El décimo miembro

29 de Mayo de 2005, a las 19:52 - María Cuña
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EDORAS Y EL CASTILLO DORADO.

Lúthien sentía como alguien la zarandeaba suavemente. Lúthien abrió los ojos, y vio a Légolas despertándola, y no pudo evitar sonreír.
- Debemos irnos.- dijo el elfo.
Lúthien asintió con la cabeza, y se incorporó enseguida.
Durante toda la mañana estuvieron cabalgando, hasta que bien entrada la tarde llegaron a Edoras.
- Edoras, - anunció Gandalf.- y el castillo dorado de Meduseld. Hogar de Theoden, rey de Rohan, cuya mente se halla ahora perturbada. El lazo con el Saruman ata al rey es muy poderoso.
- A que lo adivino, venimos a salvar al rey.- dijo Lúthien.
- Cierto. Saruman intenta apoderarse del reino de Rohan, y nosotros no podemos consentirlo.- dijo Aragorn.
Lúthien se encogió de hombros, y miró al mago.
- Cuidad bien lo que decís. No seremos bienvenidos.- dijo mientras espoleaba a Sombragris.
Los cinco se dirigieron hacia Edoras, ya sin pausa. Las puertas de la ciudad estaban abiertas, y nadie les impidió el paso. Dentro, enseguida se sintieron observados por la gente, que no hablaba de nada, e iban todos vestidos de negro. Todos los miraron como si fueran insectos, a los que hay que aplastar.
- Hay mas alegría en un cementerio.- comentó Gimli en voz baja.
Lúthien se sonrió un poco, y advirtió como alguien los observaba desde el castillo dorado. Una mujer, vestida de blanco los miraba, aunque desde su posición no se podía percibir muy bien cual era su expresión. Lúthien enseguida se dio cuenta, que Aragorn también la había visto. Los miraba a los dos de hito en hito, y enseguida aparto la vista.
Al llegar a lo alto de Edoras, los cinco compañeros desmontaron sus caballos, Lúthien y Gimli ayudados por sus compañeros.
- Lúthien.- le llamó Gandalf.- En el castillo te necesitaré.
- ¿Para qué?- preguntó la joven asustada.
- El rey Theoden esta bajo el dominio de Saruman, solo con tu poder seré capaz de librarle de su lazo. Dentro no te separes de mi.
Lúthien, solo pudo asentir, pues lo que había dicho el mago le había dejado sin aliento. ¿Su poder?. Lúthien prefirió dejar sus reflexiones para luego, y dejar que Gandalf se centrara del todo en salvar a Theoden.
Al llegar a las escaleras del castillo, unos cuantos soldados fueron a recibirlos.
- No puedo llevaros ante Theoden armado, Gandalf el Gris.- dijo el hombre. Le llamaba a Gandalf, el gris, porque encima de su vestidura blanca, llevaba puesto una capa gris, que tapaba por completo su blanquecina figura.- Ordenes de Grima, Lengua de Serpiente.
- Ya.- dijo Gandalf, e hizo una señal a sus compañeros para que dieran sus armas.
Delante de Lúthien se puso un chico, que no debía de tener mas años que ella, y se quedó prendado de la joven con tan solo mirarla. Lúthien también se había dado cuenta, que el chico no era nada feo, y que era diestro en la lucha, pues sus brazos eran musculosos, y fuertes.
Lúthien le dio con mucho cuidado la espada que la dama Galadriel le había regalado, y la daga que el caballero Celeborn le había obsequiado.
- La vara.- dijo el hombre de antes a Gandalf.
Gandalf cogió a Lúthien del brazo, y dijo:
- No privarás de su bastón de apoyo a un anciano.
El hombre puso mala cara, pero los dejó pasar. Gandalf sin llamar la atención escondió la vara entre sus ropajes, y ni siquiera se percibía la parte baja de ella. Así todos los visitantes desarmados, entraron al castillo. Enseguida cerraron la puerta del castillo, atrapándolos en él.
- La cortesía de tu castillo a disminuidos últimamente, rey Theoden.- dijo Gandalf, y su voz resonó por toda la sala.
- ¿Por qué habría de darte la bienvenida, Gandalf cuervo de la tempestad?- dijo Theoden con la voz apagada y desgastada.
