Laureth

02 de Septiembre de 2007, a las 22:36 - Laurelin (Telpi en el foro)
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Capítulo 21: Sueños y pesadillas.

Eoreth miró el campamanto. Recordó que él no quería llegar a ser eso. Quería haberse quedado con su prometida y... Su prometida. Cerró los ojos, intentando olvidar. Justo cuando había tomado la decisión de dejar todo este mundo y quedarse simplemente como mozo de cuadras, o de cualquier cosa para estar junto a ella y, al final... Muerta. Asesinada. Quemada. ¡Malditos dunledinos! ¿Qué les habían hecho ellos? Sólo hacían que quemar y quemar pequeños pueblos, quemar, matar, quemar, matar... Sólo consiguió sacar de las cenizas el collar que ahora mismo llevaba puesto y que él mismo le había regalado. Negó con la cabeza. No podía ser que le pasasen tantas cosas en tan poco tiempo. Le habían rebajado el nivel, ahora sólo era soldado; le habían separado de su prima; de su família... y ahora nadie sabía cómo estaba la situación. Eoreth se sentó en un tronco, junto al fuego. Le picaba la cota de mallas y le dolía todo, sobretodo los ojos y el alma. Alguien le tendió un plato con caldo. Eoreth lo cogió y agradeció, casi sin fuerzas.
- Vamos mal, Eoreth...- Derufed lo miró con pena. Sorbió un poco de agua caliente y acercó las manos al fuego. Hacía bastante frío.
- No puedo más, Derufed. No aguanto más.- Eoreth lo miró, sin cambiar la posición. Se tocó las sienes, cansado.
- Siempre vienen mejores tiempos, tranquilo.
- Yo ya no sé qué decir. Antes creía que era así, pero ahora...
- No te pongas así. No puedes estar pensando todo el rato con tu prometida. Habrán más en el mundo. No será igual, pero...
- Déjalo, compañero.
Derufed lo miró. No sabía si había embejecido o solo estaba preocupado. Pero no podía continuar así. No sabía qué hacer. Se habría acordado de sus buenos tiempos y aún estaría ahí.
- Por favor, cambia de actitud. Sólo conseguirás que te maten si continuas así.- Derufed tanteó el terreno.- Y no conseguirás volver a ver Laureth.
- No sabemos nada de ella. Quiero que esté bien.
- Estará bien. Lo sé. Y tendrá ganas de volvernos a ver.
Eoreth sonrió, recordando.
- La necesitaría ahora mismo.
- Lo que necesitas es dormir. Estás fatal. Yo haré tu guardia.
- ¿Estás seguro?- Eoreth le apretó el hombro.
- Descansa y déjame en paz.- Derufed sonrió.
- Gracias.
Cuando se durmió Derufed miró las estrellas, recordando. No quería que sus amigos muriesen en una guerra que no entendía. Él no pensaba que ser un rohirrim era esto. Había visto morir a demasiada gente, y lo peor es que seguirían muriendo muchos más. Y, además, Eoreth. Se había venido abajo. Estuvo a punto de matar a un compañero de la rabia. Se habían reído de él. Se tomaba demasiado en serio lo del honor...
Era un noble caído en desgracia. Había escuchado su historia, y era terrible. Los dunledinos quemaron todas su tierras de cultivo y su ganado. Los pocos campesinos que había se tuvieron que resguardar en Edoras, y él no podía hacerse cargo de la cuadra... El resto de familiares no podían hacer nada. Algunos demasiado ancianos, otros muertos... Laureth intantó hacerlo, pero tenía que trabajar para el rey.
Derufed se preguntó qué era peor: perder casi toda tu família o no haberla tenido nunca. No quería ponerse así y se golpeó en la pierna para quitarse la idea de encima. "Vendrán tiempos mejores, tranquilo".
Arod apareció a su lado, de repente.
- ¿Qué tal va el compañero?- preguntó mirando a Eoreth.
- No se lo quita de la cabeza. Se le viene el mundo encima.- Derufed le tendió el caldo a Arod.- ¿Sabes algo de de Elfhild?
- Desde que se quedó en la taberna, nada. No sé qué habrá sido de él. Le hubiese gustado cernos aquí. Ya somos rohirrims auténticos, Derufed... Aunque eso no me aporta mucha alegría en estos tiempos...- Arod continuó, cambiando de tema.- Pero he conseguido saber qué ha sido de mi hermano...
- ¿De verdad? ¿Y qué dicen?
- Lo desterraron, junto con la joven ladrona... eh, era...
- Laureth, Arod.
- Eso Laureth. No sé dónde estará. Aunque siempre fue un prodigio con todo. Con suerte estará en Gondor, sirviendo a una digna tarea... Lo ehco de menos...- Arod bajó la cabeza. Derufed también echaba de menos a mucha gente... Se acordó de la noche con Laureth y de que él también tenía a alguien.
