El forastero de Treaselgard

28 de Febrero de 2004, a las 00:00 - Emanuel Ramos Peña
Relatos de Fantasía - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]Meneame

12. Njord

Ha despertado.
Ha despertado, se repetía Ethelred sentado frente a la fogata.
Se había despertado desde la madrugada y no había podido conciliar de nuevo el sueño. Tenía un mal presentimiento. La mañana parecía indicar un día soleado, los rayos del sol atravesaban la espesura de las hojas de los árboles golpeándolo en su rostro, el bosque olía a flores silvestres y a rica tierra húmeda, pero Ethelred solo esperaba a que se despertaran sus compañeros. Tenían que apresurarse pera llegar a La Rogue. Estaba muy pensativo, no dejaban de volar cosas por su mente y parecía que cada vez se agregaban mas cosas a sus pensamientos. El tiempo corría aprisa, y temía desperdiciarlo.

Se fueron despertando uno a uno, Jumella parecía estar mejor que ayer. No le dolía ya la cabeza y apenas si tenía un poco de hinchazón. El anciano se había despertado temprano y estaba tranquilo, pero aun retraído. Hasta ese momento no había causado algún problema.

Prepararon y empacaron sus cosas y montaron sus caballos. Era buena hora y probablemente llegarían al mediodía a La Rogue. El anciano que iba con Ethelred iba callado, mirando un rato a cada uno de los del grupo, aun con la cara asustada y muy pálida. Parecía que no había visto el sol en muchísimo tiempo, se cubría la cabeza con la capucha y se tapaba los ojos con una mano. Se quejaba del sol.
Habían caminado gran parte de la mañana y estaban cruzando el bosque, justo antes de salir a una hondonada. Entonces escucharon un ruido cercano y vieron algo que se movía entre los árboles. Se quedaron quietos sin moverse y vieron que algo venia hacia ellos. Era un animal. Un animal grande. El denso follaje del bosque impedía ver con claridad que se acercaba, pero parecía correr hacia ellos y de pronto salió al paso de ellos.

- ¡Bolchz! - Gritó Bassanti y se bajo rápidamente del caballo de Jumella - ¡no lo puedo creer, pensé que habías muerto! - decía al momento que acariciaba el lomo del caballo que parecía haberse alegrado de encontrarlo.

Bassanti veía sorprendida al caballo pensando en como podía haberse salvado ese viejo caballo. Podía haber jurado que había muerto en aquel río. Según tenía entendido, aquel río desembocaba mas adelante en una gran cascada. Seguramente habría muerto, pero no, ahí estaba, como si no hubiera pasado nada. Igual de lento y perezoso como el día de ayer, pero estaba intacto, salvo que el fardo que llevaba amarrado en el lomo la había extraviado, la debió haber perdido en el río.

- parece que tenemos mucho que aprender de los viejos, ¿verdad? - le dijo Geb con una sonrisa a Bassanti.
- si creo que si, aun no entiendo como lo hizo - le contesto Bassanti.
- Debemos seguir, vamos - dijo Ethelred que se había adelantado un poco.

Avanzaron hasta salir del bosque y llegaron hasta una hondonada, donde entraban justamente por detrás de Treaselgard, lo estaban cruzando ahora sin detenerse. No había nada que buscar. Iban caminando por la callejuela central del pueblo y Geb que iba adelante vio en medio de la calle algo en el suelo, unas mantas dobladas y echas un fardo. Se bajo del caballo, y los demás se acercaron a él que observaba la mochila que traía tomada en su mano.

- ¡son mis cosas! - dijo Bassanti sorprendida de nuevo y con una sonrisa en los labios. - Tenías razón Geb, tenemos mucho que aprender de los viejos -
- parece que el día de hoy te sonríe - le dijo Jumella.
- ojalá así sea - le contesto sonriente Bassanti.
- tiene muchas sorpresas este caballo, ¿segura que te lo regalaron? - Le dijo Geb en tono muy serio - ¿hace algo de lo que no nos hayas contado? De casualidad ¿no vuela o echa fuego por la boca? - dijo Geb cambiando su serio semblante por una amplia sonrisa.
Todos rieron.
 Pero Ethelred estaba mas serio que los otros. Estaba preocupado.
Siguieron platicando mientras cruzaban el abandonado pueblo de Treaselgard, pero se callaron rápidamente al oír un ruido.
Un golpe.
Cautelosos siguieron caminando por una calle. Otro golpe. Un golpe sordo, parecía como si estuvieran martillando algo, pero no sabían dónde. Estaban entre casas derrumbadas y se escuchaba poco mas adelante. Llegaron hasta el centro del pequeño pueblo destruido, donde estaba una pequeña fuente y doblaron a la derecha. Caminando lo más silencioso que podían, habían dejado a los caballos amarrados a una viga de madera allá atrás. Ethelred llevaba al anciano tomándolo del brazo, y este parecía caminar sin resistirse, al parecer se había acostumbrado a su presencia.
A unos quince metros mas adelante, estaba a un hombre que parecía estar trabajando. Estaba de espaldas a ellos. Aun no sabia de la presencia de los viajeros. Era un hombre con la cabeza completamente rapada, solo arriba de la nuca tenia un pequeño largo mechón de cabello castaño, en forma de una graciosa coleta con un pequeño aro metálico. Su cuerpo era  extremadamente musculado, tenía una espalda ancha y unos brazos enormes. Brazos que sostenían una enorme hacha de dos filos y la dejaban caer violentamente sobre un tronco de madera. El madero se trozo en dos.
El hombre se agacho por un pedazo y lo acomodo para cortarlo de nuevo. Aun no los había visto ni escuchado, estaba muy ocupado cortando y juntando leña. Jumella y los otros lo miraban confundidos. Ayer habían estado aquí y no habían visto a nadie. Ayer parecía muerto el lugar, y ahora estaba un hombre cortando tranquilamente leña como si se acabara de levantar y comenzara a realizar las labores del día. Ethelred y Bassanti caminaron un poco hacia el, sin que los escuchara. Geb, Jumella y el anciano, estaban escondidos detrás de la esquina de un muro de piedra de una casa a punto de desplomarse. Ethelred les hizo un ademán de que se quedaran ahí.
El anciano lo miró e hizo una sonrisa torciendo sus labios. Al sonreír arrugaba desagradablemente la piel de sus mejillas, luego enseño sus podridos dientes. Empezó a gritar estridentemente, grito con todas sus fuerzas, parecía como si lo estuvieran torturando. Se ponía rojo del esfuerzo que hacía. De pronto, todos voltearon hacia el, mirándolo nerviosos. Deseando que se callara.

