Laureth

02 de Septiembre de 2007, a las 22:36 - Laurelin (Telpi en el foro)
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Capítulo 11: En Minas Tirith...

Belgomir salió de su guardia matutina y fue a buscar a su hijo. Belgomir pertenecía a la 1ª compañía. Le tocaba hacer guardia por toda la mañana y acababa por la tarde. Se encontró con Derufin, un compañero de su misma compañía. Derufin, al verlo le sonrió:
- ¿A por tu família?- Derufin se puso a su lado y le pegó varios golpes en la espalda.- Tienes suerte.
- Se nota que tú no tienes.- Belgomir se giró y se rió.- No, tienes razón, tengo suerte. Mucha.
- Me han contado que tu mujer ya está embarazada otra vez.- Derufin le pegó dos golpes con el hombro.- Otra vez, dale que dale.
- Eres un pesado. ¿Es que no puedo tener más de un niño? Además, yo no voy dejando a mi mujer en cintas por que a mí me dé la gana.
- El marido perfecto...
- NO me fastidies. Derufin, de vez en cuando me dan unas ganas de pegarte un buen golpe... Pero, soy incapaz, pues no sé qué haría sin ti y tus bromas.- Se rieron.
- ¿A por tu hijo? Te vendría mejor ir a por tu mujer primero, y después a por el pequeño.- Derufin tenía cierta razón. Cermië trabajaba en las Casas de Curación, ensañando a las nuevas curanderas. Estaba ahí al lado.
- No le gusta que vaya a por ella. Dice que... Bueno, no quiere que vaya a por ella...
- No me lo creo... ¿Ella piensa eso del señor leal?- Derufin se puso delante suyo.
- Ahora no lo vayas pregonando.- Belgomir no sabía cómo conseguía aguantar a Derufin con todas sus preguntas.- ¡No sé qué he hecho!- Murmuró para sí.
- ¡¡Si eres, según dicen de las familias más bellas de Gondor!!- Derufin saltaba alrededor de Belgomir. Era demasiado joven.- Parece que eso de tener un padre rohirrim va bien...
- Menos mal que no tenía un antepasado elfo... Pamplinas. Estoy bien siendo con mezcla de sangre, pero... - Belgomir se calló. Pensó en su padre, muerto en Rohan, sin que él lo conociese del todo. “Nunca le dije cuánto le quería”.
- Lo siento, no quería... – Derufin le miró.
- Ya se me ha pasado. Tranquilo.- Dijo con un gesto. Se tocó la nariz, entre los ojos. Estaba cansado de tanto vigilar.
- ¿Ha habido novedades desde tu zona?- Derufin cambió de tema. Continuaban caminando, hacia la plaza central.
- Nada extraño, excepto ésa asquerosa oscuridad de la Tierra Oscura. Me da mala espina. Creo que algo malo va a pasar. Y tiene que ver también con Rohan, además de con Gondor.- Belgomir pensaba. Derufin le miró y sintió un escalofrío. Él también pensaba que algo extraño estaba pasando, se sentía en el aire.
Llegaron a la plaza central, donde casi todos los niños de Minas Tirith se reunían a jugar. Belgomir observó la escena: todos los niños jugando a ser soldados de Gondor. Sonrió. Bayard no estaba allí. Belgomir negó con la cabeza. Bayard era... diferente. Observó que estaba leyendo un pequeño manuscrito. Belgomir se acercó y le tocó el hombro. Bayard saltó encima suyo.
- ¡Papá!- Bayard le abrazó.
- ¿Me has echado de menos?- Belgomir le despeinó un poco.
- ¡Sí! Mira, ¿te gusta?- Bayard le tendió el manuscrito.- Lo he hecho yo.
Belgomir lo leyó y pestañeó. Bayard tenía cuatro años, y sabía escribir poesía.
- Es para mamá.- Bayard estaba tan radiante, que Belgomir no se lo creyó.
- Seguro que le encanta. ¿Y lo has hecho tú?- Bayard afirmó, orgulloso.
- ¡Claro que lo ha hecho! ¡Por qué es el niño más listo de Minas Tirith!- Derufin le cogió en brazos y lo subió.- ¿Qué tal estás, valiente?
- ¡Muy bien!- Bayard se reía con ganas. Derufin y Bayard se llevaban muy bien, eran cómo hermanos. Belgomir se giró y vio cómo los demás le preguntaban qué tal les había ido con las armas, si habían ganado... Belgomir bajó la cabeza. Le gustaba que su hijo fuese el triple de listo de lo normal, pero eso de que no luchase como los demás... Negó con la cabeza. “¡Tienes un hijo listísimo y quieres que luche! Ya luchará él si quiere”. Además, Bayard no causaba ningún problema y no ensuciaba ni rompía la ropa. Cermië estaba encantada con él.- Papá, no lucho por qué no se me da bien...
