Los veloces jinetes elfos avanzaban sin mostrar signo de cansancio por las zonas de Rohan. A pesar de su rapidez, no habían visto a sus camaradas todavía. Se disponían a cruzar el Nevado por el puente provisional que habían hecho los rohirrim, pero antes, Elder observó unos cuerpos que flotaban el Nevado.
- ¡Mirad compañeros! ¡Cuerpos de Orcos en el río! No son muchos, pero observad, hay algunos vivos intentando nadar!
Los elfos por un momento desenvainaron sus espadas, pero los orcos al verlos se sobrecojieron y los pocos vivos que intentaban cruzar jadeantes el río, se ahogaron- Dijo Aikanáro.
- ¿Orcos en las cercanías de Rohan? Quizás hubiesen sobrevivido a las batalls y hayan conseguido escapar.
- Son muchos, si no observa las claras huellas que hay en la otra orilla... se dirigien hacia Gondor.- Dijo Rúmil.
El silencio acompañó las palabras de Rúmil, pero el grupo seguía avanzando rápidamente y sin descanso. Atardecía, cuando pasaron por un lugar en el que habían indicios de campamento. Todos os alegrasteis, pues vuestros compañeros podían seguir con vida.
- ¡Avanzemos rápido compañeros, está claro que se dirigian hacia M. Tirith, si no descansamos, por la noche estaremos con ellos!- Dijo Elder, y todos asentisteis con un movimiento de cabeza, y Rúmil añadió:
- No estamos cansados y nuestros caballos están acostumbrados a los viajes largos, ¡avanzemos rápido como dices!
Avanzaban los elfos más veloces ahora que nunca, y los caballos cortaban el viento. Pronto, entonces, la visteis; M. Tirith, orgullo de los hombres, Capital de Gondor, la ciudad blanca. Tenía una belleza increíble y todos al verlas os invadió un halo de felicidad. Los caballos, ya jadeantes llegaron a las puertas de M. Tirith y los centinelas os dieron la bienvenida y no os preguntaron motivos.
- ¿Y Osgiliath? ¿Qué ha pasado con ella? Mi vista de elfo no logra distinguirla entre tanta oscuridad.
- Osgiliath... Se está perdiendo poco a poco... hace días el enemigo la hostiga y nuestros espías nos informan que pronto saldrá un ejército de Minas Morgul... - Contestó el centinela de la muralla, sin dejar de mirar con aire trágico hacia Osgiliath.
Paseabais por las calles de la ciudad, y el cansancio empezó a hacer mella en vosotros. Entonces, dejais los caballos en un establo, y entrais en una taberna con intención de encontrar a vuestros compañeros. El asombro y la alegría os llena cuando los veis sentados en la mesa bebiendo cerveza, riendo y charlando. Entonces Abârmil os ve, y con un grito de alegría, todos se abalanzan sobre ustedes. Antes de que os llenaran de abrazos y felicitaciones, Rúmil dice a Abârmil:
¿Y Farahir? ¿Donde está?
- Está ahú en esa mesa- Dijo Abârmil señalando, y visteis como Farahir estaba en una mesa charlando con unas 4 bellas mujeres rohirrim- Esta vivo ¿Y Fernando?
¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto, tu cabellera es seca y gris;
tu corona ha caído, tu voz ha callado para siempre.
¡Oh orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
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