El hombre que estaba cortando leña, también volteó con una expresión de sorpresa y miedo. Con un rápido movimiento, sacó de la cintura una pequeña hacha y la lanzó velozmente, girando en su propio eje, y Ethelred solo la vio pasar relampagueante a centímetros de su oreja, escuchando el zumbido al cortar el aire a su paso. En ese momento, Bassanti apunto con su arco hacia aquel hombre, y este agarró un enorme escudo y corrió hacia la izquierda para esconderse detrás de una casa. Bassanti disparó la flecha, y esta serpenteó ligeramente en el aire y chocó en la esquina del muro haciéndose trizas, justamente instantes después de haber pasado el extraño. También Jumella había disparado con la ballesta y esta había pasado a milímetros del muro.
Ethelred se había tirado en el piso,  y los demás se habían escondido detrás del muro. No había señales de a donde se había ido el hombre. El anciano seguía gritando, y luego empezó a reírse para después comenzar a llorar de nuevo. Geb harto de la actitud maniática del anciano, le dio un fuerte golpe con el mango del mazo en la cara. El anciano calló de bruces sobre la tierra y empezó a sangrar de la cabeza.

- ¡no le hagas nada Geb! - le dijo enojado Ethelred.
- por poco hace que nos maten - le contestó mal humorado Geb.
- no exageres. Ve a cuidar el otro extremo de la calle. No sabemos si anda solo - le dijo Ethelred en voz baja.

Bassanti y Jumella sujetaban su arco y su ballesta respectivamente, mirando entre las calles, vigilando que no estuviera nadie. No había nadie, parecía haberse esfumado. Treaselgard parecía de nuevo estar desolado

- Bassanti, ven conmigo - le decía Ethelred casi murmurando - ustedes dos quédense ahí y cuiden del anciano -
- podríamos ser de más ayuda si los acompañamos -
- no - dijo Ethelred tajantemente - cuiden al anciano -
- ¿Por qué tanto interés en este anciano? Esta loco, puede ser hasta peligroso. - reclamó Geb visiblemente molesto. Jumella solo asintió con disgusto, apuntando con su ballesta hacia el frente, buscando a algún extraño.

Ethelred no dijo nada y le hizo un ademán a Bassanti para que lo siguiera.
Ethelred y Bassanti caminaron por una angosta calle en medio de muros con los techos desplomados. Llegaron hasta la intersección de una calle y no había nada, viraron a la derecha y siguieron por una angosta calle. Caminaban despacio entre las casas, alertas ante cualquier ruido. De pronto Bassanti sintió un fuerte golpe en la espalda y se le escapó una flecha. El hombre la había golpeado en la espalda haciéndola caer bruscamente contra el suelo.
Ethelred volteó al instante y arremetió con su espada. Esta chocó con la enorme hacha que sujetaba el otro hombre que gruñía furiosamente. El impacto hizo que saltaran chispas. Ethelred sintió la vibración de la espada que estaba a punto de caérsele, pero la agarro con firmeza y decidió arremeter con un golpe abajo, en un costado. El enorme hombre se cubrió hábilmente con el hacha y con un ágil moviendo del hacha, le quitó la espada. Lanzándola por el aire detrás del amenazante hombre, tenía una expresión de rabia. Ethelred al verse desarmado sacó un cuchillo, pero el otro hombre fue mas rápido y le propinó un fuerte golpe en el abdomen y salió corriendo.
Bassanti se estaba levantado, le dolía la cabeza, y fue corriendo hacia donde estaba Ethelred que estaba tosiendo, hincado sobre la tierra.

- ¿Adónde se fue? - pregunto Bassanti.
Ethelred seguía tosiendo. El golpe que le había propinado le había sacado el aire de los pulmones, entonces dijo con dificultad  - no - tosió de nuevo - no se -

Ayudó a que se levantara Ethelred que parecía estar ya un poco mejor, y de pronto llegaron corriendo Geb y Jumella.
- ¿Qué ha pasado? -
- ¿Adónde se fue? -
- no lo se, creo que en dirección al bosque - contesto Bassanti.
- ¿están bien? - pregunto Jumella. Geb miraba atento hacia todos lados con el mazo fuertemente agarrado.
- ¿Por qué dejaron solo al viejo? - Dijo enojado Ethelred - les dije que no lo dejaran solo -

En eso escucharon gritar al anciano. Ethelred levantó su espada que estaba tirada en el suelo. Caminó lo más rápido que su cautela permitía hacia donde provenían los gritos del anciano. Quizás era otra de sus malditas bromas, pensó Ethelred. Los demás le seguían mirando a todos lados, estaban nerviosos. Los músculos de las quijadas estaban tensos, sus ojos muy abiertos y el oído alerta. Por fin llegaron hasta la fuente y ahí estaba el hombre, que estaba agachado cubriéndose detrás del anciano. Pero el anciano parecía estar herido, tenía la mano levantada y estaba manchada de sangre.
¡Le faltaba un dedo!
El anciano gritaba y se estrujaba. Trataba de soltarse para agarrarse la mano herida. Tenía toda la manga de su túnica gris manchada de un rojo vivo, la sangre goteaba en la tierra. El hombre era por mucho, mas fuerte que el, y lo tenia inmovilizado con un brazo y con la otra mano amenazaba con cortarle el cuello con un pequeño cuchillo.

