El último de los Noldor

14 de Julio de 2006, a las 08:34 - Entaguas
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CAPITULO 4: LA LIBERACIÓN DE ROHAN

Unos majestuosos cuernos sonaban en el alba, y el jaleo y el clamor de voces que le acompañaban era todavía mayor. Finfuingil se despertó con una terrible resaca y con una confusión tremenda. Estaba en una tienda de campaña tendido sobre el suelo y Boromir Tuk yacía a su lado, roncando. En su mano tenía una botella de vino, y jarras y botellas de cerveza había dispersadas por la habitación. Intentó recordad lo que le había pasado la noche anterior paso a paso; primero se acordó de lo pasado con Mariëh, luego de que fue a la campaña de Boromir y allí se pusieron a llorar y... se emborracharon. Vaya resaca tenía, nunca se había cogido una borrachera mayor, y tenía un sueño tremendo, con lo que es probable que se acostara hace una hora. Boromir Tuk se levantó con la botella todavía en la mano y dijo:
- Menuda cogorza cogimos anoche, jamás he bebido más botellas en una noche- El hobbit se miro sorprendido- ¡Vaya, si estoy vestido y todo para marchad a la guerra!
El hobbit tenía puesta una cota de malla, una coraza, un escudo y la espada en la vaina, con un gran casco de hombre que casi le tapaba la cara.
- Perfecto, al menos tuviste la sensatez de prepararte para la marcha.
De repente un gran cuerno se oyó en las cercanías, y Finfuingil y el Boromir gritaron, pues con la resaca que tenían el sonido les molestaba bastante. Pero al salir de la campaña advirtieron que no eran los únicos con resaca; casi todos los hobbits y enanos refunfuñaban para que cesase el sonido de los cuernos. Acto seguido Ferleth cabalgando en caballo haciendo sonar el cuerno se acercó al centro del campamento y habló fuertemente diciendo:
- ¡Atención todos! ¡Dirigíos todos hacia los establos dentro de Lórien, donde se os suministrara un poney para los enanos y hobbits, y un caballo para los elfos y humanos! ¡Rápido!
Acto seguido el campamento estalló en una estampida y todos se dirigían hacia los establos. Finfuingil corría dejando atrás a todos los enanos y hobbits, dando grandes zancadas. Con una tremenda rapidez llego a los establos, donde algunos últimos elfos rezagados como él cogían los pocos caballos que quedaban. Finfuingil cogió un gran corcel de color blanco, él cual al espolearlo corrió velozmente. Finalmente se puso en la primera fila donde encontró a Ferleth.
- Mira detrás tuya- Le dijo en un murmullo casi inaudible.
Detrás suya había multitudes de jinetes elfos de blancos caballos, algunos con largas lanzas que tenían grandes banderas de estandartes élficos, otros hacían sonar sus cuernos, y por último algunos levantaban sus armas en señal de victoria. Detrás de los elfos había varios montaraces montados en negros pero igual de rápidos corceles, y por último los hobbits y enanos montados en poneys, los cuales también eran bastante rápidos.
- Tendremos que surcar los lindes de Fangorn y atravesar el Limclaro por el puente construido por los enanos- Decía Círdan a Resid- Luego en el Páramo y Emnet Este arrasaremos con los enemigos que encontraremos, y atacaremos su campamento principal, pues por lo que sabemos allí se encuentra una gran hueste. Estos están ocupados ahora atacando Fangorn, por lo que si sobrevivimos recibiremos la ayuda de los ents y dundelinos.
- ¿Círdan, y el Folde Este está siendo atacado?- Pregunto Glorfindel.
- Por lo que sabemos no ha sucumbido, está manteniendo a raya al enemigo. Si acabamos con los enemigos del Páramo y Emnet Este el Folde Este se nos podrá unir- Contestó Resid, que creyó que Glorfindel se dirigía a él.
- Y luego podremos atravesar el Entaguas, acabar con los pocos enemigos del Emnet Oeste con ayuda de  los ents, y luego tendremos que marchad hacia Edoras, Folde Oeste, el Desfiladero de Helm y acabar con los pocos enemigos que asedian Isengard.
- En teoría parece fácil- opino Finfuingil.
