El décimo miembro

29 de Mayo de 2005, a las 19:52 - María Cuña
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CAMINOS SEPARADOS

Las barcas estaban organizadas según el peso de sus ocupantes. Aragorn, Frodo y Sam iban en una, Boromir Merry y Pippin iban en otra, y Légolas Gimli y Lúthien en la última, que era la que más provisiones llevaba. Toda la Comunidad avanzaba por el río, en su mayor parte callada. Sin embargo en la barca de Légolas, Gimli y Lúthien el elfo no hacía mas que dar conversación. Lúthien participaba alegremente, pero el enano apenas hablaba.
- ¿Gimli, que es lo que te turba?- preguntó Légolas.
- He sufrido mi más grave herida con esta partida, al verla por última vez, pues es la más hermosa.- dijo.
Sus dos compañeros sonrieron para si, obviamente se trataba de Galadriel. Lúthien giró la cabeza, para mirara al elfo, y este le sonrió, le tomo la mano un momento para después seguir remando.
- A partir de ahora a nada llamaré hermoso salvo al presente que me ha dado.- dijo mirando al agua.
- ¿Cuál fue?- dijo Légolas.
El enano tardó unos segundos en responder, y sacó algo de su bolsillo. Tres cabellos rubios relucían en su mano con la luz del sol de aquel mediodía.
- Le pedí un cabello de su dorada melena. Ella me dio tres.- dijo Gimli mirándolos ensimismado.
Légolas y Lúthien sonrieron. Lúthien estaba contenta de que por fin, el enano y el elfo hubiesen dejado sus pullas y se hicieran amigos.
Durante todo el día Légolas estuvo remando sin parar. Lúthien y Gimli se ofrecieron gustosamente para que él hiciera un descanso, pero él les negaba su oferta, y seguía remando. Cuando cayó a la noche, Lúthien miró a sus compañeros. Todos estaban ya exhaustos de remar, y necesitaban un descanso.
- Légolas, creo que debemos parar. Tu estás cansado, y Boromir y Aragorn también, necesitáis recuperar fuerzas para mañana seguir remando.- le dijo Lúthien y se dispuso a llamar a Aragorn.- ¡Aragorn!, ¡Debemos hacer un alto, para pasar la noche!
Aragorn hizo un gesto de asentimiento con la cabeza y en una de las orillas del Anduin, los tres botes quedaron, mientras sus ocupantes descansaban por entre los arboles.
Lúthien estaba echada al lado de Légolas. Este estaba boca arriba,  mientras ella, apoyada sobre un costado le acariciaba el pelo.
- Que va a pasar ahora, cuando vayamos a Mordor, tal vez no encontremos la salida, y nos quedemos allí para siempre.- dijo Lúthien mirándole a los ojos.
- Pues que así sea. Cualquier lugar es maravilloso si tu estás en él.- dijo Légolas.
En ese momento, Lúthien se dio cuenta de que se estaba dejando llevar por el amor. Así que se dispuso a decirle a Légolas unas cuantas cosas, duras para sus oídos, pero verdades al fin y al cabo.
- Légolas, sabes que lo nuestro no es posible. Sabes que tú te marcharás para ser inmortal, y que yo me quedaré aquí en la Tierra.- dijo Lúthien apenada.
- ¿Y si no fuera?. ¿Y si me quedara aquí contigo?- le dijo levantando la cabeza del suelo.
Iba a besarla, pero ella se apartó.
- Sería igual. Tu seguirías siendo inmortal, pero aquí en la Tierra. Yo moriría, y después tu, ¿qué harías?- le dijo muy seria, pero con tristeza.- ¿Estar en la Tierra por los siglos de los siglos?
Légolas se quedó callado y no dijo nada. Se quedaría con la pena de haberla visto morir. Tal vez después iría a Válinor, pero sería lo mismo, iría solo.
Lúthien no pudo aguantar verlo allí tendido en el suelo, pensando y llorando en silencio, así que se marchó. Se encontró a Boromir y a Aragorn en una de las orillas, y decidió quedarse con ellos un rato, antes de volver con Légolas y ver como lloraba, pues aquello le dejaba el alma hecha pedazos.
Entonces miró al agua, y vio como una forma agarrada a un tronco se subía a la otra orilla del río.
- Gollum. Nos viene siguiendo desde Moria.- dijo Aragorn al verla mirar hacía el río.- Tenía la esperanza de perderlo en el río, pero es un muy buen nadador.
