El décimo miembro

29 de Mayo de 2005, a las 19:52 - María Cuña
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EL MAGO BLANCO

Durante unos minutos, Aragorn estuvo mirando las huellas de la batalla. Gimli, estuvo removiendo entre las cenizas de los muertos, en busca de algo. Légolas y Lúthien, como no podían hacer más, contemplaban la escena. Entonces Gimli se dio la vuelta, y los miró con tristeza.
- Es uno de sus pequeños cintos.- susurró, enseñándoles uno de los cinturones que la dama Galadriel les había regalado con las dagas.
Légolas empezó a decir unas palabras por su alma, y Aragorn, lleno de ira lanzó por los aires de una patada el primer casco que encontró, profiriendo un grito desgarrador.
- Les hemos fallado.- dijo Gimli sollozando.
Lúthien se arrodilló en el suelo, y empezó a derramar lagrimas por sus amigos. Estaba harta. Todas esas vidas, primero Gandalf, después Boromir, y ahora Merry y Pippin.
Aragorn mientras tanto, seguía averiguando cosas de la batalla.
- Un hobbit yació aquí. Y otro aquí.- dijo señalando a sendos sitios.
Pero entonces Aragorn vio como uno de los huecos estaba removido, hacia la derecha, y no por el desplazamiento del cuerpo.
- Gatearon.- dijo con la voz apagada, pero lo suficientemente alto como para que sus amigos lo oyeran.
- Sus manos estaban atadas.- dijo igualmente de bajo.
Mientras hablaba, recorría partes de la batalla, perseguido por Légolas y Gimli, Lúthien seguía en el suelo.
- Cortaron sus ataduras.- dijo ya bastante más alto.
Al oír esto, Lúthien se levantó del suelo, aun había esperanza.
- Corrieron por aquí. Los persiguieron.- dijo después, Lúthien lo seguía de cerca.- ¡Las huellas se alejan de la batalla!. Hasta el bosque de Fangorn.
Los cuatro se pararon enfrente de una gran extensión de arboles, cuatro veces mas altos que un hombre. Le voz de Aragorn pareció apagarse cuando dijo que se habían internado en ese bosque.
- Fangorn... ¿Qué locura los llevó a entrar allí?- dijo Gimli.
Confirmado. Fangorn era un peligro. Lúthien no preguntó el porque, prefería no saberlo.
- Bueno, pues habrá que entrar ¿no?- dijo Lúthien adelantándose.
Sus tres compañeros la miraron sorprendidos, sobre todo Gimli.
- ¡Vamos!.- les apresuró.- Debemos darnos prisa si queremos alcanzarlos.
- ¡Estas loca!- gritó el enano.- ¡Tal vez si entramos ahí no volvamos a salir jamás!.
Lúthien se le quedó mirando unos segundos, puso los ojos en blanco un momento, y se internó en el bosque, mientras sus amigos se quedaban allí plantados observándola avanzar por el bosque.
Pero al momento, Lúthien oyó las pisadas de Aragorn detrás oyó, lo que indicaba que no la dejarían marchar sola. Lúthien sonrió para sí, y se quedó parada para esperar a sus amigos.
- Ahora Lúthien, si no te importa, seguiré las huellas de nuestros amigos.- dijo Aragorn, y Lúthien hizo un gesto de invitación con la mano.
Durante todo el día, estuvieron buscando por todos los lados del bosque, y prácticamente no encontraron nada. Solo, siguieron las huellas de los hobbits.
- ¿Qué es esto negro?- dijo Lúthien señalando una hoja teñida de algo pegajoso.
Gimli se acercó hacia Lúthien, y cogió un poco de la sustancia con el dedo. Lo amasó un poco con la mano, y lo chupó. Lúthien hizo un ademán de asco, y Gimli escupió al momento.
- Sangre de orco.- dijo.
Mientras tanto, Aragorn seguía rastreando huellas en el suelo.
- Que huellas mas extrañas.- dijo en un susurro.
- El aire está tan cargado aquí.- dijo Gimli
- Este bosque es viejo.- explicó Légolas.- Lleno de recuerdos, y de cólera.
De repente un sonido gutural se escuchó por el bosque, e hizo que los cuatro amigos se asustaran un tanto. Tanto, que Gimli no optó por otra cosa que alzar el hacha. Sus amigos le miraron con desdén.