- En teoría, somos unos 3000 jinetes elfos y humanos, y los 2000 hobbits y enanos seguramente combatirán a pie- dijo Ferleth- Baldorgs, dragones y fuertes guerreros orcos son los peligros a los que nos enfrentaremos, si es que esos espectros les ayudan. El enemigo es 3 veces superior a nosotros, pero no solo en números, pues posee mayor poder y mejores armas.
- ¡Pero no cuentan con nuestra valentía y coraje!- Dijo Resid, y hizo sonar su cuerno.
Finfuingil pego un gruñido, pues todavía le dolía la cabeza. Haldir, que estaba bastante callado se puso al frente y hizo sonar su cuerno, y se dirigió a todos diciendo:
- ¡No huyáis en combate!¡Que los enemigos tiemblen con nuestra presencia!
Ya estaban acercándose a los lindes de Fangorn. Al verlos todos se asombraron, pues los lindes del bosque estaban arrasados. Ceniza y árboles quedaban para darles la bienvenida. Pero no solo los lindes estaban arrasados, pues el bosque entero parecía que había sido quemado. No existía vida.
- Hemos llegado demasiado tarde- Dijo Círdan- Los Ents y dundelinos se refugiarían seguramente en Isengard. El enemigo al que nos enfrentamos es muy superior a nosotros.
La desolación de Fangorn solo enfureció al ejército, sobre todo a los elfos. Además, los orcos habían echado sal para que ya nada volviera a crecer allí. Atravesaron la desolación con cuidado, esperando encontrar algún Ent o dundelino, pero la única vida eran los gusanos que se comían la madera quemada. Había signos de una gran lucha, y mucha sangre orca había derramada, pero todos estaban quemados ahora. Había pocos pero algunos Ents quemados sin vida en el suelo. Al ver toda aquella desolación, supieron que el enemigo no tendría piedad. No atravesaron completamente Fangorn, solo lo suficiente como para que no tuviesen que atravesar el Limclaro por el puente. Ahora estaban en los que eran los lindes Este, preparados para atacar. La vista de los elfos distinguían un gran grupo de orcos, comiendo y haciendo grandes hogueras con los cuerpos de sus compañeros y enemigos caídos. Algunos dragones volaban alrededor de las hogueras como de buitres se tratasen, y Finfuingil distinguía algunos Baldorgs azotando para divertirse a algunos Uruks. Era un gran campamento que no esperaría ataque ninguno, pues su solo número podía hacer temblar al enemigo. Cual fue la sorpresa de algunos orcos cuando oyeron multitudes de cuernos élficos en los lindes oeste de la desolación del bosque de Fangorn, como algunos gritos se alzaban en la tarde, como el paso de millones caballos se avecinaban, como algunos enanos alzaban sus hachas con ansías de degollarles, y como algunos hobbits agitaban sus poneys lanzándoles miradas de furia. Todos estos al ver el esplendor del ejército se perturbaron, y todos miraron al oeste con asombro. El jefe de los Baldorgs miraba sin podérselo creer. ¡Un ejército de elfos, hobbits, enanos y algunos hombres con el valor de atacarles! Todos los enemigos se quedaron petrificados, sin saber que hacer. Los jinetes elfos no parecían parar ni mostrar signo de terror. El baldorg chasqueo su látigo y los demás hicieron lo mismo. Acto seguido dio un gran alarido de furia y todo el campamento se preparaba como podía para hacerles frente. Los dragones se dirigieron preparados para distraerlos, pero los elfos ya tenían sus arcos en mano. A una orden de Haldir, una increíble descarga de más de 5000 flechas, pues los enanos y hobbits también dispararon, salió hacia los dragones. Estos cayeron al suelo cubiertos de flechas como si erizos fueran, retorciéndose de dolor y furiosos descargaban sus llamas contra el propio campamento hasta que murieron. Los orcos y Uruks se prepararon con sus armas y las alzaron gritando furiosos. Sin embargo sus gritos escondían cierto temor, pues ningún jinete enemigo vacilaba. Algunos jinetes de huargos se prepararon en la primera línea de defensa. Pronto terribles descargas de flechas eran lanzadas por los elfos, y todas certeras. Los enanos y hobbits bajarían de los poneys en la batalla, aunque nada estaba seguro.