- NO estás obligado a manejar una espada. Ya aprenderás, si quieres. Por cierto, quiero que sigas escribiendo ésos poemas. Seguro que llegarás muy lejos.- Belgomir la cogió en brazos y le besó la frente.- Sabes que me gusta mucho cómo eres. No te voy a hacer cambiar.- Bayard le sonrió y le abrazó. Eso tampoco lo hacían los demás, pero Belgomir pensó que Bayard había salido a su madre en eso del cariño.
En la otra punta de la plaza estaba Járaldur, hablando y riéndose con unos amigos suyos. Belgomir le odiaba. Járaldur tenía que hablar de él a sus espaldas cómo si fuese alguien tan sumamente despreciable. Belgomir se giró y miró a Derufin que se había quitado el yelmo de la cabeza.
- ¿No pensarás que está hablando de ti a tus espaldas?- Derufin subió una ceja.
- ¿Y entonces que hace mirándome y hablando en susurros? ¿Tengo algo en la cara que haga risa? ¿Mi armadura?...- Belgomir se acercó a Derufin intentando que no se escuchase mucho lo que decía.
- ¡Va! ¡Déjale en paz! ¡No sabe hacer otra cosa! ¿Quién te dice que le gustas?- Derufin se rió a carcajadas. Belgomir se irguió intentando no pegarle un buen golpe. Le miró.
- ¡Papá!- Bayard le estiró de la capa.- ¿Qué dice Derufin? No lo entiendo.
- Una tontería. No le hagas caso. - Belgomir miró a Derufin, que se había sentado, con ojos agresivos.
- Tienes que poner un poco de alegría en tu vida, ¿no? Deja de preocuparte por tonterías. Mira, no se merece ni que le hagas caso.- Derufin le pegó unos golpes en el hombro.
- Me imagino que tienes razón.- Belgomir se agachó y cogió a Bayard en los brazos.
- Espera tengo que hablar con ella un momento... - Bayard salió corriendo hacia una niña, de su misma edad y empezaron a hablar. Belgomir levantó las cejas y se rascó su barba.
- Tu hijo empieza ya. Su amiguita es bastante mona.- Derufin sonrió y se volvió a sentar.
Una señora de más edad que Cermië se acercó a Belgomir. Era un poco más pequeña que ella en altura y bastante delgada, tenía los cabellos de un castaño claro. Era bastante bella, solo que tenía ojeras y vestía de negro.
- Vuestro hijo es encantador.- dijo con una sonrisa. Belgomir se enteró de que le hablaba a él y pestañeó.
- Es diferente, diría yo.- Belgomir le sonrió.- Belgomir, encantado. ¿Eres la madre de la pequeña?
- Alfirin. El placer es mío.- Agachó la cabeza.- Sí, es mi hija. Hace poco que nos cambiamos aquí. Y mi hija se encontró con Bayard y se llevaron bien.
- Perdona por entrar en un tema que no me importa, pero, ¿por qué os cambiasteis de sitio? No lo llego a entender.
- Buscábamos a mi hija mayor, Arien. Se fue un día y no dejó nada que indicase dónde se encontraba, así que pensamos que aquí volvería ella. Si volvía, nos encontraría mucho antes, aunque no estoy segura.
- Vaya, lo siento. Seguro que volverá pronto. No aguantará mucho por ahí fuera.
- Eso esperamos.- Alfirin jugueteó nerviosa con la manga del vestido.
Cermië apareció por la calle de al lado y se acercó. Bayard la saludó. Cermië le cogió en los brazos y le besó en la frente. Miró a Belgomir y se puso ceñuda. Con ella no hablaba tan airadamente. Bayard la observó.
- Es una amiga, mamá. Papá te quiere. No sé cómo puedes pensar en que...
- No he pensado en nada, mi amor.- A Cermië le molestaba que su hijo estuviese fijándose en lo que hacía con Belgomir.
- Le mirabas cómo si tuvieses envidia... Eso está mal... Seguro que ves que no la quiere... - Bayard iba a decirle todas las razones que tenía para defender a su padre.