- Gimli. Baja el hacha.- le advirtió Aragorn.
- Tienen sentimientos.- dijo Légolas.- Los elfos se los dieron, les enseñaron a hablar.
- Si, y tampoco tienen en mucha simpatía a los enanos, ¿No Légolas?- dijo Lúthien divertida.
Gimli parecía un tanto avergonzado de su actuación. Lúthien, se quedó rezagada a su lado, y le dijo que no se preocupara, que los elfos se creían que lo sabían todo, a lo que Gimli rió.
- Además, ¿de qué hablarán los arboles?. Si no de la consistencia de los excrementos de ardilla.- dijo Gimli riendo, y Lúthien se unió a su risa.
Pero, por el contrario, Légolas y Aragorn estaban más preocupados que risueños. Al parecer Légolas había visto algo, y sus compañeros, se pusieron a su lado para saber que era lo que sus ojos de elfo habían avistado.
- El Mago Blanco, acecha.- dijo, e hizo un leve gesto con la cabeza, que les indicó que estaba a su espalda.
- No le dejéis hablar, o nos embrujará.- dijo Aragorn desenvainando un poco la espada, y Lúthien le imitó.- Debemos ser rápidos.
Lúthien dudaba que solo con las armas pudiesen acabar con el Mago Blanco, pero valía la pena intentarlo.
A un gritó de Aragorn, los cuatro se pusieron en guardia. Légolas lanzó una flecha, que el mago hizo pedazos antes de que le tocara. Gimli le lanzó un hacha, y este se partió en pedazos, igual que la flecha. Lúthien y Aragorn, notaron de repente como sus espadas habían adquirido un calor abrasador, y se habían puesto al rojo, así que las soltaron. Los cuatro miraron a la figura que estaba ante ellos, que mantenía su cara oculta, pero no en las sombras, sino en la luz. La luz que irradiaba su persona, y detrás de él, nublaba la visión de los cuatro amigos, y que no les dejaba ver quien era.
- Vais tras la pista de dos pequeños hobbits.- dijo el hombre. Su voz era, como si dos personas hablasen al mismo tiempo.
- ¿Dónde están?- preguntó Aragorn con una mano  sobre los ojos.
- Pasaron por aquí antes de ayer.- dijo el hombre, tenía algo en su voz que les era familiar.- Y se encontraron con alguien que no esperaban. Eso, ¿Te reconforta?
Aquel hombre era un enigma. Lúthien ya no sabía si pensar que era Saruman, o quien era.
- ¿Quién eres?- preguntó Aragorn.- ¡Muéstrate!
Entonces el hombre se movió para ponerse justo delante de la luz, y permitirles la visión completa de su rostro. Todos se quedaron de piedra al ver el aspecto del hombre.
- No puede ser.- susurró Aragorn.
Era Gandalf. Lúthien le vio, y sollozó abiertamente, sin poder ocultarlo.
- Perdóname. Te confundí con Saruman.- dijo Légolas, detrás de Lúthien.
- Soy Saruman. – dijo el mago.- O por lo menos, como Saruman debía ser.
Gandalf recorrió con su mirada a todos los miembros que estaban allí, y al ver a Lúthien sonrió abiertamente, y esta le devolvió la sonrisa. Sin poder evitarlo, se adelantó de sus compañeros, y abrazó al mago, que recibió el abrazo afectuosamente. Pero al momento la separó de si, y cogiéndola por los hombros la miró con el entrecejo fruncido.
- Me parece que esta joven esta bastante cambiada desde que yo la vi por última vez.- dijo el mago, mas para ella que para los demás.
Entonces Lúthien se observó a sí misma, y miró a sus compañeros, que la miraban con el entrecejo fruncido. Entonces Lúthien posó los ojos en Aragorn, y con sorpresa vio como el montaraz y ella median exactamente lo mismo. Y no solo eso, vio como su postura era muy similar, y sus ojos reflejaban la misma expresión. Ahora, ya no debía de aparentar tan solo dieciséis años, y eso que tan solo habían pasado unos cuantos meses desde que se encontró a Gandalf en el Bosque Negro. Pero el mago no se refería a eso, y Lúthien lo sabía.