- Hay tienes a una multitud que ansía nuestra sangre- le dijo Glorfindel a Finfuingil- Pero no se la daremos.
- Parecen asustados- le respondió Finfuingil- Quizás un suicidio, pero me alegro de morir con los enanos, hobbits y elfos más valientes.
- ¡YA!- Dijo Haldir, y una gran descarga de flechas fue lanzada. Fue la última, pues después se lanzaron frente al ejército de los orcos. Los orcos parecieron cobardes y estaban confusos, y los jinetes parecieron arrasar con las primeras líneas. Orcos, Uruks y huargos caían, y Finfuingil atravesaba con su larga espada a todos los enemigos que podía sin parar. La espada de Resid no tardo en teñirse de rojo, y la lanza de Glorfindel punto estubo desgastada y tubo que utilizar su espada. Haldir y Círdan combatían fieramente, y los orcos empezaron a retirarse. Ferleth le estampó un gran porrazo con su escudo a un jinete huargo que cayó al suelo sangrando, y luego le remato con su lanza. Sin embargo, la alegría solo fue duradera. Pronto los baldorgs aparecieron con sus látigos, lanzando a los elfos por los aires y frenándolos. Al estar los baldorgs, los orcos se llenaron de valor y pronto lucharon fieramente. Enseguida los enanos se bajaron de sus poneys, y con un grito de guerra se lanzaron frente a los baldorgs. Los baldorgs lanzaron con sus látigos a muchos, pero los enanos demostraron ser fuertes en el combate, y pronto algunos estaban clavando sus hachas en las piernas y espaldas de los baldorgs. Un baldorg bastante más grande que el resto lanzó por los látigos a Dóin, pero este resistió y acabaron en un enfrentamiento individual donde Dóin acabo lanzándose sobre el baldorg, degollándolo con su hacha. Pronto unos grandes trolls, Olog-hai, se lanzaron contra los enanos. Mientras los hobbits no habían entrado en escena y contemplaban la escena con temor. Finalmente Boromir Tuk se bajó del caballo y les dijo a todos los hobbits:
- ¡Demostradles a nuestros enemigos y amigos de lo que somos capaces los hobbits! ¡A la carga!
Tal vez el discurso no fuera demasiado perfecto, pero encendió el corazón de todos los hobbits. Pronto bajaron de sus poneys y se lanzaron como locos. Los trolls se los sacudían de sus espaldas y con sus mazas mataban a muchos, pero los hobbits no retrocedían, y pronto los trolls se vieron aplastados por los enanos y hobbits. Los jinetes elfos combatían con fiereza a la horda de orcos y a unos cuantos baldorgs que seguían vivos. Uno de ellos era especialmente grande y totalmente negro; era Gothmog, antaño señor de los baldorgs. Sin embargo, pronto, Ferleth se lanzó contra Gothmog, y le clavo su espada en el cuello, causándole una herida mortal. Finalmente con la caída de Gothmog y todos los baldorgs se lanzaron en una huida desesperada. Pronto los enanos y hobbits volvieron a montar en los poneys para lanzarse a perseguirlos. Sin embargo, todos el ejército enemigo se retiraba hacia el Folde Este, seguramente con intención de saquearlo y allí hacerles frente. Habían ganado, pero las bajas eran terribles. De los elfos solo quedaron unos 500 jinetes, no había hombres con vida, los enanos eran unos 100 y todos malheridos, y los hobbits más de la mitad estaban muertos en el campo de batalla.
- ¡Que se puede esperar cuando el enemigo es terriblemente superior en números y poder a nosotros!- Dijo Círdan, que estaba muy pesimista.
- Tu reza a Eru para que no se vuelvan y nos ataquen, quizás nos derrotasen- Dijo Resid- Esto ha sido una matanza, pero la victoria se la debemos al elemento sorpresa.
Pronto los enemigos estuvieron muertos todos, y ni uno huyó con vida.
- Ahora sabemos que esto es un suicidio- Dijo Glorfindel- El campamento enemigo de Emnet Este tiene que ser todavía mayor, y ya se habrán puesto alerta.
Finfuingil miró al horizonte y observo un gran ejército marchaba hacia ellos.