- Y si alerta al enemigo de nuestra posición, el camino se hará doblemente peligroso.- dijo Boromir a su espalda.
- No lo creo.- dijo Lúthien.- En todo caso vendría aquí para otro motivo, no para servir al enemigo.
- ¿A que te refieres?- preguntó Boromir.
- Bueno, es evidente.- dijo Aragorn.
- En todo caso, si viniese para ayudar a Sauron, lo haría por miedo. Pero ahora esta libre de ellos, y solo viene para su propósito, hacerse con el Anillo.
Hubo unos minutos de silencio entre los tres compañeros, mientras Boromir y Aragorn preparaban un sitio para dormir en el suelo. En ese momento, Boromir se acercó rápidamente a Aragorn.
- Minas Tirith es el camino mas seguro. Y tú lo sabes. Desde allí podríamos atacar Mordor, y así tener el paso libre. Con la fuerza de Gondor podemos vencer.- dijo, parecía fuera de si.
- No hay fuerza en Gondor que pueda ayudarnos.- dijo Aragorn
- No dudaste en acudir a los elfos. – acusó Boromir.
- Esos eran los planes de Gandalf.- intervino Lúthien.
Pero Boromir pareció no escucharla.
- ¿Tan poca fe tienes en tu gente?- dijo Boromir- Si, puede que haya debilidad, pero también hay coraje y valor. Pero tu no ves eso.
En ese momento se giró hacia Lúthien que estaba apoyada en un árbol.
- Y tu que Lúthien,  no se supone que deberías ayudarme, - ella le miró desconcertada.-después de todo, se supone que eres de Gondor. A no ser que todo sea una gran mentira, ¿No Lúthien?. Eso, si es que ese es tu verdadero nombre.
- Déjala en paz.- se vio obligado a intervenir Aragorn
Aragorn iba a seguir preparando su lecho, cuando Boromir le cogió bruscamente del brazo para que no se marchara.
- Así que tú eres su defensor, pues vaya un defensor. El que tiene miedo. Toda tú vida la has vivido escondido en las sombras. ¡Asustado de quien eres! ¡De lo que eres!- gritó Boromir
Esto hizo que Aragorn le mirara a los ojos con ira y le dijera la simple, pero indiscutible verdad.
- No llevare el Anillo, a menos de cien leguas de tu ciudad.- dijo Aragorn con crueldad.
Boromir se quedó muy sorprendido por lo que Aragorn le acababa de decir, y Lúthien supo que ese era el mejor momento para marcharse.
Cuando volvió a donde Légolas, le encontró dormido. Pero en realidad no lo hacía, pues aun le caían lagrimas sobre su cara. Lúthien se echó a su lado, y se puso de espaldas a él. Légolas, se le acercó un poco, y ella no pudo reprimir un sentimiento de abrazarse a él. Légolas la recibió de buen agrado, ya que si tenían que dejar su amor, por lo menos podían permitirse estar juntos una sola noche más.


A la mañana siguiente, todos se prepararon para partir. Légolas no le dijo nada a Lúthien, ni ella a él tampoco. Durante el viaje, los miembros de la Comunidad, sobre todo en la barca de Lúthien, Légolas y Gimli, no mantuvieron la jovialidad del día anterior. Lúthien, de vez en cuando, miraba a la barca de Boromir, y veía como este le lanzaba miradas asesinas a Aragorn, y después la miraba a ella. Entonces apartaba la vista.
Légolas llevaba días soportando las insinuaciones que Boromir le hacía a Lúthien, y estaba a punto de explotar. Cuando Boromir miraba a Lúthien, Légolas le lanzaba miradas asesinas al guerrero, y este se daba cuenta que le estaban retando.
Mas o menos al mediodía, Gimli despertó a Lúthien, que se había quedado traspuesta unos minutos.
Lúthien casi rompió a llorar al contemplar lo que tenía delante. Dos estatuas esculpidas en la misma piedra del cañón en el que se encontraban, con el brazo izquierdo extendido, y mostrando las palmas de la mano, indicando que estaban a punto de entrar en tierras de Gondor. Lúthien contempló boquiabierta las dos estatuas, sin dejar de mirar las caras de las estatuas, imperturbables, e inexpresivas. Isildur y Elendil, sus antepasados estaban allí, pero no estaba emocionada por eso. Si no por que ya había estado allí antes, con su padre y con su hermano, Eldarion. Todo aquello le era my familiar, como si hubiese vuelto a casa.
