El décimo miembro

29 de Mayo de 2005, a las 19:52 - María Cuña
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LA GRAN BATALLA

Al cabo de un rato apareció el Don Juan por una de las esquinas. Fue directamente a ver a Lúthien.
- ¿Ves a toda esa gente?- preguntó Aragorn.
Lúthien giró la cabeza, y vio a muchas mujeres y niños, y ancianos, entrando en las cavernas. Entre ellos estaba Légolas ayudando a entrar a la gente, y no pudo evitar mirarle.
- Sí, ¿y qué?- dijo temiéndose la respuesta.
- Quiero que te quedes con las mujeres y los niños dentro.- dijo sin ninguna expresión en la cara, cosa que Lúthien ya conocía.- y Légolas está totalmente de acuerdo con migo, y Gimli también, por lo tanto entrarás.
Lúthien estaba apunto de estallar. Estaba muy decepcionada, no se esperaba nada de eso, ni muchisimo menos. Entonces vio como Theoden se acercaba a Eowyn, y enseguida presintió que iban a estar juntas durante la batalla.
- Aragorn no puedes hacerme esto.- dijo Lúthien, calmándose. Tranquila, tenía que estar tranquila.- No puedes dejar al brazo mas rápido que has visto nunca detrás. Tu mismo lo dijiste.
- Lúthien, entrarás en las cavernas con los demás, y no hay mas que hablar.- le gritó.
Lúthien ya había perdido los nervios. Todo era igual que antes, ella era la niña a la que no le dejaban ver nada, hacer nada, ni ver nada. Por eso estaba ahí, por un ocultamiento de su padre.
- Tu no eres quien para decirme que debo o que no debo hacer.- le gritó ella a su vez.
Aragorn sabía que no arreglarían nada discutiendo. La cogió de los hombros con las dos mano, y la habló directamente a los ojos.
- Lúthien, te aprecio mucho, de verdad, es más te quiero, y no quiero que nada te pase. Debes ir a las cavernas. Debes hacerlo, por mí.- dijo con tristeza.- Por favor.
Lúthien le abrazó, y este le devolvió el abrazo.
- Yo también te quiero papa.- dijo Lúthien.
Pero lo dijo tan bajo, que apenas se entendió lo que quería decir.
Aragorn le dio un beso en la frente, y ella fue a donde Légolas.
- Te quiero Légolas. Te quiero demasiado para poder expresarlo con palabras.- dijo Lúthien muy seria.
- A mí me pasa lo mismo. Lúthien, estoy de acuerdo con Aragorn, debes ponerte a salvo.- dijo Légolas.- Debes comprenderle, y a mí también.
Lúthien le besó en medio de toda aquella gente, que aterrorizada se metía en las cavernas. No quería dejarle escapar, no quería que la abandonara, y si así tenía que quedarse sin aire, se quedaría sin aire.
- Lúthien, tengo que irme.- dijo con mucha tristeza y desazón.
- No.- dijo ella sin soltarle, y besándole de nuevo.
- ¡Tengo que irme!- le gritó, y se fue sin volver la vista a atrás.