- ¡El ejército entero de Emnet Este viene hacia acá a hacernos frente! ¡Cuentan con grandes dragones alados y gusanos negros!
Todos los elfos observaron y Finfuingil tenía razón.
- Bien- Dijo Resid, que empezaba a estar mas pesimista- Que caigamos como héroes y no como cobardes ¡Elfos de Lórien!¡Enanos!¡Hobbits!¡Preparaos para acabar con el enemigo! ¡Tal vez no tengáis esperanzas de victoria!¡Tal vez creáis que esto es un suicidio!¡Y yo os digo que de las opciones que teníamos, está es la mejor, demostrémosles a esas inmundas bestias de que pasta estamos hechos!
Acto seguido hizo sonar su cuerno y todo el ejército se lanzó a la carga, dispuesto a chocar contra la gigantesca mole enemiga. Lanzaron una cuantas descargas de flechas, pero la mayoría rebotaron en los grandes escudos de los fuertes Uruks. Los dragones se prepararon para convertirlos en ceniza. Finfuingil desenvaino su espada llena de sangre y se preparó para acabar con ellos. Sin embargo, justo en el momento de la carga una lanza de un Uruk penetró en su pecho. Salió disparado por los aires y en aquella confusión de la batalla sintió como un manto blanco le tapaba la cara. El tacto de repente fue agradable, y al acariciar la tierra con sus manos sintió un verde prado. Luego expiró fuertemente y perdió el conocimiento.
Se despertó en una habitación oscura, tendido en una mesa. Estaba con la armadura, pero sentía en el lugar donde le habían clavado la lanza unas cuantas vendas. Se levantó y vio a Resid y Ferleth a su lado sentado. Glorfindel charlaba con un rohirrim, al parecer de alto rango.
- ¿Donde estamos?- Dijo confuso al tiempo que se levantaba.
- Estáis en el castillo dorado de Edoras, en la casa del rey- Dijo Glorfindel interrumpiendo su conversación con el rohirrim- y este es Elfwine el Hermoso.
Finfuingil había oído hablar de él, era el rey de Rohan, y su sobrenombre de el hermoso era verdad. Su bello rostro, tenía una gran melena rubia, y algunos incluso le confundían con un elfo.
- Perdisteis el conocimiento en la batalla- Dijo Resid- Cuando estábamos apunto de sucumbir, los Rohirrim del Folde Este nos ayudaron y conseguimos la victoria. Luego penosamente y con mucha dificultad, acabamos con los ejércitos enemigos de Edoras, Emnet Oeste, del desfiladero de Helm y con el Folde Oeste.
Elfwine afirmó y dijo con una voz dulce:
- La victoria nos costó cara, pero hemos conseguido liberar Rohan. Al parecer el ejército de orcos cuando conseguimos tales victorias se lanzaron como locos a la huida, y los Ents y dundelinos les han dado caza hasta los Vados de Isen, donde acabaron con todos. Ahora tengo varias dudas, decidme pues ahora que gozamos de minutos de descansos, ¿Que os trajo a ayudarnos?
- Sí, eso- Dijo Dóin, que había entrado en la estancia sin avisar- Ahora podemos discutir de nuestros asuntos, y el aguerrido elfo Finfuingil quizás debería reposar y Ferleth y Resid harían bien en acompañarle.
Finfuingil asintió y se fue de la sala con Ferleth y Resid ayudándole. Salieron y contemplaron Edoras, mientras dentro del castillo Dóin, Glorfindel, Círdan y Elfwine el hermoso mantenían una larga conversación sobre el enemigo y las nuevas traídas por ambos.
- Al parecer Gondor a caído- le dijo Resid a Finfuingil y Ferleth mientras caminaban- Dicen que los pocos supervivientes se esconden en sus montañas y sus múltiples cavernas.
- Gondor entera no puede haber caído- contestó Ferleth- Debe ser todo rumores, el mayor reino de los hombres no ha podido derrumbarse y convertirse en ruinas así como así.
- ¿Es que no te acuerdas de lo que dijeron los hombres del Folde Este?
- ¿Que dijeron?- Pregunto Finfuingil- Por favor, os agradecería mucho que me informarais de todo lo sucedido cuando yo estaba en una especie de coma.