- ¡no le hagas nada! - grito Ethelred que estaba a unos cuantos pasos del hombre.
- no le puedo disparar, esta atrás del anciano. Si fallo lo podría matar - le dijo Bassanti en voz baja a Ethelred.
- quizás pueda dispararle en una pierna, pero aun correría riesgo el anciano - dijo después Jumella.

El hombre no respondía. Respiraba fuertemente, no se podía ver su rostro, se agachaba detrás del anciano para ocultarse.
Ethelred se dirigió hacia sus compañeros - tiren sus armas -
- ¿que? - Protestó Geb - ¿por este demente anciano que casi nos mata dos veces? -
- ¡tiren sus armas! - dijo firmemente Ethelred y lanzo su espada apenas unos pasos adelante.

Todos hicieron lo mismo
Pero el hombre parecía seguir amenazando con matar al anciano.
- ¡maldita sea! El no tiene la culpa. - le volvía a gritar Ethelred.

El hombre pareció molestarse por eso, pero soltó al anciano y este se quedó quieto. Parecía tener demasiado miedo como para correr, solo se agarraba su mano manchada de sangre. Por primera vez parecía reaccionar con cordura. El otro hombre sacó su gran hacha que tenia en la espalda y la alzó amenazadoramente hacia el cielo, iba a decapitar al viejo.

- ¡Demeter! - gritó Ethelred y corrió hacia donde estaba su espada. Se agacho para tomarla y levantó la vista.
El hombre aun tenía el hacha arriba. Apuntando hacia el cielo, pero miraba sorprendido a Ethelred, arrugando el ceño.

- ¿Qué ha dicho? - pregunto el hombre, con una voz fuerte y grave. Digna de ese hombre que era muy alto. Quizás sobrepasaba los dos metros de altura. El enorme hombre tenía una cara redonda con un rostro de apariencia infantil, pero cuando estaba enojado, (como en este momento) realmente se veía amenazador. Era una gran mole caminante.
- Demeter. Demeter Esu - repitió sin ganas Ethelred.

El hombre se quedó sorprendido. Bajó el hacha de dos filos como la un verdugo y la clavó en la tierra con el pico que tenia en medio de las dos hojas. Miró fijamente al anciano, a Demeter Esu, que se había tirado sobre el suelo. Se había echo un ovillo agarrándose la mano herida.
Los demás miraron sorprendidos a Ethelred. En parte asombrados y en parte enojados por no haberles contado que sabía quien era el anciano. Por algo lo cuidaba tanto, pero ¿Por qué no decirlo? Pensaban confundidos. Realmente había algo que no les gustaba de Ethelred. Parecía ser demasiado misterioso, nunca contaba sus planes. Guardaba muchos secretos, pero también había una calidez en su personalidad que infundía confianza. Tenía una personalidad contradictoria.