Pero algo perturbó su emoción de encontrarse en terreno conocido. Figuras extrañas avanzaban por una de las orillas del Anduin, pero Lúthien no supo certificar cual. Le dirigió una mirada a Aragorn para saber si el también lo había notado, y este la miró con el entrecejo fruncido, lo que le indicó que si lo había sentido.
Olvidando un momento a los seres que los estaban persiguiendo, ya de haber pasado las estatuas, desembarcaron en una de las orillas del río, la orilla oeste. Lúthien contempló unos instantes la cascada que tenía ante sí, y observó la gran roca en forma de pico que estaba situada en medio de la pendiente del río. Después bajó del barco y ayudó a los demás a poner las cosas en tierra. Entre los que se ofrecieron voluntarios para buscar leña, estaba Lúthien, necesitaba tiempo para pensar.
Subió por los parajes del bosque, y llegó a un alto, en el que se divisaba todo el Anduin, y con la vista muy avezada, se podía ver Minas Tirith, pero eso con la vista de un elfo, tal vez. Lúthien estuvo sentada sobre una roca largas horas, contemplando a veces el paisaje, y otras veces el colgante que tan cariñosamente llevaba colgado al cuello. Envidió la suerte que su madre tenía, y su padre.
- ¿Qué haces aquí sola?- dijo una voz a su espalda.
Lúthien se levantó rápidamente y desenvainó su espada. Era Boromir. Llevaba los brazos cargados de maderos, y sudaba por el esfuerzo. Dejó los maderos a un lado para hablar con ella y descansar un poco.
- ¿Te he asustado?- preguntó sonriendo.
Lúthien envaino la espada, e hizo un gestó de obviedad.
- No deberíamos separarnos, es peligroso andar por estos lares sin protección.- dijo muy amablemente el guerrero.
- Llevo mi espada Boromir. Gracias de todas maneras.- dijo ella dedicándole una sonrisa.
Boromir suspiró.
- Veo que tu y Légolas habéis tenido una discusión.- dijo con la vista en el suelo.
Lúthien se sorprendió un poco.
- Sí, bueno. Nada preocupante.- dijo Lúthien para quitarse el tema de encima.
Boromir sonrió débilmente y empezó a andar hacia ella. Lúthien quedó paralizada, no sabía que se proponía Boromir, simplemente se acercaba a ella.
- Siento haberme comportado así anoche, es que estaba muy alterado.- dijo mirándola con una sonrisa.
- Ya lo noté.- dijo ella sonriendo a su vez.
Boromir cada vez se acercaba mas, y ella no sabía que hacer.
- Lúthien yo... - comenzó a decir el guerrero.
La muchacha tragó saliva. Boromir la miraba de arriba abajo.
- Eres tan hermosa.- le susurró.
En ese momento la cogió de la cintura y la estrechó contra él. Boromir intentó besarla, pero ella se resistió. Lúthien comenzó a forcejear con él. Empezó a gritar para que le soltara. Entonces recordó la daga que Celeborn le había dado. Con un movimiento rápido se la puso al cuello, lo que hizo que el guerrero se estuviera quieto.
- Será mejor que mantengas las distancias, ¿no crees?.- dijo Lúthien
Boromir se empezó a alejar, y ella se marchó corriendo.
Corrió sin parar, sorteando árboles y matas para no darse de bruces contra el suelo. Estaba asustada, no sabía por que Boromir había actuado así. No aminoró el paso, hasta que pudo ver la orilla donde sus compañeros estaban. Antes de que ellos la vieran, llegó a esta tranquilamente, andando, intentando disimular su jadeo. Pasó justo al lado de Légolas, que la agarró del brazo.
- ¿Por qué corrías?- le susurró - ¿Has visto algo?
- No, ningún orco ni nada. – le susurró ella a su vez
- Entonces, ¿Por qué corrías?- preguntó de nuevo insistente.
- Por nada.- contestó ella bajando la mirada.
- Boromir, - dijo para sí mirando al bosque - ¿Te ha hecho algo?
- No, no me ha hecho nada.- dijo ella
- Le advertí que se alejara de ti.- dijo Légolas con ira.- hoy, no, ni mañana tampoco, pero un día de estos se enterará de quien soy.
