El décimo miembro

29 de Mayo de 2005, a las 19:52 - María Cuña
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EL CONCILIO DE ELROND, Y LA COMUNIDAD DEL ANILLO.

Varios días pasaron, hasta que Frodo se recuperó por completo, y despertó. En uno de esos días, llegó Gandalf, al que Lúthien recibió con un gran abrazo. Parecía cansado, y no traía su caballo blanco, Sombragrís.
- Estabamos muy preocupados, con tu desaparición Gandalf.- dijo Lúthien.
- Me temo que tan solo tú has estado preocupada.- respondió el mago.- Ha despertado ya Frodo.– preguntó preocupado.
- Aun no, pero no tardará.– dijo Lúthien.
De repente el rostro de Lúthien se tornó serio y preocupado.
- Nos dijeron que habías desaparecido, ¿qué pasó?.- preguntó.
- Ya lo sabrás. Luego tengo que hablar contigo y con el maestro Elrond. Ahora debo estar con Frodo.– dijo Gandalf, y sonriéndole a Lúthien, se marchó a ver a Frodo.

Frodo, hacía ya varias horas que había despertado, y Gandalf, Elrond y Lúthien estaban en la Biblioteca aquella, donde hablaron por primera vez.
- Gandalf, dinos que te ha pasado.- dijo Lúthien amablemente.
- Y que has averiguado.- dijo Elrond.
El mago suspiró y miró por una de las ventanas más próximas.
- Después de mandar a Frodo la misión, de traer el Anillo hasta aquí, fui a ver al decano de mi orden, Saruman.- dijo esto con los ojos cerrados, apenado por mandar a Frodo hacer algo tan peligroso.
- Y que te dijo.- preguntó Elrond.
Hizo una pausa, pero enseguida continuo, si iba a decirlo, debía hacerlo ya.
- Saruman se ha unido al enemigo, ahora es su confidente. Me dijo que Las Alas Negras habían salido de Minas Morgul. Que iban tras Frodo y el Anillo. Me obligó a unirme a él, pero yo me negué, y nos enzarzamos en una lucha de un día entero. Cuando desperté, me encontraba prisionero en la cima de la Torre de Orthanc, hasta que un mensajero extraño acudió a mi llamada, y así pude avisar a Gwaihir, amigo mío desde hace tiempo. Él me rescató de las garras de Saruman. Pero lo peor no es eso.
Gandalf se dirigió hacia Lúthien, y esta pudo ver como su amigo tenía los ojos empañados en lagrimas. La cogió por los hombros, y la miró a los ojos.
- Los Nueve no han salido solo para buscar al portador del Anillo, y hacerse con el Anillo. Sauron sabe que estas aquí, y cual es tu propósito. Créeme, matará a quien sea para no ver como un hombre es coronado rey y unifica a los hombres bajo una bandera.– suspiró, Lúthien sabía que no podía continuar.
- Gandalf, quieres decir que me están buscando, y que cuando me encuentren me matarán.– dijo Lúthien por él.
- Lúthien, tienes que huir de aquí. Tienes que abandonar Imladris ya.- dijo Gandalf.
- Gandalf, escúchame, si me voy ahora, sin Aragorn, mi viaje habrá sido en vano, los Nueve me matarán, y Aragorn nunca llegará a ser rey.- dijo Lúthien.
Gandalf sabía que tenía razón, y le dio un beso en la frente, mientras le susurraba que se retirara, pues tenía que hablar con Elrond. Ella sonriendo obedeció, y fue a dar un paseo.
 
Estuvo andando por el interior de Imladris, mirando libros, y frescos de batallas en las paredes. Desde muy niña le habían gustado las ilustraciones de batallas. De camino a una de las salas, se encontró con Frodo, a quien no había visto desde aquel día en el Vado. Frodo la llamó, pero no con su nombre.
- ¡Mi señora!.- dijo el hobbit.
Lúthien se volvió para mirarle.
- Tan solo quería daros las gracias por haberme salvado aquel día.– dijo con timidez el hobbit.- Si no hubiese sido por vos, ahora no estaría aquí.