- ¿lo conoces? - preguntó Ethelred que seguía a unos cuantos pasos del extraño y Demeter.
- claro que se quien es. Ayer que estuve en La Rogue, me hablo de él una extraña mujer - contestó el hombre con un extraño acento nórdico.
- ¿Aradia? - se apresuro a decir Jumella.
- si, ella misma - contestó el hombre y luego se agachó para levantar a Demeter y sentarlo junto a la pequeña fuente.
- ¿Qué hacías en La Rogue? - pregunto Ethelred.
- soy un viajero. Comerciante de pieles y productos distintos - dijo el musculado hombre que agarró la mano herida de Demeter y la puso en el agua de la fuente. El agua se tiño rápidamente de color rojo. Demeter gritaba y se quejaba, pero sabía que ahora lo estaban ayudando.
- ¿Quién eres? ¿Quién te mandó? - pregunto Geb que ya estaban junto a él, poniéndole una venda en la mano del viejo.
- Me bautizaron en las tundras glaciales como Aponibolinayën Rhianllgedruist Himingbjörg - contestó con una sonrisa el enorme hombre  - por supuesto no mucha gente me llama por este nombre. Soy mejor conocido como Njord - dijo entre risas y continuó. - pertenezco a la orden guerreros de Strandhugg. Una orden que ha jurado servir, defender y cuidar de nuestra gente. Gente de las provincias centrales de Shargorath - terminó orgulloso de platicar.
- esta bien, entonces creo que estamos del mismo lado - dijo Ethelred.
Bassanti miró acusadoramente a Ethelred y le preguntó - ¿Por qué no nos habías dicho que el era Demeter Esu? - dijo señalando al anciano que ya no estaba llorando. Pero aun se quejaba de la herida en la mano y se tocaba la cabeza inflamada donde le había golpeado Geb. Tenia sangre seca en su cabeza.
- no les dije eso porque no lo sabia con seguridad, es mas, aun no lo se con seguridad. Tengo que ver a Aradia para que me lo confirme. Ella lo conoció muy bien, lo conoció cuando Esu aún estaba cuerdo - dijo Ethelred mirando la cara aun disgustada de Bassanti.
- no lo puedo creer, ni siquiera eso nos lo contaste - dijo enojada Bassanti.
- ¿y como sabes o crees que es el? - preguntó Jumella que estaba parada junto Njord.
- por esto - contesto Ethelred al momento que jalaba el cuello de la túnica de Demeter y les enseñaba el extraño símbolo con ese signo extraño que tenia en el cuello - esto, es un símbolo de la sabiduría, y solo lo utilizaban los sabios descendientes de Hurukan. Una legión de eruditos que comprendía a todas las culturas existentes - terminó de decir Ethelred, sabiendo que lo que decía no era verdad, pero seria mejor tenerlo así. Al menos ahora.
- pues no tiene cara ni de sabio ni de un erudito - dijo en tono burlón Geb.
- lo se, pero, tu no sabes lo que vio Demeter, tu no sabes lo que vivió y de lo que se escondía. No creo que por gusto se halla escondido en aquel oscuro sótano, no creo que por gusto... -
- ¿se halla devorado a sus mismo compañeros? - Interrumpió bruscamente Geb - sea o no Demeter, (y no, espera, no me interrumpas) no me gusta estar cerca de él, ha demostrado mas de una vez que es peligroso. Sabe que esta haciendo daño y le agrada, no creo que sea buena idea llevarlo -
Demeter estaba ahí callado en medio de la discusión, pero tenia una sonrisa en los labios. Como si le alegrara lo que estaba pasando.
- tal vez tenga razón Ethelred - dijo Jumella - a mi tampoco me gusta, pero es una persona clave en este asunto, y si es quien creemos que es, Aradia, como su antigua conocida, y con sus conocimientos medicinales, quizás podría hacer que nos sea útil este anciano ¿no crees? -
- no lo se, simplemente no me gusta -  decía Geb mientras miraba a Demeter que lo veía receloso.
- sea lo que sea, tenemos que llegar pronto a La Rogue. Ahí nos despejaremos de dudas. - dijo Bassanti que se levantó y los apuró a seguir el camino.
- si, las respuestas nos esperan - dijo Ethelred en tono sombrío.
- ¿nos acompañas? - le pregunto Bassanti a Njord que desencajaba el hacha que había enterrado en la tierra.
- será un placer, tenia que regresar de todos modos, allá deje todas mis cosas - contestó Njord.
- ¿y que hacia aquí en Treaselgard? - volvió a preguntar Bassanti. Se adelantaron ellos dos hasta donde estaban los caballos. Los otros aun discutían sobre que debían hacer con Demeter.
- vine a investigar el pueblo. Me habían dicho que estaba destruido, y no solamente este pueblo, he escuchado fuertes rumores de que Alrynor a atacado al reino de Erebos, y quise saber si era verdad -
- pero ¿Por qué estabas ahí cortando leña? Parecía como si estuviese en su hogar - seguía preguntando Bassanti  teniendo que mirar hacia arriba, donde estaban los ojos de Njord. Era muy alto.
- simplemente para pasar el tiempo. Sentirme útil -
Llegaron hasta donde estaban los caballos y Njord dijo - ¡A este caballo lo conozco! - y señalo a Bolchz.
Bassanti lo miró extrañada.
- ¡si! Ayer lo ayude a salir del río, estaba atorado entre unas ramas. Estaba apunto de caer por la cascada -
- ¡es mío! Creí ayer que había muerto, y hoy lo encontré vagando en el bosque, entonces ¿tú lo recataste? -
- así fue, mi señora-
- gracias, no se como podría agradecerle. Se que no es un gran corcel, pero en realidad me hubiera afectado que hubiese muerto - dijo Bassanti.
- no tiene importancia. Llevaba un fardo en el lomo y se lo quite. Decidí dejarlo en libertad y las cosas del fardo no me servían. Pero veo que las has recuperado - dijo sonriente Njord.
- si, la encontró Geb, no se cuanto podría agradecérselo - decía Bassanti en verdad agradecida.
- no se preocupe -
¿Usted viene a caballo o viene caminando? -
- tengo a Börr - y diciendo a esto se puso una mano en la boca y creó un agudo chiflido que se escucho resonante hasta las montañas.

En eso llegaron los demás que se estaban subiendo a los caballos y se preparaban para reiniciar el recorrido. En eso se escuchó el fuerte galope de un caballo. Un enorme caballo. Retumbaba el suelo a pesar de que venia a mucha distancia. A lo lejos venía velozmente un hermoso caballo pinto, color blanco con manchas cafés. Era un enorme caballo, más grande que cualquiera de los que estaban ahí.
Venia corriendo a todo galope, pedazos de tierra y pasto salían volando detrás del caballo. Las crines blancas de la cola  y el cuello se agitaban elegantemente con la velocidad que llevaba y el viento que lo acariciaba. En las patas tenia un largo pelo que le cubría las pezuñas. Se acercaba demasiado rápido, parecía que iba a chocar contra ellos, pero se detuvo rápidamente y se puso de lado de Njord para que este lo montara. Hacían un perfecto juego. Un caballo gigante, para un hombre gigante.
Los demás se quedaron admirados por la belleza del enorme animal. Una mezcla de increíble fuerza de músculos marcados y la elegante figura de un hermoso caballo. Entonces, después de un rato, continuaron su camino hacia el campamento de La Rogue.
Acortaron camino adentrándose en la densa maleza del bosque. Arbustos de un metro de alto, zarzas espinosas y la tupida arboleda fue lo que encontraron en el camino. Aunque el camino era difícil y muy accidentado no se les hizo tan pesado como el día anterior. Iban platicando amistosamente, Njord los entrevistaba acerca de quienes eran, y los demás le respondían con interés, también haciéndole preguntas acerca de su origen.