Lúthien pensó en defender a Boromir, pero por mucho que insistiese, Légolas no la haría caso. Además, había intentado abusar de ella, y eso no se le podía perdonar.
- ¿Qué camino tomaremos Aragorn?- preguntó Lúthien, para distraerse del tema.
- Cruzaremos el río al anochecer. – Contestó.- Esconderemos los botes y continuaremos a pie. Abordaremos Mordor por el norte.
Lúthien asintió. Pero Gimli no estaba dispuesto a dejar que las cosas parecieran tan fáciles.
- Oh sí, muy fácil. Solo tenemos que encontrar el modo de pasar Emyn Muil, un laberinto infranqueable de rocas tan afiladas como cuchillas. Y después de eso, el camino es aun mejor, una infecta y apestada ciénaga cuyo final la vista no logra a alcanzar.- dijo el enano, lo que hizo que Pippin se alarmara.
- Esa es nuestra ruta.- dijo Aragorn tranquilamente, lo que hizo que Pippin, sentado al lado de Gimli, alrededor de un fuego, se alarmara aun más. – Te sugiero que descanses y recuperes fuerzas señor enano.
- ¿Que recupere...? – gruñó Gimli
Aragorn estaba cerca de Légolas, lo que hizo que este último pudiese hablar en un susurro para que los demás no lo oyeran.
- Hay que partir ahora.- dijo Légolas
- No, los orcos patrullan la orilla este, esperaremos al cobijo de la oscuridad.- dijo Aragorn mirando hacia el bosque por el que Lúthien se había acercado corriendo.
- No es la orilla oeste lo que me preocupa.- dijo Légolas, lo que hizo que Aragorn se alarmara.- Una sombra y una amenaza han crecido en mi interior, se avecina algo, lo presiento.
Légolas siguió escrutando el bosque, y Aragorn volvió a lo que estaba haciendo.
Merry llegó con madera, mientras Lúthien se prestaba para ayudar a Aragorn en lo que estaba haciendo, que más bien era volver a poner las cosas otra vez en las barcas.
- ¿Dónde esta Frodo?- preguntó Merry.
Todos le miraron y se sobresaltaron, por haber pasado por alto la ausencia del hobbit. Pero en ese momento Aragorn vio como Boromir tampoco estaba, y el resto era de suponer.
- Deberías ir a buscarlos.- dijo Lúthien.
Aragorn no contestó, pero al momento cogió su espada y se internó en el bosque.
Légolas seguía escrutando el bosque con sus ojos de elfo, mientras Lúthien lo observaba. Légolas apenas se había dado cuenta, o no le hacía caso. Lúthien se sentía muy mal por lo que le dijo la noche anterior, pero no encontraba las palabras para expresar lo que quería decirle. Lo que la experiencia le había llevado a entender, era que a falta de argumento, la improvisación era la mejor opción. Así que se levantó y se acercó al elfo.
- Légolas,  tal vez anoche fui un poco dura contigo al decírtelo de aquella manera. Si lo fui, lo siento de veras.- le susurró Lúthien, para que solo él lo oyera.
- No. Si no lo hacías tú, lo iba ha hacer yo, y por lo menos me has quitado ese peso de encima.- le susurró él a su vez, sin apartar los ojos del bosque, contemplando cual depredador entre los árboles, cualquier signo de peligro.
En ese momento, dejó de mirar al bosque para mirar a Lúthien a los ojos. Esos ojos grises, que tenían el poder de derretir el temperamento de cualquier hombre.
- No soportaré zarpar sin que tu estés a mi lado. No puedo dejarte aquí en tierra, mientras yo viviré durante siglos, pensando en ti.- dijo el elfo, mientras lagrimas silenciosas le caían por las mejillas.
Lúthien le pasó un brazo por alrededor del cuello, y juntó su frente contra la de Légolas. Los miembros de la Comunidad, los miraban entristecidos. Bueno, los pocos que quedaban. Boromir y Frodo, estaban perdidos por el bosque, Aragorn había salido a buscarlos, y Sam había desaparecido en cuanto se había enterado de la desaparición de Frodo.
En ese momento, un grito hizo que Lúthien se separara de Légolas. Todos los miembros de la Comunidad se la quedaron mirando por el brusco movimiento que acababa de hacer. Era un grito de guerra, producido por Aragorn. Los estaba llamando.
- ¿Qué ocurre?- preguntó Légolas.