- Nada anormal, lo que te dijo Elfwine- Contesto Resid- Al llegar al Folde Este sus hombres nos dijeron que de las montañas hace poco habían descendido unos gondorianos heridos y en un estado bastante salvaje. Los gondorianos les dijeron que Gondor entera había caído y que solo quedaban ruinas para recordarla, y que los pocos supervivientes se metían en las cavernas de las montañas sobreviviendo como cavernícolas. Lamentablemente, Rohan no podía acudir en ayuda de Rohan por las causas que tu ya sabes. Por lo visto el enemigo era muy poderoso y muy superior en número. Al parecer una gran hueste de dragones convirtió todo en ceniza, y luego las maquinas de asedio hicieron el resto. Las ciudades se derrumbaron, y al parecer había un enemigo muy poderoso que incluso los orcos temían. Dicen que allí se presento Morgoth, y que lucho con un gran mazo que derrumbaba ciudades...
- ¡Tonterías!- Dijo Ferleth- Hasta que no lo vea con mis ojos no me lo creeré, además, ¿como van a caer en ruinas la grandiosa M. Tirith? ¿Y las hermosas bahías del Belfalas? ¿Y que hay del poder de Dol Amroth? ¿Y el Anórien?
- Todo ruinas y ceniza- Dijo Finfuingil- Hace meses un amigo montaraz me dijo que Osgiliath había sido arrasada y borrada de la faz de la tierra, y que M. Tirith casi sucumbe.
- Si tenéis razón- Dijo Ferleth en un tono más impertinente- ¿De donde ha venido el mal suficiente para borrar un gigantesco reino y acabar con casi todos sus habitantes? Mordor ya no es habitable, y por tanto de allí sería imposible que el enemigo viniese. No me quiero creer quizás por temor, las noticias que dicen de que Morgoth a desembarcado con un gigantesco ejército para acabar con la Tierra Media.
- No creo que le haga falta traer más ejércitos- Dijo Resid- Ya es lo suficiente poderoso como para acabar con nosotros, en Eriador ha reconstruido su fortaleza Utumno, y en Rhovanion la fortaleza de Angband. Además, ¿Que reinos quedan para hacerles frente? Solo Rohan y los elfos de Lórien.
- También los enanos- concluyó Finfuingil- Además, los sureños no se unirán esta vez al enemigo, igual que los hombres del Rhûn. Estos están aguantando valientemente todo el poder del enemigo, pues el enemigo solo usa una parte de su pequeño poder para acabar con nosotros. Todo su poder está concentrado en el Harad y en el Rhûn, aquellos que considera potencialmente peligrosos, y a ese grupo pronto se les unirá los enanos.
- Y también otro nuevo grupo que quizás contemos con su ayuda para acabar con Morgoth- y tenebrosamente dijo Ferleth- Las arañas.
Finfuingil se asombro, pero Resid continuó:
- Sí, las arañas. Como tu verías cuando asaltaron el bosque verde estaban presentes, pues ansiaban ejercer poder en esas tierras y poseerlas. Pero Morgoth las utilizó, y pronto las arañas se dieron cuenta cuando los orcos devastaron el bosque y Melkor negó a las arañas posesión alguna de tierra. Pero Morgoth cometió un error; invocó para servirle a Ungoliat, la antigua reina de las arañas. Esta al ver el descontento entre las suyas y como Morgoth les había traicionado, se dirigieron hacia Mordor a reclamar como suya esa tierra. Y no han tardado en reproducirse y en aumentar considerablemente en número, y ahora ningún enemigo se le ocurrirá poner pie en las cercanías de Mordor. Aunque hacen lo que ellas consideren conveniente, quizás se nos unen para acabar con Morgoth, pues su orgullo está en juego, y Ungoliat todavía no ha olvidado el látigo de los baldorgs de Melkor y como este la engaño. Aliados poderosos, pero incluso podrían convertirse en nuestros enemigos...
- Es muy extraño- Dijo Finfuingil- No me convencen, pero si podemos fiarnos de ellas, nos servirían de mucha utilidad.
- Mas extraño es lo que dice el enano Dóin de esos orcos del lado de la luz, tu escuchaste poco Finfuingil, pero a nosotros nos intentó convencer todo el viaje de que eran de fiar...- Continuó Resid.