- Una cuestión justa mi rey.- dijo un hombre al lado del rey, que debía de ser el tal lengua de serpiente.- Tardía es la hora en que esta conjurador se digna a aparecer. Láthspell te nombro, malas nuevas de un indeseado.
- ¡Silencio!- le ordeno Gandalf mientras se acercaban a él.- Mantén tu lengua bífida tras tus colmillos. No he sobrevivido al fuego y el agua para intercambiar falacias con un gusano sarnoso.
Entonces Gandalf se soltó de Lúthien, y alzó su vara para que Grima pudiese contemplarla bien.
- La vara.- dijo.- ¡Os dije que le quitarais la vara!
Al momento mucho soldados del ejercito de Rohan se empezaron a enfrentar a los cuatro visitantes, mientras Gandalf avanzaba hacia Theoden.
Lúthien luchó cuerpo a cuerpo con los hombres que se le ponían delante. También le tocó luchar con el joven que le había quitado sus armas. Con dos golpes maestros lo doblegó, y le hizo agacharse en el suelo.
- ¡Lúthien! – le llamó Gandalf.
En ese instante Lúthien se acercó al mago, y este no le hizo nada.
- Del hechizo, - dijo el mago con una mano extendida hacia delante- yo te libero.
Pero las palabras de Gandalf no tuvieron ningún efecto, y el rey Theoden se empezó a carcajear de Gandalf.
- No tienes poder aquí, Gandalf el Gris.- dijo, y se siguió riendo.
Pero su sonrisa enmudeció al ver como Gandalf se quitaba la capa gris, y dejaba al descubierto sus ropas blancas.
- Te sacaré Saruman, como se saca el veneno de la mordedura.- dijo cogiéndole a Lúthien de la mano, y enseñándosela a Saruman.
Lúthien notó como la fuerza fluía entre Gandalf y ella. Notó como su fuerza vital se la llevaba Gandalf.
- Si salgo Theoden caerá.- Pero ya no era la voz de Theoden la que sonaba, sino la de Saruman.
- No me mataste. Ni le matarás a él.- dijo Gandalf.
Lúthien ya no veía a Theoden, sino a Saruman, con el palantir, en una sala de la torre de Orthanc.
- Sal de él.- dijo Gandalf.
Theoden parecía que se iba a abalanzar sobre Gandalf, pero este adelantó la vara, y sin tocar al rey, Lúthien vio como Saruman salía del cuerpo de Theoden. Entonces Lúthien ya no podía ni tenerse en pie, y en cuanto Gandalf le soltó la mano, esta se desplomó en el suelo. Pero al momento, Légolas había acudido corriendo para ayudarla.
- ¿Estas bien?- le preguntó
- Sin fuerzas, pero si, estoy bien.- dijo sonriendo.
- Te ayudaré a levantarte.- dijo el elfo, y sin esfuerzo hizo que la joven se pusiera de nuevo en pie.
Entonces los dos pudieron contemplar como Theoden rejuvenecía al momento. La mayoría de sus canas habían desaparecido, y la chica del vestido blanco de antes estaba sujetándole para que no cayera completamente al suelo. Cuando rejuveneció por completo parecía otra persona. No dejaba de se alguien entrado en años, pero la diferencia se notaba.
- Reconozco tu rostro.- dijo Theoden a la chica de blanco.- Eowyn, Eowyn.
La joven sonrió. El rey Theoden levantó la vista, y miró a Gandalf.
- ¿Gandalf?- preguntó extrañado.
- Vuelve a ser libre amigo.- dijo este sonriendo.
Con la ayuda de Eowyn, Theoden se pudo poner en pie.
- Sombríos han sido mis últimos sueños.- dijo absorto
Theoden comenzó a mirarse las manos, como si le faltara algo.
- Tus dedos, recobrarían su fuerza, si empuñaran una espada.- comentó Gandalf.
Entonces, el hombre que los había parado en la puerta para pedirles las armas, le tendió a su rey la espada, y este la cogió como si la fuerza volviese a brotar de sus dedos. Al coger la espada, sus ojos se dilataron y miraron hacia donde Gimli tenía cogido a Grima, y al momento, con su fuerza recobrada cogió al hombre y se lo llevó fuera del castillo, sin soltar la espada.