- No tienes que darme las gracias. Fue un honor.- dijo Lúthien.
Frodo pareció entrar en una especie de trance, al oírla hablar. Pero enseguida volvió a la realidad, al ver como la muchacha le miraba.
- Sois joven, dama de Gondor.- dijo Frodo.- No creo que vos debáis exponeros a esos peligros.
Lúthien le miró extrañada.
- Bueno, - dijo el hobbit con un carraspeo.- tal vez, si,... será mejor que me vaya a acostar. Mañana nos espera un día largo, y será mejor que descansemos.
La muchacha asintió, y le posó un segundo la mano en el hombro.
- Hasta mañana entonces.- dijo la muchacha, y Frodo se marchó bastante feliz.
Lúthien siguió su peregrinaje por Imladris, hasta que llegó una sala que no había explorado todavía. Comenzó a mirar las paredes, aunque apenas había luz. La sangre se le heló cuando vio un gran dibujo de Sauron justo unos segundos antes de que Isildur le cortase la mano para quitarle el Anillo. Entonces advirtió una presencia en la sala, y sin ni si quiera darse la vuelta, supo de quien se trataba. Aragorn, estaba repantingado en una silla leyendo un libro. Lúthien se volvió, y observó como Aragorn la miraba. Antes de que ella pudiese decir nada, Aragorn se le adelantó.
- Veo que os gustan los frescos bélicos mi señora.- dijo en tono muy educado.
Lúthien sonrió y miró el dibujo de nuevo.
- Gran hazaña la de Isildur.- dijo a modo de elogio.
- Si, pero cuando tuvo que demostrar su fuerza, y su valentía, lo único que hizo fue ser débil y cobarde.- dijo levantándose y poniéndose a su lado
A Lúthien le extrañó esa actitud en su padre, así que lo miró extrañada.
- Creo que no hemos sido debidamente presentados.- dijo Aragorn.- Soy Aragorn, hijo de Arathorn.
Lúthien ya lo sabía.
- Yo soy Lúthien, de Gondor.- dijo ella.
- Arwen me ha dicho que sois amigas.- comentó su padre.
- Si, desde que llegué aquí, ella ha sido con la que más tiempo he pasado, y al final hemos acabado siendo amigas.- dijo Lúthien.- La verdad, es que nos conocimos de una forma curiosa. Estaba atardeciendo, cuando vi una figura entre los arboles danzando. Me acerqué, y comenzamos a hablar. Fue una imagen curiosa.
- Así fue como la vi yo por primera vez. La confundí con Tinuviel, como habría hecho con vos  si no os hubiese presentado y dicho que erais de Gondor.- dijo Aragorn.
- Podéis llamarme Lúthien.- dijo la muchacha sonriendo.
- Y vos a mi Aragorn.- dijo él, también sonriendo.- Tienes un nombre mágico, para ser una mujer, quiero decir, humana.
- Mi madre es elfa, y mi padre dúnedain.- dijo
- Si, como se llama vuestro padre.- dijo Aragorn.- Tal vez sepa quien es.
Pero en ese momento alguien irrumpió en la sala. Menos mal, por que le habían puesto en un aprieto, como en la anterior ocasión. Lúthien conocía aquel rostro, pero no sabía quien era. Aragorn se volvió a sentar para seguir leyendo, y Lúthien se quedó allí, contemplando la ilustración.
El hombre que había irrumpido en la sala, se puso a mirar las paredes, se quedó un segundo a su lado, contemplando el mismo dibujo.
- Gran hazaña la de Isildur.- dijo el forastero
Lúthien asintió.
- Gran hazaña.- repitió mas para sí mismo, que para ella.
El hombre se dio la vuelta y vio a Aragorn.
- Tu no eres elfo.- se extrañó.
- Los hombres del norte, somos bienvenidos aquí.- dijo Aragorn, sin explicarse mucho.
- ¿Quién eres?– preguntó.
- Soy amigo de Gandalf.- contestó Aragorn.
- Entonces nuestro propósito es común, amigo.– dijo el extraño.