- cuidado con las ramas bajas de los árboles - avisó Njord.
- ¿por que? - preguntó Bassanti que le seguía detrás.
- las serpientes de campo regularmente se suben a las ramas bajas. Cuando alguien pasa cerca, amenazadas saltan y atacan. Son peligrosas -
- ¿mortales? -
- si, su veneno es muy potente. Lo utilizan algunos nativos de los bosques del este para cazar, y para las guerras. Es muy efectivo. -
Escuchando esto, Bassanti se agachaba esquivando cada rama que se acercaba hacia ella.
- no te preocupes, no pasa muy seguido -

Continuaron cabalgando.
Aunque cabalgaban briosos por el accidentado camino, se dificultaba por la gran cantidad de troncos del espesor de un muslo de una persona que había en el suelo. Además había piedras, charcos lodosos de un barro espeso y ramas que se interponían en su camino.
El sol estaba justamente arriba de ellos. Era mediodía. Los seis jinetes estaban bañados en sudor y la fresca brisa que producían los árboles no aminoraba el calor. Los resoplidos de los caballos al andar sorteando entre los arbustos se confundían con el sonido de agua.
Una agitada corriente de agua se escuchaba cada vez mas cerca.
Avanzaron  hacia el este, y el paisaje empezó a despejarse un poco. Cada vez estaban más dispersos los árboles, el suelo había dejado de ser de una fértil tierra oscura para convertirse a un duro suelo pedregoso de color grisáceo. Había pequeñas plantas y arbustos al nivel del suelo. Se escuchaban fuertes los cascos de los caballos.
Njord iba al frente, de pronto el caballo se detuvo abruptamente resoplando y relinchando sonoramente. Las piedras y la tierra habían echo que patinara un poco al detenerse. Njord solo veía un cielo azul brillante, miró hacia abajo y a unos sesenta metros estaba el río. Era un precipicio. Había estado apunto de caer. Los demás también se detuvieron detrás de este y miraron hacia abajo, la piedra escarpada se inclinaba peligrosamente, y luego, el río.
Un río con agua cristalina que se agitaba y burbujeaba en la zona donde caía una cascada que se dividía en dos por enormes piedras en medio de este, y luego se juntaba al final de la caída. Desde esa altura se veía el río como una delgada serpiente plateada que se curveaba entre las montañas.

- nos desviamos un poco - dijo Njord y dio media vuelta estirando las riendas de su caballo.

Los demás lo siguieron. Parecían confiados de la seguridad que parecía tener del terreno, a pesar de que se habían desviado un poco.
Siguieron avanzando de manera lateral al río, subiendo a contra corriente hasta que llegaron a una zona plana. Un pequeño valle. Habían dejado el precipicio a unos cuatrocientos metros atrás. El río era muy diferente a como lo habían visto el día anterior. Ayer las aguas furiosas arrastraban todo lo que se interpusiera en la corriente. Ahora estaba la corriente tranquila, cristalina, y con poca profundidad. Seria fácil cruzar el río, no corrían ninguna clase de peligro.
Cruzaron el río montados en sus caballos, chapaloteando el agua al pasar. Se bajaron después de cruzarlo porque estaban sedientos y acalorados. El agua se antojaba para un buen chapuzón, pero cuando Jumella se agachó a tomar agua utilizando una mano, pudo sentir lo helada que estaba el agua. Era agua que venia de las frías montañas. Jumella tomó un poco mas de agua y se mojó un poco el rostro al igual que los demás, menos Ethelred que no se había bajado de su caballo. Al parecer tenía mucha prisa de llegar a La Rogue.
Subieron por una loma de pasto fresco poco empinada, y desde la cima pudieron ver el campamento de La Rogue. Se veía solitario, sin rastro de movimiento, sin rastro de gente. La muralla lucía fría y callada. Bajaron la loma por una vereda de tierra húmeda y llegaron hasta la puerta. Trataron de abrirla, pero había un gran grillete en la puerta con unas cadenas, y una viga gruesa de madera que aseguraba fuertemente la entrada.

- ¡Aradia! -
- ¡somos nosotros!
- ¡Wad! -
- ¡vengan a abrirnos!

Gritaron, pero no obtuvieron respuesta.
Intentaron empujar la viga que aseguraba la puerta pero era imposible y lo seria aun mas vencer al grillete y quitar la cadena.
Esperaron un rato pero nadie venia a recibirlos.
Jumella sin decir nada empezó a escalar la puerta de cuatro metros de altura. Comenzó a subir aferrándose a los picos de la puerta para impulsarse hacia arriba. Llegó a al final de la puerta que terminaba en una hilera de picos filosos y astillosos de madera pelada. Se paso de lado cruzando una pierna y luego la otra y salto desde lo alto de la puerta cayendo fijamente en sus dos pies, con la gracia de un felino.
Desenredo las cadenas que amarraban las dos hojas de la puerta y safó el grillete. Empujó después la pesada viga dejando la puerta en libertad.
Entraron al campamento en busca de Aradia y Wad, pero no veían nada, estaba vacío el lugar. Cerca de unas cenizas de una fogata estaban tres cubas vacías y tiradas de forma irregular. Ethelred y  Jumella buscaban dentro de las tiendas que aun estaban en pie, porque otras con el aire se habían caído, al parecer no había nadie.
 
-¡No puede ser! -
- ¡Cielo santo!-
Escuchó Ethelred gritar desde afuera. Salió rápidamente de la tienda y vio que todos corrían desesperados hacia donde estaba una parcela, solo Demeter estaba sentado en el piso sin aparentar darse cuenta de lo que pasaba. Ethelred corrió hacia donde estaban sus compañeros que estaban frente a un gran árbol que se elevaba a gran altura y luego vio lo que tanto les había llamado la atención.
Algo colgaba del árbol.
Entonces al acercarse un poco más lo supo. Aradia colgaba inerte de una cuerda, amarrada a una gruesa rama del árbol. Tenía el rostro hinchado y amoratado. Los ojos estaban abiertos y rojos, inyectados de sangre. La cuerda se le marcaba horriblemente en el cuello, le faltaba un zapato y sus pies quedaban a la altura de los hombros de los cinco viajeros que veían impresionados a Aradia. Era una escena penosa. Ver a una persona ahí colgada de un árbol, meciéndose con el suave viento de la tarde. Bajo ella, estaba un pequeño banco de madera que estaba tirado sobre el pasto.

