Luego del encuentro con las hermosas guerreras elfas advertí que mi destino estaba sellado: deberíamos ir a combatir a Rohan, y no oculto que la perspectiva me desagradó: Como sabeís , no guardo buenos recuerdos de los rohirrim.
Al fin asi era la cosa, mientras remábamos narré a mis compañeros los terribles episodios que me tocó vivir en los dominios del rey Theoden al comienzo de mi fuga.
-no maljuzgues a ese soberano amado por su pueblo- me dijo Adan, quién, por cierto, consideraba a los rohirrim como sus parientes lejanos- él no mandó masacrar a los tuyos, simplemente ordenó a sus tropas "terminar con orcos", y en circunstancias como las que vivimos, nadie se detiene a conferenciar con los intrusos... y vosotros lo erais, a vuestro pesar
La explicación de Adan me convenció tan solo por que venía de él.
Al fin un grupo de no más de doce jinetes se hizo visible en la orilla. Eran rohirrim, y yo me sentí inundado de odio, no obstante los soldados parecían haber sido anoticiados por las elfas de nuestra llegada, pues no se los veia siquiera asombrados, a pesar de que el disfraz aportado por las elfas era sumario (al menos en mi caso) y mis largos pelos cenicientos escapaban por debajo de ese yelmo que jamás me hubiese puesto en otras circunstancias.
El jefe del batallón se presentó como Lanceloth, parecía arrogante y confieso que me sentí molesto cabalgando a su lado. al menos hasta que él me inquirío muy amablemente acerca de mi historia, a la que le narré de la manera más escueta posible, y si que el caballero pareció entristecerse de veras al contarle yo el episodio que llevó a la muerte a mis compañeros de fuga.
- Eso no tiene remedio, Burzumgad- me dijo- pero juro defender tu vida y honor en la batalla como magra recompensa al grave error de los mios
Y yo acepté su gesto.
Al fin de muchas leguas y diálogos mutuos llegamos con otros contingentes militares a un lugar montañoso y sombrío al que Lanceloth llamó Cuernavilla. Allí Laceloth me sonrío tristemente
-Tendrás que luchar contra orcos, Burzumgad, lo siento.
- no te preocupes- le respondí yo- se perfectamente de que madera están hechos los uruks que sirven a ese tal Saruman....allí anda todavía quizás un transfuga de Mordor...un tal Ugluk....de la peor calaña
Las tropas se aprestaban a la batalla, y observé que Abârmil se acercaba a la montura de un viejo soldado que sin embargo vestía ropas civiles.
-¿sabes quién es ese que habla con el dúnadan?- me dijo Farahir acercando su caballo al mio- Es nada menos que ese sabio poderoso a quién los elfos llaman Mithrandir, y los hombres Gandalf...¿vamos a acercarnos nosotros también?
Espoleó a su montura en pos de Abârmil y el sabio, pero yo me quedé quieto: jamás en mi vida habia oido hablar de ese tal Gandalf, pero la figura de aquel hombre irradiaba tal majestad que estremecía el verlo. Y yo ya estaba por volverme cuando el sabio de albas vestamentas me dirigió una mirada que pareció llenarme de luz el alma: es que en esos ojos había un oasis de comprensión y paz como yo jamás había imaginado pudiesen existir. Es que aquel hombre parecia al tanto de mis desdichas y luchas tanto como mis propios compañeros de aventuras, aunque sin conocerme siquiera. Mi espíritu se llenó de coraje, de vigor: soy un orco, si, y ninguna otra cosa quiero ser, pero un orco por fin libre, como alguna vez lo soñase mi difunto padre, cuando depositase en mis manos juveniles esa cimitarra que aún hoy empuño, diciéndome:
- hijo,que te sirva para obtener eso que yo jamás logre...
Fuertes sonidos de lo que parecía ser un cuerno de guerra gigantesco nos llamaron a la contienda. En medio del griterio y el caos abatí a unos cuantos uruks gigantescos y a campesinos toscamente armados aunque fieros con la espada. Como soy tan mal jinete perdí el control y caí de mi caballo. No importaba. Lucho mejor de a pie (aunque con más riesgos) Otro uruk me reconoció y oi la palabra "traidor" en lengua negra cerca de mi oido. Lo eliminé sin más. Alguna mirada me bastaba pora ver que, a lo lejos, el viejo Gandalf alzaba por sobre las cabezas de todos una cosa que lucía como vara refulgente....¿es que esa bendición alcanzaría también alguna vez a los mios? en esos momentos no me parecía imposible....
Alcancé a ver Adan y a Dimas montados en un solo caballo ¿ como era eso? la situación me hubiese causado gracia en otras circunstancias, pero no era cosa de perder tiempo: no más me distraje, un rohirrim que paracía haber mirado mi cara antes que mi uniforme, casi me ensarta. Debía de cuidarme de todos, pero allí estaba el justo Lanceloth, y su presencia alivió en algo mis penas.
Umbrías son las montañas, mas la ciudad brilla:Se diría una gran mortaja flotando entre el cielo y la tierra.
Quién se adelante hacia ella procedente de Ithilien la verá brillar cuando aún le resten millas para arribar la misma.
Quién llegue a ella desde el interior de Mordor la advertirá contenida en el valle como una gema de ominosa belleza.
Quien se acerque con oído atento se asombrará del rechinar de la portentosa maquinaria (ingenio de alta relojería) que mueve tu gigantesca torre.
Pensar que (ay!)muchos piensan que la ciudad sólo cobija dolor y miedo.
Ya sabrán la verdad.
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