Aragorn sonrió débilmente, mientras el hombre se daba la vuelta. Aragorn le dirigió una mirada a Lúthien, que sonrió con desdén.
El extraño dirigió su atención, a una estatua que contenía una bandeja con Narsil, la espada quebrada, que Isildur utilizó para arrancarle el Anillo a Sauron. El extranjero asió la empuñadura de la espada, mientras murmuraba. Pasó el dedo por la hoja, y comprobó como aun estaba afilada. Al notar que los dos, tanto Aragorn como Lúthien lo vigilaban, dejó rápidamente la espada en su sitio.
- Es una reliquia hecha pedazos.- dijo. Pero dejó tan deprisa la empuñadura de la espada en la bandeja, que cayó al suelo. El hombre se dio la vuelta, y miró la espada de reojo, pero en vez de volver a recogerla, salió mas deprisa aun.
Lúthien se volvió, y la cogió. Le daba mucha pena tener que ver la espada con la que  empezó a aprender el manejo de armas, destruida de aquella manera. La empuñó unos instantes, y la volvió a poner en la bandeja, con mucho mas cuidado que el extranjero.
Aragorn se puso a su lado, y le pasó un brazo alrededor de la espalda, hasta agarrarle el hombro.
- Muestras mucha devoción por esta espada.- dijo Aragorn.- Eres valiente, Lúthien de Gondor, a pesar de ser joven, y aprendiza todavía, eres fuerte, y con una fortaleza de hierro. Pobre del que ose interponerse en tu camino.
Lúthien no pudo menos que sonreír, y comprendió que debía dejarle solo con sus confusos pensamientos. De camino a la salida, se encontró con Arwen.
- Estoy buscando a Aragorn, ¿le has visto?- preguntó la mujer
- Esta dentro.- dijo Lúthien sonriendo.
La muchacha estaba cansada, el día había sido largo, y mañana sería el concilio. Se dirigió a su habitación, y se recostó en el lecho. Estaba tan cansada. Se imagino que pasaría al día siguiente en el concilio, Elrond haría las presentaciones, Lúthien de Gondor, aprendiza de...

El gran Concilio, se celebró al aire libre. Era un concilio secreto, y solamente los presentes sabían que se celebraba. Las sillas estaban situadas, formando un semicírculo, todas mirando hacía un pedestal de piedra. La silla de Elrond, era la más grandiosa. A su derecha, y a su izquierda, había un par de sillas, no de tanta magnificencia, pero honorables. El resto de las sillas, eran todas iguales. Los asientos principales, estaban enfrente del semicírculo, para poder observar bien a todos los asistentes a la reunión.
El Concilio, se celebró a primera hora de la mañana, y todos los invitados, acudieron con puntualidad. Cuando los asistentes hubieron ocupado sus asientos, el maestro Elrond comenzó.
- Extraños de Tierras lejanas, amigos de siempre; habéis sido convocados para responder a la amenaza de Mordor. La Tierra Media, se encuentra al borde de la destrucción. Nadie puede escapar a ella. Debéis uniros, o pereceréis. Toda raza se enfrenta a este destino, a esta maldición.- dijo Elrond.
Entonces su mirada se tornó hacia Frodo, que le miro cauto. Elrond hizo un ademán, y dijo:
- Muéstranos el Anillo, Frodo.- dijo
Frodo, un tanto nervioso, y con un poco de miedo, depositó el Anillo en el pedestal,  a la vista de todos. Los allí presentes, irrumpieron en murmullos, que enseguida fueron silenciados. Frodo retornó a su asiento, profiriendo un suspiro de alivio.
- Entonces es cierto... – susurró el hombre que Aragorn y Lúthien se habían encontrado en la sala de estudio.
Todos los miembros del concilio miraban el Anillo. Algunos con codicia, otros simplemente lo miraban. Pero uno de los allí presentes no tenía la mirada fija en el Anillo, sino que la tenía fija en ella, en Lúthien. Dirigió la mirada hacia aquella persona. Un elfo, rubio de ojos azules, que ruborizado bajó la vista. Lúthien no pudo evitar sonreír para sí. Sabía quien era, había ido varias veces, acompañado de un enano a Gondor, a visitar a su padre, pero no recordaba su nombre.