- Entonces, si los enanos tratan con orcos no nos podemos fiar ¿No?- Dijo Finfuingil.
- No es eso, pero es muy extraño- Dijo Ferleth- Parecía estar muy bien informado y incluso me convenció, pues decía que son una subespecie de Uruks, con los ojos grandes y azulados. Poseen Mûmaks y unos dragones de largos cuellos y grandes colmillos, no alados. Dicen que en tiempos anteriores sufrieron penurias de Morgoth y Sauron, y se ocultaron, pues nadie les admitiría por ser ``orcos``. Al parecer son de naturaleza pacífica, y Dóin dice que han luchado con ellos y son muy poderosos, además de fiables. Al parecer ellos también quieren unirse a la alianza para acabar con él que tanto daño les ha hecho siempre en el pasado y les condenó a llevar esa vida de atrocidades. Mañana dicen que llegara un ejército de enanos y una embajada de esos orcos que se llaman ``Albanteses``.
Finfuingil estaba mudo de asombro, sin embargo, en esa era, quizás todo fuera posible. Arañas que se independizan de su señor oscuro para formar una nueva temible facción en el tablero de guerra, aliados orcos, y Gondor hecha ruinas. Pero para más sorpresas, algo inaudito paso en las calles de Edoras. Finfuingil observo de lejos como 3 águilas se acercaban, y como de improviso aterrizaban. Los elfos corrieron inauditos al lugar, donde vieron a 2 magos azules que se bajaban de las águilas, y como uno con una capa de color pardo, bajaba de la águila más grande. Gwaihir era el águila más grande, Finfuingil lo sabía bien. En cuanto al mago pardo que bajaba de ella había oído hablar de él, Radagast, y los otros 2 azules, eran magos, pero no parecía saber quienes eran.
- ¡Pero que demonios...!
- Ahórrate las maldiciones, Resid, hijo de Hurdal- Dijo Radagast el pardo- He viajado con mis hermanos, los magos azules,Alatar y Pallando, para buscar consejo y aconsejar en estos tiempos de guerra.
- Sabias son tus palabras, Radagast el pardo- Se anticipó a decir Finfuingil- Pero, ¿Cuáles son tus propósitos? No podéis presentaros así como así.
- Veo que por tus venas corren la sangre de los Noldor, al igual que tu hermano, Finfuingil- Dijo uno de los magos azules y mas alto y anciano- Soy Alatar, uno de los magos azules. Venimos a traer nuevas a vuestros jefes, bastante importantes.
- Yo soy Pallando- Dijo el otro mago azul, más joven- Sabed que el Rhûn y el Harad han conseguido romper los asedios, y una gran hueste de enanos y albanteses están acabando con la fortaleza de Angband. Pero más noticias traemos, llevadnos hacía Círdan y Elfwine el hermoso.
Ferleth asintió y salió corriendo hacia el castillo dorado. Las águilas se fueron con mucha prisa, y los Istari avanzaban con sus bastones mientras susurraban entre si, cuando llegaron hasta Resid y Finfuingil, Pallando les dijo:
- Ya os habréis enterado de la mayoría de las cosas, sabréis el desastre de Gondor. También lo sucedido en Eriador, el bosque verde y en Moria.
- Finfuingil, creo que debes darte cuenta del peligro que corres- Dijo Alatar- Eres con tu hermano el último de los Noldor, y el enemigo os teme, teme de lo que seáis capaces de hacer.
- Sí- Dijo Finfuingil al tiempo que avanzaba ayudado por Resid- Me lo temía. Afortunadamente, hemos conseguido liberar a Rohan, pero la tragedia de Gondor para mí es inimaginable ¿Es verdad que Morgoth está en la Tierra Media?
- Sí, es verdad- Dijo Radagast- Pero ya hablaremos de esas cosas en el concilio, del cual no se te excluirá.
Y en ese momento subieron los escalones del castillo dorado de Medusel, y las puertas se abrieron. En ese momento Círdan, Glorfindel y Elfwine corrieron a darle la bienvenida. Dóin le dirigió un estimado saludo con la mano y luego se sentó. Todos hicieron lo mismo, sentándose alrededor de una gran mesa. Radagast bebió un poco de agua, y Glorfindel les dijo a los Istari:
- ¿Qué os trae aquí, Alatar, Pallando y Radagast el pardo?