- Ya está... Bayard, tranquilo. Estarías bien de guardia personal de tu padre... - Cermië se fijó en Járaldur en la esquina. Cermië le miró, ceñuda, expresando todo el daño que le hacía su persona. Dejó a Bayard en el suelo. Hacía tiempo que habían quedado para ir juntos por Dol Amroth. Cermië se jugó la vida para conseguir un caballo, y al final no vino. Menos mal que Belgomir no se había enterado que antes que con él estuvo con semejante... engendro. Cermië seguía mirándole, intentando que su mirada hiciese daño.
- ¿Cermië?- Belgomir la miró con la cabeza ladeada. Alfirin y su hija se habían ido ya. Cermië seguía desafiando con la mirada a Járaldur. Belgomir pasó la mano por delante de su punto de vista.- ¿Te pasa algo?
- Belgomir... No te había visto.- Cermië salió de su reto de miradas. Se pasó la mano por los ojos. Le picaban. No estaba bien, empezaba a dolerle todo por cualquier esfuerzo. Se tocó la barriga y notó un leve latido de corazón. Sonrió.
- ¿Muy cansada? Es normal. Vámonos a casa. ¿Bien?- Belgomir pasó su brazo por la cintura de Cermië. Derufin dijo adiós, corriendo dirección abajo. Belgomir pestañeó. ¿Tanta prisa? Miró a Cermië. Seguía mirando fijamente a Járaldur.- Cermië... ¿Sucede algo?
- Papá- Bayard tiraba de la capa de Belgomir-, quiero volver a casa.
- Sí, mi amor.- Se agachó.- Ahora le das los versos, seguro que sonríe.- Volvió a mirar a Cermië. Movía los dedos para calmarse. ¿Qué le pasaba con Járaldur? Belgomir le cogió de la cintura y le obligó a dar la vuelta.- ¿Sabes que no nos has hecho caso desde que has llegado?- Belgomir suspiró. Cermië seguía mirando por encima del hombro.
- ¡Mamá! Mamá, mamá, mamá... - Bayard giraba alrededor de su madre. Al fin Cermië apartó la mirada de las sombras.
- Perdonad... Estaba... Bueno, lo siento mucho, estoy cansada y además... - Cermië apoyó la cabeza en el hombro de Belgomir.

- Tengo algo para ti... - Bayard cogió los versos y se los tendió a Cermië, que estaba acostada en la cama. Belgomir miró por la puerta y sonrió. Le dijo que esperase a este momento.- ¡Espero que te gusten!
Cermië lo leyó y sonrió. Versos infantiles, pero que halagaban de manera espléndida. Abrazó a Bayard y le besó en la frente.
- Muy bello, mi pequeño... - se giró hacia Belgomir- Ojalá tu padre se dignara a escribirme algo tan bello...
- Vamos, Bayard, me tiran... - Belgomir acostó a Bayard y le besó en la frente. Se quedó dormido al instante.
- ¿Qué tal está?- Cermië acariciaba su barriga, ahora un poco inflada por el pequeño que tenía dentro.
- Durmiendo como un tronco.- Se acercó y se acostó.- Ya sé que no puedo escribir versos, pero... - le besó en los labios.- ya sabes que...
- Lo sé, pero no ahora... - Cermië lo apartó. Belgomir se cabreó. Casi no la veía en el día y nunca quería hacer nada con él. Se acostó de espaldas a ella.- Belgomir... Mi amor, estoy cansada y, Belgomir... - Cemië le acarició la mejilla.- ¿Te has enfadado?
- No, solo que me siento un poco envidioso por los niños... Creo que a ellos sí que les quieres... - Belgomir se tapó hasta la cabeza.
- Mi amor, dame tiempo... Belgomir, si no te giras ahora no te vuelvo a besar en mi vida.
- ¿Si?- Belgomir se giró.- Lo siento, pero es que es un poco... ¡Uf! Cermië... Yo te amo, y no tengo tiempo para nada... Y ahora está la pequeña.- Belgomir puntualizó con los dedos.- Bueno, lo siento, ya tienes bastante con los niños, la casa y la curación... Lo siento, no quiero quedarme contigo eternamente. Entiendo que no tengas tanto tiempo para mí. Lo soportaré.- Belgomir cambiaba de pensamientos cada dos por tres. Y, siempre que se enfadaba volvía a decir que no quería hacer nada mal.
- Eres demasiado bueno... ¿Lo entiendes? Te amo, mi amor... - Le besó tiernamente.- Te mereces más de lo que te doy.
- No te creas... - Belgomir sonrió y le volvió a besar.- Te queda muy bien el embarazo.- Se acostó y abrazó a Cermië.- ¿Sabes cómo estará mi familia en Rohan? Me preocupa que...
Cermië le besó, callándolo. Durmieron.



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