- Ya eres toda una mujer.- dijo Gandalf, entonces las cosas quedaron claras.
- Tu caíste.- dijo Aragorn, que no salía de su asombro.
- Cruzando el fuego, y el agua.- dijo el mago.- Desde la parte mas alta del pico mas alto, luché contra el Balrog de Morgoth. Al fin conseguí derrotar a mi enemigo y deje caer por la ladera de la montaña. La oscuridad me llevó y estuvo perdido en el tiempo. Extrañas imágenes llenaron mi visión, pero aquel no era el fin. Sentí vida de nuevo en mi. He sido enviado para completar la tarea.
- Gandalf.- dijo Aragorn poniéndole el brazo sobre el hombro afectuosamente.
- ¿Gandalf?.- dijo extrañado.- Si, así es como solíais llamarme. Gandalf el Gris. Ese era mi nombre.
- Gandalf.- dijo Gimli con un sollozo
- Soy Gandalf el Blanco. – dijo mirándoles a Légolas y a Lúthien con una sonrisa, a la que ellos correspondieron.- Y vuelvo a vosotros, en los albores de la tempestad.
En ese momento el mago echó a andar, seguido por sus amigos. Todos se miraron, por una parte extrañados, y por otra sonrientes, pues no era de extrañar la actitud de Gandalf, siempre había sido misterioso.
- Una parte de vuestro viaje termina, otra nueva comienza.- dijo mientras andaban con premura.- debemos partir a Edoras enseguida.
- ¿Edoras?. No es distancia corta.- dijo Gimli.
Mientras que andaban, Gandalf y Aragorn hablaban de cosas, que no podían oír, debido a que lo hacían en susurros.
- ¿Así qué hemos recorrido toda esta distancia, para nada?.- protestó el enano, como no.- ¿Vamos a dejar a esos pobres hobbits solos aquí, en esto malsano, hórrido, infestado...?
En ese momento el sonido gutural de un árbol se oyó en el bosque, y el enano paró de sacar defectos al bosque, debido a que este no le tenía demasiada estima.
- Quiero decir, adorable, tan adorable bosque.- rectifico el enano, lo que hizo que Lúthien y Légolas rieran un poco por lo bajo.
- Ha sido mas que puro azar lo que a traído a Merry y a Pippin a Fangorn.- dijo Gandalf observando el extenso bosque.- Un gran poder ha estado durmiendo aquí durante muchos largos años. La llegada de Merry y Pippin será como la caída de pequeñas piedras que empiezan una avalancha en las montañas. 
- En una cosa no has cambiado, querido amigo. Sigues hablando con enigmas.- dijo Aragorn sonriendo, y el mago también lo hizo.
- Algo esta a punto de ocurrir, que no ha pasado desde los Días Antiguos. Los ents van a despertar, y descubrirán su fortaleza.- dijo Gandalf.
- ¿Fortaleza?- dijo Gimli.- Eso esta bien.
Entonces Gandalf le dijo a Gimli algo, que Lúthien no oyó, pues estaba ocupada en otra cosa. Una imagen borrosa había pasado de repente por su cabeza, y la había desconcertado. Al ver que todos avanzaban, Lúthien los siguió.
Finalmente, consiguieron salir del bosque, y Gandalf se paró en el claro. Agarrando su vara, ahora blanca y bien tallada, profirió un silbido de llamada. Estuvieron esperando durante unos segundos, hasta que una criatura blanca como la nieve, que Lúthien reconoció enseguida. Un gran caballo blanco se acercó a Gandalf, galopando.
- Es uno de los Mearas, a no ser que mis ojos no están bajo ningún hechizo.- dijo Légolas maravillado.
Pero no estaban del todo acertados, si creían que el caballo se aproximaría a Gandalf. El caballo pasó de largo, y en vez de pararse delante del mago, se paró delante de la joven. Esta le sonrió, y le acarició cariñosamente la boca.
- ¿Cómo estás, amigo?- dijo Lúthien, a lo que este respondió con un leve relincho.
- Sombragris.- dijo Gandalf, mientras el caballo iba a saludarle.- El señor de todos los caballos, que ha sido mi amigo en mucho peligros.
