Farahir se mostraba reacio a contarnos nada. Pero gracias a nuestras insistencias accedió a contarnos sus terribles noticias. Habló del alzamiento de Sauron... bueno eso más o menos se sabía de antes pero... no solo había regresado, sino que ya había logrado reunir todo un ejército de orcos, aliarse con el sur y el este, y prepara muchos ataques diferentes: Lorien, Gondor, Rohan... ¿cómo era posible que en tan pocos años tras la batallas de los cinco ejércitos los orcos se hubieran multiplicado con tanta rapidez? Tras oír las noticias del montaraz todos nos quedamos en silencio y pensativos. Me dispuse a hacer la guardia con Barin. Demostró ser una persona amable e inteligente. Empezamos a hablar en susurros y a contarnos noticias y costumbres de nuestros respectivos pueblo; eran realmente parecidos. De repente oímos un ruido nocturno y a Barin se le escapó una maldición en su lengua materna.
-¿Qué has dicho?- Pregunté interesado.
-Lo siento, solo era un insulto.
- Ya, se me parece mucho a la lengua de mi pueblo.
Barin me miró pensativo y comenzó a hablar en Rohir.
- Vale, vas muy deprisa, pero capto algunas palabras y estructuras, tu lengua se parece a la mía…
El resto de la guardia la pasamos hablando cada uno su lengua materna e intentando descifrar al otro. Así llegó el turno de la segunda guardia de Dimas y Lanceloth. Me acosté y de nuevo pensé a nuestra fatídica misión. Me despertó la voz de Burzumgad y el sonido de unos caballos que venían del oeste. Dudando todavía de si se trataba de un sueño, vi aparecer a cuatro mujeres rohirrim. Una de ellas llevó la mano a su espada mirando con odio al bueno de Burzumgad. Pero Farahir la detuvo. Intercambió unas palabras con ellas y redirigió a nosotros:
Siguen nuestra misma dirección, ¡cabalguemos con ellas!
Me preparé para la marcha pues ya estaba amaneciendo. Comenzamos la cabalgata en silencio y un poco cortados ante la presencia femenina de las cuatro rohorrim. Miré un momento a Farahir y vi que este no quitaba ojo de las mujeres que cabalgaban un poco adelantadas. Sonreí para mis adentros y le dije:
Deja de mirar a esas rohirrim y obliga a que tu caballo corra más rápido, quizás consigamos estar en M. Tirith antes de caer el día. Además, no creo que convenga que se den cuenta.
Abandonamos Rohan y nos adentramos en Anorien, pero seguíamos sin ver a nadie. Me acerqué a Abârmil
¿No es raro que no tengan a ninguna compañía que vigile sus fronteras? Se que por Rohan no entrarán muchos enemigos, pero aun así…
Pensé lo peor, que la guerra ya había empezado y que todos sus soldados estaban sitiados en Minas Tirith. De pronto Eva, una de las Rohirrim exclamó:
Mirad a las montañas, Gondor ha encendido sus almenaras pidiendo auxilio a Rohan.
Ante esa visión todos aceleramos el paso de nuestras cabalgaduras.
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