- ¡no puede ser! ¿Qué le pasó? - decía Bassanti casi gritando.
- ¡hay que buscar a Wad! - dijo Geb  que se fue corriendo buscando a al mercader del pueblo.

Todos la miraban absortos tensando los músculos de la mandíbula. Trataban de no hablar, no sabían que decir, no sabían que hacer. Maldecir o lamentarse.
En ese momento llegó Demeter con paso lento y desganado, arrastrando los pies al caminar. Entonces miro el cuerpo de Aradia con asombro. Parecía como si de pronto se le iluminaran los ojos y se acercó lentamente. Con una mano rozaba débilmente la túnica violeta del cadáver, como si estuviera extrañando a un ser muy querido, pero de pronto en un acto demente, empezó a jalar violentamente las ropas del cuerpo de Aradia. Jadeaba y respiraba rápidamente, haciendo una macabra sonrisa mientras casi se colgaba del cuerpo. Ethelred y Njord rápidamente agarraron a Demeter que se aferraba fuerte al cuerpo. El anciano estaba gritando ruidosamente, pero parecía que el viejo tenía una fuerza escondida, porque no podían retirarlo.

- ¡Suéltala maldito! - gritaba Jumella.
- ¡Déjala en paz! -
Demeter seguía agarrado y estaba rasgándole las ropas al cuerpo que se movía violentamente.
- ¡al fin hiciste algo bueno de tu vida! - decía Demeter con una risa maniática

Ethelred y Njord luchaban por separarlo del cuerpo de Aradia, entonces, escucharon el crujido de una rama quebrarse. Miraron hacia arriba y vieron como la rama se rompía y se venia abajo aparatosamente. Demeter que aun seguía aferrado al cuerpo cayó encima de el, y mas adelante, cayó la enorme rama del árbol, levantando un nube de tierra y cientos de hojas saltaron por todos lados.
Njord agarró fuertemente a Demeter de un brazo, lo levantó y lo lanzó hacia el otro lado. El anciano callo de espalda, pero seguía sonriendo, estaba feliz, parecía como si lo hubieran felicitado. Estaba regocijado, pero se quedó quieto, ahí sentado en el suelo.
Bassanti y Jumella voltearon hacia otro lado. No querían ver el cuerpo de Aradia tirado y maltratado en el suelo. Aquella lastimosa escena había sido demasiado para ellas, aquel hombre a quien Ethelred creía un sabio, un erudito, se había puesto frenético al ver un cadáver, como un muerto de hambre frente a un festín. Era una situación que asqueaba y enfermaba su mente.
Geb llego corriendo preguntado que había pasado, pero nadie le contesto. Creyó haber entendido al ver la rama en el suelo y el cuerpo de la mujer yaciendo en el suelo. Fue con Njord y Ethelred que desataban el cuello de Aradia para ver en que podía ayudar.

Ya era de noche y estaban frente a una gran fogata comiendo algunos alimentos que al parecer habían recolectado Wad y Aradia el día anterior. A Demeter Esu lo tenían atado de manos y pies. Lo habían puesto dentro de una tienda, realmente nadie quería verlo, además de que sentían que ya no tenia ningún fin el tenerlo con ellos. De cuando en cuando el anciano empezaba a llorar y a lamentarse. Era un lunático.
 Habían estado buscando a Wad por todo el campamento y alrededores, pero parecía haber desaparecido, ni huellas ni señales de el. O de su cuerpo, pensaban algunos. También cada uno había ido a su respectiva tienda, cerciorándose de que nos les faltara nada. Buscando indicios de posibles robos de bandas de asaltantes viajeros, pero todo estaba en paz, tranquilo y silencioso. Tampoco encontraron notas o mensajes que hablaran del suicidio de Aradia. El cuerpo de Aradia lo habían puesto al fondo del campamento cubierto solo por unas mantas, al amanecer la iban a sepultar en el valle.

- no puedo creer que lo haya hecho - decía lamentándose Bassanti. - había estado muy afectada el día de ayer, pero pensé que se había tranquilizado -
- cuando llegue en la noche - complemento Njord con seriedad- estaba muy afectada, hablaba sobre que había fallado, que no le había cumplido a su gente. Creí que su exagerado pesimismo era solo engrandecido por un mal día. Estaba equivocado-
- era un gran ser humano - Dijo Geb - se preocupaba por todas las personas, pero muchos no la valoraban. Muchos no creían en ella -
- muchos no creen en nada - dijo Ethelred con apariencia molesta y se fue a su tienda.

Jumella tampoco decía nada mientras platicaban los demás. Prefería no platicar, tenía muchas cosas en la cabeza. Le había impresionado demasiado la actitud demoníaca de Demeter. Quería matarlo. No concebía que una persona actuase así.
Ethelred se había ido a recostar a su tienda. En realidad estaba muy molesto. Por otro lado, Ethelred se sentía lastima y decepción por Aradia. Su cobardía había llegado hasta el punto de salir por la puerta más fácil, más sencilla, sin afrontar sus problemas. Y en este caso, los problemas de los demás, de muchos más. Tenia que resolver muchas preguntas pero se fue cobardemente.
Esta situación había provocado de pronto que tuviera que cambiar todos sus planes. Mañana necesariamente tendrá que partir hacia el norte, en busca de respuestas, no, no había mas respuestas que le ayudaran a saber que era lo que pasaba. Tenia que ir a las Altas Tierras del Norte a terminar el trabajo. Esperaba poder llegar a tiempo. Sus compañeros tendrán que seguir hacia el este en busca de ayuda. Se encontraría mas tarde con ellos.

No tardaron mucho tiempo en irse a dormir. Seria tal vez la confianza que se había creado entre todos los del grupo, o tal vez el frió de la noche, pero durmieron juntos acurrucándose en una tienda que levantaron juntando las mantas de otras tiendas que estaban alrededor. Solo Demeter estaba solo en una pequeña tienda frente a ellos. Dormía placidamente, roncando como un niño, como si estuviera soñando algo hermoso. Libre de toda maldad y de toda conciencia.