- Aragorn esta con los Uruk-Hais, necesita nuestra ayuda.- dijo Lúthien.- Merry, Pippin, id a buscar a Sam y a Frodo. Traedlos aquí en cuanto los encontréis, y por favor, no perdáis el norte. Légolas, tu Gimli y yo, iremos con Aragorn.
- ¿Pero tu sabes donde está?- preguntó Gimli
- Si, vamos seguidme.- gritó
Lúthien corrió por el bosque, sorteando arboles, y algún que otro animal, para llegar donde Aragorn. De repente, cuatro Uruks les salieron al paso. Lúthien desenvainó la espada al momento, y se la clavó a uno de ellos en el vientre, mientras Gimli daba estocadas mortales a diestro y siniestro. Cuando los cuatro yacían muertos en el suelo, reanudaron la marcha para ayudar a Aragorn. Después de mucho correr, dieron con él en unas ruinas, en un alto del bosque. Lúthien la emprendió con fiereza, contra el primer orco que se le puso delante, mientras Légolas y Gimli le cubrían las espaldas; el enano con el hacha, y el elfo con el arco.
Aragorn se puso a la per de Lúthien, y entre los dos pudieron con mas  de la mitad de los que allí estaban, pero eso no impedía la llegada de muchos más. Estuvieron así durante un buen rato, hasta que los Uruks se dispersaron, y se oyó un cuerno en la espesura del bosque.
- ¡El Cuerno de Gondor!- dijo Légolas
- ¡Boromir!- gritó Aragorn.
Los cuatro compañeros corrieron todo lo que sus fuerzas dieron de sí, y más; pero por el camino los Uruks que quedaban los asaltaban con las pocas fuerzas que les quedaban. Pero, por suerte, Lúthien y Aragorn pudieron llegar hasta Boromir.
Lúthien se quedó sin aliento, no solo por la carrera, sino también por la escena que estaba a punto de presenciar. Boromir, estaba de rodillas en el suelo, mientras el que parecía ser el jefe de los Uruks, le estaba apunto de clavar una flecha con lo que Lúthien reconoció que era una ballesta. Lúthien echó a correr, no estaba dispuesta a ver como mataban a Boromir de aquella manera. Echó a correr todo lo que sus fuerzas dieron de sí, pero Aragorn la adelantó, y se tiró encima del jefe, mientras Lúthien paraba en seco, y se dirigía hacia Boromir.
Este estaba ya tendido en el suelo, y sus fuerzas no daban para más. Lúthien lo sacó de en medio de la pelea que estaban teniendo Aragorn y el Uruk, para que no le pasara nada. Lúthien se puso de rodillas a su lado.
- Aguanta Boromir. Cuando Aragorn acabe con él, te sacará estas flechas, y te pondrás bien.- dijo Lúthien sollozando
- Lúthien, siento haberte tratado así antes. Hiciste bien en amenazarme con el cuchillo. Pobre de aquel que ose ponerse en tu camino.- rió Boromir.
Ella también rió entre los sollozos.
- Boromir, no puedes morirte ¿me oyes?. No puedes abandonarnos aquí. No puedes irte, todavía no. Te necesitamos.- dijo Lúthien entre sollozos.
- Lúthien, quiero que sepas que me hechizaste desde el primer momento en que te vi. Cuando estabas contemplando aquella imagen de Isildur, cortando el anillo de la mano de Sauron, y cuando en el concilio, alzaste la voz para corregir los detalles que yo di sobre Mordor.- dijo Boromir jadeando.
- No te corregí, solamente añadí más detalles a la visión que tu tenías.- dijo Lúthien intentando reprimir sus lagrimas, aunque ya le era imposible.
- Llámalo como quieras.- dijo Boromir.- Ve ayudar a Aragorn, el solo no puede con el jefe. Necesita tu ayuda, ¡Vamos!
Lúthien vio como Aragorn estaba atrapado por el cuello, con un escudo en un árbol. Aragorn no podía salir de allí, así que Lúthien intentó entretener al Uruk, mientras Aragorn hacía todo lo posible para salir de entre el escudo y el árbol. Estuvo así durante unos segundos, hasta que el Uruk se dio cuenta de que Aragorn apenas podía salir, le dio un buen tajo en el brazo, que la tiró al suelo.  El jefe intentó cortarle a Aragorn la cabeza, lanzando una estocada hacía la parte superior del escudo, pero antes de que el acero de la espada tocase la piel del montaráz, este ya había salido y le había cortado el brazo al Uruk-Hai. Lúthien se levantó rápidamente, y le clavó la espada en el estómago, por detrás, mientras Aragorn se la clavaba en el pecho. El Uruk le atrajo hacia sí, clavándose más la espada de Aragorn en el pecho. Este hizo un gesto de asco, y rápidamente sacó la espada del pecho de la bestia, le corto la cabeza sin más.