- ¿Y... tu amiga? ¿Sabes algo de ella? ¿De... Freda?- Derufed sintió que no tenía que haber dicho eso. Arod apretó los puños y golpeó la tierra.
- Tampoco sé nada. Si la llego a encontrar muerta, juro que entro a la Tierra Oscura y mato hasta el más pequeño de los orcos.
- Perdona por la pregunta.
- NO te preocupes, eres un buen compañero. Y tú, ¿de Laureth?
- NO lo sé. Siento que está bien.- Derufed semi-sonrió.
- Estás demasiado raro últimamente. Esa Laureth no tendría algo extraño... ¿no?- Arod subió una ceja.- No, no te cabrees. Es que...
- El que está mal eres tú. Siempre estás igual, mandando indirectas malas. ¿Qué tiene de raro Laureth?
- Bueno, que era una rohirrim, que la desterraron, que tenía un buen temperamento... Vamos, que...- Arod subió las cejas.
- Yo te puedo asegurar que era muy femenina, si insistes en eso...
- Serás idiota...- Arod se rió.- Eres un maldito idiota. Lo parecía, sin duda. Pero la armadura... dejaba poco a la imaginación. Ja!
Se cayaron enseguida. Les duraba poco el buen humor.
- No sé cuándo nos conocimos antes... Pero, estoy seguro que nos conocíamos de antes... y mucho.
- A saber...- Arod subió los hombros, mientras miraba a otros rohirrim calentarse las manos.- Espera... ¿Laureth no era hija del noble... del que se decía que tenía tanta fuerza como un eored entero?
- ¡Si es verdad! Y yo estuve bajo su mando antes. ¡Me caía bien ése Señor! Ahora me acuerdo de Laureth... Era tan... pequeña, y la vez sabía tantas cosas, tenía un brillo en los ojos extraño...
- ¡Vaya! ¡Ya estabas con ella desde pequeño! Vaya, con el donjuán este...- Arod sonrió golpeando a Derufed. Observó a Eoreth.- Me sabe mal que esté así. Gracias a él hemos conseguido llegar aquí... Ahora que lo pienso, yo tendría que estar en otro sitio de guardia...
- Corre, no llegues tarde...
- Nos vemos mañana!- Arod se puso su yelmo y corrió hacia el principio del campamento.
Derufed volvió a quedarse solo. Tapó a Eoreth y se percató que tenía el mismo collar. Lo dejó y se puso en pie. Caminó un poco para estirar las piernas. Su caballo se movió, inquieto. Se acercó a él y le acarició la crin. Todos los caballos estaban nerviosos. Observó que había una luz extraña detrás de un arbusto. Miró hacia los guardias y pensó que ausentarse un momento no iba a molestar. La luz se hizo más intensay de repente vio a un señor anciano, que parecía flotar. Era rohaniano sin duda. Miró a Arod y lo examinó. Finalmente, se fijó en su collar. Semi. sonrió y se acercó a Arod. Éste sintió un miedo y un frío aterrador, ¡era un fantasma! ¿Sería uno de los muertos traidores?
- Así que tú eres quién ha elegido mi nieta... Entiendo. No se ha esmerado mucho, no.
Derufed no sabía qué hacer. ¿Cómo? No podía hablar.
- Sí, soy el abuelo de Laureth. Y vengo a ver qué tal van las cosas y a darte una oportunidad. No seas como el resto y no te me quedes mirando como un pánfilo. Mi nieta se merece algo mejor.
- Es que no me lo puedo creer... Usted es... Quiero decir, encantado de conocerle...
- Estaba mejor en mis tiempos, cuando no aceptaban a cualquiera para entrar en el cuerpo de los rohirrim...
Derufed se sintió ofendido, pero se estiró y puso cara de gran caballero.
- Eso está mejor. Ya sabía yo que mi nieta tenía un buen conocimiento. Y, además, necesitarás estar, al menos aceptable, para que no parezcas algo extraño... Mírala.- Donde antes había arbustos, ahora había una habitación con una gran cama. Ahí estaba Laureth con dos niños, durmiendo. Derufed se acercó casi sin creérselo... Extendió su mano para acariciar su cara y no pudo. Su mano la atravesó. Derufed miró al abuelo de Laureth con cara de perplejo.
- No pensarás que podrías verla así como así, me dejan hacer cosas, pero tampoco tengo esa libertad....
Derufed miró la cara de Laureth. Dormía, y tenía cara de haber sufrido, pero continuaba siendo tan guapa como siempre, y con mejor aspecto. Quiso acariciar su cabello, pero no pudo. Se arrodilló, indefenso. Miró al fantasma, rogándole. Éste le devolvió la mirada, subiendo los hombros.