Creyó haber dormido una eternidad, pero Jumella se había despertado a media noche. Tenia la vejiga llena. Demasiada agua, pensó ella, y sobó la panza. Se levantó con dificultad y se puso unas botas de piel, aborregadas por dentro, muy útiles en el frió. Miró a sus compañeros que estaban durmiendo placidamente. Dentro de la tienda se sentía un ambiente cálido y agradable. Entonces salió de la tienda.
Estaba muy oscuro, solo la fogata que estaba frente a las tiendas era la única luz que se veía en el lugar. Había una alfombra de niebla blanca que cubría todo el lugar y la pequeña brisa era muy fría. Sentía la nariz helada y las orejas igual. Se asomó un poco en la tienda de Demeter y ahí estaba el bulto de su pequeña figura, se incorporó rápidamente, no quería despertarlo. Lo que menos deseaba era que el anciano comenzara a hacer de las suyas en medio de la noche.
Caminó hacia un rincón entre unos arbustos, entre el silencio de la noche. Regresó hacia la tienda, pero tenía las manos congeladas y decidió acercarse un poco a la fogata para calentarse un poco. Se inclinó para acercar sus manos hacia el fuego y calentarlas un poco. Miró de pronto hacia el fondo oscuro del campamento tratando de ver algo.
Había escuchado un crujido.
Se levanto tratando de ver lo que había sido, pero solo veía la fantasmal silueta gris del árbol donde había estado colgada Aradia. La densa niebla no le permitía ver hacia delante. Se acerco despacio, mirando cautelosamente hacia todos lados. Quizás es algún animal, pensó ella, pero al instante recordó que eso mismo había pensado en el sótano del Sant E Mer´se. En la oscuridad. De pronto sintió los vellos de la nuca erizarse.
Más crujidos.
Jumella empezó a alarmarse, pero no veía nada. Quizás en realidad es un animal, se decía ella autonvenciéndose. El sonido parecía provenir del final del campamento, en donde habían dejado el cuerpo de Aradia. Siguió caminando hasta que vio a un hombre sentado en un pequeño banco de espaldas a ella, vestido con una larga túnica. Frente a ella solo veía los pies de Aradia cubiertos con la manta.

- ¿Wad?- preguntó Jumella, que estaba alejada de el a unos pasos. Fue lo primero que se le ocurrió. Todos sus compañeros estaban dormidos y Demeter estaba en su tienda... ¿estaba?

El hombre volteó lentamente sin levantarse de la silla. Tenia el rostro semicubierto con una capucha obscura, aun no se podía ver su rostro.
- ¿es usted Wad? - volvió a preguntar Jumella con la voz nerviosa y dio un paso hacia atrás.

El hombre se quitó la capucha con una mano y el reflejo de la luna pudo iluminar el rostro pálido y cetrino de Demeter que le sonreía maliciosamente. Estaba masticando algo lentamente, con una inmensa calma. Tenía sus ojos negros brillantes, reflejando la luz de la luna. Jumella notó que los labios los tenía manchados de algo oscuro, la escasa luz no la dejaba ver bien.

- ¿Qué diablos...? - solo pudo decir asustada Jumella, con los ojos expresivamente abiertos. Mientras Demeter se levantaba y se movía hacia un lado.
En unos instantes pasaron cientos de imágenes, sonidos y toda clase de pensamientos por la cabeza de Jumella. Demeter solo le sonreía enseñando sus dientes y le invitaba a que se sentara junto a el. Delante de este, estaba el cadáver de Aradia, con el torso desnudo, y con el vientre totalmente abierto.
Había sangre por todos lados. Tenía los intestinos afuera y demás viseras saliéndose de la enorme herida. Otras estaban tiradas en el suelo. Demeter levantó su mano derecha, enseñando orgulloso los pedazos de vísceras que goteaban silenciosamente en el suelo, como queriéndola invitarla al festín.

- ¿Que has hecho? ¡Maldito infeliz! - gritó conmocionada Jumella.

Demeter dejó caer el manojo de vísceras al suelo haciendo un sonido asqueante como si se hubiera caído un tomate podrido. La sonrisa se le había congelado, entonces arrugó el ceño con expresión de disgusto, y caminó lentamente hacia Jumella. Ella también retrocedía hacia atrás, tenía miedo de darle la espalda. De pronto vio algo brillante que tenia en una mano. Era un pequeño cuchillo que había reflejado por instantes la luz de la luna. El viejo se le abalanzó rápidamente a Jumella tratando de apuñalarla, y Jumella cayó al suelo golpeándose la cabeza.
El anciano cayó sobre ella tratando de apuñalarla mientras gruñía y balbuceaba con furia, pero Jumella había sujetado la mano que sostenía el cuchillo con sus dos manos. Demeter tenía una cara demencial, sus ojos tensamente abiertos, su boca estaba abierta y maloliente, jadeaba profundamente. Jumella sentía el aliento putrefacto del viejo. Veía con asco como hilos de sucia saliva escurrían de su boca y caían sobre ella. Tenía una expresión que no podía describirse, parecía furioso, excitado, emocionado a la vez.
Estaban ahí forcejeando en el suelo y a Jumella le faltaban las fuerzas. El golpe en la cabeza había echo que se sintiera mas débil, por momentos solo veía la imagen borrosa de Demeter que la veía furiosamente, pero parecía estar pronta a desmayarse. ¡Tenia que luchar! ¡Tenia que seguir consciente! Se ordenaba Jumella en su mente. Entonces comenzó a escuchar lejanos los gritos. Los gruñidos del hombre que trataba de asesinarla se desvanecían haciendo eco dentro de su cabeza. De pronto escuchó un grito más fuerte.