En ese momento, seguido de Sombragris, aparecieron los otros dos caballos que habían llevado a Légolas, Gimli, Lúthien y Aragorn. Rápidamente, los cinco montaron a sus caballos y se pusieron camino a Edoras.
Durante el resto del día, emprendieron camino a Edoras, hasta que la noche se cernió sobre ellos. En ese momento desmontaron sus caballos, e hicieron una especie de campamento donde poder dormir un poco.
Mientras Lúthien dormía, imágenes extrañas inundaban sus sueños. Gente muriendo en una muralla de piedra, una ola verde arrasando su ciudad, todo pasaba fugazmente, y Lúthien apenas podía darse cuenta de todo lo que veía. La joven se despertó de un susto. Lúthien miro en derredor y vio como sus amigos dormían. La joven se recostó, pero Lúthien ya no podía dormir. Alrededor de un fuego, estaban echados sus compañeros. Todos, excepto Gandalf, que observaba la noche, dándoles la espalda. Lúthien supuso que no le importaría tener un poco de compañía.
Lúthien se levanto sin hacer ruido para no despertar a los demás, y se puso al lado de Gandalf.
- Lúthien, los días cada vez se irán haciendo más oscuros, a medida que Mordor vaya ganado terreno.- dijo Gandalf.
- Lo sé. Gandalf,...
- Tengo algo que decirte.- dijo el mago interrumpiéndola.- Cuando estuve perdido en el tiempo, vi a tus padres. Están bien, saben donde estás y lo que estás haciendo, y te quieren mucho, por eso confían en ti. Tu hermano, Eldarion, sin embargo no comprende muy bien la situación, y desesperado, ruega a los Valar que te lleven de vuelta a casa, pero tu sabes que no saldrás con vida.- le dijo Gandalf en tono solemne.
Lúthien no sabía que contestar, así que guardó silencio. Ya sabía que tenía que pagar ese precio, y Gandalf y Aragorn también. Pero Lúthien no permitiría que Légolas y Gimli se enteraran, sobre todo Légolas.
- Gandalf, por favor, no se lo digas a Légolas y a Gimli.- le pidió la joven.
- Sé lo que hay entre vosotros dos. Tranquila, no le diré nada.- dijo Gandalf.- Lúthien, él te ama, tal vez demasiado, deberíais olvidaros de ese amor.
Lúthien tampoco dijo nada en aquella ocasión.
- Ahora, en lo que debes concentrarte es en tu misión.- le dijo el mago mirándola a los ojos.- Solo tú, puedes hacer algo para que él llegue a ser rey.
- ¿Pero qué tengo yo que no tengan los demás?- preguntó Lúthien
- Ya lo averiguaras.- dijo Gandalf.
- ¿Tú lo sabes?- preguntó la joven
- No. Si lo supiera te lo diría.- dijo Gandalf.- Será mejor que vuelvas a dormir. Mañana debemos llegar a Edoras, y debemos estar descansados.
Lúthien, sabiendo que la conversación ya había terminado, hizo caso al mago, y se retiró de su lado. Pero aun así, Lúthien ya no podía conciliar el sueño, y sintió como alguien cerca suyo se incorporaba, y miraba a Gandalf. Aragorn también se había despertado, y por lo visto tampoco podía dormir. Lúthien, no pudo evitar oír a Gandalf y a Aragorn hablar. Al principio, estuvieron hablando un poco sobre Frodo y sobre la situación en Mordor.
- Gandalf, hace dos noche Lúthien me dijo que... – comenzó Aragorn.
- Lo sé, me lo ha contado.- contestó Gandalf.
- ¿Es cierto?- preguntó el montaraz.
- Temo que sí. Pero es su destino, nosotros no podemos hacer nada.- dijo Gandalf.
- Ninguno de nosotros permitirá que le pase nada.- contestó Aragorn con ira.- No pienso dejar que Sauron se la lleve, y creo que Légolas y Gimli están conmigo.
- ¿La quieres mucho?- preguntó Gandalf.
- Es como si ya la conociera desde hace años.- dijo Aragorn.- Si, la quiero mucho.
Lúthien se sonrió para sí, pero enseguida se extinguió esa sonrisa. Era su destino, no había vuelta atrás, tendría que morir a manos de Sauron. Con esos pensamientos, se quedó dormida.



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