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Laureth dormía por fin. Tenía sueños un poco extraños. Extraños, pero no malos. De repente, en sueños, se acercó al Bosque de los Ents, otra vez, pero esta vez con el camisón puesto. Laureth miró a su alrededor, extrañada, como siempre, a los árboles. Caminando, sus pies se mojaron por el pequeño arroyo que había en el suelo. Se agachó a tocar el agua y vio su reflejo. Se sonrió a sí misma.
- Otra vez aquí, joven rohaniana.
Laureth sintió un cierto miedo al escuchar esa voz demasiado melodiosa para ser un mortal. Levantó poco a poco la vista y vio a una persona extrañamente bella, bello más bien, con rasgos suaves y un brillo extraño en sus ojos. Laureth sintió un escalofrío y, al mismo tiempo, una sensación de cierta paz. Abrió la boca para preguntar. La extraña figura le tapó la boca con un fino dedo.
- No empieces a preguntar como el resto, Laureth. Tú no eres igual a todos. Además, te espera un buen regalo si me acompañas...- Le tendió su mano. Laureth la cogió, extasiada. La figura sonrió.- Mira...
Delante de sus ojos vio a Derufed arrodillado, mirando algo. Laureth se asustó y tendió una mano a Derufed, pero no lo pudo tocar.
- Espera. Ahora, para de respirar un segundo, y aprovecha el tiempo.
Laureth se vio en una zona sin ningún rasgo diferenciativo, completamente blanco, como un sueño. Miró hacia los lados, y en uno estaba su habitación y en el otro una zona boscosa. Miró a Derufed que continuaba arrodillado. Sonrió. Se acercó a él poco a poco y le tapó los ojos.
- No sabes quién soy.
Derufed palpó las manos de Laureth y se giró.
- No puedes ser tú.- Derufed tocó la cara de Laureth.- ¡Eres de verdad!- Derufed la abrazó, cariñosamente. Laureth observó a su extraño amigo desaparecer.- No sabia que...
Laureth lo besó. Lo más amorosamente que pudo. Lo deseaba desde hacía tiempo. Fue correspondida. Cuando se separó de él vio su cara de alegría. Y algo extraño que no tenía antes.
- ¡Tienes barba!- rió Laureth.
- Si antes tenía poco tiempo para cuidarla, ahora menos. A mí me pica un poco, ¿a tí?- Derufed miró a Laureth que la miraba, sonriendo. Negó con la cabeza.- Menos mal...
- ¿Qué tal vais por ahí?- Laureth cambió de tema.- Hace no mucho que me fui de la Marca, pero me parece una eternidad. ¿Qué ha sucedido?
Derufed pensó para decirle algo que no la molestase y en poco tiempo.
- Lo de siempre: orcos, dunledinos... Pero nada más.
Laureth se quedó pensando al mirar el campamento que se veía en un lado del universo irreal.
- Vamos hacia Gondor, por lo que se ve. ¿Por ahí cómo va?
- Bien, bueno, lo de siempre... orcos, orcos... Pero la gente quiere que lleguéis igualmente. Sólo me dicen eso. Y yo no puedo haceos venir así...
Derufed sintió algo de temor en la voz de Laureth. Bueno, normal estando al lado de la tierra oscura. Laureth se abrazó a Derufed.
- Venid y punto, se os necesita.- Laureth acarició la armadura de Derufed.
Derufed supo que algo iba muy mal, por eso cambió de tema, al tocar la espalda de Laureth.
- Te queda muy bien el... camisón.- Derufed subió las cejas.
- Te fijas en cada cosa...
- Llama la atención.- Derufed sonrió, sin dejar de abrazarla. Le besó en la cara.- Te echaba de menos, mi amor.
- Yo a tí también, encanto. Quiero que os cuidéis mucho, por favor.
- A mí me gustaría que, cuando llegase estuvieses con la mejor cara que pudieses tener... Aunque fuese una semi-somrisa. Y, si puede ser, con un vestido. Hace mucho que no te veo con un vestido, además, te sentará muy bien,,,
Se escuchó el nombre de Derufed varias veces y éste se giró, viendo qué pasaba.
- Nos tenemos que ir despidiendo...- Laureth se fue alejando hacia el lado de su habitación.- Cuidaos mucho, y tened cuidado. Te amo. Prométeme que llegarás a Minas Tirith...- Su voz se fue alejando.
- Lo prometo.- Derufed estaba otra vez en el campamento.Sonrió y se dirigió hacia donde provenía la voz.

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- ¿Dónde se suponía que estabas?- Eoreth tenía cara de cabreo, por eso la semi-sonrisa de Derufed le desconcentró.- ¿Qué te sucede?
- He visto a Laureth... Y se encontraba bien.
- ¿Cómo que has visto a Laureth? ¿Dónde? ¿Cómo estaba?
- Preocupada, pero bien. Decía que nos cuidásemos, y que llegásemos pronto.
- Pero, Derufed... No puedes haberla visto, es....
- Imposible, sí, pero la he visto.





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