El hombre del Sur, que les había hablado a Aragorn y a Lúthien, se levanta para dirigirse a todos los presentes.
- En un sueño, vi como el cielo del este se oscurecía. Pero en el oeste, una pálida luz permanecía. Una voz decía: tu maldición esta cercana, el daño de Isildur ha sido hallado. – dijo, la última parte mas para sí que para los demás.- El daño de Isildur...
Muy despacio, el hombre se había ido acercando al Anillo, mientras Gandalf y Lúthien se lanzaban miradas de advertencia, si aquel sureño alcanzaba el Anillo, tendría que actuar alguno de los dos. El hombre ya tenía los dedos posados en el Anillo.
- ¡Boromir!- exclamó Elrond.
Gandalf se puso en pies para contrarrestar el poder que el Anillo estaba ejerciendo en Boromir. Alzó su vara de mago hacia el cielo, y este se oscureció, provocando pequeños truenos.
- ¡Ash nazg durbatulûk, ash nazg gimbatul, ash nazg thrakatulûk, agh burzum-ishi krimpatul!.– gritó Gandalf, lo que sirvió de advertencia para todos.
Los miembros del concilio, se encontraban mal, elfos, enanos, hombres, y hobbit, empezaron a oír las palabras de Gandalf en su cabeza. Pero por suerte, el poder del Anillo se desvaneció, temporalmente, pero lo hizo. Los  asistentes, se acomodan en sus asientos, un tanto temerosos. Boromir, al quedar advertido, avergonzado, también tomó asiento.
- Nunca antes ninguna voz dijo palabras semejantes en esa lengua aquí en Imladris.- le gritó Elrond a Gandalf.
- No he de pedir perdón maestro Elrond, – dijo Gandalf, se le notaba fatigado y sin aliento.- pues la lengua negra de Mordor, puede ser oída en cualquier rincón del oeste. El Anillo es el mal en si mismo.
Gandalf le dirige una mirada de advertencia a Boromir, para que le quede claro, pero este, o no ha sabido interpretar la mirada de Gandalf, o no le hizo caso, pues enseguida se levantó para hablar.
- Es un privilegio.- dijo, lo que hizo que Lúthien pusiese los ojos en blanco durante un instante.- Un regalo para los rivales de Mordor, ¿por qué no usar el Anillo? Largo tiempo mi padre senescal de Gondor, ha contenido las tropas de Mordor. ¡Gracias a la sangre de nuestro pueblo, vuestras tierras fueron seguras! ¡Entregad a Gondor el arma del enemigo, usémosla contra él!
- No puedes dominarlo, ninguno de nosotros puede. El Anillo Unico solo responde ante Sauron, no tiene otro señor.- dijo Aragorn.
- ¿Qué sabe, un montaráz de estos asuntos?- dijo Boromir con desdén
El elfo que antes se había ruborizado, al ser descubierto mirando a Lúthien, se incorporó de su silla, con la espalda erguida, y habló a Boromir.
- No es un simple montaráz. Es Aragorn, hijo de Arathorn, le debes lealtad.- dijo con convencimiento y decisión.
Todos los allí presentes miraron a Aragorn, con respeto y admiración. Bueno, casi todos, pues Boromir seguía mirándolo desdeñosamente.
- ¿Aragorn? El... heredero de Isildur.- susurró Boromir.
- Y heredero al trono de Gondor.- dijo alto el elfo para que todos lo oyeran.
Aragorn se sentía un poco incomodo en aquella situación, y lo único que elfo hacía, era agravar la incomodidad de Aragorn.
- Havo dad, Légolas.- dijo Aragorn
El elfo se sentó, como su amigo le recomendaba que hiciera. Légolas. Ese era su nombre, Légolas, hoja verde.
Boromir, dirigiéndose a su asiento, le hablo a Aragorn con insolencia.
- Gondor no tiene rey. Gondor no necesita rey.- dijo y se sentó.
