Laureth

02 de Septiembre de 2007, a las 22:36 - Laurelin (Telpi en el foro)
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Capítulo 15: Malas nuevas.

Belgomir, al enterarse de la visita salió corriendo de su puesto de guardia. Se sentía muy cansado por todas las horas de vigilancia y le picaban los ojos, pero también la curiosidad. Llegó a casa sudando y con la respiración alterada. Saludó toscamente a Culurien y subió a la habitación de invitados. Abrió la puerta y casi se cayó dentro con las prisas que llevaba. Cermië estaba en la puerta y le recogió.
- Menos mal que tengo a una esposa tan previsora... ¿Qué tal?- Belgomir la besó en los labios. Su mano se posó en el ombligo de su esposa.- No te dará problemas, ¿verdad?
- Si me diera, ¿qué harías?- Cermië pasó los brazos alrededor del cuello de Belgomir. Acarició la pierna de éste con uno de sus pies descalzos, haciéndole estremecer y le quitó el yelmo, dejándolo en una mesilla.
- Le diría tres o cuatro cosas por molestar a semejante preciosidad... - juntó su nariz con la de Cermië y se acordó de a lo que venía. Besó apresuradamente a Cermië y fue hacia la cama.
"Ya decía yo que no había venido corriendo a por ti", pensó Cermië. Se acercó a su marido y le tocó el hombro. Cermië pensó que lo que estaba viendo lo conmocionaría igual que a ella, así que lo rodeó por la cintura con uno de sus brazos. Belgomir se giró.
- No puede ser ella... Estaba bien y, ahora está... demasiado delgada y muy pálida, además de las heridas que... - Belgomir negaba con la cabeza. Cogió la mano de Laureth.- NO eres tú de verdad, ¿no?
- Sus heridas se pueden curar, tranquilo. No son más que cicatrices de golpes y de... Bueno, no le pasará nada.- Cermië dudaba mucho de que todas las heridas se fueran a curar así como así. Puso un trapo mojado con hierbas medicinales en el corte del medio del pecho. Cermië miró a Belgomir, preguntándole qué miraba.
- Lo siento, no quería... ¿Quién le ha podido hacer eso?- Belgomir se levantó de un salto, señalando unos moretones en la cintura de Laureth y un ligero corte en el cuello.- No creía que existieran semejantes... engendros... - Al enterarse del golpe de la mandíbula se tiró hacia atrás.
Cermië tapó a Laureth hasta el cuello y le acarició su mejilla. Había conseguido lavarle un poco el cuerpo y el cabello, pero tuvo que apartarla del agua enseguida. Peinó un poco los cabellos de Laureth y se fue hacia Belgomir que tenía la cabeza gacha y los puños blancos.
- Ahora no es momento de desahogarte, pues levantarías a toda la Ciudadela... - Cermië acarició el brazo derecho de Belgomir. Éste tenía la manía de gritar cuando se sentía muy cabreado o muy nervioso, para quitarse el “estrés” que decía él.- Tranquilo, se le va a pasar y volverás a ver a Laureth Laureth.- Besó a Belgomir en la mejilla y se la acarició.- Estás tan tenso que podrían hacer contigo una cuerda de arco. Se va a poner bien. Tenemos nuestra habitación a su lado, nos daremos cuenta de si le pasa algo.
- Puede ser... – Belgomir se destensó y suspiró. Tiraría el “estrés” destrozando algún cojín. Dio las buenas noches a Laureth y se fue a su habitación, seguido de Cermië.
- Papi... – Bayard apareció frotándose los ojos en la puerta de su habitación.- ¿Laureth se pondrá bien? Me prometió contarme cosas sobre Rohan si me iba a dormir sin molestar... – Bayard bostezó.
- Se pondrá bien... Tendrás tus historias de Rohan... – Belgomir cogió a Bayard en brazos y lo metió en su cama.- Pero, tú tienes que obedecer tu parte del pacto, sino nada de nada.
- Está bien... Buenas noches. No te preocupes tanto, tienes mala cara.- Bayard abrazó a su alucinado padre y se quedó dormido.
Belgomir le tapó y le miró. Se giró y observó a Cermië. Ésta sonreía.
