Compartíamos entretenidas charlas y anécdotas del pasado cuando nos sorprendió la noche. Algunos pensaron en acampar, otros en seguir, yo, por mi parte, me limité a husmear el terreno si alejarme demasiado y un sobrecogedor presentimiento me asaltó:
Tengamos cuidado cuando nos acerquemos a las montañas, es terreno peligroso- dije.
Al final decidimos acercarnos a una posada en las afueras del Bosque Verde. En ella, el posadero nos informó que ya nos espareban dos enanos, una joven guerrera, unos cuantos elfos y el peregrino gris... el bueno de Gandalf estaba con nosotros. De pronto la misión nos parecía más fácil y menos peligrosa, hasta que los elfos nos facilitaron la información de que el tesoro no solo lo guardaban orcos, también dragones, tumularios, espectros y todo tipo de criaturas.
Cuando el elfo que hablaba calló, un aire de pesimismo, dudas y algo de miedo invadió la habitación. Tan solo unos instantes después el pesado silencio fue quebrado por la profunda voz de Gandalf:
Bien, creo que tenemos que partir pues no nos podemos quedar a dormir en esta posada ¿No, maese elfo?
Al salir de la vieja posada seguimos intercambiando historias y batallitas . Nos presentaron a la joven y bajita, aunque hábil y sabia, guerrera Sárelle, a la que respondí con una pronunciada reverencia. Despues fueron los dos enanos, uno de ellos no necesitaba apenas presentarse, Dimasalang (me pareció ver como se relamía de gusto al saber los enemigos que nos esperarían mas adelante) parecía ansioso por hendir su hacha en carne orca, de dragón o de cualquier criatura que arremetiera contra él. El otro enano, no menos fornido ni ansioso por luchar, se llamaba Gilford, a los dos les respondí con un fuerte apreton de manos. Aparte, también se nos unió Mithrandir, quien no necesitaba en absoluto presentarse, obviamente, pues era conocido en toda la Tierra Media (y yo me dedico a vagar a lo largo de esta).
Acampamos y la primera guardia decidió hacerla Abârmil, acordamos que yo haría la segunda.
Tenebrosos pensamientos me asaltaban y me quitaban el sueño, un simple tesoro podría estar guardado por un par de dragones y alguna escuadra de orcos, pero no por un ejército entero, ¿adonde nos mandaba Thranduil? Difícil misión era aquella como para que la cumpliera una célebre comitiva como la nuestra... Me contuve algunos comentarios, pero con el fin de no bajar los ánimos...
-Si, es cierto- dijo la primera Voz. -Creo que deberíamos dar un nombre a esa comarca. ¿Cual sugiere?
- El Maletero se encargó de ello hace ya algún tiempo- dijo la segunda voz. - El tren de Niggle-Parish está a punto de salir: eso es lo que ha venido gritando durante años. Niggle-Parish. Les envié un mensaje a los dos para comunicárselo.
-¿Y qué opinaron?
-Se rieron. Se rieron, y las Montañas resonaron con su risa.
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