Al llegar a fuera, lanzó a Grima por las escaleras del palacio.
- Solo he vivido para serviros mi señor.- dijo Lengua de Serpiente.
- Tus malas artes me habrían posado a cuatro patas como a una bestia.- dijo con ira el rey.
- No me alejéis de vos.- suplicó Grima.
Mientras este se arrastraba escaleras abajo, Theoden lo seguía espada en mano. Cuando ya no quedaban casi escaleras que bajar, el rey Theoden alzó su espada al aire para hundírsela en el pecho a Grima, cuando Aragorn se puso entre este y el rey.
- ¡No mi señor!. No mi señor.- dijo este agarrando la empuñadura de la espada de Theoden, para que no descendiera.- Dejadle ir. Ya tiene demasiada sangre en su cuenta.
El rey le miraba con los ojos hinchados de ira. Entonces Aragorn hizo algo, que a su vez hizo que todos se quedaran de piedra. Le tendió la mano a Lengua de Serpiente. Este la repudió echándole un escupitajo en la mano, concretamente en el anillo que llevaba en el dedo. Anillo que el hermano de Lúthien, Eldarion llevaba como futuro heredero. El anillo de Barahir.
Grima salió corriendo de allí, empujando a todo el mundo, y gritando que se apartaran de su camino.
- ¡Salve rey Theoden!- dijo el hombre que les había parado entes para desarmarles.
El rey, no se mostró complacido al ver como todos sus súbditos se arrodillaban ante él, si no que miraba en derredor, como buscando a alguien.
- ¿Dónde está Theodred? ¿Dónde está mi hijo?- preguntó mirando a Gandalf, que estaba detrás de él.
- Mi señor.- se adelantó Eowyn.- Vuestro hijo a muerto. Los orcos se lo llevaron de nuestras manos.
Por el rostro impresionado, pero no triste del rey comenzaron a resbalar lagrimas de pena y angustia.

Aquel atardecer tuvo lugar el entierro del hijo del rey. Todos los miembros del pueblo acudieron al entierro. El cuerpo era llevado en una camilla, por unos soldados del reino. Este tenía un color azulado, y sus ojos estaban cerrados. Se notaba que había muerto de una herida profunda, pues el uniforme que le habían puesto para el funeral. Llevaba entre las manos un ramo de flores blancas.
Seguido del muerto, iba el rey, y después los miembros que estaban allí de la Comunidad del Anillo. Al llegar a lo que parecía un pequeño panteón, los soldados bajaron el cuerpo, y lo introdujeron en él, mientras Eowyn decía un canto fúnebre.

En cuanto el funeral acabó, Lúthien, Légolas, Gimli y Aragorn volvieron al castillo, junto con Eowyn, que estaba dispuesta a pedir que les sirvieron una buena comida. Todos estaban deseosos de comer algo después de tanto tiempo sin probar bocado. Theoden y Gandalf, sin embargo no se apuntaron al banquete, sino que se quedaron en delante de la tumba de Theodred.
Aunque no les hacían falta para disfrutar de una buena comida.
Pero mientras estaban comiendo, Theoden y Gandalf llegaron con dos niños en los brazos. Uno de ellos llegaba inconsciente, y la otra, una niña,  estaba muy asustada. Al niño le reanimaron enseguida, y así les pudieron contar todo lo que había sucedido. Unos cuantos hombres, y Uruks les habían arrebatado sus tierras, y habían ido a su aldea a quemar casas y pastos.
- Nadie los advirtió. Estaban desarmados.- dijo Eowyn.- Los hombres salvajes van por el Folde Oeste quemando lo que encuentran. Pastos, chozas y árboles.
- Esto es solo una muestra del terror que Sauron desatará.- dijo Gandalf sentado en una silla al lado derecho del trono del rey.- Debes enfrentarte a Sauron, apartarlo de las mujeres y niños. ¡Debes luchar!
- Contáis con mas de doscientos buenos hombres cabalgando hacía el norte mientras hablamos. Eomer os es leal, y luchará por su rey - dijo Aragorn apartando la pipa de la boca.