- ¿Tanto se me nota?- preguntó Belgomir.
- Creo que se sabe enseguida cuando estás así o asá... - Cermië lo abrazó.- Se nota mucho. Además de lo de Laureth tenías los ojos rojos de tanto vigilar algo que creo que te molesta...
- Cermië eso no es... – empezó a decir Belgomir, quitándose la armadura. Cermië le hizo callar.
- Ya sabes que no me puedes engañar, y no me gusta que lo hagas.- Cermië se puso su camisón y se sentó en la cama mirando a Belgomir mientras se quitaba la armadura.- No sé qué estarías observando...
- Cermië... – Belgomir no tenía ganas de hacer nada, solo dormir.- No me preocupa nada...
- A mí lo que me preocupa es que, uno: llegues tan tarde a casa, y dos: que tengas los ojos tan rojos. Siempre que haces algo... mal, tienes ese síntoma.- Cermië le observó y enarcó las cejas.
- Cermië... – Belgomir se tiró a la cama, eludiendo a Cermië. Ésta se le puso encima y le miró.- Te aseguro que no es nada...
- No me lo asegures, pues estás mintiendo. No sé qué será tan malo para que no me lo cuentes. ¿Con alguien especial...?
- Sí, Cermië.- le interrumpió Belgomir.- He estado con otra mujer. ¿Ya estás tranquila?- Belgomir levantó la voz y se arrepintió enseguida de lo que había dicho. Cermië se apartó de él y se puso de espaldas.- Cermië, escucha...
- Déjame. No quiero saber para nada lo que te ocurre y no creas que te lo volveré a preguntar... Te quedarás con tus resquemores y te quemarás por dentro... – Cermië se cruzó de brazos.
- Está bien... – Belgomir le acarició el brazo a Cermië.- Pero, no te lo quería contar por... Bueno, allá va.- Belgomir respiró y suspiró, cogiendo aire. Tenía que hacerlo con tacto, no brutalmente.- Llegan malas nuevas de todas partes... Cada vez pasan más tropas por la antigua Ithilien, parece que se reúnan dentro del Mundo Oscuro para preparar un ataque... al unísono. De Rohan tampoco llegan buenas nuevas... Parece que Isengard es aliada de la Tierra Oscura y... – Belgomir se calló. Al traste con hacerlo con tacto. Cermië le miró con ojos desorbitados. “No sirves para tranquilizar a la gente”, pensó.- Bueno, Cermië. A lo mejor he escuchado rumores y no noticias reales...
- Vaya... ¿Y es eso no me querías contar?- Cermië intentaba tener un tono de voz tranquilo, pero se notaba estar realmente nerviosa.
- No te lo iba a contar pues ya estabas bastante histérica con el...
- ¿Yo histérica?- Cermië se dio la vuelta de repente, a punto de echar a Belgomir de la cama.- No será cierto, ¿verdad?- Cermië se acercó a Belgomir.- Perdona, es que me encuentro... Lo siento.
- Puede ser que no sea cierto... En todo caso, ya se sabe que resistiremos. Si hasta ahora lo hemos hecho, podremos con unos cuantos años más... – Belgomir no tenía la certeza de que eso fuera cierto, pero necesitaba asegurarse él mismo de que aguantarían.
Cuando Cermië dormitaba, alguien llamó a la puerta. Cermië salió del estado de soñolencia. Belgomir la dejó descansar y bajó él. Se puso algo más que el camisón que llevaba y observó al visitante. Alrod estaba en la puerta, saludando a Culurien amigablemente. Belgomir bajó y le miró, sin evitar bostezar.
- Perdonad por levantaos a semejante hora... Era solo para deciros que ya he conseguido una casa y algo conque ganarme la comida... Y también para agradeceos todo lo que habéis hecho por mí... – Alrod levantó las mangas de la túnica nueva que le regaló Belgomir. Cambiaba bastante de aspecto estando limpio. Alrod sonrió y le tendió una pequeña capa verde de Rohan.- Para vuestro hijo... Creo que le gustará, solo que es más para un niño de diez años, mas que de cuatro... La he lavado y bordado ciertos motivos rohanianos...
- Sabías que no hacía falta darnos nada... Seguro que le gusta.- Belgomir cogió la pequeña capa y se la puso en el hombro.