Lúthien se metió en las cavernas, con el resto de la gente, ayudándolos de vez en cuando, a alguien que estaba demasiado mayor para llevar esa marcha. Las cavernas, eran como cuevas, que justa quedaban debajo de Helm. Estaban llenas de estalactitas y estalagmitas. La gente lloraba, y Lúthien no pudo evitar hacerlo también, cuando vio como se llevaban a niños de diez años los más pequeños, en adelante.
Todos estaban asustados, la gente bullía en confusión, y en desesperanza. Lúthien no podía dejar de pensar en Légolas. Estaría allí fuera, con su hermoso arco de los Galadrim, lanzando flechas a diestro y siniestro. Pero eso no era lo que Lúthien temía. Temía que los Uruks alcanzasen la parte alta de la  muralla, ¿entonces que?. No sabía si aguantaría lo suficiente, como para regresar. Temía por él. Le amaba tanto, no tenía que haberle dejado marchar, tenía que haberse escapado con los soldados.
La sala poco a poco empezó a vaciarse, hasta que solo los niños más pequeños quedaron dentro, y todas las mujeres. Lúthien buscó a Eowyn entre la gente. La encontró sola en un rincón. Se levantó y abrazó a Lúthien, mientras las dos lloraban.
- Eowyn, no podemos hacer nada, así que vamos ha hacer esto lo más ameno posible. ¿Sabes curar a enfermos?- le dijo Lúthien
Si tenían que pasar allí mucho tiempo, por lo menos tenían que servir de ayuda a los hombres heridos que volvían.
- Sí. Sé vendar y desinfectar, y hacer torniquetes.- dijo Eowyn un poco nerviosa.
- Bien, los que solo tengan heridas leves, como rasguños, y alguna que otra tajada, los curas tú. Los que veas que casi no tienen solución, me los pasas a mí.- le dijo Lúthien.- Ahora debemos reunir todo lo que necesitemos.
Juntas, estuvieron haciendo recopilación de alcohol, que abundaba bastante, navajas, cuchillos, algún que otro manto de lana, y muchos trozos de tela, que tuvieron que lavar para que fuesen útiles. Cuando hubieron hecho esto, solo les quedaba esperar. Por el momento no se oía nada, y la gente estaba completamente en silencio. Estuvo así durante un par de horas, hasta que se oyeron unos cuantos pasos en la lejanía seguida de truenos y relámpagos en la noche. No tardaría en llover, el aire estaba húmedo, y según la intensidad de los truenos, las nubes estaban muy cargadas de agua. Todas las mujeres abrazaban a sus hijos pequeños, mientras lloraban por sus maridos y sus hijos que peleaban arriba. De repente todo quedó en silencio. Hasta que el sonido de lanzas contra el suelo. Eran los Uruk- Hais, les estaban provocando. Estuvo así unos minutos, hasta que el zumbido de una flecha se oyó cruzando aguar y aire. A alguien se le había escapado una flecha, y apenas pudo oír Lúthien el grito de Aragorn de que se estuvieran quietos, en la lengua de los elfos.
Los Uruks enfurecieron mucho más, y a una orden de su jefe, empezaron a atacar. A partir de entonces, entró la avalancha de heridos. Al principio Lúthien ayudó en todo lo que pudo a Eowyn con sus enfermos. Todos tenían heridas leves, y apenas sangraban casi, pero los llevaban por si acaso, y para que siguiesen luchando. Fue así, hasta que a Lúthien le empezaron a llegar de los que ya estaban muy heridos.
La mayoría, eran tajos bastante profundos, pero casi todos se podían salvar. Casi. Muchos de ellos se quedaban con la mirada fija en la nada segundos antes de que Lúthien les tocase ningún pelo. Otras, morían en sus brazos, mientras sus mujeres, o sus madres lloraban a su lado. Muchas veces dificultaban la tarea, así que Lúthien optó por mandarle a una de las chicas mas jóvenes, que mantuviese a la gente alejada de los enfermos.
Todo iba bastante bien, hasta que empezaron a llegar noticias de que los Uruks habían empezado a emprenderla con el portón. Hasta que de repente se oyó un fuerte estallido, y el suelo tembló. Lúthien reconoció ese sonido. Habían abierto una brecha en la muralla, y los Uruks estaban esperando para entrar en batalla. En esta parte, fue cuando más graves empezaron a llegar los heridos, y Eowyn tuvo que hacer esperar a los heridos leves.
Lúthien tenía la situación bastante controlada, hasta que vino alguien que conocía.