El rey Theoden se levantó de su trono, para hablar a los presentes.
- Estarán a mas de doscientas leguas de aquí en este momento. Eomer no puede ayudarnos.- dijo el rey.
Tras él, Gandalf se levantó para hablarle, pero Theoden se dio la vuelta al momento.
- Sé lo que quieres. Pero que sepas que no me arriesgaré a una guerra abierta.- dijo Theoden
- La guerra ya os ha sido declarada, arriesguéis o no.- dijo Aragorn con decisión.
- La última vez que miré, Theoden, y no Aragorn era el rey de Rohan.- dijo este irritado.
Gandalf miró a Lúthien un segundo, después miró al rey.
- Y ¿Cuál es la decisión del rey?- preguntó este.
Theoden los miró y habló.
- La ciudad será evacuada. – dijo él.- Tomaremos refugio en el Abismo de Helm. No llevaremos objetos personales, solo las provisiones necesarias.
Todos se quedaron un poco absortos al oír esto, pero Gandalf les hizo un gesto con la cabeza, para que lo siguieran, y los cuatro obedecieron sin decir nada. Gandalf se dirigía a los establos.
- El Abismo de Helm. – dijo Gimli con desdén.- huyen a las montañas cuando deberían quedarse y luchar. ¿Quién los va a defender si no es su re?
- El solo lo hace pensando en el bien de su pueblo.- dijo Aragorn.- El Abismo de Helm le salvó en el pasado.
- Es una ratonera sin salida.- protestó Gimli.- Theoden esta caminado hacia una trampa. Cree que los esta llevando a un sitio seguro. Pero los envía a la masacre.
Cuando entraron a los establos, Gandalf fue directamente a montar en Sombragris. Aragorn le pidió a Lúthien, que preparara al caballo que compartían, para poder partir. Ella le hizo caso, pero enseguida se fue de los establos, pues el joven soldado no le había devuelto la espada, y sin embargo sus compañeros tenían ya sus armas. Indignada se despidió de Gandalf, y salió a buscar al joven.
Buscó en las entradas del castillo, entre los soldados que ayudaban a los habitantes de la ciudad a preparar sus cosas, pero no estaba.
Finalmente lo encontró, ayudando a unos pobres ancianos que no sabían organizarse muy bien.
Lúthien se acercó al joven, y le dio unos toques en la espalda. Cuando el joven se dio la vuelta, quedó petrificado, y ella pudo ver la espada colgada de su cinturón.
- ¿Me devuelves mi arma?- le preguntó Lúthien.
- Claro.- dijo con un hilo de voz, y patosamente le devolvió el arma.- Había olvidado que la tenía.
- Gracias,- le respondió ella con una sonrisa.
- De todas formas me hubiera dado cuenta de que la tenía y os la habría devuelto. – dijo el joven.
- ¿Cómo os llamáis?- preguntó Lúthien.
- Ithladin, mi señora.- dijo el joven.
- Es muy bonito.- contestó ella, y el joven se ruborizó.
- Y vos, ¿cómo os llamáis?- preguntó el chico.
- Lúthien. – dijo ella.- ¿Queréis que os ayude?
- No hace falta. Además, vuestro amigo os está esperando con un caballo.- dijo el joven haciendo un gesto detrás de ella.
Lúthien se volvió esperando encontrar a Aragorn con un caballo, pero sin embargo, estaba Légolas, mirándola. Ella le sonrió, y acudió a su encuentro.
- Había pensado, que podríamos compartir el caballo, si quieres.- dijo el elfo con timidez.
Lúthien no contestó. En vez de eso le tendió una mano para que la ayudara a subir. Légolas le sonrió, y la ayudó a subir.
- ¿Y Gimli?. Va a ir con Aragorn ¿no?- preguntó Lúthien.
- No. Aragorn le ha encontrado un nuevo caballo blanco, y este a aceptado sin rechistar.- dijo Légolas sonriéndole.
Los dos juntos en el caballo, se dirigieron hacia la entrada, donde Theoden y Aragorn los esperaban para partir al Abismo de Helm. Légolas llevaba las bridas del caballo, a pesar de que Lúthien fuese a la cabeza. Muy despacio, la gente empezó a emprender el camino hacia Helm.



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