- ¡Déjala! - se escucho una voz masculina.

Jumella volteó hacia un lado y solo vio imágenes borrosas de pies de varias personas corriendo hacia ella, entonces sintió un dolor espantoso en el hombro. Como si de pronto le hubieran puesto un hierro al rojo en la piel desnuda y el dolor se esparciera velozmente por todo su cuerpo. No pudo resistirse a gritar fuertemente del lacerante dolor. El insoportable dolor la hizo recobrar un poco el conocimiento.
Todo parecía transcurrir exageradamente lento. Vio a Demeter sobre ella mirando hacia un lado. Entonces el anciano escupió algo con fuerza y Jumella pudo ver como una gota obscura resbalaba de los labios y caía en su boca. Era sangre. Sentía el sabor amargo de la sangre. Pero no le dio asco, estaba muy confundida para eso. Luego vio como Ethelred y Njord se abalanzaban contra Demeter y se lo quitaban de encima cayendo bruscamente a un lado de ella.
Aun mareada, podía ver las tres figuras borrosas en el suelo gritando y forcejeando. Sentía húmeda la cabeza, se tocó con una mano y  la miró después. Estaba empapada de sangre, pero de pronto sintió un dolor punzante. Un dolor palpitante que le quemaba el hombro izquierdo. Miro sobre su hombro y vio que tenía una herida oscura y ovalada. ¡Demeter la había mordido! ¡Le había arrancado un pedazo de carne! En ese momento Jumella se aterrorizó. Empezó a ver como se oscurecía todo a su alrededor, se sintió cada vez más débil. De pronto ya no supo de ella.

Se despertó con un malestar en la cabeza. Estaba acostada y se sentó lentamente sintiendo como palpitaba su cabeza. También le dolía el torso, tenia el cuerpo entumido. Volteó hacia los lados y estaba dentro de la tibia tienda, ya no estaba en el patio. Los demás la observaban atentamente.

-¿te sientes bien? - le preguntó Ethelred notablemente preocupado.
- ¿Qué paso? -
- te ataco Demeter - le respondió pausadamente Ethelred.
Jumella de pronto se acordó de todo: de Aradia, del ataque, del golpe en la cabeza, de la mordida. ¡La había mordido! Rápidamente miro hacia su hombro, pero este estaba vendado con una tela blanca.
- ¿Dónde esta el? - solo atinó a decir Jumella.
- esta en su tienda, ahora ya lo hemos inmovilizado completamente, le hemos vendado las manos con tela para que no tenga ninguna movilidad en las manos - le contestó Geb que la miraba seriamente.
- ¿Cómo escapó? Estaba atado, ¿no es así? - volvió a preguntar preocupada. Se acordaba que al salir de su tienda se había asomado a la tienda del viejo, y lo había visto, ahí estaba tranquilamente dormido...
- se robó un cuchillo mío - le dijo Bassanti enseñándole un pequeño cuchillo plateado de no mas de diez centímetros de largo - lo ha de haber tomado en Treaselgard. Fue cuando Njord lo había desatado para cortarle un dedo, y lo oculto entre sus ropas y cortó las sogas que le habíamos puesto -

Esto hizo pensar de nuevo a Jumella. Al asomarse a la tienda creyó haber visto al anciano, por el bulto de mantas que había, pero se acordaba de no haber querido destaparlo para cerciorarse, no quería que despertara. Seguramente eran solo las mantas.

- siento que es mi culpa - dijo después Njord disculpándose - si no lo hubiera desatado en el pueblo, quizás no hubiera pasado nada -
- no te culpes, no sabias nada - le contestó Ethelred - en todo caso, la culpa es mía por haber querido traerlo a costa del disgusto de los demás. -
- tampoco es tu culpa - le dijo Jumella mientras se tocaba la tela que tenia vendada en la cabeza.
Bassanti la miró y le dijo - no fue nada. Apenas si fueron tres centímetros, pero si sangraste mucho. Solo será otra cicatriz de guerra - y le ofreció una amplia sonrisa.
- ¿Qué vamos a hacer con el? - preguntó Jumella mirando sus manos.
- ya hemos hablado de ello - contesto Ethelred - mañana yo partiré hacia el norte. Los demás tendrán que ir al este y tu te quedaras aquí a esperar a Wad, junto con Demeter - le dijo Ethelred haciendo una amplia sonrisa.
Jumella  le sonrió y suspiro un poco mientras veía los rostros enojados de los demás.
- era broma - dijo riendo - todos ustedes deberán ir al este. Yo y Demeter iremos hacia el norte.



1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15

  
 

subir

Películas y Fan Film
Tolkien y su obra
Fenómenos: trabajos de los fans
 Noticias
 Multimedia
 Fenopaedia
 Reportajes
 Taller de Fans
 Relatos
 Música
 Humor
Rol, Juegos, Videojuegos, Cartas, etc.
Otras obras de Fantasía y Ciencia-Ficción

Ayuda a mantener esta web




Nombre: 
Clave: 


Entrar en el Mapa de la Tierra Media con Google Maps

Mapa de la Tierra Media con Google Maps
Colaboramos con: Doce Moradas, Ted Nasmith, John Howe.
Miembro de TheOneRing.net Community - RSS Feed Add to Google
Qui�nes somos/Notas legalesCont�ctanosEnl�zanos
Elfenomeno.com
Noticias Tolkien - El Señor de los AnillosReportajes, ensayos y relatos sobre la obra de TolkienFenopaedia: La Enciclopedia Tolkien Online de Elfenomeno.comFotogramas, ilustraciones, maquetas y todos los trabajos relacionados con Tolkien, El Silmarillion, El Señor de los Anillos, etc.Tienda Amazon - Elfenomeno.com name=Foro Tolkien - El Señor de los Anillos