortas de hobbit; el pánico no le dejaba apenas avanzar, y la corriente era cada vez más fuerte. De repente, vio la raíz de uno de los enormes árboles que nacían a la orilla del río, y se agarró a ella con toda la fuerza que pudo sacar de sí. Trepar por ella hasta salir del agua y alcanzar la orilla sería la solución, pero el cuerpo entero le temblaba de frío y terror, y apenas era capaz de agarrarla para mantenerse unos centímetros a flote. Sabía que no iba a poder aguantar mucho tiempo. Presa del pánico, empezó a gritar.
- ¡¡Socorro!! ¡¡Por favor, que alguien me ayude!!

Merry levantó la cabeza sobresaltado. ¿Qué era eso que había oído, un grito de terror y un fuerte chapoteo? Temiéndose lo peor, pues aquella voz era demasiado parecida a la de su primo Pippin, echó a correr hacia el río, al camino contrario por el que vino, aún a pocos metros de las jugosas setas que se habían puesto de meta...
- ¡¡Socorro!! ¡¡Por favor, que alguien me ayude!!
¡Pippin! ¡Su primo estaba allí, en el río, se debatía agarrado a una rama entre la fuerte corriente!
- ¡¡Ayúdame, Merry!!
- ¡¡Pippin!!
El hobbit se detuvo un instante. Si se tiraba al agua en pos de su primo, la corriente les arrastraría a los dos, y entonces si que nadie iba a poder ayudarles.
- ¡Por favor, aguanta, te lo ruego! ¡Iré a por ayuda! -exclamó mientras recorría toda la orilla, corriendo, procurando no alejarse del río, sin perder de vista al desafortunado hobbit... - ¡Que alguien nos ayude! ¡Por favor! ¡Se va a ahogar! ¡Socorro! -gritaba Merry en todas direcciones, corriendo hacia el pueblo, vacilando presa del pánico, pues no quería alejarse del río y dejar a su primo solo... Pero no había una cuerda, una rama larga, algo con lo que pudiera sacarlo. Merry estaba cada vez más desesperado; maldijo el momento en que se les ocurriera enamorarse a los dos de la misma dama hobbit... - ¡¡¡Por favor, ayuda!!!...
El joven Pippin lo oía, oía los gritos desesperados de Merry pidiendo auxilio. Pero estos cada vez sonaban más distantes. ¿Merry se estaba alejando?... ¿O quizá los sentidos le estaban abandonando? Luchó por mantenerse despierto, pero el frío despiadado helaba cada parte de su cuerpo y se veía incapaz siquiera de moverse...
"No podré aguantar mucho más..." pensó entre la creciente niebla que turbaba su mente "Maldita la hora en que se me ocurrió semejante idea... ¡Maldita sea!..."
La corriente era cada vez más fuerte, o quizás le parecía que así era porque cada vez se encontraba más débil. Alargó una mano temblorosa hacia un saliente de la raíz, intentando agarrarlo. Pero ya no podía más. Sentía que las fuerzas le abandonaban, y una enorme nube gris empezaba a pesarle en los párpados...
Dejó de moverse, y una gran oscuridad se cernió sobre él.
Todo se desvaneció.

------------
1Pippin es "pequeña manzana roja": parece venir de Razar, asociado a una manzana pequeña y roja;
Razanur Tûc "Peregrin Tuk. Razar "Pippin", asociado con la palabra manzana pero actualmente diminutivo de Razanur. (gracias al Instituto Lingüístico Lambenor)



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