- ¡Uno de los tuyos Lúthien!- le gritó una de las mujeres, que se había unido a la cura.
Lúthien cogió al herido, y lo llevó a una parte apartada de la caverna, cual fue su sorpresa, al ver que Ithladin estaba desangrándose en sus narices.
- Mi señora Lúthien, volvemos a vernos.- dijo el joven, casi sin voz.
- Ahora debes callar, para que pueda sanarte.- dijo Lúthien.- Debo cortar la hemorragia.
Pero Lúthien se llevó la mano a la boca, al ver que Ithladin estaba atravesado de delante atrás por una espada.
- Ithladin, mírame.- le dijo Lúthien, poniéndole una mano en la mejilla para que la mirara.
- Como no hacerlo, sois tan hermosa.- dijo sonriente.- Sé que voy a morir, y que no es tu culpa.
- No vas a morir, ¿me oyes?. Sobrevivirás, y te casarás con una mujer muy hermosa, y tendrás muchos niños jugando por los prados de Edoras.
- No quiero casarme, si no puedo estar cerca de ti.- dijo el joven.- Sé que tu corazón pertenece a otro hombre, pero no me disgusta, es más, me alegra. Espero que tengáis suerte, los dos.
En ese momento cerró los ojos para no volverlos a abrir más. Lúthien lloró, y le beso levemente.
- Descansa Ithladin.- dijo Lúthien.
Rápidamente se puso a atender a otros enfermos. Las horas se sucedieron una tras otra, hasta que la avalancha de heridos paró en seco. Lúthien se extrañó, y mucho más al oír la voz de Aragorn mucho más. Comprendió, estaban encerrados en la sal del trono. Lúthien vio unas estrechas escaleras por las que subir, así que sin perder mas tiempo, y sin que nadie la viera, subió las escaleras.
Se encontró con muy pocos soldados, apenas veinte, entre los cuales estaban sus tres amigos. Suspiró tranquila al ver a Légolas, magullado y herido, pero sano y salvo. Al momento sus compañeros advirtieron su presencia.
- ¿Se puede saber que hacer aquí?- le gritó Aragorn.
- No pensareis que os iba a dejar todo para vosotros solos.- dijo Lúthien sonriendo, y vio como Légolas también sonrió, lo cual la animó.
Pero el rey Theoden no escuchaba, sino que estaba a lo suyo.
- La fortaleza está tomada, es el fin.- dijo sin animo.
- dijisteis que no caería mientras la defendierais, y seguís defendiéndola. Ellos han muerto defendiéndola.- dijo Aragorn para que recobrara el ánimo.- No hay ninguna otra salida para las mujeres y niños. ¿No hay otra salida?
Lúthien estaba parada escuchando, y viendo que Theoden y Aragorn no llegaban a ningún acuerdo, se puso a ayudar con la resistencia de la puerta.
- Te dijimos que te quedaras abajo.- Dijo Légolas medio sonriéndole, debido al esfuerzo.
- Y también dijiste que, que haríais vosotros sin mí- dijo Lúthien riendo.- Y aquí estoy.
Légolas rió también, y le lanzó una mirada de cariño, que Lúthien recogió con agrado.
- Sí, ¡Sí!- dijo Theoden con energía.- El cuerno de Helm, sonará en el abismo, una última vez.
Gimli dio un grito de regocijo, y se fue sin más demora.
- Ha llegado la hora de empuñar juntos el acero.- le dijo Theoden a Aragorn.
De repente, alguien trajo una manada de caballos, que estaban dispuestos para ser montados. Lúthien entendió lo que quería decir aquello, así que le dejó la defensa de la puerta, para coger uno de los caballos. Todos los hombres cogieron su caballo, y esperaron a que los Uruks atravesaran las puertas.
- Coraje ¡Despierta!.- gritó Theoden.- Ahora, por ira holocausto, y rojo amanecer.
De repente el cuerno sonó en el Abismo, y los Uruk irrumpieron en la sala, y con las puertas.
Fue la mejor lucha y la mas divertida que Lúthien hubiese visto. Los jinetes arremetían contra todo lo que se movía, y ningún orco quedaba con vida a su paso. Pero lo peor, fue cuando salieron fuera de Helm. Era una ola negra, con Uruks por todas partes. Lúthien se lanzó sin piedad alguna, por Ithladin, y mató a todos los orcos que se encontró a su paso. Fue así, hasta que en lo alto de un montículo apareció Gandalf, y no iba solo. Había conseguido traer a Eomer a tiempo, y de salvarles. Una gran ola de caballos, levantado una humareda a su paso, empezó a descender la loma con rabia, ira y fuerza. Al poco, habían aniquilado a la mayoría de los orcos, y los que habían huido, estaban en el bosque, siendo aplastados por los arboles.