Entonces fue Gandalf el que tomó la palabra.
- Aragorn tiene razón, no podemos usarlo.- dijo
- Solo nos queda una opción.- dijo Elrond.- El Anillo debe ser destruido.
Todos suspiraron, y a Boromir se le vio decepcionado. Uno de los enanos con decisión dijo.
- ¿A que estamos esperando?- y con su hacha, se lanzó al pedestal para partir el Anillo en dos.
Sonó un estruendo, no muy fuerte, que indicaba que el hacha se había partido en dos y que el Anillo ha quedado intacto. El enano, debido a la fuerza del Anillo, cayó al suelo, y sus compañeros se levantaron para tratar de cogerle. Lúthien notó como el Anillo intentaba hechizar de nuevo a los presentes, pero de forma diferente.
- El Anillo no puede ser destruido, Gimli hijo de Gloin, mediante las artes de que disponemos aquí.- explicó Elrond.- Debe ser llevado al corazón de Mordor, y arrojado en el bárbaro abismo del que procede. Uno de vosotros, deberá hacerlo.
Ninguno de los presentes dijo nada. El Anillo seguía pronunciando su hechizo, fuera de la comprensión de los demás, pero había alguien que también lo notaba, y que se lo hizo saber a Lúthien. Légolas la miró con el entrecejo fruncido, y después mira el Anillo. 
- No se entra así como así en Mordor.- dijo Boromir.- Son mas que orcos los que guardan sus negras puertas. El mal que allí mora nunca duerme, y el Gran Ojo, permanece alerta. Es una yerma extensión, pasto del fuego, cenizas y polvo. El aire que allí se respira, es vapor venenoso. Ni con diez mil hombre podría hacerse, es un disparate.
- Describís muy bien Mordor en su interior.– dijo Lúthien, sabía que muchos se habían quedado paralizados al oír el sonido de su voz.- Decidme, mi señor Boromir, ¿Habéis estado alguna vez en Mordor?
Boromir tardó unos segundos en reaccionar, y se limitó a negar con la cabeza.
- Yo os diré que se siente, cuando estas en el corazón de Mordor, y vayas por donde vayas, la sombra del Gran Ojo esta vigilando. Cuando magullado y sediento, respiras ese aire infestado de veneno, que te mata cada segundo que estás allí. Cuando sin comida, te pasas allí días enteros, alerta a la mínima posibilidad de salir.- dijo Lúthien.- Lo que yo acabo de contar, es solo una aproximación de lo que allí se vive. Y con esto, no quiero asustar a ninguno de los presentes, solo trato de avisar.
Lúthien se había puesto en pie sin darse cuenta, para hablar a los presentes. Todos la miraban asombrados. No podían creer que algo tan joven y hermoso hubiese vivido tal maldad. No era del todo cierto. Si, había estado en Mordor, una vez, cuando Eldarion quería escaparse para ir a ver Mordor con su padre, y al ser descubierto por Lúthien, se vio obligado a llevarla. Siguieron a su padre durante tres días por Mordor, hasta que perdieron la pista. Durante una semana estuvieron allí, sin saber salir. Cuando estaban a punto de morir, su padre los encontró, y les dio un abrazo, y llorando se los llevó a casa, donde tuvieron la reprimenda merecida. Aquellos días en Mordor, no pudieron reflejar lo que allí se tuvo que vivir cuando Sauron aun gobernaba esas tierras.
Lúthien no conocía la verdadera sensación que el estar allí en aquellos momentos debía producir, pero se la imaginaba. Su intención era dar una especie de escarmiento a Boromir, que ya había hecho bastante, para que él Anillo no fuese llevado a Mordor, por eso continuo.
- Aun así, - dijo desde su asiento.- es la única manera de destruirlo, se debe hacer. Y como el maestro Elrond ha dicho, alguien debe hacerlo.
Lúthien estaba comenzando a pensar, que Boromir era idiota, pues seguía en sus trece.
- Sigue siendo un disparate. Mi señora, no quiero ofenderos, pero como vos acabáis de afirmar, entrar en Mordor es imposible.- dijo Boromir, con sumo respeto.