- Me alegro que así sea.- se quitó del cinto una espada envainada.- Sé que no es de lo mejor... Pero es aceptable para el cuerpo a cuerpo... - Se la tendió a Belgomir.- Siento que todo sea tan rohaniano.
Belgomir la probó un poco y la volvió a envainar.
- Sigo diciendo que te has pasado con el agradecimiento. Solo te hemos hospedado durante un día... Es demasiado.- Belgomir tanteó la empuñadura de la espada.
- ¡Oh, bueno! Eso es relativo... Creo que hospedar a un mendigo que estaba sin lavar fue una prueba muy dura para Culurien... – La miró, sonriendo.- Además que el trabajo con la aguja ha sido excelente.- Se miró las mangas.- Siento no poder hacer ese buen trabajo con la aguja, pero al menos, te he traído telas de gran calidad... Al menos eso me dijo el de la tienda. Estoy seguro que el color te quedará muy bien.- Alrod le tendió un rollo de tala negra y una de azul oscuro, con ciertos destellos.
- Te has pasado... Te habrá costado todo mucho... – Belgomir miró la tela la espada y la pequeña capa.- No tendrías...
- Me he quedado corto... Mi primer pago. Parece que, en cierta medida, adoran a los rohanianos en los oficios... Cosas de la vida.- Alrod levantó los hombros.
- ¿Quién...?- La voz adormecida de Cermië apareció en la escalera. Su mirada se posó en Belgomir, Alrod y en la tela. Cermië bajó a saludar.- Perdona, estaba un poco dormida...
- Es un placer volver a veos... Espero que la tela sea de vuestro gusto.- Alrod sonrió.
Cermië tocó la tela y subió las cejas. El tacto tan suave y ese color...
- Es perfecta. No era necesario... – Cermië lo abrazó. Alrod le devolvió el abrazo amistosamente.
- Me alegro que os guste. Si me permitís... Llegaré demasiado tarde a casa de mi nuevo compañero de hogar, se podría decir, y no me dejará entrar.- Alrod se dirigió hacia la puerta.- ¡Ah! Se me olvidaba... – Dio la vuelta bruscamente y le tendió una caja de madera que pesaba muchísimo.- Es de Laureth. Imagino que ella estará por llegar. Decidle, por favor, que no me ha hecho falta. Muchas gracias. Me voy. Buenas noches y siento molestar.- Alrod salió por el umbral de la puerta y desapareció poco a poco.
Belgomir no sabía si decirle que Laureth estaba allí. No se lo había dicho, porque dudaba si eran solo amigos o algo más. ¿Qué contenía la caja? ¿No le ha hecho falta? Hacía mucho que no veía a su hermana y no sabía qué había hecho en Rohan. Si tenía algo con Alrod... Sí, podía ser que le diese todo eso porque se sentía arrepentido de dejar a Laureth sola y... Cermië le tocó el hombro y negó con la cabeza.
- No llegaron a nada, solo a amistad profunda... – Cermië le indicó la habitación con la cabeza.- Y tú, mañana te levantarás más tarde, pues estás con los ojos demasiado rojos y necesitas descansar.- Belgomir se iba a quejar, pero Cermië le tapó la boca.- Sin discutir, mi amor...
- Culurien, - dijo Belgomir mientras era guiado por Cermië- os podéis ir ya a casa, siento haberte dejado en servicio tanto tiempo...
- Gracias señor, buenas noches.- Culurien desapareció por una puerta en la pared. Su casa estaba justo al lado de la de Belgomir y Cermië, así facilitando el servicio.
- Si todos los rohanianos son así, las rohanianas deben de estar encantadas... – dijo Cermië al acostarse. Belgomir dejó los regalos de Alrod encima de una silla y se acercó a Cermië.
- O puede ser que no... Puede ser que no sean así siempre... – Belgomir se acostó, muy cerca de su esposa.
- Lo digo por ti... ¿Pensabas que era otra persona? Idiota... – Cermië le dio el beso de buenas noches.- Pensaba que tenías parte de sangre rohaniana... – Le volvió a besar y se recostó en el pecho de Belgomir.
- Puede ser... – Dijo Belgomir y se durmió.



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