Al volver a Helm, Lúthien ni dejó el caballo, simplemente desmontó, y buscó a Légolas, para abrazarle.  Pero no le encontraba. Finalmente, le encontró hablando con Gimli, mientras estaba sentado en un orco, ya muerto. Lúthien se tiró encima del elfo, y este cayó al suelo. Los dos rieron por el golpe. 
- Te echaba de menos.- dijo besándole por toda la cara.
- Tengo la cara llena de porquería.- le dijo Légolas acariciándole la cara con delicadeza.
Lúthien le besó en los labios apasionadamente.
- Si queréis me voy.- dijo Gimli entre calada y calada de su pipa.
Lúthien se levantó, y gritando su nombre, se abrazó a Gimli, quien satisfecho, la abrazó igualmente.
- Que sepas Lúthien, que he ganado aquí al señor Légolas en la batalla, con el deslumbrante número de cuarenta y tres orcos matados.- dijo Gimli, mientras ella le miraba asombrado.
Lúthien se giró, y vio como Légolas miraba a Gimli con una sonrisa maliciosa.
- No me puedo creer que te haya ganado un enano.- dijo Lúthien.- Tienes que practicar con el arco, y con las dagas.
- Por que no me enseñas tu, ya que eres tan experta.- dijo Légolas, con la vista fija en su arco, y sonriéndole.
- ¿De veras?- dijo Lúthien.- Encantada.
En ese momento apareció Aragorn, a quien Lúthien, como no, fue a abrazar y que la recibió son los brazos abiertos.
- Te dijo que no salieras de las  cavernas.- le dijo Aragorn con mala cara.
- Pues ya ves el caso que te he hecho.- dijo Lúthien, y Aragorn miró a Légolas sorprendido, y este sonriendo se encogió de hombros.- Además, sabías que iba a subir, en cuanto os oyera.
- Y mientras tanto que has hecho.- le preguntó Aragorn.
- Ayudar a los heridos, junto con Eowyn, pregúntaselo si quieres. Ella curaba a los que solo tenían heridas leves, yo a los graves.- dijo Lúthien, orgullosa de si misma.
- Supongo que viste morir a mucha gente.- dijo Aragorn ya sin sonreír
- Si.- dijo apenada por Ithladin.- pero no me asustó. Además, ¿qué esperaba?. Pero también salve a muchos, que ahora, heridos se recuperan.
- Lúthien, estoy orgulloso de ti.- dijo Aragorn y la atrajo hacia él para abrazarla.
Entonces, alguien vestido de un blanco cegador apareció detrás de Aragorn.
- ¡Gandalf!- gritó Lúthien, y corrió a abrazarle.
- Lúthien, ¿Cómo estás?- preguntó mirándola a los ojos.
- Bien. Has venido muy rápido.- dijo Lúthien con el entrecejo fruncido.
- Me sorprende que no conozcas ya la rapidez de Sombragris.- dijo Gandalf fingiendo preocupación.
Lúthien miró a sus compañeros.
- Y ahora a donde iremos.- dijo con el entrecejo fruncido.
- A buscar a Merry y a Pippin. Además, tengo que intercambiar unas palabras con Barbol sobre el gobierno de Isengard.- dijo Gandalf su espalda.

Al poco rato, todos estaban ya preparados para regresar a Rohan, un viaje que les llevaría unos tres días. La gente, aunque cansada, estaba con las energías suficientes como para volver a casa, y a los heridos se les transportaba en carros, para que no se lesionaran más; y a los muertos, se les había enterrado por los alrededores del Abismo de Helm, donde descansarían eternamente.
Toda aquella masacre estaba causado por la unión entre Sauron y Saruman. Por eso este último había enviado a su ejercito, para que aniquilara al pueblo de Rohan.
Lúthien ya tenía ganas de volver a ver a Merry y a Pippin, los echaba de menos, y a Frodo, y a Sam. Tenía ganas de velos de nuevo, pero temía que estos dos últimos no los volviese a ver más. Tal vez, al otro lado de la orilla, donde descansaría eternamente, allí los encontraría.

Final de la Segunda Parte



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