Lúthien se le acercó, y con voz dulce le susurró.
- Mi señor Boromir, nada es imposible.– y con esto se sentó.
Pero Boromir era muy duro de mollera, no se dejaba convencer por una voz dulce, y una cara bonita. Era un hombre, y ninguna mujer podía doblegar al próximo senescal de Gondor. Légolas pareció darse cuanta del pensamiento de Boromir solo por su expresión, y se levantó y gritó:
- ¿No has escuchado nada de lo que Elrond y la dama han dicho?. El Anillo debe ser destruido.
- ¡Y supongo que eres tu quien se ofrece ha hacerlo!- saltó Gimli
- Y si fracasamos que.- dijo Boromir levantándose también.- ¿Qué pasa si Sauron recupera lo que es suyo?
- Antes muerto que ver el Anillo en manos de un elfo.- gritó Gimli.
Este ultimo comentario de Gimli, hizo que todos los allí presentes se enzarzaran en una discusión. Gandalf suspiró e intento zanjar la discusión pero el único que le prestaba atención era Boromir. Lúthien dirigió la mirada a Aragorn que no estaba metido en la discusión y este suspiró. Entonces, una voz intentó elevarse sobre las demás. Frodo se había levantado e intentaba decirles algo. Por fin cuando todos callaron dijo, con voz potente, pero un poco insegura.
- Yo llevare el Anillo a Mordor.
Aquello fue algo que ninguno de ellos se esperaba. Gandalf cierra los ojos un instante. Se temía aquella reacción  por parte del hobbit. El mago se da la vuelta para mirar a Frodo a la cara. Lúthien y Aragorn miraron al hobbit con admiración, por el acto que acababa de hacer, era muy valiente, para ser tan pequeño. Todos miraban al hobbit sorprendidos.
- Aunque... no se como voy ha hacerlo.- dijo mostrando un poco su inseguridad.
Lúthien se levantó se puso a la par de Gandalf, y sonrió. Este le puso una mano en el hombro y volvió a mirar a Frodo.
- Nosotros te ayudaremos a llevar esta carga, Frodo bolsón. Mientras seas tu quien la lleve.- dijo Gandalf de parte de los dos.
Aragorn se levantó de la silla, se arrodilló frente a Frodo, y puso su espada al frente.
- Si con mi vida o mi muerte, puedo protegerte, lo haré.- dijo el montaráz.- Cuenta con mi espada.
Lúthien miró a Gandalf, y este le devolvió una sonrisa.
- Y cuenta con mi arco.- dijo Légolas.
Este miró a Lúthien, y ella le sonrió disimuladamente.
- Y con mi hacha.- dijo Gimli, quien al ponerse junto a Légolas le dirigió una mirada asesina.
Boromir comenzó a andar en dirección al grupo mirando a Frodo.
- Tú cargas con nuestros destinos, pequeño. Si es esta la voluntad del concilio, Gondor la ha de ver cumplida.
De repente alguien salió de entre los arbustos.
- ¡Eh!.- dijo, era uno de los hobbits que había en el vado.- El señor Frodo no va a ningún lado sin mí.
Elrond le miró divertido.
- Desde luego, es casi imposible separaros, sobre todo cuando él ha sido convocado a un concilio secreto y tú no.- dijo el elfo sonriente.
Pero no era el único que se uniría al grupo, detrás de unas columnas, otro par de hobbits resurgieron.
- ¡Eh!. Que nosotros también vamos.- dijo uno.
- Tendréis que llevarnos a casa atados dentro de un saco para impedirlo.- dijo otro
- Además, necesitáis gente inteligente para este tipo de misión, cometido... cosa.- dijo el primero
- Pues eso te excluye, Pip.- dijo el otro
Elrond les echó a todos un vistazo, y finalmente dijo.
- Diez compañeros. Sea así, seréis la compañía del Anillo.
- Bien. ¿Adónde vamos?- dijo uno de los dos últimos hobbits que se habían unido, a lo que su compañero, le miró con mala cara.



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