- Traemos nuevas importantes- Dijo Alatar- Supongo que antes vosotros estabais discutiendo sobre lo sucedido.
Dóin afirmo y dijo:
- Y hemos decidido una cosa, aunque quizás las nuevas que traigáis nos desbaraten nuestros planes. Hemos decidido acoger a los gondorianos que se ocultan en sus cuevas, para darles cobijo aquí. Luego, si los enanos y albanteses consiguen acabar con Angband, enviaríamos refuerzos para acabar con el ejército enemigo que hostiga a los sureños y hombres del Rhûn. Luego, el mayor ejército que se haya visto  de la Tierra Media partirá hacía Utumno para acabar con el enemigo, si no pasa nada nuevo.
- Buen plan- Mascullo Pallando- Pero sabed que los enanos y albanteses han conseguido derrocar a Angband. Y los hombres del Harad y Rhûn han conseguido acabar con los enemigos que les atacaban, y los corsarios de Umbar también. Ahora el grandioso ejército del sur y del este nos mando para que le informaran de lo sucedido. Sabed que no debéis actuar con imprudentemente. Sí, cierto que ahora el enemigo parece terriblemente debilitado, pues en acabar con Gondor gastó un terrible esfuerzo. Gondor fue saqueada a más no poder, y los enemigos que la asaltaron huyeron hacia Umbar con ansías de sangre, pero fueron derrotados. Gondor ya es solo ruinas, pero el rey de Gondor junto con unos pocos gondorianos se ocultan en las cavernas, y acudirán en vuestra ayuda si se la pedís, pues están hirviendo de furia por acabar con el enemigo que los ha dejado sin nada. Pero nada es infinito y Morgoth y sus tropas están agotadas por el esfuerzo, y vuestra sorpresa ha causado mucha mella en el enemigo.
- Ahora Morgoth ha retirado la mayor parte de sus fuerzas hacia Valinor, pues los Valar están apunto de romper el asedio- Continuó Radagast- Ahora estratégicamente tras sus derrotas no ha sido tonto; las tropas enemigas que están en la Tierra Media están huyendo hacía Utumno, y todo su poder se concentra allí, y intentar acabar con ellos sería como estamparse contra un muro de piedra. Hemos pedido ayuda a las arañas, y están dispuestas a ayudarnos con la condición de que les dejemos vivir en paz en Mordor. Yo opino que debemos de tentar al enemigo a que haga salir una pequeña parte de su ejército, y así desgastarlo poco a poco, pues es demasiado poderoso para enfrentarnos a él frontalmente.
- Contaremos con la ayuda de las águilas- Concluyo Alatar.
- Entonces el este y el sur de la Tierra Media está libre- Dijo Glorfindel- Las Montañas Nubladas son la valla de seguridad. Bien, pues, tendremos que tener una cena con todos los jefes de los ejércitos.
- Sí, y por parte de los enanos estarán Durin VII, Dwalin, Dori, Bombur, Bifur, Bofur y Nori, pues consiguieron escapar de la ruina de Moria. Majestuosos y aguerridos señores enanos.
- ¡Y de los elfos estarán Círdan y Glorfindel!- Rió Pallando, a quién le causo gracia la bravura del enano.
- ¿No os olvidáis de Resid, el aguerrido elfo que ha demostrado suficiente valor como para ser reconocido, y de Finfuingil y Ferleth, los últimos de los Noldor?
Glorfindel afirmó.
- También estarán Barahir, nieto de Faramir, y Eldarion, hijo de Aragorn, por parte de los hombres, sobrevivieron a la catástrofe de Gondor- Dijo Alatar- y también los medio-elfos Elrohir y Elladan.
- Que grandioso concilio- Dijo Elfwine- Se realizará aquí, y se decidirá el futuro de la Tierra Media.
- También estarán los héroes del Harad y del Rhûn me imagino, y algún representante de los Albanteses- Dijo Finfuingil.
Radagast afirmó y dijo:
- Bien, ahora empieza la discusión, y os narraré nuestras aventuras, y lo sucedido con más detalle.



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