Lúthien apenas tenía fuerzas para sacar la espada del cuerpo inerte del Uruk, así que se echó al suelo, mientras Aragorn atendía a Boromir, que estaba mucho más grave que ella. Lúthien se tumbó en el suelo, entre los cadáveres, pues sus fuerzas ya habían llegado al limite por esa vez. Lúthien pudo ver como Gimli y Légolas llegaban a la escena, y contemplaban con tristeza la escena. En cuanto la vio, Légolas corrió hacia ella.
- ¿Estas herida?- preguntó con preocupación el elfo.
- Si, en el brazo, pero no es grave. Tan solo es un corte.- contestó la chica.- Es que estoy un poco cansada.
Con la ayuda de Légolas, se levantó del suelo, y vio como Boromir había perdido completamente el color, y no pudo hacer otra cosa, más que llorar.
- Esperarán su llegada desde la Torre Blanca, pero nunca regresará.- dijo Aragorn con tristeza.
Lúthien observó a Boromir unos minutos. Estaba echado en el suelo, cubierto de hojas y hierva, mientras que Boromir tumbado en el suelo, yacía sin calor ni aliento que pudieran reflejar que aun vivía, pues no lo hacía.
Entre Légolas, Gimli y Aragorn llevaron el cuerpo de Boromir hacia la orilla. Una de las barcas que quedaban en esta, la prepararon para dejar a Boromir, y que el río lo llevase a casa. Con tristeza y desazón, contemplaron como la barca era arrastrada por la corriente, cascada abajo.
Los tres compañeros estaban apostados en las rocas de la orilla, excepto Légolas, que ya estaba preparando una de las barcas para la marcha. Lúthien miró a Aragorn unos segundos, y vio como este se estaba colocando los brazaletes de Boromir en las muñecas, para honrarle. Lúthien no pudo evitar sonreír, de pena.
- Si nos damos prisa, alcanzaremos a Frodo y a Sam al anochecer.- dijo Légolas llevando una barca hacia la orilla.
Légolas se dio la vuelta, y vio como ninguno de sus compañeros se movía del sitio. Aragorn tenía la vista perdida, y pensaba en Boromir. Todos pensaban en Boromir, y en Gandalf, y en las vidas que esa misión se estaba cobrando; y muy pronto, le llegaría el turno a Lúthien.
Légolas seguía allí de pie mirando a cada de sus compañeros.
- No piensas seguirles.- afirmó el elfo.
- El destino de Frodo ya no esta en nuestras manos.- dijo Aragorn.
Lúthien, Légolas y Gimli se acercaron a Aragorn con la vista en el suelo, y el entrecejo fruncido.
- Entonces todo ha sido en vano.- concluyó Gimli.- La Compañía ha fracasado.
Entonces Aragorn recobró la compostura y cogió a Gimli y a Légolas por el hombro.
- No si nos mantenemos unidos.- dijo con determinación.
Aquellas palabras, hicieron que sus compañeros sacaran una sonrisa y lo estimaran mas de lo que lo habían estimado nunca.
- No abandonaremos a Merry y a Pippin al tormento y a la muerte.- dijo Aragorn.- No mientras nos queden fuerzas. Dejad todo lo que no necesitemos, viajaremos de día. ¡Vamos a cazar orcos!
Y con esto, Aragorn se marchó corriendo, bosque adentro. Légolas Gimli y Lúthien se quedaron parados unos segundos. Los tres se miraron sonrientes.
- ¡Sí!- exclamó Gimli de satisfacción.
Junto con Aragorn, los tres amigos se internaron bosque adentro para encontrar a sus dos pequeños compañeros. No sabían lo que aquel viaje les depararía, ni lo que les esperaba, pero lo que tenían claro, era que estaban juntos, y que por mucho que los orcos los intentaran aniquilar, estarían juntos hasta el final.

Fin de la Primera Parte



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